¿Qué es ser un abstinente asalariado?, fue la pregunta hecha la mañana de un Domingo de Ramos en que preludió una sorpresa entera a su ateísmo burgués que no cesaba de enfadarse contra las opiniones redentoras de quienes se habían sentido atraidos por un socialismo incipiente y contrariado en los hechos cotidianos ocurridos, hacía poco, entre algunas naciones principales de la Europa de su tiempo.
¿Qué le dolía de tal abstinencia?
El desesperado intento de querer transformar a la clase social de donde provenía, para empezar a mostrar su apego rayano en infundados intereses y necesidades sociales, traicionadas a las primeras de cambio.
Otro siguiente aspecto que le incomodaba, por ejemplo, resultaba ser su incomprensión de las necesidades pasionales de mujeres y hombres de aquellas clases sociales que antagonizan con la suya.
Y, a juicio ajeno -el de Renato Descartes, por ejemplo-, las pasiones humanas de las clases de personas por éste invocadas, no las consideraba buenas, dada la naturaleza inclinada a ejercer un mal uso y su progresivo exceso, dedicados por entero, sin que pudiesen obtener la menor pizca de mutua compensación por el derroche experimentado.
!Vaya lío!
Como haya resultado de haber sido, esa mañana después del baño y del frugal desayuno tomado, vistió sus mejores ropas, calzó sus finos zapatos de seda y tomó el prendedor de plata con zafiros engarzados.
Esbozó su mejor sonrisa; franca, sí, pero un tanto dura.
Se miró frente al espejo de hoja entera, colocado sobre el recibidor principal de la puerta de acceso de la modesta vivienda que estaba a punto de perder y todavía tuvo la fugaz ocurrencia de considerar toda una condena al amor al trabajo, despreciando su locura recurrente en su siglo.
Así, ignorando la suerte que le sobrevendrá, se dio a tararear una canción campestre; emprendió sin miramientos de ninguna índole su cita con la eternidad, y dejó a su suerte personal el equilibrio de sus pensamientos más recónditos.
Sintió, por tanto, la presencia de un raro equilibrio inusual; un como vaivén personal sustraído a un cuenco interior que mezclaba en él, tanto ajenas circunstancias, como inescrutables vericuetos de la historia.
Y, entonces, asumió con ironía perpleja su papel protagonista a personaje marcado por la inexorable marcha de las lentas horas encarnado en Maximiliano Robespierre y lo que hubo de acontecer después de todo, hizo historia...
Obrigado pela leitura!
Cuando se participa de los laberintos de la historia, los seres humanos dirigen sus acciones en contra de ésta, por lo cual, sus resultados pueden causar las controversias más extremas, como es el caso del personaje
Las medidas de las cosas tienen aplicación humana y, de manera particular están proyectadas en arquetipos. Estos aún influyen en la cultura del presente siglo, por más que avance la tecnología y no terminemos en arquetipo de androides que cambie tan arraigado hábito y necesidad humana. ¿O, no...?
El amor jurado suele presentar sus lapsos entre enamorados. Las dos naturalezas responden a motivos diversos en el llamado del amor. También con respectivas suspicacias en casos como el del relato. La vida sigue en curso y cada quien asume sus vivencias como mejor puede, aún en situaciones como esta
Podemos manter o Inkspired gratuitamente exibindo anúncios para nossos visitantes. Por favor, apoie-nos colocando na lista de permissões ou desativando o AdBlocker (bloqueador de publicidade).
Depois de fazer isso, recarregue o site para continuar usando o Inkspired normalmente.