natita-medina1560569319 Natita Medina

Andrés se ha despertado en un hospital, pero al despertar recordará más de lo que quisiera.


Conto Todo o público.

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QUIMERA


Una tarde perfecta, el sol brilla intensamente en el oeste sobre los verdes de las montañas; Andrés un joven de 30 años maneja rumbo a un pequeño pueblo junto a Laura, una joven de 25, quien observa por la ventanilla dejando guiar su mirada por el camino de esa cordillera que parece infinita en el paisaje, baja el vidrio dejando que el viento juegue con su cabello castaño, cierra los ojos y aunque no conversan con Andrés, la complicidad que siempre los ha unido es tan evidente que no necesitan hablar para sonreír… de repente todo es oscuridad.


Es el año 2177 y Andrés se encuentra postrado en una cama encerrado en una pequeña habitación de blancas paredes atado a unos cables que monitorean su cerebro y que finalmente se conectan a una pantalla, alguien le observa desde una pequeña ventanilla ubicada en la puerta, es Cristina, la enfermera de turno quien se complace viendo las imágenes de los recuerdos y pensamientos reproducidos donde Laura siempre se encuentra presente. Cristina lo piensa dos veces antes de abrir la puerta, como si creyera posible que el sonido de la cerradura pudiera despertar del profundo sueño a Andrés, suspira y entra a la habitación.


De forma metódica monitorea a Andrés y comienza a desconectar uno a uno los cables, antes de desconectar el último observa la pantalla, como siempre Laura sonríe, esta vez aún es niña, debe tener unos 10 años y corre alrededor de un árbol como si alguien en juego la estuviera persiguiendo; pasan varios segundos antes de que Andrés despierte de su letargo, Cristina espera a su lado, Andrés intenta decir algunas palabras pero antes de que emita sonido alguno Cristina le dice que lo siente, que deben reiniciar el sistema, pero que no se preocupe, que cuando todo esto pase él no recordará haber despertado; en ese momento a Cristina le suena el celular, pide permiso y sale de la habitación.


Andrés intenta seguir durmiendo sin lograrlo, da vueltas en la cama, comienza a gritar desesperadamente tomando su cabeza con sus manos, se levanta con dificultad de la camilla y sale a un largo pasillo lleno de puertas repetidas como estampillas y con un reloj que cuelga de una pared al fondo, mira por las ventanillas y grita que exige que lo duerman; al oírlo Cristina llega corriendo, le pide que se calme que será cosa de momento, que el procedimiento sólo demorará media hora, mientras saca de un bolsillo un chocolate con envoltura roja, lo abre, parte por la mitad y le brinda un trozo, él acepta, saborea el dulce y aunque no dice nada se nota que lo disfruta; mientras Cristina lo observa, pregunta


- ¿Recordaba usted el sabor del chocolate?


Andrés responde negativamente con un movimiento de cabeza; mientras esperan, ella hace un intento por comenzar una charla.


- He visto sus memorias, siempre me he preguntado qué pasa con ustedes al despertar ¿recuerda algo además de las imágenes que ha autorizado a programar?


Pero él no responde, está inmerso en las manecillas del reloj que parecen moverse más lentamente de lo que él podía recordar.


Cristina le pide que la acompañe afuera, que tal vez el cambio de ambiente lo ayude a sobrellevar la espera, él renuente acepta; salen a un jardín donde se pueden ver otras alas del edificio con grandes ventanales, muy diferentes al sitio donde él se hospedaba; pero lo que llama su atención es el árbol en el centro; a Andrés se le corta la respiración, es el mismo árbol que ha visto una y otra vez durante los últimos años, es el mismo real, vivo y opulento; el árbol donde jugaba por las tardes con su hija Laura después del colegio, gira el rostro y con la mirada perdida en su propio reflejo pregunta con voz entrecortada


-¿Cuál me dijo que era el error del sistema?


Cristina la explica que la falla consiste en que Laura crece, pero Andrés siempre sigue teniendo la misma edad, lo que genera un trauma en los clientes cuando se cumple el tiempo del servicio contratado, esto se debe a que el crecimiento de Laura depende de ellos, al fallecer con tan sólo cinco años el sistema ha podido desarrollar fácilmente una personalidad; pero que el cerebro de Andrés al ser mucho mayor, en ocasiones se resiste y esto se va dificultando con el tiempo.


Andrés aún con la mirada fija en uno de los grandes vitrales, alcanza a divisar su cabeza llena de canas, intenta llamar algún recuerdo pero en su mente sólo se dibujan las repetidas imágenes de los últimos años, vuelve su mirada hacia ese edificio del que acaba de salir, a ese lugar que ha sido su morada, su encierro y su liberación; de repente siente como si un destello de luz explotara en su cabeza, recuerda la última vez que vio a su hija, a la verdadera Laura, recuerda seguirla por el pasillo lleno de puertas repetidas como estampillas y con un reloj en una pared al fondo, mientras ella yacía en una camilla.


- Quiero verla-Afirma

- No creo que sea conveniente- Responde Cristina

- ¿Hay algo que me lo impida?

- Por supuesto que no, pero no creo que sea conveniente.

- Entonces lléveme a donde está mi hija.


Cristina lo guía de regreso al viejo edificio, abre un pequeño cuarto ubicado al lado de la habitación de Andrés; este cuarto es similar pero es mucho más pequeño, en él se observa una cápsula que tiene el tamaño de una cama, de la que salen varios cables que cruzan el muro que separa los ambientes; Cristina posa su mano sobre una placa metálica ubicada junto a un monitor, la cápsula se abre y se observa el cuerpo inerte de una niña de cinco años y de cuyo cerebro salen los múltiples cables; Andrés observa la piel azulada de Laura, no es como el la recuerda, no es ni como en sus memorias, ni como en sus ilusiones; una especie de corriente pasa por su cuerpo, una mezcla de dolor e ira; él nunca se imaginó en lo que se convertiría.


-Le dije que no era conveniente -dice Cristina como si recitara un parlamento- es parte del proceso, necesitamos la información que alcanzó a captar mientras se encontraba viva, es la base del sistema.


Andrés se siente impotente aunque sabe que todo depende de él, se pregunta si es posible comenzar una vida a los cincuenta años, se pregunta si es posible vivir con el dolor de la pérdida de su hija y la respuesta en su mente siempre es “no”; pero luego de verla, de sentir como si alguna parte del alma de Laura se encontrara prisionera dentro de ese cuerpo sin vida, sabe que es momento de escoger.


Nuevamente Cristina interrumpe los pensamientos de Andrés; repitiendo la frase que le dijo cuándo lo despertó:

- No se preocupe, cuando todo esto pase no va a recordar que despertó- y agrega-los recuerdos que procesamos los tomamos hasta antes de que haya ingresado la primera vez a este centro.


Un pitido interrumpe a Cristina, observa un aparato que saca del bolsillo, ella informa que ha llegado la hora y le pregunta a Andrés si está listo, a lo que él responde con un movimiento de cabeza.

23 de Junho de 2019 às 04:00 0 Denunciar Insira Seguir história
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Fim

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