Sentado en su escritorio, concentrado en la canción que se reproduce en sus cascos. Latch de disclosure es sin duda una de sus canciones favoritas. Trata de seguir la letra de la canción, y, aunque por instantes se le traba la lengua al intentar pronunciar algunas palabras, no le pone pausa al video que se reproduce en su macbook. Al joven no le falta mucho para ser un cantante profesional, aunque él no quiere serlo. Ama cantar, casi tanto como tocar la guitarra, es algo que siempre ha hecho pero no sueña con ser famoso. Su único sueño es tener el valor de algún día poder cantarle a su amada alguna de las canciones que le ha escrito; o al menos poder decirle lo que siente.
Pone pausa al video de la canción que hasta hace unos minutos trataba de memorizar. Ya se siente lo suficientemente cómodo como para cantarla. Cierra los ojos, suelta un ligero suspiro y colocando sus dedos en las cuerdas de su guitarra se deja llevar. Pone todo su corazón desde el principio de la canción. Oliver mueve con sutileza sus dedos por las cuerdas de la guitarra. Con el tiempo ha adquirido agilidad y confianza, ya no observa las cuerdas a la hora de tocar cada acorde, cada nota. No, ya no lo necesita porque ya el lleva graba esa melodía en su piel y en sus dedos como si de un tatuaje hecho fuego se tratase.
— You… lift my heart up when the rest of me is down. You…you enchant me, event when you’re not around. —canta y su corazón se le acelera con cada estrofa. Y su voz hace eco en el silencio de su habitación.
Pero súbitamente se detiene, se le ha zafado la púa y ha ido a parar debajo de su cama, la cual está a sus espaldas, ¡Que desgracia! Con cuidado coloca su guitarra sobre su escritorio, corre la silla donde estaba sentado hacia un lado y se dispone a buscar la pequeña pieza de plástico ¡Que en buena hora ha decidido perderse!
—Ven acá pequeña desgraciada…vamos.Rayos solo un poco más cerca — gruñe el joven de cabello castaño mientras estira su brazo los mas que puede para así poder alcanzar la pequeña púa de color negro.
Solo uno intento más, solo unos cuantos centímetros más lejos y podrá regresar a sus prácticas matutinas de guitarra. Pero ese no será el caso, al menos no el día de hoy. Al ver que con el simple hecho de meter su brazo bajo su cama no lograra alcanzar el esquivo objeto, el decide meterse de lleno bajo esta. Lentamente y con cautela empieza a reptar por el suelo polvoriento. Todo va bien—demasiado bien—ya su objetivo se ve claro, tan claro y tan cerca que ya lo puede sentir entre las yemas de sus dedos. Pero de pronto su celular empieza a sonar, provocando que Oliver golpee su cabeza contra la parte inferior de su cama debido al susto.
— Oh mier…
Hace una pausa de menos de un segundo, necesita pensar que decir. Sabe muy bien que si dice una grosería estando en casa su madre le lanzara lo primero que tenga a mano. La última vez que dijo una grosería ella le mando un zapato de su padre; eso termino en un ojo morado.
—Miércoles — concluye para luego apoyar su cara contra el suelo—. ¿Ahora qué?— se pregunta mientras comienza a salir de su “escondite” pero aún se queja a causa del dolor que siente.
Saca su celular lo más rápido que puede de su bolsillo, lo primero que aparece en su pantalla es el nombre de contacto que dice: «Duende.» Ese es el apodo que le puso a su mejor amiga el día que le conoció. A pesar de estar en letra grande no le presta mucha atención al nombre de contacto. Coloca su dedo índice sobre la pantalla para después picarle al icono de responder.
— ¡Hola!— dice una chica al otro lado de la línea.
— ¿Si?—dice al tiempo que coge la púa y termina de salir desde debajo de la cama.
— ¿Siempre nos iremos juntos al cole?—pregunta la chica algo ansiosa mientras camina de una lado al otro de la habitacion.
— ¿Juntos al colegio? ¿Quién eres? —responde el chico aun aturdido por el golpe que se había dado tan solo hace unos segundos en la cabeza.
Tan aturdido como para no reconocer la voz de su mejor amiga.
— ¿Es enserio? ¿Cómo puede ser que no reconozcas mi voz? ¿Acaso sos retrasado o qué? ¡Soy yo, Sofia! ¿Quién más podría ser?— señala bastante molesta y hace una pequeña rabieta al otro lado de la línea.
— No lo sé, mi padre que al fin regreso de comprar cigarros— bromea y suelta una risilla burlona.
Se muerde los labios, sabe que lo que ha dicho de seguro fastidiara a su amiga. Pero a él le encanta fastidiarla un poco. Toma asiento nuevamente frente a su computadora mientras espera que su amiga le responda algo. Coge su guitarra, la coloca sobre sus piernas como si de un bebe se tratase—es su bebe— y se dispone a seguir tocando mas no lo hace. Prefiere seguirle la conversación a su amiga quien ha estado callado un buen rato.
— En primer lugar tu padre duerme en el cuarto que está a la par del tuyo—responde finalmente justo antes de hacer una pausa para coger aire y no explotar en cólera—. En segundo lugar, no puedo creer que te hayas olvidado de que hoy nos iríamos juntos al colegio. En plan me has roto el corazón, pero bueno me iré y espero que no me maten— dramatiza en un intento de hacer sentir culpable al Castaño.
El cae justo en su trampa sin siquiera saberlo. Se comienza a sentir algo culpable por haberse olvidado de la promesa que le había hecho a su amiga la noche anterior. Vuelve a hacer su guitarra a un lado, se reincorpora camina un poco hasta colocarse frente al espejo de su habitación.
— ¿Rayos cómo se me olvido? — se pregunta mientras se sacude un poco el polvo que le ha caído en el pelo.
Después de ver su desalineado reflejo en el espejo, comienza a dirigirse al baño. No puede permitir verse como un vago desde tan temprano.
— Sofi no…No se me olvido ¿Cómo puedes creer algo así?—tartamudea mientras cierra la puerta y gira los ojos.
— ¡Por qué te conozco! Además creo lo más probable es que en este momento te estés metiendo a la ducha ¿Me equivoco?—sentencia ella.
Oliver se ha quedado callado, no responde. No sabe que responder, su amiga le ha atrapado con las manos en la masa y en parte tiene la culpa. Hace una mueca mientras piensa que en decirle, tiene que ser una mentira convincente ya que él sabe que no tiene oportunidad alguna de engañarla. Después de todo es su mejor amiga. Pero al no ocurrírsele nada opta por desvestirse mientras algo se le ocurre algo.
— Eres muy predecible, ¿Lo sabias?
— Sí, sí. Lo que tú digas, ¿Oye alguna vez te han dicho que eres muy molesta?
— ¿Y a ti que eres un idiota sin remedio? —bromea la joven.
— ¡Yo se que me amas! —vacila mientras se balancea sobre una pierna al tratar de quitarse los boxers con una sola mano ya que con la otra sostiene su móvil contra su cara.
— Jajaja. Anda a bañarte que se nos hará tarde. Además desde acá siento tu aroma y te juro que hiedes.
— ¡Lo siento no fue mi intención tirarme en un gas!— vacila mientras se sienta en la tapa del inodoro.
— ¡Que cerdo eres! Bueno de cualquier manera nos vemos en la parada de bus que está frente al Gimnasio, ¿Está bien?— dice entre risas.
— ¿Frente a cual gimnasio? ¿Al que está por mi casa o al que está en el centro?
— Mmm en el Eddy Bermúdez. Por favor date prisa.
— Ya estoy llegando dame 10— responde justo antes de colgar y meterse a la ducha.
El agua empieza a recorrer su cuerpo desnudo. Esta caliente, justo como le gusta. En su cara se le dibuja una sonrisa casi imperceptible, cualquiera diría que es una mueca causada por algún espasmo facial. No es así, ha sonreído porque si hay algo que de verdad le cause alegría es oír la voz de su amiga. La voz… de su amada, su amor platónico, su amor prohibido, ese amor que a pesar de los años no ha desaparecido, que sigue ahí, oculto en lo más profundo de su corazón aunque él lo trate de ignorar. Y es que desde que la conocía ha vivido enamorado de ella pero siempre se limitó a ser su amigo.
— ¡No te acabes toda el agua cho!—grita su hermana desde fuera de la habitación a los pocos minutos de que Oliver empezará a ducharse.
— Ya casi salgo.
— ¡Bueno! Después baja a desayunar que mami ya nos tiene listo el desayuno.
— Está bien M-A-D-R-E— dice con un tono burlesco.
Al salir del baño se ha topado con que le ha llegado un mensaje al celular. Se seca las manos y quita el complejo patrón de desbloqueo digno de un funcionario del pentágono que ha tomado la molestia de colocar. Acto seguido toca el icono de WhatsApp y después abre el mensaje que le ha mandado Sofia.
Me debes una hamburguesa como castigo por olvidarte de mí.
Piensa en que responder. Mientras tanto camina por la habitación con el celular en la mano al tiempo que busca su uniforme.
Está bien, cuando salgamos de clases pasamos a donde Adam’s por tu hamburguesa. Pero con la condición de que me invites una Coca-Cola.
Responde después de darle algunas vueltas. Se sienta en su cama, deja el celular a un lado y se comienza a colocar su uniforme.
¿Y si vienes a mi casa y te invito una Coca-Cola con helado de vainilla te parece bien?
Ella es un amor. Siempre encuentra la manera de animarle el día.
Eres la mejor.
Le responde al tiempo que otra sonrisa se vuelve a dibujar en su rostro.
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