cstc Carlos Alberto (TécpatlCecetlallikatl)

Cuarto tomo de la saga "Alucinaciones de un hombre empedernido". El protector del universo Rómgednar tendrá que regresar en contra de su voluntad, por lo que tiene que resolver los problemas que dejó atrás. Varios pensamientos atormentarán su mente y un reencuentro generará más tensiones; otros resolverán sus dudas, no teniendo otra opción que aceptar la verdad. Una nueva gran guerra épica se avecina, pero en dimensiones más gigantescas. Al mismo tiempo, un pequeño grupo de héroes poco importantes tiene su propia misión, evitando que otros intervengan en el conflicto mayor. Más drama, acción, viejos asuntos pendientes por resolver; pero sobre todo, importantes revelaciones. Todo esto contiene este cuarto tomo.


Ficção científica Para maiores de 18 apenas.

#fantasía #bien-vs-mal #medieval #otros-mundos #385
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Primer prólogo 1

Universo: Límites de la Vía Láctea.

Planeta: Ninguno.

Lugar: Gran biblioteca del espacio-tiempo.


Hastur y Azathot realizan las labores de siempre.

Se abre un portal, llegando al segundo siguiente los dos dioses; acaban de realizar un viaje al cosmos Ulęnämɨr {Ulenamir}, ubicado junto con otros universos de la categoría diez.

—Interesantes creaturas las que habitan el planeta Ñisdoi; muy amigables —dice feliz Hastur, anotando los últimos apuntes en un pergamino.

—Creo que los humanos los llaman extraterrestres del tipo arcturianos: cabezas y ojos grandes, piel verde azulosa y con solo cuatro dedos en cada mano —complementa Azathot mientras cierra el portal.

Los dos dioses caminan un poco, llegando al lado de los ventanales; se sorprenden un tanto al encontrar a la deidad única y suprema, observando atentamente el planeta Tierra.

—¡¿Gran majestad?! ¿Desde cuando llegó aquí? —pregunta Hastur muy sorprendido.

—Desde hace pocos minutos —responde la entidad excelsa secamente y sin apartar la vista del astro pilar.

Hay unos cortos momentos de silencio.

Desde que David Ricardo regresó al planeta Tierra, después de haber peleado con Albert Cathal al final de su aventura pasada en Rómgednar, el regente único y supremo de la existencia parece estar deprimido todo el tiempo, sin nada de ánimos para seguir vigilando la continuidad del espacio-tiempo; más desde ayer.

—Majestad. Debería de distraerse en otros asuntos; hay varios pendientes que tiene que resolver —le dice Azathot al tanto que se acerca con él.

—Esos detalles pueden esperar un poco más —expresa la deidad única con su voz dual (masculina y femenina) claramente deprimida.

—¿De verdad está tan preocupado… por su amo y señor, majestad? —inquiere Azathot, temeroso de la reacción del ser supremo.

La deidad bicolor solo voltea a mirarlo; aunque no tenga un rostro que demuestre sus emociones, inmediatamente se siente un aire desanimado en la biblioteca del espacio-tiempo.

—Hermano… mejor dejemos los recientes apuntes en el lugar que les corresponden —dice Hastur seriamente.

El segundo dios encargado de la construcción importante se aleja, permitiendo que la deidad retorne a la soledad.

Ambos dioses recorren el trecho necesario para llegar al estante correcto del universo Ulęnämɨr y del planeta Ñisdoi, colocando el pergamino en el lugar correcto. Caminan de regreso, pero Azathot voltea hacia un lugar especial; se queda observando ese sitio, sin darse cuenta que Hastur se aleja. El segundo dios se percata que su compañero se ha quedado parado, por lo que se acerca junto a él.

—¿Qué pasa hermano? —indaga Hastur seriamente.

—¿No te has preguntado… qué pasará con este universo? —le pregunta un tanto melancólico Azathot.

Hastur se acerca al lugar, notando que es el estante apartado para el universo Rómgednar.

—Aaahh. —Hastur suelta un largo respiro, respondiendo luego con incomodidad—. No lo sé. Casi han pasado diez años terrestres desde que David Ricardo regresó a su hogar, pero en Rómgednar apenas han transcurrido tres años; apenas si ese universo ha cambiado. Deberíamos de preocuparnos por Lozkar; ha escapado y ahora deambula por el planeta pilar. Ha sido lo suficientemente inteligente para no alterar las dos dimensiones vitales, al igual que otros cuantos presos que han escapado en años pasados. Tal vez acabe mal para ese humano, pero ya es un territorio que no nos corresponde.

—Pero… ahora todo es preocupación en Rómgednar con ese imperio controlando la mayoría de los tres planetas principales —menciona todavía triste Azathot.

—¡Hermano! ¡Muchos universos viven peor que ellos! ¡O nunca son descubiertos por sus creadores y terminan extinguiéndose sin remedio! Deja de ser tan melodramático y apúrate. Tenemos que ir a revisar un planeta entre los de categoría diecisiete —le regaña molesto Hastur, adelantándose.

Azathot da un resoplido de frustración antes de empezar a caminar, pero al dar los primeros dos pasos algo sucede. Un fuerte destello de luz color lavanda llama su atención.

—¡Hermano! ¡Hermano! ¡Ven rápido! ¡Rápido! —grita asustado Azathot.

Hastur llega pronto, asombrándose también por el acontecimiento. Poco después el brillo desaparece y en su lugar aparece un nuevo pergamino enrollado. Con cuidado, Azathot se acerca y lo coge; luego lo desenrolla, percatándose que está en blanco. Ambos dioses del tiempo intercambian miradas de perplejidad, hasta que letras color lavanda empiezan a aparecer por arte de magia, escribiendo varios enunciados poco a poco.

—¡Majestad! ¡Majestad! ¡Majestad! —grita Azathot mientras corre velozmente con la deidad única y suprema.

La entidad excelsa escucha los gritos y se preocupa, acercándose rápidamente con el dios.

—¡¿Qué?! ¡¿Qué pasa?! ¡¿Qué ocurre?! —inquiere preocupada la deidad única y suprema.

—Esto acaba de aparecer en el estante del universo Rómgednar. Palabras están apareciendo de la nada —comenta Azathot muy nervioso, entregándole el pergamino a su rey.

La entidad coge el pergamino casi desenrollado, leyendo en silencio los primeros enunciados terminados.

—¡Es él! ¡Es él! ¡Está escribiendo desde el futuro! —exclama muy feliz la deidad única.

—¡¿Desde el futuro?! ¡¿Cómo es eso posible?! —inquiere anonadado Azathot.

—Recuerda que es un ser creador supremo definitivo; ellos son los únicos que pueden alterar el tiempo libremente de la segunda dimensión vital, aparte de poder trasladar objetos entre el futuro, el presente y pasado —le recuerda Hastur seriamente a su hermano.

—¿Eso significa que él mismo provocó esa ligera alteración hace casi diez años terrestres, poco después de que Jehová entrara al salón de almas? —indaga todavía sorprendido Azathot.

—Es muy posible —dice Hastur mientras se queda pensativo.

Hay unos momentos de silencio entre que el mensaje se termina de escribir por sí solo, terminando con varias instrucciones. Una vez que la entidad única y suprema deja de leer, inmediatamente les da una orden a los dioses del tiempo.

—¡Al salón de almas! —exclama la deidad excelsa, adelantándose a tal lugar.

Ambos dioses encargados de la biblioteca siguen a su majestad, llegando a las dos puertas especiales de ese salón sagrado; los dos se apresuran para abrirlas, dejando que la entidad excelsa entre apurado. Él/ella es la única deidad que puede entrar ahí. Segundos después, Azathot y Hastur cierran las puertas.

Una luz que proviene del suelo ilumina parte del salón infinito, donde millones de octillones de esferas brillantes diminutas se mueven tranquilamente por todo el lugar.

—Veamos, ¿dónde estarán las almas sobrevivientes de Ítkelor? —dice la deidad única en voz alta, buscando entre los grupos de esferas que ahí habitan.

Poco después de moverse, encuentra el pequeño grupo de esencias correctas. El ser supremo se acerca, buscando una esfera en particular; al final la encuentra, envolviéndola con su mano derecha blanca y llameante.

—Perfecto. En verdad sobreviviste al ataque de Lozkar de hace nueve años terrestres —dice la entidad excelsa mientras abre ligeramente la misma mano, contemplando el alma color rojo carmesí—. Trataste de ayudar antes de la invasión, pero nadie confió en ti. Él te ha dado otra oportunidad; espero que esta vez sí puedas hacer una diferencia —expresa feliz la deidad única y suprema.

La entidad excelsa les avisa a los dioses del tiempo que pueden abrir las puertas; ellos así lo hacen, dejando que el soberano salga velozmente. Después de cerrarlas, Azathot y Hastur se acercan con el regente supremo de ciertos universos.

—Tengan. Vuélvanlo a guardar en el estante que le corresponde —les dice la deidad bicolor, entregándole a Azathot el pergamino que acaba de aparecer de la nada, siguiendo después con otras órdenes—. Una vez que acomoden el pergamino, viajen al universo Llómdab categoría cuatro, exactamente al planeta Véftiox; quiero un reporte de ese astro.

—¿Véftiox? No existe ningún planeta con ese nombre en ese universo —asegura Hastur.

—Ahora sí; él lo acaba de crear. Vayan a ese lugar y hagan un reporte. Tengo que viajar a un lugar importante —comenta la deidad única, todavía cargando con su mano blanca cerrada la pequeña esencia color rojo carmesí. Al segundo siguiente abre un portal y se dirige a otro universo.

—Otro nuevo planeta, perfecto —dice cansado Hastur, volteando hacia arriba por unos momentos—. Esos humanos son un poco fastidiosos; crean demasiados nuevos planetas, dándonos más trabajo pesado.

Hastur espera unos segundos para que su hermano diga algo, pero Azathot está muy interesado en el pergamino, el cual lee en voz baja mientras se dirige al estante correcto.

—¿Qué dice? —le pregunta muy interesado el dios octopus a su hermano.

—Es una profecía; creía que decía otras cosas, pero solo es una profecía —dice Azathot, entregándole el pergamino a su hermano.

Hastur lee los enunciados con cuidado, corroborando que es cierto; las instrucciones para la entidad excelsa y suprema se han borrado misteriosamente. El mismo dios deja el pergamino en su lugar correspondiente, para luego apresurar a su hermano para viajar al planeta Véftiox del universo Llómdab.

La profecía que acaban de leer las tres deidades es la siguiente:


El renegado retornará y resolverá el desastre que dejó atrás.

Aunque trate de esconderse, la verdad no podrá ser evitada.

El enemigo del Oeste quiere tomarlo todo, atacando de un extremo al otro.

La gran batalla épica de antaño se tiene que repetir, pero en dimensiones más enormes.

Viejas diferencias serán limadas entre dos guardianes, pero cuidado.

Amigos embusteros aparecerán y las mentes de otros sucumbirán.

El rojo carmesí tiene una segunda oportunidad de prevenir un desastre.

Solo él puede hacer algo al respecto.

Si logra hacerlo, la amenaza eterna por fin será controlada.

Otra aventura está a punto de comenzar.

Los problemas por fin se resolverán y empeorarán.

Al mismo tiempo, otras personas especiales tendrán su propia misión personal por completar.

5 de Janeiro de 2020 às 15:21 2 Denunciar Insira Seguir história
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Pauly Thide Pauly Thide
Es bastante interesante tu historia. Un saludo.
February 23, 2020, 08:17

  • Carlos Alberto (TécpatlCecetlallikatl) Carlos Alberto (TécpatlCecetlallikatl)
    Muchas gracias Pauly. Todavía falta un poco para que la saga acabe. Los otros tomos también son interesantes. Un saludo; luego nos leeremos. February 23, 2020, 13:53
~

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Universo Rómgednar
Universo Rómgednar

Desde hace milenios o millones de años atrás, dos dioses se han enfrascado en una batalla eterna entre le bien y el mal. Cuando por fin llega la tregua y paz, aparece el cosmos Rómgednar junto con sus tres planetas principales: Pérsua Ifpabe, Sepnaru y Monsílut. Tres diferentes tiempos (pasado, presente y futuro) en un solo universo, separados años luz de distancia. Aquí muestro las aventuras de tres grupos de personajes peculiares que tratan de vivir en esta galaxia caótica. Leia mais sobre Universo Rómgednar.