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UNA TRAMPA DEL DESTINO

AUTOR: Alberto Suárez Villamizar


Transcurre el mes de enero de 1935 en la pequeña ciudad de Altamira, situada al norte de sur américa.

-Carlos, creo que definitivamente no conseguiremos trabajo acá, a pesar de tantas gestiones, no resulta nada.

-Es cierto Sandra, hemos agotado todos los recursos y no logramos emplearnos.

-Pienso que debemos aceptar la ayuda que nos ofrecieron esos señores, y hacer el viaje a Nueva York, explorar nuevos horizontes. Ocuparnos en algo, ¡así no podemos seguir!.

- Pero el dinero que tenemos no alcanza para que hagamos el viaje juntos. Tendría que ir uno primero, buscar instalarse, y luego saldría el otro y reunirnos nuevamente.


Era una idea que venían madurando desde varios días, luego de conocer a unas personas que por cierta cantidad de dinero se ofrecían a llevarlos al país del norte, aún en condición de indocumentados.


Se podría decir que habían nacido el uno para el otro, juntos habitaron la misma cuadra del viejo barrio de la ciudad que los vio nacer cerca de tres décadas atrás. Asistieron a la misma escuela y adelantaron sus carreras en la misma universidad. Como resultado, al terminar sus estudios y siendo ya mayores se convirtieron en pareja. Habían intentado emplearse, pero las posibilidades en la pequeña población eran nulas, y no veían cambiar la situación a pesar de su insistencia.


Luego de varios días de espera tomaron la decisión: ella iría primero y buscaría emplearse, luego enviaría una carta comunicándole a Carlos su ubicación, y la manera de contactarse cuando estuviera en ”la ciudad de la gran manzana”. El plazo acordado para que él emprendiera el viaje fue de dos meses.


Al decidir el viaje tuvieron en cuenta las dificultades que debían sortear:


Una era el ingreso a ese país como indocumentados, ya que la solicitud de una visa acarreaba unos costos que no estaban en capacidad de sufragar. Sin embargo, conocían la historia de algunos inmigrantes que luego de cierto tiempo de mantenerse como ilegales habían adelantado los trámites necesarios para su permanencia. El otro problema era la comunicación, pero consideraban que poco a poco dominarían el nuevo idioma en forma oral como escrita.


Ella inició el viaje los primeros días del mes de febrero, era una buena fecha, para ese entonces ya habría terminado el invierno. Después de cuatro días de viaje arribó a la gran ciudad buscando cumplir “el sueño americano”. Logró contactarse con algunos inmigrantes y después de unos días se empleó como chef en un pequeño restaurante, con lo cual obtenía los ingresos necesarios para sostenerse y rentar una modesta habitación en la cual habitaría con Carlos, una vez éste ingresara al país. Pasados los dos meses de su llegada – según lo acordado -envío a través del servicio de correos una misiva, donde le contaba cómo había pasado este tiempo y le indicaba la dirección y la forma de contactarse cuando llegara a la ciudad .


Por su parte él desde el momento de la partida de Sandra, se había dedicado a terminar algunos trabajos con el fin de reunir dinero suficiente para el viaje. El tiempo transcurrió, y cumplido el plazo esperó pacientemente la carta que le indicaría como encontrarse ¿ con la mujer que tanto amaba. La misiva no llegaba, y todos los días al indagar por ella en la oficina de correos obtenía la misma respuesta: “No hay correspondencia para usted.”


Desesperado, luego de tres meses de la partida de su esposa se comunicó con quienes la ayudaron a ingresar al país del norte, y decidió emprender el viaje para ir en su búsqueda. La duda lo embargaba y el deseo de no perderla lo llenó de valor.


Su impresión al llegar a Nueva York fue enorme. La ciudad era inmensa, y él estaba habituado a poblaciones como Altamira, su tierra natal de donde no había salido nunca. Se sintió perdido en la gran selva de concreto.


Inició la búsqueda, pero no era una tarea fácil. Además de no contar con una dirección donde hallarla, no conocía el idioma, por lo cual no podía comunicarse con alguien pidiendo ayuda, y debía vivir ocultándose por su condición de inmigrante ilegal. Pensó acudir a las autoridades, pero eso significaba delatarse, por su condición de indocumentados, haciendo que los expulsaran del país. Busco por todas partes, pero todo fue en vano. Poco a poco acabó con el dinero que llevaba y que gastaba en su sostenimiento, ya que tampoco lograba emplearse.


-«¿Qué habrá pasado con Sandra, por qué no me escribió dándome la dirección donde encontrarla?»- se preguntaba. «¿Habrá encontrado otro amor y se ha olvidado de mí?»


Las dudas lo atormentaban y quiso ahogar sus penas en el licor. Al acabar con sus ahorros tuvo que vivir en los callejones donde habitaban otras personas de su misma condición, ocultándose de las autoridades para evitar la deportación. Así pasaron los meses y los años degradándose hasta consumirse en el mundo del vicio.


-«¿Por qué no viene a buscarme?»- Diariamente se preguntaba ella. Había enviado en la carta todos los datos necesarios para que la contactara, pero después de tanto tiempo pasado no tenía noticias de Carlos.


-«Quizás quiso deshacerse de mí y decidió abandonarme»- pensaba en las la soledad de su habitación. Sin embargo, seguiría luchando, así lo había decidido. Después de unos meses y gracias a su esfuerzo, con los ahorros que había guardado pacientemente logró el sueño de su vida: establecer su propio negocio de comidas.


-«¡Qué bueno sería tener a Carlos a mi lado»- pensaba con nostalgia. «Algún día aparecerá.» - se decía a sí misma


Después de varios años de su llegada a ese país, convertido en un habitante de la calle, y debido al contacto con esas personas que compartían su suerte, Carlos ya lograba hablar y leer el nuevo idioma. Y fue una noche cuando se alistaba a dormir en un desolado callejón, en medio de seres marginados y hundidos en la mayor degradación a causa del vicio, al tender en el piso las páginas de unos viejos periódicos para mitigar el frío, pudo leer bajo la foto que mostraba unos retorcidos restos metálicos:


THE TIMES

Sábado 18 de abril de 1935

“Las autoridades hallan totalmente incinerados los restos del avión de la aerolínea American, que cubría la ruta Nueva York- Altamira, y en cuyas bodegas se transportaban mercancías y la correspondencia hacia ese destino”……..



FIN

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21 de Junho de 2018 às 19:28 3 Denunciar Insira Seguir história
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Fim

Conheça o autor

Alberto Suarez Villamizar Nací el 27 de enero de 1958 en la ciudad de Bucaramanga, Santander, Colombia. Cursé estudios de enseñanza media hasta finalizar en 1976, en Bucaramanga. Laboralmente estuve vinculado con empresas de ingeniería civil en construcción de vías, lo que me permitió conocer varias regiones del país. Escribo por hobby, y mi mayor satisfacción es que mis escritos lleguen a todas aquellas personas amantes de la lectura

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Patricia Barrera Páez Patricia Barrera Páez
Bonita historia pero muy triste
June 22, 2018, 14:38
Benya Gvara Benya Gvara
Dramatico...😣
June 21, 2018, 21:18
Benya Gvara Benya Gvara
Dramatico...😣
June 21, 2018, 21:18
~