Las siguientes notas deben acariciarse como una composición musical dirigida al olfato que produzca imagen en quien constata para que así y solo así “pueda ver”. Se dictan con estilo patafísico y se escriben por escribir. Demasiado poco para ser considerados evangelios, pero mucho más que delirios amorfos, la provocación se lanza sobre el estilo. El estilo de aquellas formas extrañas que la literatura ha dejado sin nombrar a cautela de equivocarse; G. Bataille, Jean Ferrer, Neil Gaiman, Henry Bergson y varios más que habitan una delgada línea entre la ficción narrativa y el ensayo de lucidez científica.
Este evangelio sobre la tristeza está destinado a quienes por un lado aún conservan un poco de esperanza en la felicidad más vulgar, pero también ya han descubierto las mieles que da andar cabizbajo y sin ánimos de existir, cuando se aspira en el fondo a la grandeza.
"Vamos a tomar, a cantar y a ponernos tristes" (Pedro Infante)
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