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David Fernandez


Un mundo forjado por conflictos y guerras entre diferentes especies, vuelve a cometer los mismos errores ahora que la magia ha dejado de existir y varios países han entrado en crisis. En esta época de lucha, la supremacía esta determinada únicamente por el poder de cada bando, pero lo que se haga para conseguirlo y el uso que se le da, estará enteramente determinado por el portador y las cosas que esta dispuesto a sacrificar para mantenerlo. ¿Quien sera el héroe, y quien el villano? Eso es algo que solo la historia nos podrá responder. Una historia de decisiones y sacrificios, de felicidades y tristezas. Donde unos luchan por traer bondad a un mundo inclemente, mientras otros aceptan la injusticia del mismo.


Fantasia Épico Para maiores de 18 apenas. © Todos los derechos reservados

#suspenso #misterio #accion #magia #horror #steampunk #tragedia
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Prefacio

—¿Cuánto... tiempo llevamos... uff ... subiendo? —la voz parecía ahogarse entre los jadeos y los sonidos rechinantes de la vieja carreta.


— Konfe —dijo con tono de decepción y enojo— Pareces una novata. No has parado de preguntarme lo mismo desde hace ¡Horas! Desde que empezamos la estúpida escalada te has quejado de todo, del clima, de la altura, de que si has llevado mucho tiempo la carreta ¿Puedes parar un misero...?


—Yishe... es ... porque he sido la única que ha estado empujando la carreta —. Konfe paró en seco su avance, exhalando fuertemente, fijando su mirada de molestia y cansancio en Yishe—. Es más... ¿Sabes qué? Hasta aquí.


—¡Tok! —El manubrio de la carreta hizo un leve sonido al chocar contra las rocas, empezando su retroceso casi de inmediato. Mientras, Konfe se mostraba indiferente, yendo a sentarse a una piedra cercana.


—Pero ¿¡qué haces!? —Los susurros se convirtieron en chirridos ahogados mientras que, a trastabilladas, Yishe corría hacia la parte de atrás de la carroza, sosteniéndola e intentando que no saliera rodando por la colina. —Si perdemos los materiales ¡Urn nos va a matar!


— Y si no paro a descansar —dijo lentamente la kelifo, mientras se rascaba los pies descalzos con una de sus garras—. Voy a morir yo y Urn solo te va a matar a ti... si los bichos de por aquí no lo hacen primero. Tal vez eso es lo que quieres, ¿no?


— ¿Qué? ¡Por supuesto que no! Solo ven y ayúdame con es...


— Entonces haz silencio o despertaras a media montaña, estos bichos no son sordos, ¿sabes? — Konfe estiró lentamente sus brazos después de observar los pobres intentos de su compañero por mantener la carreta quieta — Y por mí, puedes quedarte sosteniendo la carroza un rato, ¡Demuestra la resistencia de los tuyos! Que parece que solo tienes su mandonería.


— ¡Yo no...! —la carreta pareció ceder por un momento ante la gravedad, haciendo que Yishe perdiera momentáneamente el balance, y retrocediera—. Ven aquí y ayúdame, que no puedo mantener esta carreta por mucho tiempo. Tu misma lo dijiste, ¿no? Si se nos cae esto, vamos a alertarlos de que estamos aquí, y si no, vamos a retrasar la misión y a Urn no...


—Pues mira a quien le interesa la misión ahora, no parecías muy interesado en todo el viaje. — La kelifo entrecerró sus ojos— ni siquiera cuando nos la dieron, ahora que lo pienso.


— No es que no me interese Konfe, es solo que...—.


— ¿Qué? ¿Temes que te coman los insectos o algo? ¿Acaso no te pusiste repelente en tus pétalos? Si quieres te presto, creo que traigo un poco en mi bolsa —dijo mientras le daba unas palmadas a su bolso de cuero marrón.


— ¡No Konfe! no es eso, es que...—.


—Ahh...—. La kelifo asintió en entendimiento— te querías quedar con los pequeños... entiendo, entiendo, retoñaron hace poco, así que comprendo que puedas estar reacio a tomar una misión tan peligrosa. — Señalo con su índice al camino por donde habían venido — Pero no tienes que estar preocupado, Urn siempre tiene los mejores planes para hacer las cosas con el menor peligro posible... y, además, de alguna forma debes traer el pan a la mesa ¿no? — Konfe se rió un poco entre dientes — Probablemente Hosher te podaría si llegas con las manos vacías — Konfe chasqueo sus dedos y dibujó una gran sonrisa, como si se hubiera acordado de un buen chiste.


Yishe, sabiendo a dónde se dirigía la conversación y que no habría forma alguna de parar los desvaríos de su compañera, intentó centrarse en el problema que tenía en aquel momento, forcejeando con la pesada carroza, intentando moverla a delante de un árbol. Al ver que no era capaz de moverla más que un par de centímetros, intentó patear alguna piedra en su cercanía hacia las ruedas intentando usarlas como tope, para resignarse y bajar su cabeza después de varios intentos.


— ¡Oh! ¿Recuerdas esa vez que nos descontaron la recompensa cuando terminamos quemando todo el jardín de aquel terrateniente en Mumelo?— Al final no sabía quién estaba más rojo, si el jardín quemado... o el contratista ese? ¡HA! ¿y recuerdas? - Los balbuceos de konfe apenas eran entendibles mientras se tapaba el hocico, intentando no terminar riendo a carcajadas – Urn... oh, Demeris dentro suyo lo bendiga ¿Recuerdas lo que dijo con esa cara tan seria mientras lo miraba a los ojos? - Sin pararse, la kelifo irguió su espalda, frunció el ceño, e hizo cara de poker "Un pequeño precio a pagar por librarnos de las aberraciones de su patio", Oh, ¡Oh! Y ¿Recuerdas como cuando supo lo que paso, tu marido vendió toda nuestra ropa excepto los pantalones y nos dijo que si íbamos a quemar el dinero como cavernícolas mejor nos vistiéramos como unos? —Konfe no pudo contener más la risa— Dios mío... adoro a tu esposo.


Aun sosteniendo el carro, la cara de Yishe estaba oculta detrás de su mano, mientras los pétalos de su cuello se ponían rojos como un tomate. — ¿Ya Terminaste?... porque no, no tiene nada que ver con mis hijos, ni tampoco unos estúpidos insectos. Yishe paró un momento para mirar a su compañera, intentando descifrar si le estaba jugando una broma, pero continuó al ver su cara de ignorancia — ¿me estás diciendo que esto no tiene NADA de raro? ¿qué nada de lo que estamos haciendo te desconcierta un poco? —


—N... ¿No? Nada en particular — Dijo Konfe mientras caminaba hacia la carreta, limpiándose sus manos, chocando la una con la otra y preparándose para tomar los manubrios.

—¿Enserio? ¿Acaso no te parece raro que, primero, una persona nos buscara directamente a nosotros sin pasar primero por el gremio? — Yishe alzó sus manos en signo de pregunta. —Segundo, ¿Que esa persona sea un terrateniente de un pueblucho que ni aparece en el mapa? —

Pues Yishe — Respondió mientras alzaba la carreta -—Obviamente nuestra fama se ha extendido por todo el país, no es raro que, con tanto tiempo en el negocio, nos aparezcan personas que quieran usar directamente nuestros servicios —.


Yishe empujó la carroza, ayudándole a ganar velocidad — No digo que sea algo impensable, pero, generalmente cuando eso pasa, los contratistas nos piden directamente, pero desde el gremio, no con una carta sin remitente y una reunión en un bar cualquiera —.


Konfe se encogió de hombros, haciendo que, por un momento, la carroza se inclinara hacia atrás, arrastrando las pequeñas urnas de cerámica hacia atrás. — No lo culpo por querer mantenerse anónimo, ¿Imagínate qué pensaría la gente de su pueblo si supiera que está gastando dinero de impuestos en algo que debería poder hacer él? — Konfe volvió a encogerse. — Ya lo vería caminando derechito a un juicio por fuego. Si fuera el, también contrataría a los más indicados, de forma completamente anónima y desde el sito más malditamente alejado de mi territorio.


—Es que ese es el problema, nosotros no somos los más indicados, ¡Que me manden al exilio! Somos malditos exterminadores, una cosa son los vástagos, pero de esto se debería encargar el gobierno ¡No un grupo de 3 personas! —


La kelifo no pudo evitar un suspiro de molestia. — Yishe no seas tan paranoico por favor, ya te dije que Urn tenía un plan, además no es nada de qué preocuparse, al fin y al cabo, son solo un puñado de obstinados y subdesarrollados ... —.


— ¡Agáchate! — Las palabras silbaron con el viento por encima de la cabeza de Konfe, mientras las flechas que iban directo a su cuello pasaban de largo y se rompían sonoramente contra las piedras. Yishe, quien fue el primero en darse cuenta de los movimientos en los árboles, pudo escuchar el tensar de las cuerdas y el silbido de las flechas dirigiéndose hacia Konfe. Sabiendo que esta no podría esquivar el ataque, empujó la carreta hacia el frente, haciendo que la kelifo perdiera el equilibrio y cayera debajo de esta.


—¡3 y 10 en punto! — Grito agachado desde la parte de atrás del carro, mientras escuchaba como más de las flechas penetraban el carro, rompiendo los frascos de cerámica y derramando el líquido amarillento que guardaban en su interior – ¡Están rompiendo la carga, los hijos de perra están rompiendo la carga! —.


— ¡Necesito un momento Yishe, tienes que distraerlos! — Konfe grito desde debajo del carro, Yishe no podía ver que es lo que estaba haciendo — ¡Tengo que prepararme! — ¡Crack!, Yishe pudo sentir como más proyectiles se clavaban en la madera, cada vez acercándose más a la parte trasera.


—Sea lo que sea, hazlo rápido, se están acercando a la retaguardia, y no me dejan ¡Crack!—. Cerámica rompiéndose y madera astillándose fueron los sonidos que recibieron a Yishe al intentar pararse y apuntar con el arco — ¡Los malditos ni siquiera me dejan apuntar! —


La presión provocada por la continua lluvia de flechas proveniente de los enemigos invisibles que rodeaban al sorprendido par, no paraba de caer, y Yishe pudo ver, indefenso, como los disparos eran alternados por el meneo de las ramas de los árboles, acercándose cada vez más a los laterales del acorralado angioproso. -Si disparo en el momento en el que salten, podría llevarme a uno o a dos a lo mucho, y luego los del otro lado no tendrían problema en llenarme de agujeros antes de que pueda agacharme – Sus manos temblorosas, se aferraron fuertemente a las flechas, cubriéndose del sudor que ya corría por sus manos... — Pero, si no salgo y hago algo — Tragó saliva — Konfe no tendrá tiempo de hacer lo que tiene que hacer y nos mataran igualmente ¡Crack, Crack, Crack! Las flechas se acercaban cada vez más, Yishe sabía que se le acababan las opciones, si es que tenía alguna desde el principio, pero más que nada, el miedo y la impresión le impedían pensar claramente. Pensamientos vagos le llegaban a la mente y le impedían centrarse - no debí alzar tanto la voz, Konfe... Konfe tenía razón... ¡Pero este trabajo era demasiado para nosotros desde un principio! Y ahora vamos a.... a... Hosher, niños yo... ¡Que la calma me engulla si no soy idiota! — Su mano hizo un sonido seco al chocar contra su mejilla — Vamos Yishe, ¡No es momento de hacer tus plegarias! Tienes que... tienes que... oh Dios cuerpo mío... No sé qué hacer — Yishe paso lentamente su temblorosa mano por la frente, limpiándose el sudor viscoso y grasoso que corría aparentemente a chorros desde su coronilla, bañándolo en un olor extraño, despertandole una sensación extraña dentro de sí. — ¿Qué? ¿Qué es? — De repente, Yishe abrió sus ojos de par en par y de un respiro agudo, volteo hacia el contenido del carro, y en una inspiracion divina, supo que hacer.


Los disparos cayeron furiosamente, uno tras otro, solamente parando en los cortos momentos en los que los asaltantes saltaban de rama en rama, buscando su presa con paciencia asesina. Uno a uno el momento era inminente. El sonido de la lluvia de metal perpetua se movía cada vez a un segundo plano en la cabeza de Yishe, quien no tenía tiempo para fijarse en ellos, no podía. Muy cerca, están muy cerca. Salto... disparo — Falta uno —Yishe mordió tan fuerte como pudo su mandíbula, espantando el terror de sus dientes. —Vamos... ¡VAMOS!... ¡Salto! —.


Si los tiradores pudieron verlo, no fue hasta demasiado tarde, Yishe se aseguró de ello.

La primera urna, salió volando hacia la derecha, como una antorcha, el trozo de tela prendida en fuego sirvió como un presagio para lo que paso a continuación. Una luz incandescente fue la primera en entrar en escena deslumbrando todo el terreno, cegando a todo aquel lo suficientemente lento como para no cerrar sus ojos, pero, aun así, este hecho probaría ser insignificante, puesto que eso había sido solo la apertura en el espectáculo macabro que se había acabado de desatar.


El fuego se expandió como una bola, consumiendo completamente al árbol impactado y, con un poco de suerte, a aquellos quienes se escondían en su follaje, Yishe no espero a verlo, no le importaba. Rápidamente tomó la segunda, e ignorando el dolor y la sangre blanca que corría por su hombro izquierdo, la tiro con toda la fuerza que tenía, soltando a su vez, un grito retumbante, un grito de supervivencia.


— ¡Ahora Konfe, ahora o nunca! — Yishe dio un salto encima de la carroza, y de debajo de la misma, Konfe emergió en una nube de vapor caliente, su rostro y brazos cubiertos de una piedra tan negra como la noche, sus ojos, púrpura resplandecían de furia y determinación. -Cúbreme la retaguardia Yishe, agradeceme después que pararamos a descansar. - Y, sin decir más, con una fuerza que resquebrajo las mismas rocas debajo de ella, Konfe salió disparada, con todo y carroza, arriba de la montaña.


— ¡Rompieron muchas urnas Konfe! Tendremos que improvisar — . Dijo Yishe al tiempo que tomaba más pedazos rasgados de su ropa cubierta de aceite.


— ¡¿Cuántas nos quedan?! —

— ¡Cinco! — Yishe había terminado de colocar el ultimo pedazo de tela en la boquilla de la urna — ¡¿Cuánto nos falta para llegar?!


— Nos falta poco Yishe — La kelifo aceleró el paso. — Ya siento la tierra hueca debajo de nosotros — .


— Que bien Konfe ¡Porque aún creo que nos están siguiendo! — Yishe no estaba equivocado, no podía estarlo, las siluetas envueltas en llamas que los seguían eran imposibles de perder de vista, saltando de rama en rama, dejando una estela de fuego a su paso.


Una flecha encendida salió despedida desde una de las infernales creaturas, dirigiéndose directamente hacia la cabeza de Konfe, haciendo un sonido hueco al impactar, antes de salir repelida, oscilando fuertemente antes de caer en el suelo. — ¡Me alegro de haber comido bien antes de venir! — Dijo Konfe en una aire victorioso y en un cierto tono de burla.


Otra flecha incandescente voló hacia la carroza, luego otra y otra después de esa. Yishe había sacado su espada, intentado impedir que alguna impactara el carruaje, puesto que ya no le estaban apuntando a él, no, están intentando dar a... — Las Urnas, ¡Les están apuntando a las urnas, los malnacidos son inteligentes! — En ese momento, Yishe se cuestionó duramente las decisiones que había tomado, pero eso solo duró por poco tiempo, las consecuencias la estaban apremiando demasiado como para pensar.


—Ni modo Yishe, tenemos que usarlo – Konfe, mando su mano a un pequeño bolso que tenía en la cadera, y mientras manejaba con una mano, sacó un extraño artefacto cilíndrico, con una especie de mango unidos por una esfera vidriosa rojo intenso. – ¡Úsala ya, o nos van a alcanzar! —


—Pero si la uso ahora ¿Cómo le avisaremos a Urn que...—


—¡Pues tendremos que actuar rápido de ahora en adelante, ahora hazlo! — Las palabras de Konfe fueron rotundas e imponentes, Yishe sabía que debía escucharla.


Sin pensarlo dos veces, el angioproso tomó el artefacto, dirigiéndose rápidamente a la turba de creaturas acercándose, fijo su puntería, y haciendo presión en el gatillo, el arma descargó su contenido. Humo verde oscuro, salió en una estruendosa bocanada, inundando la montaña, y nublando la vista de todos los perseguidores antes de empezar a elevarse como una nube.


—¡Eso evitara que nos disparen por un tiempo, y afortunadamente, es todo lo que necesitamos! — La kelifo dio un grito de emoción — ¡Estamos justo detrás Yishe, prepárate! —.


Yishe dio un suspiro de alivio, al voltear hacia adelante, pudo ver como la montaña hasta ahora boscosa, se tornaba poco a poco en una pequeña planicie. — Bien Konfe, acércame a los huecos más grandes, tiraremos esto y cuando terminemos usaremos la conmoción para...—


¡ Knoshite'Bultre ! La aguda voz nasal, repleta de ira, llegó volando al carro de la misma forma que su emisor, traspasando la verde barrera y cayendo bruscamente sobre los trozos de cerámica ya rotos, haciendo un estruendoso sonido en su caída.


Su cuerpo estaba negro como el carbón, contando, además, la armadura chamuscada de la cual ahora no se podía saber cuál parte era cuero y cual era metal. Sus ojos, marrón oscuro, parecían un vórtice de rabia opresiva que tragaba todo aquello que miraba, imponiendo una presión poco natural que hizo sacudir el interior de Yishe. Pese a lo pequeño de su tamaño en comparación al angioproso, Yishe sabía que no iba a ser una pelea fácil, no en estas circunstancias.


—¿Qué está pasando haya atrás? ¿Yishe? — Konfe intentó voltear su cabeza, pero el descuido la hizo trastabillar con un desnivel, haciendo que el vagón se sacudiera de arriba hacia abajo y Yishe perdiera momentáneamente el equilibrio.


La creatura uso la distracción y fue la primero en atacar, La daga larga que portaba en una de sus manos se movió erráticamente, reflejando el brillo del sol en la cara de Yishe, cegándolo y dándole un momento casi instantáneo para desviar la estocada que venía directamente a su estómago. La creatura no tomo ni un momento en reposicionarse, dando una vuelta completa sobre su propio eje, y esta vez apuntando hacia la parte superior del empeine. No tuvo tiempo de defenderse y la hoja paso afilada por su carne, cortándola de un tajo, haciendo que Yishe cayera arrodillado del dolor, pero aun con la mirada en su errático oponente. Aprovechando su repentina bajada, y el hecho de que la creatura aún permanecía gacha, Yishe bajo su espada bruscamente hacia el suelo, fallando el corte, pero haciendo que su oponente utilizara la inercia del giro para esquivar a su derecha. Por un momento, creyó haber tomado algo de terreno para poder recuperarse, pero su oponente no mostró clemencia, y con otro giro, la larga cola de la criatura sonó como un látigo en el rostro de Yishe, tirándolo completamente a un lado.


¿Koiuktere not ricote? ¡Koho nine! – Yishe no necesitaba saber el idioma para entender las intenciones de sus palabras, le bastaba con la sonrisa en su hocico y el filo de su arma apuntando hacia su cuello.


No iba a tener tiempo de defenderse, su espada había caído lejos de su agarre, su pierna ya se sentía entumecida y su brazo izquierdo le dolía bastante, ya desde el momento en el que lanzó la segunda urna. ¿Había llegado a tanto, peleado tanto, solo para morir por un bicho como ese? – Esas no eran preguntas que debía hacerse en ese momento, en una epifanía antes de morir, Yishe entendió que el orgullo no serviría de nada contra el acero de una espada, la verdadera pregunta era, ¿Qué podría hacer él para no morir en ese momento?


Por su puesto, el destino no se hizo esperar y la creatura se lanzó en búsqueda de una última mordida, apuntando por el cuello de su presa.


Pequeños chorros de sangre blanca llovieron sobre la carreta, después de que la carne fuese atravesada por el acero. Yishe soltó un grito ahogado mientras que utilizaba todas sus fuerzas para enderezarse, sobreponiéndose a la fuerza de su atacante, y utilizando su mano empalada para mover lentamente el cuchillo, que, como predador ingenuo, se había quedado atorado entre la carne de su presa, una demasiado grande para ser aniquilada tan fácilmente. En un último movimiento brusco, Yishe apartó el brazo de la creatura, dejándolo desprotegido, y con un impulso, puso su mano sobre el rostro de su oponente. Ambos gritos retumbaron al unísono cuando Yishe descargo toda su esencia concentrada en su mano, haciendo una chispa efímera pero poderosa de electricidad que recorrió todos los músculos del ser, haciendo que retrocediera en una conjunción de dolor y contracciones musculares. Un guijarro terminó el trabajo, al ser pisado por sus ahora torpes trastabilles, que le dieron el último impulso, para caer por encima de las paredes de la carreta, haciendo que se propiciara de cabeza sobre la dura piedra que terminó su vida con un sonoro ¡Crack!


— Yishe ¿estás bien? ¡Ya casi estamos! ¡Háblame por favor! — Konfe quería mirar atrás, detener la carroza y ver a su compañero, pero podía sentir las pisadas tras ellos — ¡Yishe Por todos los malditos di algo maldita flor de mi...! —


Konfe... para por favor- A Yishe le costó levantarse, intentando varias veces incorporarse, solo para caer nuevamente al suelo de la carreta — Uff... Al menos ahora sabemos que heredé otra cosa de mis ancestros... !Agh¡ — Los virotes de flecha cayeron después de ser arrancados de su hombro. —Acércame al primero, espero tener suficiente chispa para prenderlas —.


La Kelifo respiro hondo, agradecida de que su compañero pudiera no solo responder claramente, sino que también estuviera pensando en la misión. — Terco como tu solo ¿eh? Vamos entonces ¡Aquí viene el primero! — Tal como dijo, la carreta se aproximó rápidamente a un gran Hoyo, poco más grande que un escarerdo, rodeado por una decena de unos más pequeños, dispuestos aparentemente al azar. — ¿Listo? —.


¡Ahí va la primera! - Tan pronto como rebasaron la hendidura, el angioproso lanzó la primera bomba improvisada, procurando que cayera directamente dentro del circular abismo. Konfe no espero a que terminara de caer para seguir con la segunda, tenía que ganar espacio antes de que...

¡Boom! La nube de polvo se alzó como si de un pequeño volcán en erupción se tratase, mientras la hendidura colapsaba dentro de sí misma, cerrándose entre un montón de piedra y escombro.


¿Todo bien allí atrás? - Pregunto intranquila, esperando que la tierra no sucumbiera por la explosión.


¡Si!... solo ve al segundo tenemos que... rápidos y obstinados tenían que ser los pequeños demonios estos ¡Aquí vienen! - Y efectivamente, las chamuscadas creaturas los habían alcanzado en la planicie, ahora descubiertos en el suelo a falta de follaje para cubrirse y paciencia para esconderse. Se les podía escuchar gritar órdenes en su acento nasal, en lo que parecía un intento de dar orden en la conmoción, lo que provocó ser fútil, al muchos encontrarse en el suelo cubriéndose de los escombros que caían a su alrededor mientras que otros corrían espadas en mano, contra el par de pirómanos fugados.


¡Tira la otra! - Konfe grito entre bufidos de cansancio mientras que, volvía a acelerar a su siguiente marca.


¡Boom! ¡Booom! !Kaboom! Una tras otra, las explosiones siguieron escuchándose, a medida que las bombas caían una tras otra, en sus respectivos blancos. — La... ult... uff ... Ultima... —.


— ¡¿Qué dijiste?!... ¿Yishe?... ¡¿Yishe?! — No había respuesta — Yishe, ¿Ya tienes la última lis...? — Konfe paró la carroza, sus ojos parecieron salirse de sus cuencas apenas lo vio. Yishe había colapsado sobre una cantidad considerable de líquido blancuzco al lado de la última urna, ya encendida; y al frente de eso, 3 de las creaturas a casi un agarre de distancia. Konfe tenso su mandíbula, mordiendo tan fuerte que una estela de sangre espesa empezó a fluir de sus encías. Dio media vuelta, en medio de sus jadeos y el bullicio provocado, intentó centrarse. El último agujero, demasiado lejos para llevarlo sin que los atraparan, yacía a su derecha.


No había tiempo de pensar, ni un segundo, si no actuaba ahora mismo, o si fallaba, todo estaría perdido... si fallaba, el sacrificio de Yishe sería en vano. Konfe, gritó, gritó con todas sus fuerzas antes de saltar al carro, agarrando la urna con los últimos retazos de tela quemándose con una mano, y poniéndose a Yishe en su espalda, saltó tan fuerte como pudo, hacia el último agujero, cayendo bruscamente de pie fracturando un poco más el ya débil suelo y aguantando la presión sin perder el impulso antes de salir corriendo, aún estaba demasiado lejos como para caer.

— Uff ... uff ... uff... ¿Por qué los angioprosos tienen que ser tan grandes? — Konfe intentó acomodarse mejor el cuerpo de su malherido amigo al hombro, ignorando completamente a sus perseguidores, centrándose únicamente en su objetivo.


Gritos y escombros zumbaban en su oído, algunos le caían encima, astillando la ya endeble armadura en su cabeza que había creado hacía poco, otros incluso haciendo contacto con su piel, rasgándola, llevándose manchones de un líquido rojo oscuro antes de ser dejadas atrás en el suelo. Konfe corrió tan rápido como pudo, más rápido que el cansancio, sintiendo el peso que llevaba en sus hombros tomó firmemente la urna, y tensando tan fuerte como pudo sus piernas, dio un salto por encima del último abismo oscuro. — Aún tenemos que ver broma pesada se inventa sobre todo esto, algo para reírnos después — Pensó Konfe, muy dentro de sí.


Lo que pasó después, ocurrió en una fracción de segundo. En medio del aire, Konfe arrojó la urna bajo ella, siendo víctima de la inercia cayó rápidamente hacia adelante, y previniendo que sus piernas no podrían aguantar la caída, volteo su espalda hacia el suelo, agarrando fuertemente a Yishe y cubriéndolo con su cuerpo. Los demás espectadores, solo pudieron presenciar la hazaña por un segundo antes de ser cegados por una estela de luz y polvo que marcó a su vez el fin de la vida de la tierra que pisaban.


La tierra se sacudió violentamente, soltando gritos sordos de agonía a medida que se derrumbaba junto con aquellos desgraciados que no pudieron prever cómo iba a ser su muerte. Una última nube de polvo, tan espesa como la destino, nublo todo el escenario, cerrando el telón y dejando a los espectadores, si había alguno, solo con los sonidos de un escenario roto, y los gritos de derrota de los villanos.


Yishe abrió los ojos, su mirada estaba dispuesta a un cielo naranja con tintes de rosa, los colores del atardecer. Las nubes se bañan alegremente con los rayos del ocaso jugando con las sombras, intentando crear cada una su propia versión del mundo, el angioproso creyó ver un banorilo pasando entre un aro en llamas. — ¿Morimos? — Sus ojos se posaron en la cabeza de su compañera, recostada a su lado, tenía su mirada fijada en el cielo.


— Hmm... No creo — Dijo suavemente en un tono enteramente sarcástico.

¿Y cómo estas tan segura? A mí me parece que esta es una vista digna de la calma. - Yishe levantó lentamente su mano derecha al cielo, apuntando hacia la extraña forma creada por las nubes. — ¿No crees que en al más allá existan banorilos gigantes voladores? —.


—¡Uy si! — dijo con emoción en su frágil voz — Banorilos voladores y.... coff coff ¡Losaurios malabaristas! ¡Eso sí que sería un verdadero espectáculo!... Pero desgraciadamente, no lo estamos — Konfe se llevó sus manos a la cara, rascando una costra ensangrentada que se le había formado bajo el ojo tan inflamado, que cubrían enteramente sus ojos purpuras. — No... me duelen demasiado las piernas —


¿Otra vez con lo mismo? Si quieres paramos un momento la... ¡AGH! — Yishe se retorció del dolor en el estómago al recibir el débil golpe de la mano de Konfe —.


— ¡Con que si sienten dolor! Y yo que pensaba todos ustedes estaban muertos por dentro... — Konfe paro un momento, intentando ahogar la risa que le hacía doler tanto los costados —Siempre he estado celosa de lo condenadamente resistentes que son ustedes... con esos aspectos tan languiruchos.... endebles... ¿Quién diría que podías resistir tal paliza y salir tan fresco como... bueno... como una lechuga? —


— ¿Y ahora quien insulta a quién? — Yishe le devolvió el frágil golpe a la kelifo, haciéndola retorcerse momentáneamente de dolor – Yo... la verdad no me siento tan fresco – Dijo volviendo su mano hacia las ahora cicatrizadas hendiduras de flecha —.


— Ni yo Yishe, ni yo... ¿Deberíamos volver ya? — Konfe se encontraba tanteando con sus brazos, intentando apoyarse para levantar su cuerpo.


— No... seguro que Urn vuelve por nosotros cuando termine el trabajo... quiero decir, dejamos un rastro bastante visible. — Yishe formó una pequeña sonrisa, volviendo su mirada al cielo. — Quedémonos mirando las nubes por otro momento... quiero ver que otras formas hacen. —

20 de Dezembro de 2019 às 17:45 0 Denunciar Insira Seguir história
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