jarivis Jas L. S.

Livia era una musa, que por cuestiones del destino, fue olvidada entre los mortales. Gracias a su don, logra captar la atención de un dios, que intenta regresarla a casa.


Conto Todo o público.

#mitica #dioses #fantasia #mito #drama #magico
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La musa

Entre las blancas playas de Corinto caminaba todas las mañanas una bella mujer, cuya voz hipnotizaba a todos los marineros que llegaban al puerto. Sus rasgos forasteros y su voz angelical la hacían única en su clase. Su cabello era oscuro como las profundidades del océano, con ondas suaves, que caían sobre su fino y delgado cuerpo de tez blanca.

Una mañana cálida como cualquier otra Livia, decidió visitar el Bar Laurel, su amiga Paulina, el día anterior le había comentado que desembarcaría un barco de Alejandría, con nuevos marineros. Normalmente, estos llegaban directo a este bar, ya que quedaba en el puerto, cerca de los desembarcaderos. Al entrar, Livia se dio cuenta que estaba repleto, su amiga Paulina había tenido razón. Muchas nuevas caras llenaban el lugar de un lado al otro.

Muy contenta y entusiasmada, se acercó a la tarima y decidió empezar a cantar. Cuando salieron las primeras notas, todo el bar quedó en un silencio sepultar. Escogió por entonar una melodía, que su madre le cantaba de pequeña. Trataba de una mujer que le daba su corazón a un marinero, entregándole su vida eterna por su amor. Todas las miradas de los marineros estaban puestas en ella, hipnotizados con cada nota que salía de sus finos y delicados labios de color carmín. Entre las mesas, Livia clavó la mirada en un hombre, que se encontraba al final en una esquina, con una toga que nunca antes ella había visto, blanca como la nieve con detalles de oro bordados. Livia terminó la canción, sin quitarle la mirada al hombre, el cual al terminar ella de cantar, salió del bar a toda prisa.

Pasó el tiempo y ya era tarde, sus ganas de estar con algún marinero se habían esfumado, solo tenía un pensamiento en la cabeza, «¿Quién era ese hombre en el bar?, ¿Sería otro marinero? ¿Algún forastero?» mientras pensaba en estas preguntas, dos marineros la siguieron hasta el callejón y se abalanzaron sobre ella. Intentó defenderse, pero era inútil, tenían el doble de fuerza que ella. De repente un destello lleno el callejón, seguido de una luz de color dorado. Esta imagen fue lo último que ella recordó antes de desmayarse.

Al pasar las horas, se despertó en un lugar, con altas columnas de mármol y torsos en cada una de ellas. Al frente de ella, estaba el hombre misterioso del bar. Su corazón empezó acelerarse, mientras intentaba pararse, pero no podía. El caballero estaba rodeándola en círculos, mientras la miraba con curiosidad. De repente se paró frente a ella.

—Nunca había conocido un mortal con una voz como la tuya, es increíble, como puedes poseer tan preciado instrumento.

Al terminar la frase, Livia sin hacer más esfuerzo por levantarse, lo miró.

—Si buscas riqueza, no poseo alguna, soy una simple meretriz.

El hombre al escuchar estas palabras, se detuvo de nuevo frente a ella, y con un tono firme, pero delicado le respondió.

—Querida Livia, si tienes riquezas, una que muchos mortales desean y no poseen, tienes un don otorgado por los dioses.

—Yo soy Febo, el dios de las artes. Me habían comentado de una mortal en Corinto, que tenía un don único.

Al terminar de hablar, Livia mirando a su alrededor se dio cuenta que estaba en Delfos, oráculo del dios Febo. Bajó la mirada, apenada, asustada, y confundida, se quedó en el suelo. Febos se acercó a ella y le extendió la mano.

—Eres una musa Livia, tu voz, desde la primera vez que la escuche me enamoro, me hipnotizó, me inspiró. Tu madre era una musa, pero decidió dejarlo todo para volverse mortal, y poder vivir con tu padre. Tu heredaste su don, pero al ella dejar de ser musa, no puedes serlo de nuevo tú.

Soltando su mano, Febo volvió a rodearla, a un paso un poco más rápido.

—Hablaré con Zeus, si tan solo el te escuchase, te volvería musa de los cantos líricos.

Volvió a tomar su mano y la miró, con una mirada fija y calmada.

—Todo saldrá bien, volverás a donde perteneces.

Salió a toda prisa del oráculo, dejándola, sola y confundida. Esta procedió a caminar de vuelta a casa. El camino no era largo, pero tenía que pasar por el Bar Laurel. Se encontró nuevamente, con los dos marineros que la habían interceptado antes. Al verla, ambos se acercaron y la agarraron. Entre empujones, toques e insultos terminaron tirándola al mar, en donde golpeó su cabeza con una roca. Febos en camino para hablar con Zeus, empezó a sentir un dolor y una tristeza que lo invadió por completo. Escuchó de repente, a lo lejos una melodía. De inmediato la reconoció, era ¡Livia!

Decidió a toda prisa volver a Delfos, para buscarla. En la orilla de la playa golpeada por las olas, se lograba percibir una figura delgada, que yacía sin vida en la arena, la reconoció de inmediato, era ella. El dolor y la tristeza lo consumía. Agarrando el cuerpo sin vida entre sus brazos, lo decidió llevar a Delfos, en busca de suplicar a Zeus por su vida. Al llegar, se arrodilló en el centro del oráculo quedando frente al torso de Zeus, cargando el cuerpo de Livia en sus brazos. Entre sollozos y suplicas, lo invocó. Él acudió de inmediato.

—Mi querido Febo, ¿A qué se debe tu llamado?.

Febo con voz entre cortada subió su mirada.

—Querido Zeus, lamento molestarte, quiero suplicarte. No puede terminar su vida así. Es una musa, tiene un don otorgado por los dioses, no la abandones por favor.

Entre suplicas, Zeus, procedió acercarse, y con un tono calmado y compasivo, tocó con sus manos las de Febo.

—Calíope era su madre, una de mis hijas, y una de mis musas favoritas. Decidió dejar nuestro mundo para ser mortal, y por ello, ya no pudo ser como nosotros. No puedo volverla musa. La vida de los mortales no depende de nosotros, son cortas y su destino depende de ellos, no podemos interceder.

Febos soltó un fuerte grito, mientras nuevamente bajaba su cabeza frente a él, Zeus se acercó y lo ayudó a levantarse.

—Lo que sí puedo hacer, en honor a Calíope, es llevarla al mar, en donde terminó su vida. Si su don es tan fuerte como dices que es, sus cantos se escucharan, en cada ola que rompa en las playas de Corinto, y acompañará a cada marinero para llegar a casa.

Febos entregó el cuerpo a Zeus, y ambos caminaron a la orilla, en donde la marea se la llevó. A partir de ese día, se dice que en las noches más estrelladas en Corinto, se escucha el canto de Livia. Cantos... que son más fuertes en el amanecer, en donde ella, acompaña a Febos cuando trae el día a Corinto. Y gracias a estos cantos los marineros perdidos, logran llegar a sus hogares. En donde la musa encontró su hogar, y nunca más estuvo perdida.

5 de Agosto de 2022 às 21:44 0 Denunciar Insira Seguir história
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Fim

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Jas L. S. En alguna parte del mundo esta pasando una historia ¿Por qué no contarla?

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