dunn-mario1552571877 Dunn Mario

Un par de exploradores se enfrentan a los misterios de una extraña luna entre la locura y la curiosidad.


Fantasia Todo o público.

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Aguas Anómalas


Había terminado en la cárcel, diríamos que las explicaciones sobran ya que no podemos hablar de justicia. Fue acusado de una gran variedad de crímenes aunque muchos de ellos ni siquiera se habían cometido aún. Yo le conocí de cerca y no podía creer lo que se decía de aquel hombre. Compartimos habitación durante una misión de exploración en una extraña luna llena de bosques y agua, o bueno realmente su geografía estaba llena de naturaleza y de un líquido también compuesto por hidrogeno y oxígeno, pero con algunas características particulares que aún se estaban estudiando en los laboratorios.

Fuimos quince los enviados: tres exploradores, cinco colonizadores, tres biólogos y cuatro ingenieros. La misión duró tres meses y medio hasta que volvimos a la base; mientras se hacían los análisis de aquel líquido debíamos permanecer en cuarentena. Los quince pasamos por una serie de exámenes y estudios psicológicos que ya no podían justificar y nos resultaban tediosos e innecesarios. En apariencia todos volvimos sanos de aquella misión donde lo único que encontramos fue: espesa vegetación, tierra firme y agua, sin rastro de otras formas de vida inteligente.

Durante todo este tiempo, casi un año, aquel hombre de edad madura, tal vez cincuenta, nunca mostró comportamientos irregulares. Pasamos los últimos cuatro meses en una nave de sanidad, donde reímos y compartimos deportes junto con horas de entretenimiento. Su nombre era Roberth T. W. había nacido en la amazonia del Brasil aunque su padre era un gringo aventurero.

A mediados de marzo, nuestro marzo, el que marcábamos en un calendario, por fin nos enviaron la notificación, éramos libres, volveríamos a trabajar. Nos despedimos con un buen abrazo prometiendo seguir en contacto.

Al cabo de un par de semanas recibí la noticia, el gran Roberth había sido enviado a prisión en un árido planeta en el cuadrante cuarenta y nueve, un terrible castigo; entonces comencé a indagar sobre este asunto por cierto incomprensible y a la vez terrorífico.

Según los hechos, el acusado había robado una pequeña nave de traslados volviendo a aquella luna donde nos conocimos, cuando fue descubierto enviaron un par de guardias para su captura y devolución a la base, sin embargo al cabo de algunos días perdieron contacto con los guardias. Decidieron enviar un grupo de ocho guardias más y tres exploradores de los cuales no se volvió a tener noticia una vez alunizaron.

Un mensaje enviado por el Sr. Roberth pedía que no le buscaran más, que nadie volviera a aquel lugar. Al proyecto de exploración exoplanetaria y a sus principales dirigentes no les gustó este asunto considerándolo como un gran crimen contra los principios, valores del objetivo y los costos que representaba, exigiendo la captura inminente del renegado.

Ahora que había vuelto a la enigmática luna y ante el alboroto, le traerían vivo o muerto y con mayor razón le echarían de sus labores espaciales si es que lograban traerlo vivo. Pasaron escasos ocho días y encontraron inconsciente a Roberth en un sector despejado de dicha luna, fue puesto a disposición de la guardia de la conquista quienes inmediatamente lo encarcelaron.

Desde entonces pude seguirle de cerca solo por curiosidad. Los primeros días no dijo palabra alguna, solo permanecía mirando al piso sentado en su cama; no comía y según las grabaciones de las cámaras de seguridad, no dormía. Era entendible que no quería dejar su trabajo. Los médicos decían que se trataba de un shock traumático, decían que el gran explorador Roberth T. W. solo quería llamar la atención hasta que una noche abrió su boca para decir que debía volver a aquella luna endemoniada, que lo estaba llamando; lo veía en la pantalla, parecía llorar.

Lo visité tres veces, no hubo ningún cambio, solo miraba al piso o caminaba con la mirada perdida, en momentos se agarraba de la reja y miraba hacia afuera como si pudiera atravesarla, pero en general permanecía tranquilo en su cama.

Me parecía que se había vuelto loco, como muchos otros tantos, hasta aquella noche…

(En este lado del universo el tiempo funciona de manera extraña, los días y las noches no los medimos de forma colectiva sino de forma individual, así que los días y las noches se los pone cada uno conforme a sus necesidades).

Ya dormía cuando escuché aquel susurro que me despertó y un sudor frio poseía todo mi cuerpo; Roberth me llamaba en una lengua que no conocía pero que lograba entender claramente, me levanté y entré al cuarto de vigilancia a mirar las pantallas y ahí estaba, Roberth miraba fijamente la cámara sabía que yo estaba observándolo. Busqué al guardia de turno pero no lo encontré en ningún lado, bajé hasta las celdas y vi la puerta abierta, noté con extrañeza que ni guardias ni presos estaban ahí, solo Roberth que me miraba con la inocencia de un cachorro mientras le abría la puerta.

Aquel enorme hombre ya barbado y flaco, salió con una sonrisa torpe, miró alrededor hasta encontrarme con sus grandes ojos, asintió y corrió, las alarmas se activaron y las puertas comenzaron a cerrarse. Corrí detrás de Roberth, como si pudiera ahora salvarme; llegamos a la zona de evacuación, tomó una nave y me llevó consigo.

Mi memoria falla desde entonces y no sé si en realidad sucedió si quiera algo de lo que grabo en estas letras, pero ahí estábamos en aquella luna, satélite natural de un precioso y brillante planeta azul turquesa, cuya atmosfera es altamente venenosa y sin materia sólida, una enorme bola de gases mortales.

Miraba a Roberth quitarse su traje hasta quedar completamente desnudo, como a fogonazos lo veía caminar, a veces parecía danzar y yo le seguía; se escuchaban cánticos, yo avanzaba como sin rumbo, sin gobernar mis piernas, solo se me permitía ver. En cuanto a Roberth, bailaba entre la naturaleza y yo le alcancé, como por la voluntad de otro, hasta el lago; ese hombre se metió de lleno en aquella agua que parecía abrazarlo, danzaba con él, se veía tan lleno de alegría que estuve tentado a quitarme el casco y limpiar mis ojos, escuchaba muchas cosas, temía perder el sentido pero no perdí de vista a Roberth que se veía lleno de gozo en aquellas aguas que lo envolvían, lo acariciaban y le iban arrancando la piel, la carne y hasta los huesos mientras lo disfrutaba casi gritando de éxtasis.

Ahora estoy preso y aun sin perder la razón, espero que Usted, señor Freeman, se entere de nuestro caso y pueda tomar las acciones pertinentes. En cuanto a mi concierne, sé que aquella luna pronto comenzará a llamarme.


Explorador N 154

Serial 2558.

27 de Março de 2019 às 03:24 0 Denunciar Insira Seguir história
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Fim

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