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Leire Mondragón


"JiMin es adoptado por una nueva familia completamente distinta a lo que está acostumbrado y que se preocupa por él, y eso le asusta, porque no ha vuelto a sentir el amor de una verdadera familia desde que sus padres murieron. El único que estuvo ahí para él, fue su mejor amigo y casi hermano, TaeHyung. En su nuevo hogar se encuentra con HoSeok, de personalidad abierta y brillante, que se convertirá en su hermano y le hará volver a sentir todo el amor que le negaron por tantos años."


Fanfiction Bandas/Cantores Impróprio para crianças menores de 13 anos.

#jimin #yaoi #bl #bts #rapmonster #suga #jin #hoseok #taehyung #kpop
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Primer capítulo

—¿Estás preparado? ¿Lo tienes todo? —preguntó el asistente social a cargo del menor, una vez estaban llegando al nuevo hogar del híbrido.

JiMin asintió algo hastiado con una especie de ronroneo, no quería hablar en aquel momento con nadie, y mucho menos tener que acostumbrarse a otra nueva vida él solo, TaeHyung ya no estaba tan cerca de él como antes.

Poniendo en situación, la vida de JiMin desde que murieron sus padres fue un revoltijo de mudanzas, papeleo y demás trámites demasiado molestos que debía completar para que una familia se apiadase de él y pudiera tener una pequeña estabilidad, aunque con la última paliza de la familia previa todo se hubiera ido al garete. Nunca terminó de congeniar con esos dos gemelos abusivos que tenía que aceptar como hermanos propios una vez pisó el asqueroso suelo de ese piso enano y sin luz en el que el asistente social le había metido hacía dos años. El único que estuvo ahí para él fue TaeHyung, un vecino de su misma edad, que sin preguntar, se ofrecía a limpiarle las heridas cada vez que a la mitad de la familia se le cruzaba un cable y decidía usar al pobre híbrido a modo de saco de boxeo viejo.

Nunca le juzgó, solo se mantuvo siempre a su disposición y le ayudó cuando fue necesario, sin cargas, solo como si fueran dos hermanos cuidando el uno del otro. El menor siempre significó para JiMin la familia que nunca tuvo la oportunidad de tener pero que siempre deseó, por ello en aquel momento el pelinaranja solo quería tirarse del coche en marcha y correr hasta los brazos de su “hermano” casi en el otro extremo de la ciudad. No se sentía cómodo teniendo que volver a comenzar el proceso de adaptación con gente a la que no conocía y que no sabía si sería buena para con él.

—Si tienes algún problema no dudes en llamarme —el menor apartó la mirada de la ventanilla para observar a otra de las pocas personas que permanecían en su vida con el paso de los años, Choi MinSik, su asistente social desde los nueve años—. No quiero que se repita lo de la familia Lee de nuevo —JiMin tragó saliva incómodo mientras el apellido de su familia anterior hacia acto de presencia.

—Claro Hyung —respondió sin un ápice de interés por la conversación, ya le daba igual en qué hogar de caridad le metieran, lo único que le importaba era cumplir la mayoría de edad y poder llevarse a TaeHyung consigo lejos del bullicio de Seúl en unos años.

—¿No vas a preguntarme nada sobre tu nueva familia? —.

—¿Acaso importa? No creo que tarden mucho en pensarse el deshacerse de mí —apretó sus puños sobre sus piernas y se tragó un quejido lastimero.

—Vamos, no seas así, sé que no has tenido mucha suerte con todo esto, pero esta familia es bastante normal. He investigado y es una familia promedio del centro de Seúl que busca hacerle la vida más fácil a un pobre niño de la calle, no suena tan mal —a JiMin se le escapó una risa sarcástica ante tal apelativo y pensó, ¿de verdad creían eso de él? ¿Salvando a un niño de la calle? Por el amor de Dios—. Y tienen un hijo creo que un año mayor que tú, podrías hacer algún amigo más aparte de Tae —rodó los ojos molesto ante la insistencia por hacer vida social.

—Genial, suena fantástico —el coche frenó al llegar al final de la calle, ambos bajaron del vehículo y JiMin quiso echar a correr en dirección contraria.

—Vamos allá —caminaron hasta el portal a unos pocos metros de la carretera y MinSik picó en uno de los timbres sin darle tiempo al menor a ver correctamente el piso.

¿Sí? —preguntó una voz suave al otro lado del telefonillo, dándole una buena primera impresión al menor.

—Soy Choi MinSik.

Ah bien —hubo una pausa en la que se pudo apreciar un “cariño, ya están aquí” en forma de grito cariñoso dentro del piso—, subid —los nervios comenzaron a aflorar en el estómago de JiMin y su aparente seguridad en sí mismo se desvaneció por completo. No se sentía a gusto y quería irse.

Fue prácticamente empujado dentro del edificio por el cuerpo cubierto en maletas de MinSik antes de que pudiera realizar un movimiento, y fue arrastrado hasta el ascensor.

Lucía como un cachorrito asustado cuando las puertas se abrieron y unos brazos le rodearon antes de que pudiera salir del aparato; la que sería su nueva “madre” estaba a punto de estrangularle mientras que un hombre de mediana edad observaba la escena desde el marco de la puerta con una expresión divertida.

—¡No sabes lo que me alegra que ya estés aquí! ¿No es adorable? —se giró hacia dicho hombre, que se rio por el comentario y negó por la energía de su mujer, parecían tan buena gente—. Entremos por favor, no os quedéis aquí fuera que eso parece pesar —se dio la vuelta llevándose el pobre cuerpo de JiMin dentro de la estancia sin darle tiempo a tomar una bocanada de aire.

Todos entraron en el piso a la velocidad de la luz, JiMin se sentía tan aturdido que se dejó llevar hasta quedar sentado en una silla en la cocina y ante la atenta mirada de todos los presentes. Espera, ¿MinSik no le había dicho que tenían un hijo?

—Esto es tan irreal —sonrió la mujer—, soy Jung HaNeul y este es mi marido KangDae. Nuestro hijo HoSeok no sé dónde demonios ha metido su trasero, pero le dije que estuviera aquí para cuando llegaras y no me ha hecho caso —se dirigió a su esposo con una mirada que podría asustar a un ejército entero—. ¿Podrías llamarle? —en ese momento la puerta de la calle se abrió y un muchacho moreno poco más alto que JiMin entró agitado y con una bolsa en la mano.

—Perdón por llegar tarde, había ido a por esto —entró casi jadeante a dejar la bolsa sobre la mesa y abrazó sin cortarse un pelo al nuevo inquilino—. Soy Jung HoSeok, ¿tú eres Park JiMin? —el mencionado sintió su corazón correr desbocado y sus piernas flaquear, nunca había visto tanta belleza junta en tan pequeño espacio y se había quedado de piedra.

« ¿Qué te pasa? Espabila» dijo una voz dentro de su cabeza y gracias a eso, pudo decir algo coherente, o al menos intentarlo.

—Uhmm h-hola, sí —el rubor cubría todo su rostro y la mitad de su cuello, podía notar la sangre yendo a su cráneo a una velocidad increíble y el mareo ascendiendo por su estómago.

No sabía qué le había pasado por un momento cuando el chico se unió a la lluvia de miradas de los presentes en la habitación, así que carraspeó incómodo y miró a MinSik esperando a que le sacase de la situación en la que le habían metido.

—Volviendo al tema, aún quedan un par de trámites que podemos arreglar en un par de días para que JiMin pueda adaptarse a su nueva vida y ver cómo se desarrolla —hablaba como si fuera un niño de cinco años y como si ni siquiera estuviera ahí presente, junto a ellos, por lo que ronroneó molesto en su sitio.

—¡Ay! —chilló la mujer eufórica—. ¡Es adorable! ¡Me dan ganas de espachurrar esos mofletes! —hizo un movimiento más que extraño con sus manos desde su asiento, estaba a punto de saltar al cuello del pelinaranja para fundirle en abrazos—. Hobi cariño, enséñale su habitación —indicó su madre al joven que no apartaba sus ojos del híbrido.

—Claro, sígueme —le hizo un ademán con la mano para que le siguiera por el pequeño pasillo hasta una puerta verde de madera—. Puedes decorarla como quieras —su sonrisa no se despegó de su rostro incluso cuando JiMin trataba de evitar el contacto visual o físico con él, eso a JiMin le pareció insistente.

Asintió con la cabeza aun manteniendo su voto de silencio y ambos entraron en el cuarto, era bastante sencillo y tenía lo necesario para poder vivir. Una cama al lado de la ventana, un escritorio frente a ella y un armario enorme en la esquina, de sobra para el menor. Gracias a Dios el verano estaba comenzando y no tendría que estresarse con estudios y mudanzas de un sitio a otro.

—No eres muy hablador, ¿verdad? —JiMin abrió los ojos como platos mientras le daba la espalda a su nuevo hermano aprovechando que no podía verle y permaneció callado—. Aun así espero que podamos llevarnos bien —cerró la puerta tras de sí y el pelinaranja se quedó solo en su nuevo cuarto, sin saber qué hacer o cómo comportarse.

En lo primero en lo que pensó fue en mandarle un mensaje a TaeHyung, que le había amenazado para que le avisara en cuanto llegase a su nuevo hogar para contarle todo, pero le estaba dando una pereza increíble y terminó tirado boca arriba en su nueva cama. Y es que sí, todo era completamente nuevo en ese momento.

Se giró hacia la ventana, lo bueno era que podía ver la calle sin necesidad de levantarse y sería agradable ver el exterior nada más despertar por la mañana; le dolía demasiado la espalda, ese último golpe contra los pies de su cama vieja le había dejado molido, así como completamente aturdido por la sorpresa. Ese día JiMin dejó la casa que había conocido por dos años y a esa jodida familia que le había hecho perder calidad y esperanza de vida.

Al final se decidió por mandarle un mensaje a TaeHyung para explicarle sin mucho detalle cómo iban a ser las cosas a partir de ese momento, lejos el uno del otro.

Para: TaeTae

He llegado. Esto es demasiado raro, quiero volver contigo, ayuda.”

A los pocos segundos una vibración le notificó la llegada de un nuevo mensaje y recogió el teléfono para echarle un vistazo.

“Para: JiMin

¿Qué tal? ¿Tan malo como creías?”.

“Para: TaeTae

Es muy extraño. Los padres son bastantes…enérgicos, y tienen un hijo mayor. Son demasiado cariñosos y es incómodo. Espero que esto salga bien”.

“Está bien, escucha. Ahora no puedo hablar, pero mañana te llamaré y me lo contarás todo con pelos y señales, ¿está bien? Adiós”.

Lanzó con suavidad el móvil sobre la cama de nuevo y permaneció con su postura hasta que la puerta de su habitación volvió a abrirse a su espalda y un bufido molesto salió de sus labios.

—¿JiMin? Me voy, me pasaré por aquí en un par de días para ver cómo va la cosa, intenta ser sociable por favor —el aludido respondió con un “uhmm” pero no se dio la vuelta—. Tienes que aprovechar esto, no habrá más familias buenas si te cierras de esa manera —y se fue, cerrando tras de sí.

MinSik tenía razón y el menor lo sabía, pero era tan difícil y tan cansado el tener que adaptarse continuamente a una nueva situación que al final había decidido ahorrarse el trabajo y evitar hacer más vínculos de los necesarios. No consideraba a nadie de su familia salvo a Tae, y en ese momento no estaba con él, por lo que iba a adquirir la afectividad del cactus. O eso quería hacer, hasta que la dichosa puerta volvió a abrirse y JiMin sintió un cuerpo apresar el suyo en un abrazo sobre la cama.

Como acto reflejo saltó al otro extremo de la superficie blanda con su cola erizada y sus orejas alerta, sus ojos se volvieron amarillos y sus colmillos se hicieron más grandes. Iba a asesinar al próximo que se le acercase tanto.

—Woah, cálmate —susurró el mayor de los dos con algo de miedo y arrepentido por haberle asustado, lucía como si quisiera matarle—. Lo siento, solo quería jugar —sonrió sonrojado y levantó sus manos en señal de paz. HoSeok le recordaba a un cachorrito juguetón e irritante como los de su primera casa de acogida, tres o cuatro pequeños zorros que se empeñaban en agarrarle la cola y tirar hasta hacerle gimotear de dolor, pero al fin y al cabo, buenas personas. Lástima que su madre muriese y tuvieran que dar a JiMin en adopción.

—Eh, lo siento —trató de acercarse al cuerpo alertado a unos pocos metros de él pero JiMin se estiró hasta el borde para que no pudiera tocarle y por poco le muerde la mano—. Esto sí que empieza bien —se dijo a sí mismo mirando al techo—. Perdona, es que estoy algo nervioso y eres muy adorable —el pelinaranja se relajó un poco, lo justo para no caerse de la cama si se movía, y le dio una palmada en la frente, aprovechando que estaba tumbado boca arriba.

—N-No soy adorable —refunfuñó—. No me gusta el contacto físico y no me conoces —aseguró ya con más confianza y determinación, tenía que marcar una línea divisoria entre ambos antes de involucrarse demasiado.

—Bueno —se quedó por un momento pensativo mientras miraba al híbrido—, dirás eso hasta que pruebes estas dos bellezas —mostró sus manos al techo y le observó con gracia y una sonrisa, JiMin esa no se la esperaba—. Mi novia dice que hago masajes muy buenos —y la tranquilidad que el menor había logrado adquirir tras el susto, se desvaneció, y no supo por qué.

La repentina mención de su novia en la conversación hizo que se le erizase la piel de la nuca y que su sangre comenzase a hervir. ¿Y ahora qué mierda le pasaba?

—No es n-necesario que me lo demuestres —dijo en bajo, y se levantó de la cama finalmente, para ponerse a recoger su ropa y meterla en el armario, que no iba a hacerlo solita—. Uhmm, gracias —su tono de voz descendió hasta el suelo—, por a-adoptarme y eso —tras sus palabras el silencio reinó en la habitación, al menos hasta que los brazos de HoSeok volvieron a rodearle por la espalda y apoyó su cabeza en su hombro.

—¡No puedo evitarlo! ¡Mírate! —más que enfadarse, el pelinaranja se rio por la ocurrencia repentina del mayor, y a la vez le hizo sentirse realmente extraño con toda la situación—. Espero que te sientas como en tu casa, ahora somos tu familia —a JiMin se le atragantaron las palabras en la garganta, él no tenía ni casa ni familia, y tampoco le hacía falta.

—¿Crees que podrías —preguntó algo cortado en un hilo de voz— apartarte un poco? —terminó la pregunta y el frío de la habitación le golpeó cuando se apartó de su cuerpo rojo como un tomate—. Gracias —siguió guardando y ordenando sus cosas y no se dio cuenta de cuando su nuevo hermano mayor se había ido de allí y de cuando dieron las ocho y media de la noche y su estómago pedía alimento.

Para esa hora ya había terminado de organizarlo todo casi por completo y su estómago estaba rugiendo por comida, así que se asomó con cuidado por el marco de la puerta y esperó a escuchar algún sonido que le sirviese de guía. Todo estaba en silencio, salvo por las voces de HoSeok y de su madre en la cocina, ambos sonaban emocionados como adolescentes por su grupo favorito y JiMin supuso que era por él. Eso le incomodaba en cierta forma, no le gustaba ser el centro de atención y en aquel momento no le quedaba otra, era la atracción principal del día, por no decir de la semana. Sabía que estaba fuera de lugar ahí con esas personas que no conocía y deseaba poder marcharse, no obstante le había prometido a MinSik que se quedaría y trataría de juntarse con otras personas.

Al entrar en la cocina dos pares de ojos se centraron en su persona y el menor tragó saliva sin moverse de la entrada.

—Y-yo uhmm —vaciló ante sus palabras porque no quería molestar, aunque HaNeul debió descubrir lo que trataba de decir ya que se levantó de la silla a la velocidad del rayo y comenzó a bombardearle con preguntas, al pobre híbrido no le daba siquiera tiempo a pensar una respuesta coherente—. ¿Podría comer algo? —madre e hijo se miraron anonadados ante la timidez del felino en la que era su propia casa desde ese día y sonrieron a la vez.

—Por supuesto, cielo. Es tu casa y vamos a alimentarte, ¿te gusta algo en especial? —colocó su mano sobre su hombro y le dio un ligero apretón para transmitirle la máxima confianza posible.

—Cualquier cosa estará bien —le respondió con una sonrisa, y se percató de que HoSeok no había apartado su mirada de él desde que había entrado en la cocina. Eso le puso algo nervioso, y empezó a ronronear sin casi darse cuenta.

—¿Cómo haces eso? Suena reconfortante —el mencionado agarró la esquina de la camiseta del menor y le arrastró hasta que quedó sentado en una silla a su lado; su madre rio por la oportuna pregunta pero se mantuvo callada mientras cocinaba.

—Es natural supongo —tartamudeó—, me pasa cuando estoy a gusto o incómodo —hizo una mueca con su rostro que le dejó claro al moreno que en ese caso, no era la primera opción la que se estaba dando y se alejó un poco para darle espacio.

—De todas formas es agradable —le sonrió.

Nadie dijo nada más el resto de la cena, por lo menos hasta que la comida estuvo en la mesa y HaNeul se soltó la lengua con preguntas sobre la vida de JiMin. Era extraño para el menor que alguien intentase entrar tan de lleno y de repente en su vida. Le costaba admitir que, de vez en cuando, era agradable hablar con personas nuevas sobre cualquier cosa; solo el mero hecho de relacionarse le resultó algo agradable. Era un buen comienzo.

20 de Março de 2019 às 13:07 0 Denunciar Insira Seguir história
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