montserrat-orozco1544316090 Montserrat Orozco

Esta historia esta inspirada en hechos reales. Escribí este relato para un trabajo de mi taller de Literatura el cual asisto, fue alabada por su estructura y contenido, espero que la lean. Un breve resumen es del castigo de un amor prohibido, por la traición y lo profunda que es la mente humana.


Conto Impróprio para crianças menores de 13 anos.

#romance #concurso #crimen #asesinato
Conto
1
5.8mil VISUALIZAÇÕES
Completa
tempo de leitura
AA Compartilhar

Muñeca bonita


Los afectados por la locura del amor, están todos ciegos.

Sexto Propercio (47 a.C. – 14 a.C.) Poeta latino

Cierro los ojos y recuerdo su voz varonil pronunciando ese dulce apodo a mi oído "mi muñeca bonita", un seudónimo bastante pirata, un alias que hemos escuchado en las típicas películas románticas o canciones de amor para dedicar a la persona que se roba nuestra atención, sueños y pensamientos, que podíamos gastarnos ese tiempo que le dedicamos en cosas mas productivas que el amor. Un "sentimiento" que, en realidad, no existe, que solo es un producto de nuestra cabeza tratando de buscar un consuelo, un hombro en que llorar, una hoja en donde escribir, un lienzo en que pintar, un piano para tocar las dulces melodías, un suelo en que pisar o una cama en donde descansar.

Mi historia de amor es trágica. Casi igual al de Romeo y Julieta, que por el dinero, clases sociales y circunstancias tuvieron que tomar la decisión de quitarse la vida. Solo que esta vez, existía una barrera entre nosotros dos, muy grande, mas grande que el muro que Trump piensa construir, mas grande que la gran muralla China, mas grande que el Océano Pacífico. Existía ella. Ella, era la razón por la cual era amiga antes que amante, la conocí en el jardín de niños, la etapa donde sueñas a ser una persona muy importante, aunque no eres nada, el momento cuando, sí, tenías un amigo imaginario era lindo, la dulce niñez. Dulce como ella. Sus ojos eran gigantes y con un color azul cielo, su cabello era castaño claro, su piel era de porcelana, era muy linda en conjunto, tanto así que sabía que iba a llegar muy lejos, que iba a ser un ejemplo por seguir, ya que, no solo era muy bonita, sino también una persona con mucho intelecto a pesar de su corta edad, la admiraba. Íbamos juntas a todas partes, siempre unidas, a un lado a otro, ella fue mi otra mitad por 10 largos años, hasta hace unos meses.

Recuerdo el día, una tarde amarga donde yo me disponía a salir del salón para irme a mi casa, tomé mis cosas, y salí. Caminé por los pasillos de aquella institución y me encontré con aquella chica de los ojos azules, que corrió hacia mí con una felicidad, que no podía describir. Su boca salió unas palabras que iba a marcar nuestra amistad.

— ¡Ya tengo novio, Alera! – expresó con gran entusiasmo, fruncí el entrecejo adquiriendo curiosidad por saber quién era el chico, la abracé y la felicité. Ya que ese era su mayor sueño, tener un chico a su lado. No la podía juzgar, cada loco con su tema.

La cosa cambió cuando por fin pude conocerlo. Y algo dentro de mí despertó como una llama, mis ojos expresaban pasión al ver el cuerpo de aquel chico. Su nombre era un tatuaje, su voz una canción popular en la radio, todo él era algo que me impulsaba al deseo. Su cabello negro, su piel blanca con unos ojos verdes hacían un conjunto perfecto con su rostro, era muy alto y tenía un cuerpo atlético, ¿a que chica no le gustaría eso? Lo sé, lo que sentía era algo intocable, no lo niego. Trató de ignorar, pero soy una loba deseosa de carne, algo que no puedo negar fácilmente, mi cabeza es un laberinto y mi corazón un rompecabezas y el un genio. Hice lo mejor que pude, pero él era encantador, aun mas conmigo. ¿Acaso soy una mala persona por desearlo? Tal vez sí, tal vez no. No lo sé.

No soy la única que esta mal, él también lo está. Incluso cuando estoy allí o ya me haya ido soy la chica de sus sueños, quiere tenerme, lo puedo oler a muy corta distancia.

La historia comenzó a avanzar cuando ella se fue por un tiempo a una competencia de gimnasia, él era atento, romántico y gracioso conmigo. Me hacia cumplidos en la ropa que me ponía, el maquillaje que llevaba, como reía, como me enojaba, en todo. Allí empezó la destrucción de mis sentimientos cuando me dijo:

— Mi muñeca bonita – dijo algo risueño, solté una pequeña risa de nerviosismo.

— No deberías de decirme eso – contesté ante su apodo – eres el novio de Diana. – traté de negarme.

— Lo soy – dio un paso hacia mí, me plantó uno de esos e hizo que no recuerde por unos momentos de Diana. Algo que era muy malo.

Luego las escapadas y mentiras reinaban en el ambiente, donde los mensajes de Diana me llegaban de relámpago, diciéndome lo triste y preocupada que estaba de su amado Alan.

"No me ha llamado" me decía con emoticones de preocupación. "¿Le habrá pasado algo?". Era una inepta, era fácil de engañarla.

"Tal vez está en algún partido, o está con sus amigos. Ya sabes que le gusta estar con ellos" La consolé, me sentí falsa y mala por un momento, ya que lo tenía a un lado, besando mi mejilla tratando de esquivar mi atención hacia Diana.

Llegando a mi recamará. Sintiéndome sucia, una vez más. A su lado era agradable, pero al pensar un momento en lo que estaba haciendo era muy malo. Al día siguiente, veo la manera en como la abraza, como la besa, y en como le dice con sus perfectos labios.

— Te amo, Diana – rodeó los ojos y trató de cambiar el tema.

— Se ven bien juntos, chicos – elogié la escena de amor. En mi cabeza volví a pensar en lo bien que se vería el conmigo, pero la voz de Diana resuena en el ambiente.

— Claro, si Alan estuviese mas tiempo junto a mi – decía ella mientras jugaba con sus dedos – ya que siempre está "ocupado" – ignoraba aquella escena y traté de pensar en excusas para irme.

— Vas empezar Diana – dijo Alan enojado, mas bien indignado. La típica reacción del novio ofendido – odio cuando te pones en ese modo.

— Mejor me voy – tomé mis cosas de forma repentina, sabiendo que iría a nuestro escondite.

— ¡Ves lo que hiciste! – gritó Alan y traté de ignorarlos - ¡siempre tienes que hacer esto!

Qué curioso, pensé. Solo con unas cuantas palabras hice el caos. Pero luego los pensamientos me invaden, como siempre. Algo que detesto y que odio, bueno odiaba. Saber que ella tiene algo que yo no tengo me hace enojar, saber que ella lo tendrá y lo podrá presumir frente a sus amigos y familiares algo que no podre obtener, algo que no es para mí, ya que soy el plato de segunda mesa. Me siento mal con eso. No lo niego, soy un ser humano por lo tanto tengo sentimientos y sé que me lo merezco por ser una cerda con la persona que me brindó su amistad, su tiempo y su cariño que soy desleal y que debo de recibir el peor de los castigos por hipócrita, mentirosa y engreída. Lo peor del asunto es que jamás dije nada, nunca dije la verdad y por ello estoy aquí.

Desearía tenerlo solo una vez para saciar mi sed, sé que es imposible, ya que su corazón le pertenece a otra y ella es la razón por lo cual pierdo la cordura y me sumerjo en mis pensamientos. No lo niego. El es el chico que se roba mis suspiros y mi aliento, sé que no debería pensar en el y olvidarlo es lo mejor, pero es la pasión que en mi reina y caer en ella es algo que no se niega fácilmente.

Una duda por mi cabeza comenzó a circular, ¿Qué pasaría si yo fuese Diana?, ¿si yo fuese la chica que tenía un novio y que me estuviera engañando con mi mejor amiga? ¿Qué haría yo? La respuesta era clara, por supuesto mandaría al diablo a la chica y a mi novio, sin importar de que ella fuese mi mejor amiga, por lo tanto, yo era una mala persona con Diana, estaba cometiendo un error, un grave error.

La pelea de aquella tarde fue el nuevo indicio de que otra guerra iniciase. Una guerra que acabó con la coherencia, con la paciencia, con todo. Como cualquier otra disputa, inicia con un error, un momento en donde las situaciones y las palabras no fueron las correctas, algo iba mal.

Ese día de marzo, en donde el sol se ponía de diferentes tonalidades de naranja y el viento movía las hojas de los árboles haciendo un sonido ambientador, estaba sentada a lado de mi mejor amiga, mirábamos a las personas caminar en aquel parque, a niños jugar con los juegos didácticos construidos, admirando el paisaje. Su dulce voz, suena.

— ¿Te has preguntado...? – inició llamándome la atención - ¿Cómo es la muerte? – fruncí mi ceño adquiriendo curiosidad.

— La muerte – musité – pues, no. Bueno sí. Pienso que pues es como dormir.

— ¿Dormir? – repitió lo que ya había dicho.

— Si, ya sabes. Cerrar los ojos y descansar. – su cabeza giró hacia mi, lentamente, mirándome a los ojos, me sentía culpable.

— Que bella manera de morir – dijo con una leve sonrisa - ¿Cómo te gustaría morir?

— ¿Qué preguntas haces, Diana? – dije de una manera para cambiar el tema – sí que ves mucho Netflix. - bromeé

— Respóndeme – me exigió, me quede perpleja ante su reacción.

— Pues, tal vez cuando sea muy vieja, unos 80. En una cama muy cómoda, que ya haya cenado y no lo sé, dormir.

— ¿Piensas que lo ultimo que vas a hacer es dormir? – me cuestionó de una manera que en ese momento me sentí una vaga que se echa a dormir todo el día.

— ¿Me vas a seguir criticando por mi peculiar forma de morir? – bromeé- bien, cambiemos de tema. Dime otra cosa.

— Bien – dijo ella asimilando en la manera en como cambié el tema – Alan.

— ¿Qué tiene el indio pata-rajada que ver con esto? – Volví a bromear.

— Mucho. – Musitó. – Me ha estado dejando plantada bastante tiempo, y no sé el por que. -Volteo a verme lentamente, como si supiera lo que me temía, traté de no parecer un conejo asustado.

— ¿De qué hablas? – Murmullé, ella me veía fijamente a los ojos, tenía miedo.

— De nada...- Dio una larga pausa para luego comenzar a sollozar. – Solo es que, a veces no me creo lo suficiente para él. Me creo una inútil que no puede hacer feliz a nadie. – Su tristeza se empezó a prolongar. – Me siento una basura, una fea que no sabe hacer nada bien. – Rompió en llanto, me dolió hasta el alma verla de ese modo, lo más triste es que yo era la causante de ese dolor, yo era su verdugo. – Desearía ser especial.

— Lo eres. – Coloqué mi mano en su hombro. – Para mi lo eres. – Ella no se consolaba con mi cariño y ya sabía lo que tenía que hacer.

Días después, busque a Alan. Tratando de hablar con el para poder componer este asunto que me volvía una loca. Lo encontré en la cancha de futbol soccer, hablaba con sus amigos como si fuese el líder. Para darme cuenta de que se veía ridículo, parecía Narciso ante su reflejo. No lo niego. Sería un perfecto Narciso, pero un Narciso con una hermosa novia que no valora y prefiere irse con su amiga.

Tenía una respectiva distancia de él, mis mejillas estaban ardiendo como el fuego, mis piernas flaqueaban y mi corazón se detenían. El volteó, me vio y se despidió con sus amigos para irse conmigo, corrió hacia a mi con una extensa sonrisa.

- Hola, mi muñeca bonita. – Me saludó. Trataba de tener una mirada de pocos amigos. - ¿Qué pasa? – Dijo preocupado.

- Tu novia, Diana. – Respondí. – Necesita que le pongas atención.

- Ni que fuera perro. – Me respondió un poco enojado.

- No es un perro, pero ella está mal. Está deprimida y necesita que estés a su lado. – El me rodeo los ojos en señal de molestia.

- ¿Tengo opción? – Negué con la cabeza. - ¿Otra cosa?

- No, nada. – Respondí. Me sonrió. El aire corría por el prado haciendo que mi cabello se moviese, con su mano me quitó el cabello de la cara.

- Eres demasiado buena para ella, mi muñeca bonita.

Así pasaron los días después de nuestro pequeño acuerdo. El estaría con Diana y yo sola. El intercambio no me gustó, lo odie cada segundo. Mirarlo a él con ella, tan campantes, como sí mis sentimientos no existiesen y fuesen una imaginación. Me dolía cada momento en el que ellos se demostraban su amor a base de caricias, besos, palabras y abrazos, unos celos apoderaban mi cuerpo y mis pensamientos. Diciendo: "Si Diana no existiera él y yo estaríamos juntos". Pero, al darme cuenta de mi gran cambió de actitud me espantaba de mi misma y trataba de ignorar aquellos pensamientos psicópatas, ya que, tan fácil era acabar con todo que, con solo desearlo, eso ya era un hecho.

Los días se convirtieron en semanas, y pude apreciar el gran cambió de Diana. Como si, algo estuviese mal dentro de ella, si en su mente hubiera un extraño virus que le hiciera decir cosas fuera de sentido. Como, cuando empezó a decir que todos los profesores están enfermos y que ella puede ver su enfermedad a través de su anatomía, también cuando dijo que todos nuestros compañeros estaban locos y que necesitaban hacerles una lobotomía para abrirles el cráneo y sacarles un pedacito de su cerebro. Ver su interior. Saber como era el cerebro humano, explorar, observar, analizar y tal vez divertirse con él.

La situación de Diana empeoró cuando poco a poco el brillo de sus hermosos ojos azules iba desapareciendo, viendo huecos en ellos, como si le quitasen la mitad de su cuerpo, parecía rota. Algo que me espantaba. Luego, su cabello empezó a marchitarse, no se desenmarañaba, el color se torno gris, su piel blanca como la nieve, unas impresionantes ojeras comenzaron a salir, sus uñas eran cada vez mas cortas, su aroma antes era a rosas, pero luego se transformo en un olor a viejo y putrefacto y, además, su actitud cada vez daba mas miedo. Recordaba los momentos en que cada persona que conocía se enamoraba si o si de ella, ahora, aquellas personas que decían amarla la han dejado aun lado. Incluyéndome a mí. Hablar con ella era como hablarle a la pared, ya que no me respondía o seguía con mi conversación, sino que cambiaba de tema, también su dialecto empeoro, no se le podía entender nada porque empezó a hablar de manera muy rápida que no le podías seguir el juego.

El ambiente era gélido, frío, confuso. No sabía lo que estaba pasando. Estaba confusa, ya que mi mente es como el mar, misterioso, grande, lindo, pero da miedo. ¿Qué puedes encontrar en el fondo del océano?, ¿habrá mas animales marinos?, ¿Qué es la zona obscura que se encuentra en los mas profundo? No lo sé. Ya no sé nada, lo único que puedo decir es que estoy harta de vivir engañada. Por qué seamos sinceros, Alan no me ama, nunca me amó. Digo esto porque si realmente me amase como tanto lo decía, hubiese dejado aun lado a Diana y se hubiese concentrado en mi pero las falsas promesas reinaban el ambiente, como: "Estamos peleados, ya terminare con esto", "juro que esta es la última vez que la beso enfrente de ti" o "no volveré a verla"

Me harta. Todos me hartan. Odio a todos. No lo niego, aunque la palabra "odio" es muy fuerte pero la palabra "amor" también lo es, aun mas si hablamos de mi caso, en donde esos dos sentimientos hacen una canción para hartarme hasta que me vuelva loca y cometa una locura. Como el caso de Natsumi Tsuji, la chica que asesinó a una de sus compañeras por que le dijo gorda, la degolló en la escuela y luego volvió a clase como si nada hubiese pasado, toda llena de sangre, con un suéter de Nevada color morado, una mirada vacía y un bisturí en la mano. Era algo impresionante como una sola palabra pudiese trastornar una mente sana. Y en mi caso, en como con solo un apodo tan ridículo me hiciese pedazos.

Recuerdo aquel día con claridad. Como una película vieja de nuestra infancia, que nos trae recuerdos muy bonitos, lo malo es que todas las películas tienen un final, y este es el final.

Eran las 7 de la noche, la luz del sol había decidido no aparecerse hasta el siguiente día para iluminarnos a todos. A todos excepto a mí.

Ese día me dispuse ir a casa, para descansar principalmente, era un viernes 23 de marzo del 2018. Quería irme a dormir, estaba muy cansada por correr los kilómetros que siempre me propongo hacer en el parque, el sudor me corría por la frente y mis piernas me pesaban, escuchaba a lo lejos a los grillos cantar haciéndome sentir aun mas agotada. Caminé unas cuantas cuadras más y entré a casa. Estaba sola, mis padres habían decidido irse a Guadalajara, ya que habían operado a mi padre, nada de que preocuparse, era una operación del apéndice que fue un éxito. Solo faltaba unos días más de recuperación.

Subí a mi recamara, me quité la ropa y me metí a bañar. Nada fuera de lo común. Después de ello, había decidido cambiarme para irme a dormir, fui a la cocina a cenar, comí, me subí y me dormí.

Si hubiera tenido mas razonamiento. Un poco mas de coherencia, atención, reflejos y otras cosas, tal vez estaría aun mejor.

La luz de la luna hacia brillar mi habitación, lo cual hacia aún más cómodo el ambiente y mi sueño era mas ameno, pero luego unos pasos se escuchan a lo lejos, trató de ignorar aquellos ruidos extraños, solo me concentro en dormir en mi cama cómoda, trató de aún envolverme de en ese sueño profundo que hace que al día siguiente no lo recuerde, que se me olvide. Mi pecho subía y bajaba acorde a mi respiración, sentía el calor de mis sábanas y el sentir de mi piel tocando el colchón.

Trató de ignorar todo, unos fríos pasos congelan el ambiente, me hacen estremecer, me quita el sueño. La puerta se abre, ella entra con una sonrisa retorcida, en su mano contiene un puñal, ella camina lentamente hacia mí, tratando de no hacer ruido, aunque sé que está allí. Lo que no sabía es que desde el principio me quería muerta.

— Él es mío ahora. – Murmulla en mi oído, levanta el puñal y me lo clava en el corazón. El dolor hizo que mis ojos se abrieran como plato, ella se reía de mi expresión, mi vista se nubló, poco a poco iba perdiendo la noción del tiempo, la vida se me iba de las manos y no podía hacer nada, el dolor se fue, solo quedo ruina. Ella siguió haciéndome daño. Lo peor es que no me pude defender, no pude gritar por ayuda y lo mas triste es que morí sola, con una asesina a mi lado. Después, llamó a su príncipe azul. – Ella murió. – Dijo sin más, podía escuchar la voz de Alan saliendo del aparato, pero no lo podía comprender. Al cabo de unos 20 minutos, el llegó, lo dejó pasar y me vio, su expresión hizo que me asustase mas de lo que yo ya estaba, se hinco de rodillas, perdido, caído y desesperado. Me dio pena.

— Llevémosla. – Musitó. – Debemos de esconder su cuerpo.

El sonido de su voz masculina hizo que mi alma nunca encontrase paz, ya que, me llevará para que este bajo tierra, que este delito hoy cometido quede impune ante la locura de ambos jóvenes enamorados.

Alan tomó una sábana para envolver mi cuerpo, me cargó con asco y repudio para luego llevarme a la cajuela de su auto. Me dejó allí.

Me di cuenta de que nunca fui importante para el y siempre creí que el me amaba, que sentía cosas por mí, pero todo eso fue una aventura para su deleite y disfrute, que sacrifiqué 10 años de mi vida dándole a amor una persona para luego traicionar como yo lo hice. Se que no me merezco las puertas del cielo, pero tampoco las del infierno. Pero yo no soy la única persona que se merece ese castigo.

El camino fue largo, no sabía donde me llevaban. El propósito hacia sentir escalofríos a cualquiera, de seguro Alan nunca se imagino que tendría que encubrir un delito por amor o por miedo. No lo sé. El siempre fue un misterio, un abismo sin fondo, sin acertijos y sin paradero. Manejaba con terror, me di cuenta de este hecho por la velocidad, el no sabía que hacer, se metió a la boca del lobo por cuenta propia y se arrepintió.

Al fin pude sentir que el auto poco a poco frenaba, habíamos llegado. Alan abrió la cajuela para sacar mi cuerpo moribundo para por fin ocultarlo de la justicia. Me cargo para llevarme a las profundidades del bosque con mi verdugo. Caminaron alrededor de un kilómetro, Diana parecía un buitre a lado de su amado, no quiso que se despidiese de mi, era una perra conmigo incluso muerta.

Por fin llegaron a un punto del bosque, la luna brillaba como nunca, lástima que en vida no pude admirarla como debería ser. Alan me tumbo en el suelo, quito un poco la sábana de mi cuerpo para ver como me había dejado, parecía triste. En ese momento, pude admirar el desconsuelo de aquel chico, algo que durante todos estos meses nunca había visto. Se hinco para verme mejor.

— Eras mi chica de ensueño y te lleve a mis pesadillas. – musitó – Ella no podía dejarte en este mundo sucio, ¿verdad? – un comentario bastante ridículo, ya que estaba hablando con un muerto – Siempre serás mi muñeca bonita.

El chico se levantó y se alejo de mi por un momento me di cuenta los verdaderos sentimientos que se alojaban en su alma. Era un buen chico, pero la pasión hizo el tormento de este navío. La noche que pasé era fría, mi cuerpo era tenue ante la situación. Recordaba sus ojos tristes y decaídos, el brillo verde que adornaban su pupila había desaparecido, no comprendía si el amor que el tanto prometió dar se fue junto con mi vida o se quedaría con mi alma que aun navega este maldito océano tan obscuro y profundo que ningún número puede medir. Soy la capitana de este viejo barco que apenas puede sostenerse, aunque no hay ninguna brújula para guiarme llegar a la orilla del cielo finito.

El amanecer apareció por los árboles, iluminando mi cuerpo descomponerse, llenándose de bichos comiéndose mi carne y depositando sus pequeños huevos dentro de él. Me daba tristeza verlo de esa manera, ser la nueva casa de alimañas. De pronto, veo a lo lejos a un hombre con un hacha en sus manos, al parecer era un leñador, que estará a punto de ver mi cadáver, ante este hecho, mi predicción resulta cierta y este se asombra al verme. Sin antes haber vomitado por el olor de los diferentes gases que mi cuerpo desprendía y por la sangre que se encontraba en mi sábana.

— ¡Ayuda! – decía asustado – ¡han matado a una chica! – corrió por el lado contrario del bosque. Mínimo me darán velorio.

La policía determino mi caso como un crimen pasional por la cantidad de veces que me apuñalaron y la profundidad de esta, que en total fueron 117. También, la persona que me dejó en el bosque no quería que muriera por que oculto mi cuerpo con una sábana porque no quiso ver mi rostro muerto. Luego vino lo mas difícil, la llegada la morgue, en donde mi madre vera mi cuerpo para poder reconocerlo. El día se volvió obscuro, cuando vi a mi madre acompañada con un forense para reconocerme, la mujer llevaba un pañuelo y su maquillaje estaba corrido. Aquel hombre quitó la bolsa que protegía mi cuerpo, después existía el llanto y los lamentos desde la boca de mi mamá. Después de allí, vinieron los días del juicio. Determinaron que Diana tenía psicosis y la mandaron al manicomio, mientras tanto a Alan le dieron 5 años de prisión por ser cómplice de un homicidio y evadir a la policía cuando intento irse del país.

A continuación, vino la desgracia. Mi desgracia. En donde mi madre lloraba y gritaba en mi velorio a lado de mi ataúd, pidiendo a Dios que me regresara para poder sentir mis abrazos y mis besos, que volviese a ser su niña, escuchar mi risa de nuevo, ver mi sonrisa, despedirse de mí. Y yo, tratando de decirle que Dios no existe por que me dio este destino tan cruel. O tal vez me lo merezca por ser una perra... no lo sé.

Soy todo y nada al mismo tiempo. Me envuelvo en un espacio infinito en donde mis pensamientos son nada, en donde soy la voz que pide ayuda en la cabeza de mamá y la sombra que corre en la casa de papá tratando de ahogarlos en mi recuerdo, soy el escalofrío que recorre la espalda de todos aquellos que me nombran para invocarme, soy el frío del invierno y el calor del verano, soy el 50 de 100, estoy a la mitad del camino hacia un mundo negro e ilimitado con otros desgraciados que pagaron mí mismo delito. La pasión. El amor que yo le di simplemente fue demasiado para mí. Ahora, estoy encerrada en un pequeño cuarto lleno de lombrices y escarabajos que quieren devorar mi cuerpo como aquel chico que ahora se encuentra pagando la condena de su destinó igual que yo, solo que el aún existe esa sensación que en mi antes habitaba. Que era la vida. Lo mas triste es que jamás seré su... muñeca bonita.

10 de Dezembro de 2018 às 18:53 0 Denunciar Insira Seguir história
0
Fim

Conheça o autor

Comente algo

Publique!
Nenhum comentário ainda. Seja o primeiro a dizer alguma coisa!
~

Histórias relacionadas