Llora en el parto tu vida,
En la habitación jamás ocupada,
Donde no hay luz que recoja
La muchedumbre de lágrimas danzantes.
Moribunda , corazón parpadeante,
Se arrastra boca abajo
La niñez de una madre.
Ojos inyectados de temores sangrantes,
A la par una canción de cuna que no abraza,
Qué no abriga,
Pero que adormece mas que el cariño ajeno,
Sobre el ceno;
En las calles siempre encontrado.
Hay perdón , pero nunca olvido.
Porque sé que vuelve tu alma cada noche
A esos muros,
Qué con dolor eternamente rasguñaste;
Uñas rotas; carne viva.
Son recuerdos duros los tuyos,
Duros como el pan,
Como el pan de cada uno de tus días.
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