Cuando abrió el sobre y vio los resultados, quedó
desconcertada.
Los dos últimos meses habían sido mágicos a su lado. Como
si se tratara de una sombra, había aparcado su respuesta, mientras vivía en esa
nube de la que no quería bajar. Pero aquélla se había desvelado y era afirmativa: “concedida”. Un sí a despegar, volar alto hacia un anhelado
infinito de posibilidades.
Pero, ¿cómo aceptar? ¿Cómo vivir sin respirar? La soledad
en la decisión final es brutal. ¿Quedarse o volar? Toca elegir entre el corazón
y lo demás. Tic-tac, tic-tac.
"Lo que quiera que sea, prométeme que no te pararás."
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