leiyedeth AW Leiyedeth

Segunda parte de Nymphetamine Ice Nymph y Gold Boy extienden su patio de juegos, con una serie de trucos bajo la manga es fácil atraer una presa dispuesta a su trampa. La tentación siempre es la mejor arma y, su apariencia de ángeles, su mejor defensa


Фанфикшн Аниме/Манга 18+.

#otabek-altin #yuri-plisetsky #fanfiction #omegaverse #Gore-Leve #otayuri #Muerte-de-personaje-menor #Referencias-a-temas-delicados #Todo-es-aparariencia #crimen #psicópata #sociópata
Короткий рассказ
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Diabolical

Well I know you need it

One taste just not enough, oh

I know you what you want, want

You ain't got a fucking shot


Yuri tenía muy claro que las personas que pasaban por su lado se quedaban viéndole, sobre todo los alfas, que incluso se detenían unos pasos para observarlo detalladamente y se largaban dejando una estela de feromonas excitadas. Trataba de no prestarle demasiada atención, ahora estaba en su papel de Ice Nymph, el omega inalcanzable y caprichoso, por eso toda su indumentaria era como un cartel de neón para atraer la atención:


Sus zapatos lo hacían lucir más estilizado, con cinco centímetros de plataforma y diez centímetros de tacón que le otorgaban piernas infinitas. Beka había mencionado que le gustaba como le quedaban aunque el brillante charol y las flamas rosadas eran un poco llamativos; sin embargo, se ajustaban a su estética con las medias de red y el diminuto short con estampado de leopardo, la camiseta negra ajustada que en su pecho deletreaba “sinner” con cristales falsos, se perdía bajo el peluche rosa de su chaqueta… le gustaba esa chaqueta porque tenía un material parecido a sus botas en la zona de sus mangas, que terminaban en dos argollas de acero sacadas de una fantasía bdsm.


Esta vez su cabello caía en ondas libres por su espalda, por un buen precio consiguió unas extensiones rosa oscuro que utilizó para producir un nuevo aspecto junto a las costosas gafas retro de montura blanca y cristales rosados ahumados.


Miraba las grandes vitrinas de las tiendas del distrito de lujo mientras bebía su Java Chip Frappuccino, de vez en cuando checaba la hora en su teléfono.


Optó por beber de su café antes de soltar alguna clase de improperio, el tipo con el que habían quedado debió haber llegado hace diez minutos atrás… si no llegaba dentro de cinco minutos, volvería a su casa y el imbécil no tendría reembolso de su dinero.


Su tiempo era importante y escaso, entre la universidad, el voluntariado y la iglesia de su familia, le quedaba poco tiempo para actividades extras; ahora podría haber estado con Otabek aprendiendo un truco nuevo o perdiendo el tiempo entre sus sábanas. O sea, lo iba a ver dentro de unos cuantos minutos, pero nada se comparaba a la intimidad del cuarto de Otabek; los hoteles eran entretenidos para jugar, no para un descanso.


Los bolsos que estaban en exposición no atraían su atención, eran modelos clásicos y monótonos, tenían un par de detalles en oro y los monogramas de marcas prestigiosas. No era algo que Ice Nymph usaría.


Ice Nymph, como el adolescente de 19 años inaccesible y veleidoso que se supone que era, buscaría algo más llamativo y ostentoso, algo con colores holográficos y cortes extravagantes, con glitter y piel falsa, una mezcla entre glam, rock y mal gusto.


—¿Estás solo?


Rió entredientes, jugueteando con el popote de su bebida en un gesto coqueto. Incluso dejó que el alfa posara la mano en su cintura.


—Depende.


—¿De qué?


—¿Te quedarás conmigo hasta mañana?.— miró al sujeto a través del cristal, no hubo contacto visual pues ambos estaban con gafas.


—Me quedaré contigo hasta donde tu quieras.


Las mejillas de Ice Nymph florecieron con un sonrojo, aunque permitió que su cuerpo se apoyara contra el del alfa.


—Entonces, llévame a donde quieras, Gold Boy.


♥ ♥ ♥


Yuri no quería demostrar su enojo ahora que estaba junto a Otabek, pero no podía ocultarlo bien, sobre todo cuando uno de sus apetitos no estaba satisfecho.


Deseó poder guardarse la frustración mientras tecleaba un correo para el hombre al que le había dado una cita, diciéndole que no recuperaría nada de su dinero, que perdió una oportunidad única y que estaba banneado de su sala de chat por hacerle perder el tiempo.


Estaba tan furioso.


Quería ver a este sujeto, al tal Johnnie47, quería poder ver sus ojos sin vida y su sangre corriendo por su piel arrugada. Era un viejo, Beka lo había investigado: 61 años, viudo, un hijo ingeniero en el extranjero y dos nietos; había prometido regalarle joyas valiosas si se dejaba follar, jugaron con la idea un tiempo, hubo un par de conversaciones coquetas, intercambiaron una llamada de carácter sexual y un montón de promesas que nunca iban a cumplirse.


Además de la rabia que tenía por haberlo dejado plantado, odiaba el hecho de que aquel hombre, a pesar de que casi lo triplicaba en edad, estuviera buscando pagarle a adolescentes para follar. No había cantidad de dinero en el mundo que lograra que quisiera poner un dedo sobre un sujeto como ese.


Arrojó el teléfono al suelo alfombrado, parte de la carcasa y la batería volaron en diferentes direcciones.


Yuri se miró al espejo de cuerpo completo, odiando la manera en la que se veía. Deseaba quitarse todo, quemarlo y conseguir ropa nueva, algo que lo hiciera lucir mucho mejor, no como un perdedor que no resultó lo suficientemente atractivo como para que un viejo quisiera juntarse con él.


—Estás inquieto.— Otabek se acercó a él para sostenerlo entre sus brazos; hace una media hora que habían llegado a la habitación que alquilaron para quedarse luego de encontrarse con Johnnie47.


—Demasiada energía sin eliminar.— intentó bromear, pero su tono salió frustrado.


—Si quieres podemos ir a bailar por la noche, ya sabes.— besó suavemente el hueco tras su oreja.— Un bar al azar, quizás alguien te quiera comprar una bebida ridículamente costosa.


—Y puedo partirle la cara si intenta sobrepasarse conmigo… a menos que encontremos a alguien con quien jugar, ¿te gustaría eso, Beka?


—Quiero hacer lo que tu quieras.


—Dioses, ¿por qué tienes que decir esas cosas?


Se volvió para enfrentar al alfa y cruzó sus brazos tras su cuello. Los zapatos de plataformas lo ponían un par de centímetros más alto que Otabek, y no podría quejarse de aquello cuando su cuello quedaba al alcance de la boca del moreno.


—Porque quiero estar contigo.


A pesar del el evidente sonrojo en sus mejillas, Yuri siguió con su postura orgullosa, petulante e indiferente.


—Entonces, sé mi novio.— sentenció evitando encontrarse con los ojos chocolate. — dejemos de fingir que solo somos los mejores amigos.


—Nunca he creído que seamos solo amigos, Yura. Creo que fuimos hechos el uno para el otro, tu inteligencia, tu carácter, la manera en que puedes planear cada paso y hacer creer a todo el mundo que eres un ángel o un demonio, pero no eres ninguno de los dos, ¿verdad?.— sus labios tocaron el pálido cuello del omega, besando suavemente la piel. — eres un soldado en medio de una guerra con el mundo, tan hábil, tan fuerte y perfecto.


—Por supuesto, porque también tenías que ser un bastardo romántico. — su voz se ahogó en un jadeo cuando uno de sus puntos sensibles fue alcanzado.— te he querido desde el primer momento, Beka.


—¿Debería hablar con tus padres? Para pedir su permiso y enterarlos


—¿En serio?.— Yuri resopló divertido. — hemos follado prácticamente desde que nos conocimos, solo he pasado mis celos contigo, ¿crees que me va a importar su opinión sobre esto?


—Eres su bebé aún, Yura. Estoy seguro que agradecerán si transparento mis intenciones con su único hijo, además, les agrado.


—Muy seguro de ti mismo, ¿no?


No hubo más respuesta que un beso ansioso y descuidado. Sus labios encontrándose de manera casi violenta.


—Entonces, ¿quieres mostrarle a todos que no eres un omega indefenso y salir esta noche?


—Sí, pero primero descansemos.


Le dio un último beso a Otabek antes de quitarse los zapatos y el abrigo, dejándolos descuidadamente sobre el suelo. Arrojó sus costosas gafas al sofá cercano y, sin ninguna delicadeza, sacó las extensiones de cabello rosa para hacerse un cómodo moño desordenado.


—¿Quieres beber algo?.— preguntó Otabek, revisando el frigobar.


—Agua.


El alfa tomó dos botellas de agua y se dirigió a la cama. Yuri esperó que su novio se ubicara allí, para subirse sobre él y enroscarse en su regazo.


—Ten. — destapó la botella de agua y se la dio al rubio, que bebió dos tragos abundantes.


—Quiero ver los Aristogatos. — dijo tomando el control remoto de la televisión y entrando a una plataforma de streaming al azar.


—Lo que quieras, Yura


♥ ♥ ♥


Dos horas antes de salir en busca de un bar donde matar el tiempo, Yuri arrastró a Otabek a numerosas tiendas de ropa.


–No sé qué comprar… O sea, quiero ese pantalón en los tres colores disponibles, ¿pero para qué tendría tres pantalones del mismo modelo?


Hizo un marcado puchero mientras se dejaba caer en el asiento donde su alfa lo esperaba con bolsas de otras boutiques que ya habían visitado.


—Puedo pagarlos, si quieres.


Yuri se levantó de un salto y fue a los colgadores a revisar las dichosas prendas.


—Si sigues actuando así, la gente pensará que eres como mi sugar daddy. — bromeó mientras jugueteaba con la etiqueta del precio.


—¿No lo soy?


—¡Pavel!.— Yuri chilló al ver la sonrisa del moreno ante el nombre falso que le había dado para esa ocasión. — no digas esas cosas.


—¿Por qué? ¿Acaso no trabajo duro para siempre tener efectivo y premiar a mi gatito?


—No lo sé, puedes tener otros omegas por ahí, quizás algunas betas bonitas.


—Sabes que no.


—No te atreverías.— volteó hacia las prendas en el colgador y las evaluó superficialmente antes de descartarlas con una gesto de su mano. — creo que ya no quiero ninguno de estos. Solo llevaré los zapatos y el bolso.


—Lo que quieras, Angel.


El rubio solo sonrió antes de ir por una vendedora, contoneando su paso solo para parecer más descarado ante los otros compradores de la tienda.


Sabía exactamente cómo debía verse en los ojos de las personas que estaban allí. Su cabello alaciado hasta el punto de verse irreal, su figura escuálida y el diminuto short que apenas hacía algo por cubrirle el trasero, sus piernas viéndose impresionantemente largas y el brazo firme de un alfa en su cintura.


Debían creer que estaba con Otabek por interés, que lo estafaba de alguna manera, que intercambiaba sexo por todos los lujos a su alcance. Pensarían que era un cualquiera y que podría irse con un mejor postor de un momento a otro; le gritaban cosas sucias en la calle, le susurraban obscenidades y él solo respondía con un guiño o un gesto insinuante que descolocaba a los alfas o betas, aunque los que se atrevían a tocar acababan con un ojo morado o la nariz rota.


Por el rabillo del ojo, Yuri vio como uno de los empleados pasaba demasiado cerca de él para ser casualidad, y al poco rato sintió una mano que se arrastraba por la parte de atrás de sus muslos, subiendo hasta su glúteo.


—¿Cuál es tu jodido problema?.— preguntó en un tono bajo, lo suficientemente silenciado como para no llamar la atención.


—Ese alfa que anda contigo. Puedo darte algo mucho mejor.— miró de pies a cabeza al dependiente, reconociéndolo como un beta acomplejado, se notaba que trabajaba mucho en el gimnasio para lograr el tono muscular clásico de los alfas, además de llevar un perfume demasiado fuerte para esconder su falta de feromonas.


—Si puedes dar algo mejor, no andarías escondido.— Yuri se alejó lo suficiente como para no estar en contacto con el tipo.— y mucho menos estirando las manos sin mi permiso.


—Solo quería asegurarme de que eras real.


El omega amplió su sonrisa y envolvió uno de los mechones sueltos de su desordenado moño en uno de sus dedos, jugando con él y con los pensamientos del beta.


—Muy real. ¿Conoces el bar HSteel?


—Sí, no está lejos de aquí, ¿por qué...?


—A las once de la noche, nos vemos allí.


Fue directamente hacia una de las vendedoras y le pidió lo que quería comprar. Se volteó para saber si Otabek había visto su intercambio con el beta, pero este estaba revisando distraídamente unas ridículas zapatillas floreadas.


♥ ♥ ♥


HSteel, como bar, era apenas un salón con una barra y tres mesas, se veía muy elegante y como arrancado de la revista de diseño de los domingos.


Claro, esa era la fachada.


El verdadero HSteel era el edificio colindante, que estaba abandonado y con más pinta de albergar a las ratas más grandes de la ciudad. Pero, una vez más, se trataba de una ilusión: el bar era la puerta de entrada a uno de los clubes más exclusivos del país, no podías entrar si no cumplías con ciertos estándares y estaba prohibido sacar fotografías o registrar de alguna manera la estadía en sus fiestas.


Para personas como Yuri y Otabek era perfecto, no había manera que su imagen de niños buenos se viera empañada por alguna fotografía o vídeo incriminante que desmintiera que no estaban en sus respectivas obras sociales o coartadas que inventaran.


Cinco minutos antes de la hora del encuentro con el beta de la tienda, Yuri le dijo a su alfa que estaba aburrido y que iría a bailar; Otabek, ocupado respondiendo unos correos, solo le dijo que tuviera cuidado y que le marcara si necesitaba ayuda.


La pista de baile era un mar de cuerpos apretados y exuberante, una masa alcoholizada y drograda que seguía cada beat de la música electrónica del dj como si fuera un firme comando. Moviéndose casi al unísono, personas sin rostro rozándose y comprimiéndose al son de las inmorales letras de las canciones, sin mente propia, embotados, con los instintos básicos a flor de piel… como ganado.


Era algo digno de estudiar, definitivamente, y a Yuri le gustaría observarlos en alguna otra ocasión, pero ahora era tiempo de divertirse, de tratar de mezclarse e intentar convertirse en uno más de la insensibilizada pared de cuerpos.


Bailó como se suponía debía hacerlo, con los brazos arriba y fingiendo que estaba en el mejor momento de su vida, como si los tacones desproporcionados fueran una extensión de su cuerpo y el vinil de su vestido no fuese asquerosamente incómodo. Accedió a que personas se le acercaran lo suficiente para decir que bailaba con ellos, permitió un poco de toques, sobre todo de parte de las chicas que parecían encandiladas con su cabello, incluso se atrevió a enganchar su mirada más tiempo del necesario con una alfa que se veía peligrosa.


Solo un juego con compañeros dispuestos a jugar; cuando se aburría, solo hacía falta un revoloteo de las luces estroboscópicas y podía alejarse un par de pasos a otro lugar y podía cambiar quién estaba a su lado.


Aún por sobre el olor de los tragos caros y los cuerpos hormonados, pudo percibir el fuerte perfume del tipo de la tienda, estaba cerca, quizás buscándolo.


Estaba demasiado cansado como para alargar el juego, así que se dirigió hasta donde este estaba, poniéndose despreocupadamente en su rango de visión, dando paso a la primera escena de su teatro.


En menos de un minuto el beta se le acercó con una sonrisa algo marchita al darse cuenta de que quedaba unos centímetros más bajo que el omega. Yuri contuvo su risa: sí, el tipo estaba realmente acomplejado.


—Te encontré.— dijo con un tono que pretendía sonar seductor, una burda imitación de la voz alfa.


—Pensé que no vendrías…— siguiendo el ritmo de la música se acercó al contrario.— por cierto, no me has dicho cómo debo llamarte.


—Dante, y ¿tú?


—Nymph.


—Ese no es tu nombre real.


—Dante tampoco es el tuyo.— le devolvió con una nueva sonrisa divertida.


—Suficientemente justo. ¿Quieres algo de beber?


Yuri solo se abrió camino hasta la barra esperando que el beta lo siguiera.


♥ ♥ ♥


"Dante" era aburrido, una personalidad caricaturesca y tan aburrida plana como un charco de agua sucia en la calle, incluso su atractivo físico estaba en ese nivel.


La conversación era floja, hablaba de dinero y la cantidad de países diferentes que conocía, aunque nada más concreto que una fotografía borrosa en una playa; quizás era un perdedor, quizás estaba mintiendo, aquello no importaba, pero mientras permaneciera asistiendo con los ojos brillantes y fingiendo que tomaba su bebida adulterada, el beta estaría contento.


Cuarenta minutos más tarde, Dante insistió en que fueran a bailar.


Conocía este truco, aquí es donde comentaría que se sentía un poco mareado y que la cabeza le daba vueltas, tendría que fingir tropezar con sus propios pies y tener una risita fácil, como si fuera una presa indefensa y tonta. Tendría que ser manejable y flexible, hacerle creer al beta que tenía el control.


—Ups.— dijo con un tono demasiado agudo cuando sus zapatos chocaron contra su propia silla.


—Te tengo.


—Gracias.


Se dejó guiar hasta la pista de baile, las manos errantes del otro en su cintura y muslos. Ni siquiera le dio un respiro antes de pegarlo a su cuerpo y comenzar a moverse contra él, como si pudiera unir su cuerpo; sentía cada protuberancia del beta presionarse sobre el rígido plástico de su vestido, las manos húmedas buscando un lugar en su cuello para acercarlo en un beso.


Aprovechando el supuesto mareo, Yuri se inclinó hacia delante, pegando su frente en el hombro de Dante.


—¿Te sientes bien?


—Creo que el trago me golpeó un poco


—No te hacía como alguien débil al alcohol


—Ya me habían invitado unos tragos antes de que llegaras.— solo por coquetear, deslizó su nariz por el cuello del hombre; quería saber qué tan dispuesto estaba a seguirlo afuera sin ningún cuestionamiento.


—Entonces, no me esperabas.— las manos del beta apretaron sus caderas, pero no lo suficiente, es como si intentara marcar un punto posesivo donde no le correspondía.


—No puedo decir que no a un regalo. Me gusta que me den cosas.


—Hay algo que me gustaría darte.


—Primero, bailemos.


Se movieron uno contra otro, como lo hacían todas las personas en el lugar; no es que se pudiera llamar bailar a la simulación sexual en la que se sumergieron, las canciones pornográficas sólo parecían subir la temperatura de los cuerpos y con el pasar de los minutos, parecía que varios de los asistentes estaban más que dispuestos a dejarse llevar y desaparecer en los rincones poco iluminados del club.


El volumen de la música no lograba ocultar los sonidos impúdicos emitidos por aquellos que se perdían en las sombras, a veces las esquirlas de luz iluminaban los cuerpos enredados, ajenos a todo a su alrededor.


A nadie parecía importarle, después de todo, mientras estabas en HSteel podías ser cualquiera.


Fue en un momento en que la música cambió a algo insoportablemente lento, cuando Dante se cansó de esperar y decidió que podía llevar a Yuri afuera. Con el cuerpo laxo sobre el beta y sus rodillas débiles, se dejó conducir hacia la oscuridad.


Los labios resecos del beta buscaron su boca, fue más un choque que un beso, pero aún así pudo sentir el agrio aliento del alcohol. El omega enterró sus uñas en los hombros de Dante, fingiendo un éxtasis que estaba lejos de sentir, dio unos cuantos suspiros ahogados de falsa necesidad.


—Hay… Hay un hotel… cerca.— dijo gimiendo y arqueando su cuerpo hacia el contrario.


La intensidad en los ojos de Dante confirmó que lo seguiría, así que lo tomó de la mano y lo condujo calle abajo, tambaleándose bajo las luces de neón que anunciaban placeres anónimos.


La vieja recepcionista del hotel apenas les dio una mirada antes de darle una llave sucia que tenía escrito un número cinco. Fue difícil llegar al pasillo con las manos de Dante acorralándolo y queriendo tocarlo bajo su ropa; más complicado aún fue abrir la puerta cuando el beta encontró el cierre del vestido.


—Espera a que entremos, bebé


—Deberías verte, no puedo esperar… eres…


Al azotarse la puerta contra la pared, pudieron ver que en la cama de la descuidada habitación se encontraba Otabek, sentado tranquilamente leyendo un libro.


—Pensé que no llegarían, estaba aburrido de esperar.


—¿Qué hace este… ?


Con ademanes calmos, Otabek cerró su lectura y la dejó a un lado. Sin apartar la vista del beta, encendió un cigarillo y arrojó descuidadamente el encendedor al suelo.


—Vamos, termina esa frase.— le retó, haciéndole un gesto a Yuri para que cerrara la puerta y expulsando el humo de manera pausada.— quiero saber que se supone que soy.


—Pensé que estaba solo. Mira, yo… .— se excusó el beta dando un paso atrás, buscó la ayuda de Nymph, pero este no le estaba prestando atención.


El omega solo se rió y se arrojó sobre la cama, para rebotar como si fuera un niño pequeño, se quitó los zapatos y el rígido vestido de vinil, quedando solo un ridículo conjunto de ropa interior de terciopelo. Agarrando su largo cabello, lo dejó caer sobre su hombro y se sentó sobre sus talones, como si fuera un niño bueno.


—Te vi en la tienda, lo tocaste sin su permiso.— continuó Otabek, sin molestarse en ocultar el tono divertido en su voz.— y en el bar pagaste para que le pusieran drogas a su bebida. Un movimiento cobarde para alguien que quiere tener a un omega.


Dante se enderezó y trató de parecer imponente ante las obvias amenazas del alfa, aunque sus ojos se desvíaban a la figura de Yuri, que seguía sus movimientos con las pupilas brillantes y una sonrisa de intenciones; incluso, sin que Otabek lo viera, le hizo un gesto con su dedo para que se acercara.


—Gold.— le llamó Yuri, poniéndose a su lado y susurrando lo suficientemente alto para que el otro escuchara:— lo quiero a él, se llama Dante.


Otabek le dio una larga calada a su cigarrillo y cerró los ojos, como si estuviera pensándolo. Casi podía saborear la desesperación en el beta, como los engranajes se movían en su cerebro buscando una manera de aprovechar la situación.


—No sabemos si a nuestro amigo Dante le gustaría jugar con nosotros.— la voz salió en un tono demasiado suave para la situación en la que se hallaban.


—Si no te importa compartir, a mi tampoco.


Esta vez fue el turno de Otabek de reír abiertamente ante la declaración del beta, tenía muchas agallas si creía que una afirmación como esa podría ayudarlo.


—Bien, bien. Creo que eres un sujeto inteligente, y Nymph realmente quiere jugar contigo.— el alfa acarició la barbilla del rubio, como si se tratara de un gato.— soy débil ante mi hada, nunca puedo decirle que no…


El beta se veía obviamente incómodo, pero permaneció en la misma posición, sin apartar los ojos fijos de la figura del omega.


—¿Vas a dejarme jugar con él?


El moreno frunció el ceño, evaluando a Dante, mirándolo de pies a cabeza. Cuando el examen no pareció ser suficiente, se acercó para rodearlo, caminando lentamente alrededor, como un depredador rondando a su presa; incluso acercándose a su rostro lo suficiente como para buscar su olor.


—Puedes tenerlo, Nymph.


Cómo si esa fuera la señal, Yuri se puso de pie elegantemente y sujetó a Dante por la chaqueta, atrayéndolo más cerca de la cama.


Sin ceremonias, empezó a quitarle las prendas del torso y abrió el botón de los jeans; el beta estaba obviamente excitado al sentir las suaves manos recorriendo los músculos de su pecho y abdomen y, también, se notaba cuán cohibido se encontraba con la presencia del alfa tan cerca.


—Súbete a la cama.— le ordenó Otabek, apagando el cigarro contra la suela de su bota, y Dante obedeció con temor de ofenderlo y que decidieran arrojarlo fuera de la habitación.


—Gracias, Gold.— el omega se arrastró al regazo de su novio para compartir un beso sucio.


Dante podía ver en primera fila como las manos morenas recorrían los muslos lechosos, se posaban en la estrecha cintura, volviendo a bajar a las caderas envueltas en terciopelo, podía detallar cómo la grácil figura de Nymph se amoldaba al cuerpo del alfa mientras profundizaban el beso, queriendo fundirse con él.


Las blancas manos revoloteaban sobre la chaqueta de cuero y la retiraban de los hombros del tipo que era llamado Gold. Incluso le sacó la sencilla camiseta negra y el omega besó el cuello del tipo como si no pudiera tener suficiente; del mismo modo, pudo ver el momento exacto en que las manos morenas palparon entre las piernas del omega y este gemía casi en éxtasis.


—Vamos a jugar limpio.— habló Otabek, su tono mucho más ronco una vez que se separaron del beso.— Nymph puede tocarte, pero tú no a él, ¿entendido?


—Pero…


—Si no estás seguro de tus manos, Dante, podemos atarlas.— sugirió Yuri, moviéndose lo suficiente como para arrastrarse al lado del beta, su rubio cabello haciéndole cosquillas en el pecho desnudo.


—Nunca he probado algo así.


Los ojos del hombre parecieron dudar un momento, por lo que Nymph decidió agregar algo más arriesgado a su apuesta:


—Podrías follarme, tus manos atadas sin poder tocarme, sin poder hacer nada, entonces, Gold vendría y se ubicaría tras de mí… me forzaría sobre tu pecho para hacerse un espacio en mi borde… junto a ti, ambos en mi interior… volviéndome loco.


Gimió un poco para el efecto, y se mordió el labio, en una nueva gesticulación que rayaba lo sensual y lo pornográfico, dando un pequeño grito cuando el alfa le dió una nalgada.


—De… de acuerdo.— dijo Dante finalmente, tragando saliva con dificultad.


Yuri le guiñó un ojo y se quitó sus medias de red para usarlas como cuerdas; sentado sobre las caderas del beta, balanceándose para hacerle perder la razón, ató las muñecas y parte de los antebrazos con la seda para que quedaran inmovilizadas sobre su pecho.


También llamó a Otabek para otro beso y se divirtió sacando el grueso cinturón de las presillas en el tiempo en que encontraban sus bocas. Cuando se separaron, dobló un poco el cinto y juguetonamente golpeó el pecho del beta, solo para que sintiera la picadura y un cosquilleo agradable.


Dante empezó a relajarse con la distracción de golpes suaves y la calidez del Omega en su regazo, por lo que no se asustó cuando Nymph envolvió el cinturón en su puño, dejando la hebilla sobre sus nudillos, y dejó caer un feroz puñetazo en su nariz.


El gruñido de dolor mezclado con el sonido de algo húmedo fue amortiguado por la música que Otabek reprodujo desde su teléfono.


—¿Qué demo… ?.— no alcanzó a terminar su oración pues Yuri le dió otro golpe, pero esta vez en su boca.


Ahora fue un grito en toda regla, pero nadie se preocuparía por acudir si habían sonidos de ese tipo en un motel de mala muerte. De todos modos, Gold rasgó parte de la camiseta de Dante y la introdujo en su boca para amordarzarlo.


Nymph lo golpeó una vez más, fuerte y rápido, y otra vez, y una vez más, hasta que estuvo satisfecho cuando la nariz de Dante no era más que una masa sanguinolenta sobre su cara.


—Creo que las horas de gimnasio no le sirvieron de mucho.— se burló el omega, quitándose de encima y yendo por la camiseta de su novio para vestirse un poco.


—Que tenga los músculos abultados no significa que sea fuerte, Nymph.— Otabek recorrió con sus dedos los grandes bíceps del beta, presionando amorosamente.


Dante se retorcía tratando de liberarse, murmurando incoherencias apenas distinguibles gracias a la mordaza de su boca.


—Entonces, definitivamente soy más fuerte que él.


—Por supuesto que lo eres.— besó la sien de su novio y lo rodeó con uno de sus brazos.— ¿Qué quieres hacer, Nymph?


—Hmmm… ¿Quién vendrá por él?


—Tengo dos interesados, así que supongo que depende de cómo quede al final de la tarde. Si queda más o menos completo lo querrán los estudiantes de medicina, si no, los chicos del restaurante lo esperan.


—¿Mismo valor?


—Mismo valor.— confirmó el alfa y esperó que el rubio tomara una decisión.

Sin embargo, antes de decir algo, Yuri decidió pasar el cinturón por el cuello de Dante, ajustando la hebilla para que, si tirara lo suficiente, esta se incrustara en su cuello.


—Entonces puedes empezar y si me aburro, puedo jugar también.— besó a su alfa una vez más, dejando que su lengua saboreara el labio inferior.


—¿Qué quieres que le haga?


—Asfíxialo.


Otabek recogió su chaqueta del suelo para buscar algo en los bolsillos, cuando halló un ajustado par de guantes negros los calzó en sus manos.


El cuero opaco envolvían cada dígito como si estuviese pintado, permitiéndole una movilidad casi natural; eran perfecto, Yuri se los había regalado hace un tiempo atrás, cuando lo arrastró hacia un artesano en curtiembre, hizo que le tomara las medidas necesarias y le encargó el par más fino de guantes.


Cómo siempre que los utilizaba, Yuri tomó su mano y apoyó su mejilla en la cuna de la palma de Otabek para después besar la punta de sus dedos con devoción.


—Muéstrame la fuerza de tus brazos, Gold.


Un nuevo beso antes de mirar el cuerpo tembloroso de Dante. El pobre tipo aún soltaba un par de gimoteos adoloridos y su cara era un charco sanguinolento; podría haberse puesto de pie y dar alguna clase de pelea, pero estaba en el mismo lugar en el que quedó después del último golpe de Yuri.


Las manos morenas se cerraron en torno a la garganta del beta, cubriendo el cinturón; los pulgares se encajaron justo sobre la hebilla para que tuvieran contacto con la piel, no ejerció presión, no de inmediato, si no que masajeó el cuello lentamente, como si fuera una caricia.


Dante abrió los ojos para encontrarse con el alfa muy cerca, ubicado a un costado de la cama; movió sus ojos y se encontró con que el rubio lo miraba casi amorosamente.


—Tienes suerte, casi siempre Gold deja que me divierta y tenga toda la acción, pero hoy él será quien te de un buen final… hazlo, amor.— dijo antes de besar la mejilla de Otabek.


Gold hundió sus pulgares más abajo, hasta toparse con la rigidez de la tráquea, pudo sentir como los músculos del cuello y hombros se tensaban con su empuje.


El movimiento de la manzana de Adán, la saliva queriendo pasar por su boca, la dificultad de respirar por su destrozada nariz… oh, cada vez que inhalaba, Otabek apretaba un poco más.


El pulso palpitaba frenético bajo sus dedos, podía sentirlo incluso bajo el cuero del cinturón. La frente del beta se perlaba de sudor y hubo un sonido horrible de gárgaras, estaba inhalando su propia sangre.


Más presión.


El cuerpo de Dante se convulsionó y Yuri lo arrulló con suaves. "Shh, shh" mientras lo sujetaba de las caderas para que no se moviera más de lo necesario.


Otabek volvió a apretar, sintiendo, ahora, la firme tirantez de los cartílagos traqueales que se ponían a la muerte del cuerpo.


Una convulsión más fuerte y el rostro del beta se tornó de un rojo oscuro, casi rozando el morado; en sus ojos desorbitados estallaban los capilares por la falta de oxígeno, sus músculos temblaban incontrolablemente e intentaba patear, pero no parecía tener la suficiente fuerza.


La tráquea cedió bajo sus dígitos con crujido horrible. Dante abrió la boca para gritar, por lo que aprovechó de quitar la mordaza, para encontrarse con la masa inflamada que era su lengua, la cual retrocedió y empezó a ahogarlo.


Otabek comprimió con más ímpetu, hasta percatarse de que rodeaba una amalgama de tejidos solo sostenido por los huesos de la columna. La sangre manó por las fosas nasales, la boca y subió hasta los lagrimales; la piel se tornó de un color púrpura, su cara de hinchaba paulatinamente y… fue como una rama rompiéndose, un estruendo bajo pero que implicaba que ya no había punto de retorno.


—Debe haber sido una vértebra saliéndose de su lugar. Rómpelo.


Obedeciendo, el alfa apoyó su mano sobre el pecho de Dante, allí donde su omega le enseñó que se hallaba el esternón; imprimiendo toda su fuerza presionó hacia abajo hasta que la caja de las costillas cedió con un chasquido aún más audible.


Extendió su mano y Nymph le entregó un cortaplumas, para trazar una línea sangrienta bajo el mentón cortando la piel solo por el placer de ver más sangre. En uno de sus hombros talló la fecha y un pequeño bosquejo de heridas que pretendía ser un gato y oso.


—Creo que no resultó.— rió Gold.


—Puedes practicar con el siguiente.


—Si llego a ser bueno, podría dedicarme a hacer escarificaciones y tatuajes.


—No quiero que toques a nadie más que a mí… o sea, puedes tocarlos, pero los mataré después. Lo sabes.


—Por supuesto que lo sé.— acercó a Yuri para un beso.— y a propósito de eso… creo que necesito quitarle las manos a este imbécil.


Yuri medio saltó emocionado, buscando un bolso que estaba escondido bajo la cama y sacando un estuche con diferentes bisturíes y escalpelos, se los ofreció a Otabek.


—Ayúdame a estudiar un poco.


♥ ♥ ♥


Las cenas entre la familia Altin y la familia Plisetsky eran comunes, pero esta vez fueron el propio Otabek y Yuri quienes los citaron.


Se reunieron en un restaurante elegante, usaron un poco de lo que ganaron en el encuentro fallido de Ice Nymph con el tal Johnnie47, para pagar un comida discreta pero de calidad. Ahora se hallaban en una sección apartada, disfrutando de los entrantes mientras hablaban de las buenas calificaciones en la universidad y el rendimiento excelente en sus clases.


—Estoy segura de que no nos trajeron aquí solo para hablar de lo maravilloso que ha ido su cierre de semestre, ¿no?.— preguntó la señora Altin, después de dar un sorbo a su limonada ligera.


Yuri se sonrojó al atrapar la mirada de Otabek desde el otro lado de la mesa redonda, el bonito suéter de cuello alto que llevaba solo resaltó el rubor de sus mejillas y no pudo protegerse con el cabello porque lo llevaba amarrado en una severa trenza pegada a su cabeza.


—Oh, ¿qué sucede, Yuratchka?.— preguntó el señor Plisetsky, palmeando el antebrazo de su hijo para infundirle ánimos.— tu cara está muy roja.


—No lo atormentes, cariño.— se sonrió la señora Plisetsky.


—Creo que aquí es donde debo hablar.— intervino Otabek, tomando una postura más erguida.— Supongo que ya deben haber adivinado que nuestras intenciones para invitarlos a comer no eran tan transparentes… hemos sido muy buenos amigos con Yuri por una larga temporada, y, con el tiempo que compartimos, nos hemos dado cuenta de que nuestros sentimientos van hacia algo mucho más fuerte que la amistad, lo hemos discutido pero creemos que sería un poco…


—Inapropiado.— sugirió Yuri cuando vio que Otabek no hallaba la palabra necesaria.


—Inapropiado.— aceptó el alfa.— que tomáramos una decisión como está sin ponerlos en conocimiento; porque lo que menos quisiéramos es traicionar su confianza. Además, me gustaría solicitar la autorización del señor y la señora Plisetsky para cortejar correctamente a su hijo.


No fue una gran sorpresa para los padres de los muchachos y habían sonrisas agradables en sus rostros.


—Sería mentir si dijera que no había esperado por esto.— exclamó la señora Plisetsky.— ustedes son como una pareja hecha en el cielo y han influido muy bien el uno en el otro.


—En eso tengo que estar de acuerdo.— en señor Plisetsky se puso de pie para ir hasta Otabek y le ofreció su mano para estrechársela.— no podría pedir un mejor alfa para mi hijo, sé que serás capaz de cuidarlo y respetarlo como se merece.


—Lo mismo digo.— habló el señor Altin.— su hijo Yuri ha demostrado ser un omega modesto y decente, no podríamos haber pedido más en una pareja para nuestro hijo, además de ser bendecido con belleza y una hermosa vocación de servicio.


Yuri bajó aún más la cabeza, abrumado por los cumplidos que le estaban dedicando, lo mismo hizo Otabek.


—Estoy tan emocionada de que por fin hayan decidido conocerse románticamente. Es como un sueño— la señora Altin se veía más que alegre con la noticia.— por supuesto que cuentan con mi bendición, y se que no es necesario que les diga esto, pero sean responsables y disfruten su relación sanamente.


—Por supuesto.— siguió la señora Plisetsky.— Yuri conoce el valor de su honra y lo importante que es mantener su castidad, puesto que desde temprana edad ha estado en supresores y sabe que su primer celo será el obsequio para su futuro marido.


—Mamá.— el rubio se cubrió el rostro con ambas manos, avergonzado, aunque en realidad solo quería ocultar la risa: había pasado sus últimos celos con el nudo de Otabek enterrado en sus entrañas; se había despedido de su virginidad cuando aprendió a controlar su cuerpo después del primer año de estudiar enfermería.


—Yuratchka, no te avergüences, el valor de un omega es su pureza y virtud, muy bien sabes que estamos hechos para llevar una vida.


Asintió y miró de reojo a Otabek. Debían estar pensando lo mismo: el antepenúltimo celo, justo cuando el alfa también había entrado en su rutina y estuvieron cerca de una semana satisfaciendo sus instintos, sus planes se vieron alterados cuando Yuri tuvo síntomas de embarazo; tuvieron que realizar un viaje al otro lado del país, a una discreta clínica que les permitió eliminar la evidencia de sus actividades.


Al siguiente estro se habían cuidado un poco más, pero aún cabía la posibilidad de que los anticonceptivos fallaran. En cualquier caso, ya sabían dónde recurrir… o simplemente podían casarse… no, a sus padres no les gustaría eso, ellos querrían que acabará la carrera primero; también quería viajar un poco con Otabek, cumplir algunas fantasías, eran demasiado jóvenes.


—Pierdan cuidado, amigos.— la dulce voz de la señora Altin cortó el hilo de sus pensamientos.— hemos criado a Otabek para que sea un alfa ejemplar y respetuoso, lo ha demostrado aquí mismo, poniendo sus intenciones sobre la mesa y puedo asegurar que no tiene nada más que buenas intenciones para con Yuri, ¿no es así, hijo?


Como si fuera el protagonista galante de alguna añeja novela, Otabek tomó la mano de Yuri por sobre la mesa y acarició suavemente el dorso con su pulgar.


—Puedes estar seguro, Yura, de que jamás me aprovecharía de ti; te has vuelto una de las personas más importantes en mi vida.


—Lo mismo, Beka, jamás haría algo que pudiera perjudicarte o lastimarnos a ambos.


Ambas familias celebraron el cortejo de sus hijos como si se tratara de un compromiso. Siendo las dos partes de una rama social muy conservadora, establecieron horarios apropiados para visitas, insistieron en que podrían mantener sus salidas como cuando eran amigos, pero siempre manteniendo el respeto y una relación sana.


Se tomaron un par de fotografías para celebrar mientras seguían repitiendo que hacían una pareja perfecta, bendecidos con aspectos que otros jóvenes de su edad no tenían, responsables y perfectos como un par de ángeles.


Mientras sus padres no supieran de sus otras vidas, podían seguir viviendo al límite, en la sangre y el pecado, como Ice Nymph y Gold Boy, los ángeles caídos.




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Well, aquí está la otra parte de los niños malos, me hace feliz que sean malos (?)


Anyways, gracias por llegar hasta aquí :3 un abrazo enorme, gracias por sus votos y comentarios, me alegran los días de encierro.


18 июля 2020 г. 2:08 4 Отчет Добавить Подписаться
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AW Leiyedeth Cambiándome de hogar [Cat Lady] [Witch] Write 🔹Art 🔹Craft 💚Invítenme a un café: https://ko-fi.com/leiyedeth 💚Facebook: https://www.facebook.com/Leiyedeth/

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nose o nose o
Me encanto, tu forma de escribir es hermosa <3
Dul García Dul García
Ay santo por dios!!!! ESTO SE PONE MAS BUENO!!!!!! Los amo~~ enserio que si~~y como puedes retratarlos uffff~~ cinco estrellas!!!! ♥
Nami Kitsu Nami Kitsu
Ya sabes que siempre he dicho que tus fics me dan vida 🤗 Por cierto en la parte donde comentan que solucionaron su "accidente" se me vino a la mente "mata bebes" 🤣🤣🤣
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