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Volteo la vista hacia la pared más gris que tengo en mi habitación, esa que refleja los días tristes de Mayo. Lo primero que veo, es mi rostro pálido y cansado, agotado por la faena que cargo sobre mis hombros. No sé lo que es, pero te aseguro que tú, sí.

Tras una gota de sudor, he colocado mi cuerpo en reposo encima de la brisa del abanico de pared sobre mi lecho, ¿acaso suena interesante?.

Pasa el tiempo mientras mi mente inerte no comprende las palabras que han sido reveladas durante el transcurso del día, mientras las manecillas del reloj se mueven lentamente de un lado a otro. Tic, tac,... tic... tac. ¿Qué ha ocurrido? Que el reloj se ha parado y yo ni me he fijado en qué segundo sucedió. Estoy fuera de tiempo y lo sé, pero no me importa. Que han pasado 6 horas y mi vista sigue fija en el abanico, sólo en eso.

"No es fácil continuar con algo que no te gusta" lo tengo escrito en mi cuaderno de escritos especial que guardo en el cajón derecho de mi cama, justo al lado de mi cuaderno de errores. Siempre me pregunto ¿cómo es que he llegado a donde me encuentro? Lo primero que hago es revisar mi cuaderno de errores, "¡Seguro que aquí he de encontrar una respuesta!", pienso.

Sé que debo hacerlo porque no tengo opción. Además, ¿Quién se ha dado cuenta de ello? Pintoresco el día de hoy, que he saludado de frente a todos como de costumbre, y como es habitual, me han devuelto el saludo. ¿Por qué eso me molesta? Creo que debería tener un cuaderno más con "cosas que me molestan" junto al de errores, me la voy a pensar más tarde.

Me he puesto la sonrisa de los martes, los ojos de los jueves y la actitud de los viernes, como casi siempre lo hago; la perfecta combinación para dar una buena impresión. Y hoy funcionó tan perfecto como lo ha hecho otros días aunque, a decir verdad, hoy fue completamente distinto. Me cito a mí mismo hace un párrafo; "¿Quién se ha dado cuenta?", creo que sé la respuesta a ello, pero no quiero hacer nada al respecto, y espero que tampoco lo hagan por mí.

He visto cómo se malgasta lo que se tiene, y no hablo de mí. Es un hecho que muchos darían que bastante por obtenerlo, aunque sea unos segundos. Que el tiempo es tonto y no perdona como las personas. Que tal vez pronto o no tan pronto se complete una travesía para alguien, o se apague para otra más. Pero no te hablo del tiempo ni de las cosas materiales absurdas que las personas consideran tesoros. Yo te hablo de esencia, de luz, de ser. Te hablo de algo que no es tangible, ni visible. ¿Sabrás a qué me refiero?