Javo Valderrama Javier Valderrama

Teo es un robot calculista que busca con esmero una falla en lo perfecto.


Ficção científica Todo o público.

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Conjetura

¿Cuál podrá ser la solución? - Se preguntaba a sí mismo una y otra vez el viejo pero eficiente robot de cálculo. Con sus pequeños receptores de luz repasaba una y otra vez la hoja con los resultados anteriores, sin poder lograr responder a su interrogante. “Siracusa” era el nombre del modelo; habían sido fabricados hace cuarenta años atrás por una compañía especialista en robótica en Estados Unidos, cada uno de ellos tiene un código de serie que los identificaba, pero a sus operadores les gustaba darle apodos, en este caso era el de Teo. Todos los que lo conocen por primera vez creen que Teo es el diminutivo de Teodoro, pero la verdad es que se debe a la palabra Teorema, y una vez que ya lo conocen les hace todo el sentido.

Teo fue ensamblado hace treinta años atrás, probando ser el modelo más confiable para realizar cálculos matemáticos complejos, resultado de quince años de mejoras en los modelos anteriores. Estuvo al servicio de diversos organismos estatales y privados siempre con el mismo éxito y eficacia, fue condecorado varias veces dentro del círculo de ingenieros robóticos como un excelente ejemplo del milagro de la ciencia, y objeto de estudio de varios investigadores que argumentaban la existencia de un alma tras la carcasa, ya que nadie sabía que le otorgaba la genialidad que los demás Siracusas no tenían. Durante su existencia se había aplicado en si mismo diversas modificaciones y actualizaciones que le permitieran continuar con su trabajo sin interrupciones, el cual consistía en supervisar a los demás computadores y robots calculistas; esto puede sonar obvio pero algunas veces los calculistas cien por ciento objetivos también se equivocaban y era la labor de Teo descubrir el error. Gracias a su ojo de águila y perfeccionismo, su área se había desempeñado con una eficacia del 100% durante todos sus años de servicio, pero había algo que tiene a Teo intranquilo y es la incapacidad de resolver la conjetura de Collatz.

Muchos lo han intentado, demasiados hombres y súper-computadoras, pero él no era ninguno de ellos, él era el primer androide en intentarlo y no iba a fallar, o eso se propuso Teo mientras seguía mirando la hoja con los cálculos en búsqueda de una excepción o patrones que le diesen la respuesta que a los otros no les había dado. Estaba atascado y una vez más decidió partir por lo lógico, el comienzo. La formula propone lo siguiente: 3n+1.

Esta simple formula plantea que los números enteros son siempre reducibles a uno; si es un número impar se aplica la formula antes mencionada, si es impar es divido por dos, y el resultado final siempre da uno; hasta ahora no se ha podido encontrar la falla en la perfección numérica, y esto molesta a Teo de sobremanera, ya que él y los demás saben que siempre hay excepciones a las reglas, siempre hay un factor especial que sobresale de los demás, es cosa de mirar un poco más allá y Teo estaba determinado a mirar todo lo que fuera necesario para encontrar la anomalía, sin importar cuán grande fuera el número o el tiempo que le tomase; porque además tiene todo el tiempo del mundo, no necesita dormir o darse un descanso, además su actividad neural es setecientas veces más rápida que la humana.

Teo es realmente un milagro mecánico, es consciente de si mismo y sabe que su inmortalidad depende de la cantidad de actualizaciones que requiera para seguir funcionando, es decir, es un falso mortal o como a su programador le gustaba llamarle; un semidiós. Teo jamás se tomó enserio ese título nobiliario, ya que para él los demás no veían la compleja tarea de ser responsable cien por ciento de tu propio sistema de salud; tampoco le agradaba sentirse superior aunque sabía que objetivamente lo era, y por lo mismo no podía permitirse fallar donde los demás si habían fallado, si había algo que lo hacía sentir diferente eran sus logros matemáticos y no iba a dejarse vencer.

¿Y qué ocurría si no lo lograba? Sería despojado de sus funciones y lanzado al olvido, moriría oxidado y reemplazado por una máquina nueva y esa sería reemplazada nuevamente hasta que se solucione lo que tal vez no tiene solución. ¿Y el alma que alberga mis circuitos me salvaría? ¿Me haría digno de la misericordia humana? – Se preguntaba el robot mientras en segundo plano seguía calculado - ¿me permitirían jubilarme? Si fuese así, esta loca carrera contra la mortalidad tendría un final inesperado y esperanzador, bañado por el luminoso halo de la muerte donde su alma vagaría luego en búsqueda de un cielo, él sería el primer robot en cruzar el umbral del más allá. ¿Cómo sería el cielo de los robots?

¿Y si lo soluciona que lograría realmente? Fama, entrevistas, reconocimientos, ser reconocido como el mejor calculista de la historia de la humanidad y luego… la nada. Si no encuentra otro teorema u ecuación que resolver su gran logro de la vida no quedaría en nada, y si lo encontrara y no lograra resolverlo el panorama no es diferente. Callejones sin salida tras un largo recorrer. ¿Vale la pena seguir? Si se detuviese todo su esfuerzo sería en vano, por lo que está en una encrucijada que no permitía mirar hacia atrás, solo seguir.

La vida se podía resumir como un gran problema matemático y el ejemplo perfecto era la infame 3n+1, una muestra de la testarudez de la conciencia la cual buscaba una respuesta a algo que ya estaba resuelto, la incansable necesidad de encontrar la imperfección en lo perfecto y de seguir empujando algo que no debía moverse más, solo para ser reconocidos. El robot con alma se sorprendió a sí mismo por sus pensamientos y decidió dejar en blanco su mente por unos segundos, luego siguió calculando durante toda la tarde y la noche, así Teo siguió fantaseando con su inmortalización en la historia humana. Cuando terminó un cálculo que resultó fallido, se dispuso a pasar al siguiente intento que tan solo le tomaría una fracción de segundo, para luego seguir con el siguiente intento y así sucesivamente hasta que le encontrara la falla a lo que ya era perfecto, no le importaba el tiempo que le tomara, tenía a sus pies todo el tiempo del mundo.

4 de Agosto de 2018 às 19:25 3 Denunciar Insira Seguir história
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Fim

Conheça o autor

Javier Valderrama Estudie cine en chile, me desempeñé como guionista donde reafirmé mi pasión por escribir.

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Leónidas G. Leónidas G.
Excelente historia. A pesar de ser un robot, Teo siente y percibe más que muchas humanos.
March 12, 2021, 14:31
Víctor Fernández García Víctor Fernández García
Wow! Por un momento me ha venido a la cabeza el film AI, con los robots inmóviles, sepultados, aguardando el lento consumirse de la eternidad. En este relato planteas cuestiones de lo más interesantes, como el vacuo intento por moverse de forma perenne en busca de metas, cuando quizá la respuesta sea la nada que nos precede y espera, que deja caer Teo en medio de sus profundas reflexiones. Un relato muy bien narrado, para mi gusto incluso mejor que Paternidad. Pero eso ya es cosa de cada uno... Te seguiré leyendo, un saludo :)
October 16, 2018, 16:58

  • Javier Valderrama Javier Valderrama
    Gracias! Es todo lo que tengo que decir. Me alegra que te haya gustado y espero tu opinión sobre los demás textos. Saludos! October 22, 2018, 19:47
~