Tuvieron la desgracia de coincidir, en el mismo lugar.
No se lo esperaban. Y tampoco lo deseaban.
O tal vez... eso intentaban pensar.
Era un hermoso día de diciembre.
Se acercaba la fecha, en la cual, cierto grupo de amigos, celebrarían la navidad.
Victoria hubiese deseado tener el entusiasmo de su hermana, pero no pudo.
Ver a Gabriel otra vez, causaba que su corazón latiera adolorido.
Eran esos encuentros, que prefería evitar.
Esos encuentros, cuyos recuerdos eran dolorosos y al mismo tiempo, los más hermosos.
_ Ho... hola_ saludó Gabriel, débilmente.
Su ex... y por aquellas malditas casualidades de la vida... el actual prometido de su hermana.
_ Hola_ saludó Victoria, vagamente.
Con rapidez rodeó la mesa, ubicada al medio de la cocina, para llegar al refrigerador.
Había deseado beber algo caliente, debido al frío que comenzó a invadir la cabaña; mas al ver aquellos ojos negros, otra vez, rápidamente perdió el control.
Las manos le temblaban.
Intentó camuflarlas, al abrir la nevera, mas Gabriel pudo notar su nerviosismo.
La conocía bastante bien, pese al tiempo, en el cual, ella intentó evadirlo por todos los medios.
_ ¿Te sientes bien?_ le preguntó, intentando sonar despreocupado.
_ Ah... sí. Normal_ respondió la mujer, agarrando con torpeza, una lata de cerveza y cerró con una brusquedad innecesaria, el refrigerador.
Otra vez silencio.
Un silencio incómodo, para los dos.
Aprovechó el momento, para salir apresuradamente, mas aquel hombre que alguna vez fue alguien muy importante para ella, la detuvo de un brazo.
_ ¿Por cuánto, seguirás así?_ preguntó Gabriel, tan repentinamente, que Victoria se sobresaltó.
_ ¿A qué te refieres?_ intentó no mirarlo, pero él le levantó la vista.
Sus miradas se cruzaron, después de un año, sin hacerlo.
Y Victoria tragó saliva, al sentir aquel cosquilleo en el vientre, muy familiar.
_ Es duro, pretender... que no nos conocíamos...
_ ¡Ja!_ Victoria se soltó de él con brusquedad y lo miró con enfado_ ¡¿Qué importa eso, ahora?!, ¡te vas a casar con mi hermana!, ¡lo que pasó, es irrelevante! Y es mejor que no lo sepa_ agregó, después_ sería incómodo, para todos... saberlo.
_ Pero..._ el tono de voz de Gabriel, se suavizó, hasta el punto de tornarse muy débil_ detesto, que no me mires a la cara... que... que finjas...
_ Gabriel. Lo nuestro es historia. Punto. Se acabó... ¿vale?
Él la miró, con una mezcla de tristeza y dolor.
En su interior, Victoria se moría, por decirle que no se casara, que volviera con ella... Pero por algo habían terminado.
No podía cometer el mismo error, otra vez.
_ ¡Victoria!_ unos fuertes golpes, anunciaron la llegada de una visita, que ella esperó con urgencia.
Su hermana, sonriente, abrió la puerta; al mismo tiempo que Victoria abandonaba la cocina, para correr hacia el hombre que temblaba debido al frío. Sin embargo, la ancha sonrisa que exhibía, no se lo quitaba nadie.
_ ¡Viniste!_ exclamó Victoria, rodeando el cuello de su novio, con los brazos.
_ Claro que sí... no podía estar lejos de ti, por mucho tiempo_ la abrazó Carlos, ruborizado tanto por el recibimiento, como por el frío.
_ Amor... ¿quién es nuestro invitado?_ le preguntó Gabriel, a su futura esposa, acercándose.
Intentó reprimir la molestia que le causó tal visita.
_ Es Carlos... ¡el novio de Victoria!
_ Oh...
Cuando lograron saludarlo, la pareja fue a la sala de estar; con la intención de dejarlos a solas, por un instante.
Y tanto Victoria como Carlos, respiraron hondo.
_ ¿Hasta cuándo tengo que fingir que somos novios?_ le preguntó, a su amiga, con una ceja levantada.
_ Sólo hasta navidad_ le prometió la mujer, con tristeza.
Carlos la miró, apenado.
Debía admitir, que pretender ser el novio de Victoria, era una idea que le agradaba mucho.
Así tendría la oportunidad de estar con ella, de la manera que siempre deseó.
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