En un rincón del bosque de Edelbrus se encontraba Renjii. Andrajoso y famélico. Las piernas le pesaban, con lo cual no podía hacer mas que arrastrarse. Su mente sobrevolaba como un buitre la idea de comer. Descarto la idea de comer frutos: en esta parte del bosque, todo estaba muerto y seco, producto de las grandes movilizaciones de gente que lo habían atravesado
Logro armar unas trampas rudimentarias: en un día de extremada suerte podría obtener un conejo, pero ya se conformaba con una escuálida rata. Finalizo los detalles y busco un lugar con reparo, para esperar
Se sentó debajo de un gran roble y miro sus manos. La suciedad que tenían resaltaban las lineas, ahora parecían valles de una tierra vacía. Observo el dorso: los nudillos se enmarcaban como una cordillera que marca el fin de las cosas. Miro sus uñas, largas por el tiempo, negras debajo. Si pudiera reconocer una y cada una de las moléculas que teñían de negro sus uñas, conjeturo, podría reconstruir mi vida. ¿ Y si los recuerdos no están en la mente y están debajo de ellas?. Pues sera menester limpiarlas. Luego lo haría, ahora mismo lo vencía la fuerza de la realidad.
Pasar hambre no solo duele, sino que disocia la mente del cuerpo. Fue así como Renjii revivió, minuto tras minuto, como consiguió escapar de aquellos soldados T'ywern. Fue así que pudo contar la masacre de Lugan
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