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Andrea Salinas


"... estas arruinando mi pequeño mundo perfecto, lo estas destruyendo..." "... te puedo asegurar que eso se termina hoy."


Drama Todo o público. © Todos los derechos reservados

#336 #florista #flores #sueño #sueños
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La florista.

Hay mucha gente, más de la que habría en un día normal, pero la gran mayoría pasa de largo, algunos giran la cabeza, miran las flores a través del vidrio y después de unos segundos siguen su camino. Cada vez que sucede me gusta imaginar lo que piensan, "que bonita la flor", "desearía tener un jardín", "Quiero comprar es planta, pero, después paso mejor".

Si es que llegaran a entrar a la tienda comienzo a imaginar cómo es su vida, el chico con uniforme de colegio quiere impresionar a su compañera de curso llevándole una margarita, la señora de pelo canoso y lentes gruesos, que viene cada semana por la misma planta, imagino que tiene un libro donde cada siete días anota las sustancias con las que riega la planta para ver cómo reacciona. Probablemente no este ni cerca de acertar sobre las situaciones que viven estas personas, pero me hace sentir poderosa, como si con mis pensamientos pudiera controlar la vida de todos. Creo que por eso soy florista, yo, entre las flores, soy la más poderosa, puedo decidir donde dejarlas, si las vendo o no, como las arreglo, etc. Suena un poco ridículo, pero es mi modo de mantenerme cuerda en los aburridos días esperando que un alma entre por la puerta de la tienda.

Solo hay un problema en mi rutina, el chico que viene todos los marte y viernes a las doce en punto, con un café en mano, mira las flores por al menos 5 minutos y siempre se lleva al menos un clavel rojo, nunca, NUNCA, se me ocurre que tipo de vida tiene, será un bombero, no, no lo veo apagando incendios, un profesor, no se me ocurre que materia enseñaría. Cada vez que entra me desespero, ¿Por qué no se me ocurre nada?, me dan ganas de parame y gritarle de rabia, ¡¿Por qué no se me ocurre nada contigo?! , tampoco es que seas tan excepcional, con tus ojos cafés y tu pelo negro, pero nada, me bloqueo, se me escapan las musas, cómo diría mi abuela. Miro mi reloj, las doce en punto, dirijo mi vista hacia la puerta y veo como entra el chico, con un café en la mano y una sonrisa. Se acerca al montón de magnolias y comienza a inspeccionarlas, tomo las tijeras de podar y me levanto de mi silla, finjo que necesito podar algunas plantas mientras me acerco al chico, estaba pensando hablarle, descubrir algo que me ayudara imaginar su vida.

-¿Hola, te ayudo en algo?-.

El me miro y sonrió.

-No gracias-.

Se dio media vuelta y siguió ensimismado en las magnolias. Me disponía a irme, cuando veo que en el café que lleva en la mano está escrito el nombre de Mateo. Mateo, me emociono, esto me serviría para inventar algo. Vuelvo caminando hacia mi lugar en el cajero y comienzo a pensar. Mateo, mateo, mateo, tiene nombre de estudiante, pero no puede ser un estudiante, ¿trabaja en un café?, no, no, no, escritor, no. No puede ser, Mateo tiene un poco de todo. ¿Dibuja comics?, no parece saber dibujar, ¿Es empresario?, no, no tiene la pinta. Voy a gritar, me estoy volviendo loca, Mateo, ay Mateo, ¿Dulce Mateo?, estas arruinando mi pequeño mundo perfecto, lo estás destruyendo, ya no imagino la vida de más personas por tu culpa, por tu culpa, ya no siento mi autoridad, Mateo, me haces sentir insignificante, ay Mateo, te puedo asegurar, te puedo asegurar que esto se termina hoy.

Avanzo lentamente hacia él, apretando fuertemente las tijeras entre mis manos, me ubico detrás, es muy alto, tomo una fuerte bocanada de aire y entierro la tijera en su espalda, el cae al suelo mientras la sangre forma un charco alrededor de él, me arrodillo al lado de su cuerpo y le entierro las tijeras una y otra vez, cada vez que el metal atravesaba su piel me sentía libre, me sentía mejor, volvía a tener el poder, el poder. Comencé a sonreír mientras veía la sangre mezclarse con el clavel rojo que sostenía su mano. Me acerque a su oído y susurre.

-Esta es tu culpa Mateo.-

Comencé a mancharme con su sangre, ya no me importaba nada más, no me importaba que las personas que pasaban me miraran, yo ya era una especie de diosa, yo podía decidir si alguien vivía o moría, y yo decidí la muerte, yo , yo mate, yo volví a tenía el mando.

Había mucha gente, más de la normal, pero no paraban para ver las flores, veían la tienda llena de sangre, veían el cadáver salir tapado con una manta blanca, yo, la florista, empapada con el líquido rojo, salir esposada hacia el auto policial, pero no me importaba, tampoco quería pensar que estarían diciendo las personas alrededor, ya no me importaba, yo estaba feliz, porque ese error en mi pequeño mundo llamado mateo había desaparecido.

-¿Señorita?, ¿Señorita, me cobra?- Vuelvo de golpe a la realidad, al frente mío estaba Mateo, esperando pagar las flores.

-Claro, son tres mil pesos- El me los pasa, sonríe y se va. Me lo quedo mirando mientras sale de la puerta.

-Adiós Mateo.

Murmullo para mí. Adiós Mateo.

30 de Abril de 2018 às 16:23 0 Denunciar Insira Seguir história
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