El golpe fue fuerte, él simplemente volteo la cara, no había mucho que alegar. Era consciente que ese iba a ser el resultado cuando constataran su relación.
—¡Seremos el hazmerreír de todo la corte!
A veces pensaba que el hombre vivía en una utopía, por lo visto no se daba cuenta que eran la burla de los tontos nobles desde que habían llegado. Pero eran ricos y como tal los soportaban.
—Asumirás las consecuencias, sabes cual es tu destino —esa frase le recordó las advertencias del mayor cuando se enteró de sus deslices— tendrás el tiempo suficiente para despedirte y que no sospechen...si eso se hará...esa será la solución.
Por lo visto se había olvidado de su presencia, su plan le satisfacía y por ende cualquier detalle era insignificante.
Los guardias salieron detrás de quien seguía mascullando los preparativos para su despedida, la puerta del cuarto se cerró y por primera vez escuchó la voz de la causa de todo el problema.
Aproximándose le acarició el rostro para indicarle que debía marcharse. Su prioridad era evitar su muerte, por eso le propuso el vestido que siempre mantenía oculto en el baúl. Puso una bolsa de oro en su mano y besó los labios que adoraba por última vez.
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