El vapor mítico se escapa con mi alma. Mis ropas invernales apenas me hablan de amor; esto no es lo que yo conocía de aquí. ¿Qué cambió?
Hace 3 días subí el vidrio de mi auto al verlos. Me conmovió el corazón la pequeña, con sus ojitos negros y sus uñitas largas; las pequeñas manchas de tierra con moretones marginales, era tan tierna. Sin embargo, la gorra y los tenis del más indígena me estremecieron, mis manos sudaron y el frío golpe del pecho se extendió hasta mis nalgas; me aterró el rojo de sus ojos. No lo culpo, huir de sus pesares con llanto o con nubes orgánicas es consecuencia de una madre olvidada… es… raro.
Hoy me pregunto si esa boquita morena podrá besar el calor de un buen día o de la vida misma. ¿Mi morralla le hubiera dado un poco más que sueños? No importa, no la veré más… ¿Será? Curiosamente mi familia coopera con orgullo para el “taco” sin ir más allá del -Pobre criatura- Egoístamente respondo -Inconscientes padres calientes- (Que vergüenza jugar con la razón y la humildad de esa forma). Los impulsos primitivos son el remanente de nuestra frágil humanidad; ni los altos pensadores se detienen al ver la Húmeda Intimidad escribir en las secas y desoladas hojas. Entonces, ¿Por qué permitimos que sigan creciendo? Soy un moreno “Privilegiado” de “educación”, “ropas”, “sustento”, “etc”. Pseudo defensor de los débiles, obligado a velar los derechos de aquellas “minorías” que, por sus “limitantes”, no pueden ni hablar con dignidad; pero es mentira. En realidad, soy parte de la real minoría que, intencionalmente, ignora la pobreza, sueña con huir de la patria para olvidar o relatar los obscuros días de vida… que progresa profesionalmente para destacar fuera; esto no es lo que yo conocía de aquí.
Manejando a la universidad me mofo de aquellos insurgentes mediocres que hoy en día catalogamos como chairos. Pero la ironía duele al saber que pisamos ese terreno una que otra ocasión. Y mi mente vuelve a los serenos ojitos negros; ¿Qué estoy haciendo mal? Vuelvo la mirada al banco personal del -viene viene-; al menos ellos me dan un servicio. Pero esas delicadas manitas no tienen la culpa del adulto egoísmo de sus padres o de la absurda política nacional. Sin duda algún día ella será como sus padres: ciega, muda, tristemente escuchando el motor de los autos negándole para el “taco”. Mientras “los privilegiados” hablaremos lo lamentable que es pasar hambre en el café americano.
Un auto rojo me avienta las luces, miro el retrovisor mientras él se detiene casi por completo. Soy un fan de las emociones automovilísticas, ergo pésimo conductor. Las locuras que uno hace pensando que los problemas son tan simples. ¿Mi pequeña amiga sabrá de estas cosas? De los placeres y los temores que es arriesgar la vida. Sonrío teniendo en mente que la próxima vez que la vea daré un billete; pobre iluso al imaginar que con eso ella podrá saber lo que es un día tranquilo.
Al llegar a la clase de diseño web y tomar asiento me vuelo en historias blancas, llenas de fotos y orgullo nacional. Ganando respeto y admiración, iniciando un movimiento neocomunista al estilo de mi generación “puro y sin interés”. Me aterrizo en la idea de una ONG que ayude a mi amiga, me alzo y me encamino a buscar ayuda y ahí terminará mi historia. En la idea de cambiar sus vidas; mi tarea es primordial para obtener mi boleto a Seúl.
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