Pocas veces he llegado al instante en que hoy pasea mi cabeza: encuentro dificultades para expresar cómo me siento. Lentamente se desarrolla en mi ser la atracción hacia una señorita. En esta ocasión distingo cierta prudencia permeando mis neuronas y emociones, capto ilusiones casi lunáticas y aunque no logro evitarlas, soy consciente del delirio oculto.
En medio de tan extraño vaivén de estados emocionales, detengo mi realidad mental en un sencillo instante (claro, simple y agradable): escucharla, conversar y disfrutar su sonrisa, sin esperar más que vivir el momento, libre de ilusiones, desligado del pasado. Invitarla a compartir un café.
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