aoshin-kuzunoha Aoshin Kuzunoha

Es la falsa utopía de la que siempre ha estado obsesionada la humanidad. ¡Bienvenidos sean a Night Rain! La ciudad hexagonal en la que cada noche llueve, y dónde la muerte es un estado temporal.


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#Hexágono #utopía #fantasía
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1: Las flamas



"Amo a la humanidad, pero, para sorpresa mía, cuanto más quiero a la humanidad en general, menos cariño me inspiran las personas en particular".

Fiódor Dostoievski (1821-1881).



Cuando regreso de la zona rural suelo llegar antes de la 5 de la tarde a la estación central de Night Rain. Los buses que deambulan en las horas posteriores al medio día son puntuales en la urbe, ya que la lluvia podría estropearle el humor a cualquiera. Aquella vez, algo que no sucede desde mi graduación en la academia militar Strofert, desvié por completo mi atención hacia una figura desconocida.

—¿Sabe a qué hora empezará a llover? —preguntó la joven, para delatar su identidad.

—¿Eres nueva aquí? —Le pregunté sin contemplación—. Todos saben que a partir de las 7:35 pm la lluvia no cesa hasta el amanecer —respondí mirando sus ojos que brillaban con expresión de sorpresa.

—Gracias, es bueno saberlo.

La joven salió corriendo del lugar, al parecer pretendió actuar de forma casual y no llamar la atención de las autoridades. Los inmigrantes ilegales suelen ser vistos de mal modo por la población en general. Entrar a Night Rain es un privilegió único que no sucede desde el año 33 del segundo hexágono, sin embargo es común ver gente nueva cada cierto tiempo. Ahora me pregunto si la niña proviene del exterior.

El mundo exterior es inmenso, lleno de riqueza, alimento, agua dulce y animales, pero en ningún lugar del extenso mundo podrán encontrar las únicas tres cualidades que poseemos en Night Rain: combustible ilimitado, el metal más ligero del mundo y lo más cercano a la paz duradera.

La paz. ¿Qué es la paz que todos desean? ¿Es un sentimiento? ¿Es un estado en el que la vida llega a una plenitud abstracta? ¿Es similar a la felicidad? No creo que exista algo como la paz en algún lugar del mundo, o algo así en su estado absoluto. En la ciudad los políticos que nos gobiernan tratan de hacerlo una verdad en la mente de las masas. Una idea tan real como quieras creerlo. Pero yo nunca seré uno de ellos, ni político, ni crédulo.

Caminé 3 cuadras hacia el norte. Pasé un par de avenidas repletas de comerciantes, policías y curiosos. Logré llegar a la entrada del desagüe, donde me esperaban mis colegas. Es un gran canal que se inunda durante las noches, y durante el día se convierte en un tiradero. Imaginar que todo aquello termina en el océano.

Una docena de policías rodeaban el área, mientras 4 de ellos revisaban las pistas que declaran el lugar exacto donde sucedió el asesinato. A plena luz del día, una mujer fue lanzada desde lo alto hasta el fondo del canal. Varios comerciantes la vieron caer, mientras volaba por el aire desde la torre, pero nadie está seguro sobre el criminal que acabó con su vida. ¿Un posible suicidio? Es difícil apostar por ello, luego de ver el deplorable estado de su cuerpo.

Aquella no debería ser una escena normal en esta ciudad, no según nuestros políticos y las maravillas que hablan sobre nosotros, los extraordinarios habitantes del lugar más feliz sobre la tierra. Por desgracia era la tercera vez esta semana. Puedo decir que 3 ocasiones no es demasiado, al menos no para mí, ¿pero son 3 ocasiones en una semana, en el mismo lugar y sin testigos que identifiquen al criminal? Sin duda se nos escapa de las manos.

—Cayó desde la torre, hizo un estruendo al impactar con el agua —mencionó el testigo.

—Tal como ayer, fue desde esa misma torre —me dijo un policía mientras rascaba su cabeza calva, con el sombrero de copa en la mano.

—¿Aún no han revisado la torre? —pregunté molesto ante su aparente incompetencia.

—Una y otra vez, lo mismo que antes, no hay nada de nada allá arriba —respondió asteado de mi enfado habitual.

La vieja torre de vigilancia se encuentra abandonada. Desde la época del primer hexágono no se utiliza, ya que el horizonte está cubierto por la cúpula de acero que protege el segundo y tercer hexágono. Es difícil ver el puerto desde ese lugar, de no ser que se cuente con una gran imaginación.

—¡Arriba! Alguien está en la ventana del tercer piso —gritó otro de los policías, mientras los presentes volteábamos la mirada hacia la ventana este del tercer piso.

Supe que esa sería la próxima víctima y no el perpetrador. Una mujer envuelta en llamas gritaba por ayuda mientras nosotros esperábamos en el desagüe. Estoy seguro que el criminal deseaba lucir su locura ante las autoridades, burlarse de nosotros y continuar con sus atroces crímenes. Decidí encontrarme cara a cara con el asesino, sabía que si me apresuraba lo suficiente lo alcanzaría en la torre.

—Bloqueen ambas salidas. Quiero que vigilen el desagüe y cierren el perímetro. Detengan a cualquiera que se acerque y si se opone: disparen —le indiqué a mis subordinados.

—Agente, no cree que es mejor si esperamos que salga por sí mismo —opinó mi asistente, mientras sostenía mi sombrero y mi gabardina.

—No, claro que no. Iré por él. Lo obligaré a salir de su escondite.

—Es muy arriesgado.

Mientras corría por las escaleras de la larga torre de piedra, construida en la época del primer hexágono, sentía como mi corazón palpitaba más rápido a cada escalón que mis pies alcanzaban. Imaginaba su rostro, un hombre de mediana edad con una cicatriz en la mejilla derecha. El típico pervertido que asesina jovencitas por diversión. Este era el caso que me pondría al frente de la policía. De una vez por todas le demostraría a mi padre que soy mejor que él. Se tragará sus palabras.

Al llegar al tercer piso, di un giro en dirección a la ventana del este, justo dónde debería estar el criminal, y por supuesto no había nadie, solo una habitación vacía y la ventana de madera abierta. Algunos ratones surgieron de las sombras y corrieron hacia los escalones, como si temieran por sus vidas. Miré a través de aquella ventana en el tercer piso. Pude ver el desagüe, el alboroto de la policía. Sentí el viento en mi rostro y miré el mar, por primera vez en mucho tiempo. Tan solo divisé un fragmento entre las dos cúpulas que cubren los hexágonos vecinos.

Justo bajo la torre, lanzado desde la ventana en la que me encontraba, yacía la nueva víctima. Su cuerpo se movía. El vapor que surge de sus venas se elevaba sobre la torre hasta alcanzarme. Un calor rozó mi rostro, me atemorizó y puso mi piel como de gallina. Aquella victima moría entre gritos mientras su cuerpo era carbonizado. La flama le engullía por completo, al igual que sus antecesoras.

Como el vapor el alma subió desde el desagüe a la torre, pero no era algo visible, era más una sensación cálida y al mismo tiempo lograba provocarme escalofríos. Sentí náuseas. El vértigo fue lo siguiente que añadió mi cerebro a la escena. Imaginé que compartiría el mismo destino. Sentí que podría caer desde aquellos 15 metros hasta el lecho de agua. Para mi sorpresa, al retirarme de la ventana, un rostro esperaba por mi expresión de terror.

¡Era el asesino! El autor de los recientes crímenes deseaba aumentar su lista de víctimas con mi propia alma. Así lo creí al verlo. Mis brazos reaccionaron rápido y lanzaron un ataque a corta distancia que fue recibido por el sujeto que poseía una mirada pérdida. Un olor a putrefacción invadió mi nariz y mis ojos se plantaron en el brazo de mi contrincante. Fue tallado en madera, desde su hombro hasta la punta de sus dedos. Un brazo color café que crujía en cada movimiento que realizaba su dueño.

Logré desenfundar mi arma, un viejo revolver Coltman con espacio para 6 balas. Es el arma que se entrega por tradición a cada agente en esta ciudad. Aquellas 6 balas no fueron suficientes para saciar mi horror hacia la muerte. Descargué toda la munición en su rostro, lo cual se transformó en un charco de sangre que se agrandaba cada vez que tiraba del gatillo, esperando por esa bala número 7, 8 y 9 que nunca apareció. Estaba asustado, no imaginas cuanto. Aquel hombre que surgió ante mí no estaba vivo, ni muerto.

—¡Agente! —Gritó con pavor mi asistente.

Tras la ráfaga de 6 disparos, una docena de pisadas se escuchaban escalando la torre. Gritos dirigidos a mí, me indicaban que llegaban los refuerzos. Ya no tendría nada de qué preocuparme cuando llegara la caballería, pero mi vista se quedó plasmada en otro inusual acontecimiento. Una niña lloraba sentada en la esquina opuesta a la ventana. Me acerqué sin meditarlo. Imaginé que aquel extraño hombre la tomó como rehén. Me dirigí a ella sin notar que el charco de sangre se desvanecía en el aire. Caminé hasta tocar su hombro derecho. La niña se sorprendió al sentir mi mano. Quise mirar su rostro, quise decirle que todo estaría bien.

—Tranquila, ya estas a salvo —Le dije, con la voz más dulce que jamás intenté entonar.

La niña levantó su mano izquierda, con la cual se sostuvo del borde de la pared. Aún no pude ver su rostro. Se supo en pie sin voltearse. Logró ponerse en pie, esperó un momento antes de voltear hacia mí.

Ella me miró a los ojos y yo miré los suyos. Lagrimas recorrieron mi rostro mientras le miraba. Su piel pálida, sus ojos oscuros como la noche. Desde el parpado hasta la esclerótica tan solo existía tinieblas. Su presencia espantó toda valentía que me quedaba. Mi padre tenía razón, fui un cobarde desde niño y aún lo era antes de morir. Muchas veces me dijo que si un día me encontrara en peligro, tan solo me echaría a llorar.

Lloré. Una flama azul danzó en su mano, entró en mi pecho. Sentía como lograba freír mis entrañas, y como lentamente se acercaba a mi corazón. El dolor era insoportable, deseaba morir y dejar de sentir como me torturaba. Ella me habló en voz baja, apenas susurrando.

—Déjame sentir tu último aliento. Quiero verlo salir. La vida que sale por tu boca. Deseo saborearla. Quiero escuchar el alma gritar en dolor —suplicaba la niña mientras esbozaba una sonrisa en sus rojos labios, cubiertos de sangre.

Cerré mis ojos, mientras las flamas envolvían mi cuerpo. Ella mordió mi hombro y apretó los dientes con toda su fuerza. De esta forma mi vida llegaba a su fin. Grité con toda la vida que me restaba. Pude ver el muelle de la ciudad. Las personas que llegan a Night Rain no imaginan lo que les espera. El dolor era intenso que no pude más. La pequeña ni se inmutó, arrancó pedazos de mi piel con sus dientes.

Aquella niña no parecía de este mundo, lo supe en ese momento, pero mucho menos podría venir del mundo exterior. ¿Aquellos asesinatos fueron obra suya? ¿O será acaso que solo tuve mala suerte al encontrarme cara a cara con las flamas en su mano?

21 мая 2020 г. 0:00 7 Отчет Добавить Подписаться
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Прочтите следующую главу 2: La espada y la cueva.

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Raül Gay Pau Raül Gay Pau
Me gusta el nombre de la ciudad.
Luna Martinez Luna Martinez
Me encanto, es tan intenso y tienes una excelente manera de narrar.
Martin Girona_ Martin Girona_
Muy buen comienzo! Me gusta este género, seguiré leyendo! Saludos desde Uruguay
Aoshin Kuzunoha Aoshin Kuzunoha
¡Muchas gracias por el comentario! Espero que mi relato sea de tu agrado. ¡Saludos!
Nataly Calderón Nataly Calderón
Muy interesante, ya me dio curiosidad.
Luca Domina Luca Domina
Buen comienzo, Aoshin, me gustó. Y me quedo con las ganas de saber un poco más. Esperaré el siguiente capítulo. Saludos!

  • Aoshin Kuzunoha Aoshin Kuzunoha
    Muchas gracias, Luca! Esta historia es algo compleja, ya que los capítulos no están en orden cronológico. Todos son eventos que se relacionan con la ciudad. Aun así espero que te guste. Es un honor tenerte por aquí. Saludos! May 21, 2020, 15:55
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