escritoraatiempoparcial20 MIRAVEN Escritoraatiempoparcial

Considero que la parte más difícil tras escribir un pequeño relato es “la sinopsis”. No me avergüenza decirlo, las líneas exiguas que delimitan el contenido y atraen la atención del lector son toda una proeza. Sin embargo, continúo en la lucha por presentar una decente. Esta es la historia de dos personas que compartieron un reloj de arena, pese a encontrarse en los extremos opuestos de su existencia.


Conto Todo o público.

#tiempo #amor #amistad #religion
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Juventud

Mi nombre es Rafael, tengo setenta y muchos años, y llevo ciego casi una década. La verdad es que no sé cómo luzco hoy en día. Mi mujer habla de mi aumento de barriga, canas y arrugas, y sin embargo, no podría confirmarlo; ella siempre tiende a exagerar las cosas.

Aún con todo esto, reconozco que mi vista es mejor que hace años, todo es más hermoso a través de sus ojos. Desde que los míos son blancos ella me describe todo lo que nos rodea. Es una gran relatora y evita que me pierda o desentienda. Resulta paradójico descubrir la belleza ya, cuando la luz y los colores, son imperceptibles a la retina.

Nos gusta pasear por las calles mientras Pepi me habla de las personas que pasan junto a nosotros. Siempre habla de ellas con respeto y cierta admiración, un acto envidiable, en el buen sentido de la palabra.

Disfrutamos de la vida. Son muchos años de matrimonio, pero para nosotros solo han pasado unos instantes. Tenemos hábitos, como cualquier pareja de casados; el nuestro en particular es salir a desayunar todos los domingos, al mismo bar que hace cincuenta años. Nos tomamos un café y degustamos de una tostada sencilla: pan, aceite y tomate.

A continuación yo pago, sacando el billete que no puedo ver, de la cartera vieja, que sí puedo recordar, y el camarero nos da nuestro cambio sin estafarnos —bueno, al menos eso espero— ya que el chico es nuevo y aún no lo conozco como a su jefe.

Por último caminamos de regreso a casa, pasando irremediablemente por la iglesia del barrio. Yo siempre pretendo no ser consciente de que estamos frente a ella, no obstante, es imposible hacerse el ciego frente a mi acompañante, que se detiene unos segundos ante la estructura pidiéndome y exigiéndome nuestra incorporación a la misa. Galante yo, doy en cada ocasión mi brazo a torcer y entramos a escuchar la palabra del Señor.

Dentro de la iglesia, saludamos a nuestros conocidos de toda la vida, minutos después el padre expone su conversación habitual sobre el bien y el mal. Ahora que soy ciego y mis ojos no se despistan con el físico y los gestos de la gente, comprendo mejor las palabras de las personas, y puedo jurar que el relato del padre es exactamente el mismo cada semana. Sin embargo, como buen marido, finjo equivocarme e intento encontrar las variedades entre las semanas.

No obstante, no todo es malo, hay un momento distintivo en cada ceremonia, el famoso "daos la paz del Señor". Es el momento es que diversas personas se dan la mano entre ellas y se desean la paz, lo curioso de dicho gesto, no es decirse "la paz" o darse la mano, en mi caso, es quién me la da.

Mi mujer continuamente toma mi mano y la ofrece a las personas que nos rodean. Ellos la toman y la estrechan de diferentes maneras. Me divierte conocer los distintos tactos, tamaños y formas de sus manos o con qué firmeza o delicadeza la aprietan. En ocasiones puedo identificar sus manos y saber que ellos ya me han tocado antes. Es una grata sensación que me llena de júbilo.

Recuerdo con especial cariño la mano de una jovencita. Su mano era cálida, pequeña y muy suave, el entrelazo con ella fue tierno y dulce, muy gentil, muy cuidadoso y sumamente respetuoso. Sin poder evitarlo le di las gracias tras separar nuestras manos y la sentí marchar. No supe cuál fue su reacción, pues las palabras salieron de mi boca después de que Pepi soltara mi mano y estrechara la suya, con la de otra persona, por lo que mi querida esposa no prestó especial atención a la muchacha.

Desde entonces he esperado volverla a encontrar. Su caricia humana y sincera me recuerda a la juventud.

22 de Fevereiro de 2019 às 08:00 3 Denunciar Insira Seguir história
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Flavia M. Flavia M.
¡Hola! Soy Flavia, embajadora en la plataforma. He entrado a revisar tu historia para verificarla, pero antes de eso es necesario que corrijas algunos detalles en la ortografía, puntuación y en la estructura de los diálogos (usar raya de diálogo y no guion por ejemplo). Una vez realizadas las correcciones puedes responder mi mensaje y yo regresaré a verificarla. Por el momento la dejaré "en revisión". Cualquier cosa, no dudes en preguntarme. Saludos :)
April 13, 2019, 22:08

H Hamlett
Excelente! Te invito a leer mis historias. Cualquier crítica o comentario te lo agradeceré infinitamente!
April 02, 2019, 01:26
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