marielecj3498 María Elena Módica

Andrea se encuentra en una clínica mental por afirmar que ha vivido en un lugar imposible: una civilización que -literalmente- redujo la realidad al blanco erradicando la noche y el color. Ella descubre la falacia del sistema e inicia una revolución. Andrea: una desquiciada o una heroína... Esa será su principal lucha: creer en sí misma.


Paranormal Todo o público.

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El credo de Andrea

“¡Te espero en la frontera, amor mío! Sí, vida de mi alma, aquí te estoy esperando… En este confín donde tú y yo nos hemos conocido en el más liberal juego del azar-destino; donde tú y yo nos hemos descubiertos como dos, que sin dejar de ser dos, son uno; donde tú y yo hemos emergido, luego de una intensa lucha existencial, del anquilosado mar… mar de la blanca oscuridad… o de la oscuridad blanca.

“Te espero en esta frontera que nos sirve de hogar insondable y acogedor, dentro del cual desplegamos nuestros espíritus, actuamos nuestro ser y configuramos nuestro vivir; allí donde experimentamos el desgarrador amparo de la nada… de esa Nada que ─en un diminuto instante lindando la muerte─ deviene en el Todo. Nuestra residencia es esa mística divisoria entre la muerte y la vida, la soledad y el amor, el caos y la armonía, la angustia y el placer, la oscuridad y la luz, la impotencia y la libertad, el infierno y el cielo. Muerte, soledad, caos, angustia, oscuridad, impotencia, infierno… son necesarias antesalas a la Vida, al Amor, a la Armonía, al Placer, a la Luz, a la Libertad, al Cielo. “Amor de mi alma: te estoy esperando en esta frontera.

  “Ellos no entienden (no es raro que suceda, pues siempre hemos hablado el Lenguaje Incomprensible), y me han encerrado como aquella vez en la Isla. Antes me castigaban, ahora me analizan. Te confieso, alma mía, que a veces me canso y me siento derrumbar. ¡Tantas veces me tratan como loca que por momentos cedo a la tentación de creerlo!

  “¿Seré un sueño? ¿Un fantasma?

“ Amor de mi alma: ¡No tardes en aparecer! Pues no sé cuánto tiempo más resistiré la espera.

  “¡Creo!

“Creo en nuestro mundo de color: lo hemos visto antes del derrumbe, es decir, previo a que las fuerzas del Universo nos extraviaran el uno del otro, hiriéndonos de muerte. Lo hemos contemplado como una profecía… o como un deseo… como un paraíso prometido… o como una locura.

“Por momentos pienso que todo lo de la isla blanca fue fruto de un sopor; por momentos me veo forzada a dar la razón a Ana María; por momentos dejo vencer a la fácil explicación que, lo de mi isla, existe sólo en mi mente. De ser así, tú, mi Xavier amado, tampoco tendrías realidad fuera de mí… Entonces la vida me parece tan mediocre que, locura o no, retorno a mi historia, renuevo mi fe en ella, y vuelvo a hundir en ese pasado las raíces de mi identidad.

“Sin embargo la espera me está desgastando. ¡Xavier! Sé que vendrás de allá, del oriente, con tu belleza viril y tu sabiduría milenaria. ¡Xavier! No demores tanto.

“Ven, abrázame. ¡Ven, alma mía, antes que el sistema me devore!”

… El fuerte viento azul del acantilado envolvió, en su manto teñido de ocaso, las últimas sílabas de mi plegaria. Esa soledad era tan intensa que hasta la impersonal Naturaleza se compadecía de mis lágrimas, y me prestaba su silencioso oído.

El sol moría a mis espaldas prometiéndome revivir al amanecer; y en mi frente, las estrellas comenzaban a encenderse, titilando una tenue luz de lánguida consolación. La Naturaleza me acompañaba, no así la sociedad.

Por desventura, tal vez por Destino, la crisis que derrumbó a la Isla Blanca me arrojó, como una convulsión, a la bravura del océano infinito. Éste me acunó en el devenir de sus olas, y de ese modo, sin mucha conciencia de mi parte, terminé en la costa de este país extraño.

Busqué ayuda, y, cuando logré aprender el idioma, empecé a relatar mi historia. Desde entonces vivo en una clínica mental, donde el tiempo olvida pasar su futuro al pasado.

No muchos médicos se interesan en mí. Sólo me recetan pastillas que bien me ingenio yo para no tomar.

Ana María, en cambio, es diferente a los otros; ha establecido conmigo un vínculo singular. En principio me tomó como un caso infrecuente, que podría resultarle útil a su investigación científica, mas, en la medida en que se repetían las sesiones, quedó fascinada por algún detalle ─ella misma no sabría qué─ de mi persona. Y así desfilan las insípidas mañanas y las agrias tardes de todos los días dentro del manicomio…

Para no perecer en la angustia absurda, me esfuerzo por avivar mi esperanza ─pues la esperanza es el motor de la vida─; y todos los ocasos, invariablemente, desde el momento trágico de mi separación del ser amado, recito, como una plegaria, esta súplica llamando a mi amor.

En la frontera no hay imposibles. Sólo es necesario creer.

6 de Fevereiro de 2018 às 00:00 0 Denunciar Insira Seguir história
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