V
Venuz Nightingale


Lili Rochefort; la hija única de un hombre multimillonario, contraerá matrimonio; sin embargo, cuándo sus amigas deciden hacerle una despedida de soltera, conocerá al chico stripper que pondrá su mundo de cabeza. En él, no sólo descubrirá a un chico noble y atento, sino también, a un chico cuyo pasado oculta un misterio.


Fanfiction Jogos Para maiores de 18 apenas.

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Capítulo 1: Propuesta de matrimonio

Los fuertes rayos de sol se asomaban por cada una de las ventanas de la Mansión Rochefort, un lugar enorme, elegante y de diseño moderno. El pasto y los árboles tenían un color verde especialmente intenso ese día; el sonido de la gran fuente a la entrada de la mansión y la melodía de los pajarillos hacían de ese hogar un sueño. Dentro, en una habitación bastante iluminada, llena de colores pastel, una cama tan suave y muebles sumamente femeninos, se encontraba Emilie Rochefort; rubia, de ojos azules, piel nívea y hermosa figura. Yacía sentada frente al espejo del tocador. Ésta cepillaba delicadamente su rubio y largo cabello cuando el sonido de su celular anunciaba la entrada de una llamada. Ella tomando éste contestó.

—­­¿Hola?

—¡Buenos días, amor mío! ¿Cómo amaneciste? —se podía oír la voz de un hombre del otro lado del teléfono.

—¡Buenos días, fosforito! Amanecí bien, y mejor ahora que me llamas —contestaba la chica de manera dulce y risueña. Sabía perfectamente que fosforito no era precisamente el cariño que más le gustaba a su novio.

—No tiene gracia amor.

—¡Vamos! No seas aguafiestas, Hwo, no es tu culpa ser un pelirrojito tan lindo.

—Está bien, está bien, sólo por que se trata de ti —respondía su chico, resignado. —Escucha, amor, no tengo mucho tiempo, debo volver al trabajo. Sólo te quería avisar que pasaré por ti a las 6:30 p.m. ¿De acuerdo?

—¿Me colgarás tan pronto? —. La chica rubia hacía pequeños gestitos como los de una niñita pequeña haciendo berrinches.

—Lo siento de verdad, cariño. Al rato hablamos, ¿sí? Te amo.

—Bueno, aquí te esperaré. Y yo también te amo.

Acto seguido, ambos colgaron sus respectivos teléfonos. Ella sabía que su adorable novio debía trabajar. Para ella siempre había sido un hombre tan responsable, y no sólo eso, sino que también había muchas cualidades más en él que aparentemente para ella resultaba perfecto, pues era respetuoso, amable, cariñoso, atento y por supuesto muy, muy guapo. Después de todo, ella era Emilie “Lili” De Rochefort, la única hija del gran magnate de negocios, el Sr. Rochefort, quién no era fácil que aceptase a cualquier chico para su adorable niña; sin embargo, Hwoarang, su actual novio, había sido el único que había podido conquistar el corazón de su apreciable suegro; y tras casi 4 años de su noviazgo ahora el padre de Lili sabía que en cualquier momento podía tener una gran noticia, ya que notaba a ambos jóvenes tan enamoradamente felices y él, con sólo ver a su pequeña siempre sonriente, era motivo suficiente para aceptar aquello.

Para Lili, pese a su posición de chica adinerada, el amor hacia su padre y ahora hacia su novio eran lo más importante, e indudablemente ella, rubia, ojos azules, alta, de piel blanca y una figura tan envidiable que desde que era más chica la gente solía pensar que era mayor, no había sido alguien fácil de convencer para Hwoarang. Él la quería desde años atrás, desde que tropezó con ella en aquella tienda de ropa, una tienda repleta de prendas de cuero. Era raro encontrar a una chica como ella en una tienda así y desde ahí ella lo fue todo para él. Incluso, ante los ojos de la gente, ambos eran una pareja perfecta.

La chica al colgar su celular se levantó de aquél elegante banquito del tocador. Siempre acostumbraba levantarse temprano e inmediatamente darse una ducha para arreglarse; esta vez no fue la excepción. Su vestido entallado color blanco y sus zapatillas con cintillas entrelazadas hasta por debajo de sus rodillas la hacían lucir elegante y sensual a la vez. Sin dudarlo salió de su habitación buscando a alguien hasta la preciosa fuente que adornaba la entrada de aquella mansión.

—¡Sebastián!

—Señorita Lili, se ve divina. No cabe duda que ya no es una niña. Su padre ama ver qué día con día se parece más a su madre. ¿Saldremos hoy? —preguntó tras sonreírle de manera dulce.

—¡Muchas gracias, Sebastián! Me honra mucho saber que me parezco a ella, aunque… ojalá hubiera podido compartir toda mi niñez a su lado —. Lili se mostraba un poco triste. Ella adoraba hablar sobre cualquier cosa relativa a su madre aunque sencillamente no la haya conocido. Lili la amaba. —Y respecto a lo otro, no saldremos hoy. Parece que Hwo va a venir, pero dudo que quiera salir en limosinas o autos lujosos; ya sabes cómo es.

—Me da gusto ver que su relación vaya tan bien, señorita Lili.

Sebastián conocía a la rubia desde que ella era una bebé y había visto todas y cada una de sus etapas hasta ahora. Él había sido como un segundo padre para Lili y estaba gustoso de ver a la más pequeña de los Rochefort tan risueña y llena de vida.

Lili, en sábados como ése, siempre salía de compras con sus dos mejores amigas, Asuka y Christie, o simplemente las tres se quedaban en la mansión Rochefort charlando, viendo televisión o películas, haciendo pijamadas y charlando de sus cosas de chicas. No obstante, esta vez les habló para cancelar sus actividades sabatinas con ellas. Tenía un presentimiento, sabía que algo magnífico pasaría ese mismo día. Así, en lo que llegaba su novio, Lili hacía todo tipo de cosas para entretenerse hasta que, al fin, a las 7:00 de la noche, oyó desde su habitación como alguien tocaba el timbre de aquella mansión. Sin esperar a que alguno de sus mayordomos le avisara de quién se trataba, ella misma bajó hasta la puerta de entrada para encontrarse con su amor, quien cruzaba aquella puerta mientras una de las amas de llaves cerraba cuidadosamente.

—¿Cómo está el amor de mi vida? —preguntaba el pelirrojo acercándose a ella para depositar un tenue beso en sus labios.

—Hwo, son las 7 —. Aquello era algo que la chica desaprobaba por completo en cualquier persona: la puntualidad. Y aunque en realidad esto no la hacía enfadar con su novio, veía necesario hacer una pequeña reclamación siempre que éste llegaba tarde.

—¡Lo sé, lo sé, cariño! De verdad discúlpame, ¿sí? Vine lo más rápido que pude. Además, hoy tengo un día muy especial para ti —decía el chico mientras rosaba rápidamente la punta de la nariz de Lili con su dedo índice.

—¿En serio? Pues… ¿qué esperamos? —. La rubia tomó su chaqueta para después jalar del brazo a su chico hasta las afueras de la mansión. —¿Iremos en tu moto? —. A Lili no es que le desagradara andar en una moto, si no que simplemente le aterraba cada vez que se subía a aquella máquina.

—¡Pues claro! Ni creas que me voy a subir a una de esas limosinas, sabes que no son lo mío —le guiñó un ojo de manera cómplice.

Y sin más que decir, ambos subieron a aquella moto del pelirrojo para partir rumbo a un elegante restaurante francés. Hwoarang siempre sabía lo que más le gustaba a ella, y no era para menos, después de todo, llevaban años suficientes de noviazgo como para conocer los gustos de cada uno.

—¡Por Dios! ¡Este restaurante me encanta! —soltó Lili con emoción.

—¡Lo sé! Y sé lo mucho que debes de extrañar tu país, por eso pensé que sería lindo traerte.

—¡Gracias, mi cabecita de zanahoria! —rió la joven mientras le hacía pequeños cariños en su cabellera pelirroja en tanto que él nuevamente se resignaba a aquellos apodos. —P-pero… —hizo una pequeña pausa antes de continuar. —No quiero ser grosera ni nada por el estilo pero, ¿estás seguro de que puedes pagar? —. El lugar, en su mayoría, estaba hecho de finas maderas y adornado por cuadros costosos y plantas elegantes, pequeñas mesas redondas con dos sillas románticamente adornadas y un pequeño escenario hasta el frente donde una banda tocaba música originaria de Francia realmente relajante. El menú era sumamente extenso y los empleados increíblemente atentos. No cabía duda de que era uno de los mejores restaurantes de comida proveniente de ese país.

—¡Claro que sí! Lili, eres mi novia y sé que, aunque no eres una persona superficial, siempre has llevado un muy buen estilo de vida. Yo quiero seguirte dando eso aunque me cueste horas y horas de trabajo; además, tú mereces vivir así.

—¡Gracias! —contestaba ella dándole una suave caricia en una de sus mejillas.

La noche fue muy amena; la comida era deliciosa, el ambiente pacífico y romántico y ellos disfrutaron charlando, riendo y de vez en cuando besándose discreta y dulcemente. Antes de terminar la cena, Hwoarang pidió al vocalista de aquella banda francesa que cantase una canción especialmente para su aún novia, una canción que hablaba de todas las razones por las cuáles la amaba y que él sabía, era su favorita. Lili sentía que enloquecía de felicidad al oír aquella canción, estaba anonadada y con unas ganas inmensas de gritar de emoción. En tanto, mientras sonreía y veía el espectáculo, sintió las manos de su novio sobre las de ella.

—Lili, espera un momento, aún tengo algo más que darte —. El pelirrojo sacó de debajo de la mesa un hermoso álbum de fotos y una cajita perfectamente bien envuelta con un moño en una esquina. Observó la manera en que los ojitos azules de ella empezaban a brillar y le entregó ambos obsequios mientras que ella los tomaba delicadamente. —Primero ve el que está envuelto.

—¿Qué es? —preguntaba Lili agitando un poco la cajita.

—Pues ábrelo.

Ella quitó delicadamente el moño para no arruinarlo, pues odiaba destruir los regalos tan lindamente envueltos. De esa manera, poco a poco fue abriendo la envoltura para encontrarse con una cajita que indudablemente debía contener algún tipo de alhaja. Extrañamente, por un momento sintió temor. La caja era bastante amplia, pero, ¿quién decía que no podría contener un simple anillo que significase más que eso? No es que ella no quisiera casarse con él, en verdad lo quería, lo amaba, pero sabía que tal vez aún no estaba preparada para ello. Aun así, Lili abrió lentamente aquella cajita, y al ver lo que contenía, se sintió más tranquila.

—¡Hwo, es bellísimo! —. La rubia tomó la fina pulsera que dicha cajita contenía. Tenía brillantes y colgantes con las letras de su nombre: Lili. Hwoarang tomó la pulsera de las suaves manos de la rubia para colocársela en la muñeca derecha.

—¿De verdad te gusta? ¿Por qué no empiezas a observar el álbum?

—¡Claro que sí! Todo esto es increíble, cariño. ¡Muchas gracias! —. La canción favorita de Lili aún se podía oír al fondo mientras que ella tomó la palabra de su novio para empezar a mirar aquel álbum de fotos tan especial. Sin duda, podía observarse que había sido hecho por el pelirrojo, ya que no se veía tan normal como otros álbumes. Éste estaba adornado de una manera bastante cursi y original, lleno de fotos y collages de muchísimos momentos que ambos habían compartido. Lili observaba con ternura todas y cada una de ellas, recordando cada momento que veía. Las lágrimas de emoción estaban a nada de salir por aquellos ojazos azules, sin embargo, cuando pasó la última hoja se congeló, sintió que su corazón dejaba de latir; estaba completamente en shock. Mo podía creer lo que veía. ¿Era verdad? ¿No era un sueño?

Justo en la pasta del álbum, en un tipo de bolsita hecha por algún tipo de material de plástico transparente adherida a la pasta, se encontraba un hermoso anillo, sencillo y con algunos diamantes, pero lo que más le había impactado fue leer lo que estaba escrito debajo de aquella bolsita: Lili, te amo. Eres indudablemente el amor de mi vida ¿Quieres casarte conmigo?

Hwoarang sólo la observaba esperando su respuesta, y al verla sin moverse comenzó a ponerse nervioso e impacientarse. Empezaba a tener miedo. ¿Es que acaso ella le diría que no? Sólo se le ocurrió tomarla de la mano y repetir ahora él mismo la pregunta con un poco de inseguridad.

—Lili, ¿quieres casarte conmigo?

La chica aún pensaba. Aún no estaba lista para ese momento, pero, ¿cómo decirle que no? No quería herirlo y después de todo ella lo amaba, ¿qué podría salir mal? Finalmente, la rubia despertó de sus pensamientos para responderle.

—S-sí. ¡Sí quiero casarme contigo, cariño! —. Inmediatamente Lili lo abrazó pero algo la inquietaba; no se sentía emocionada, por el contrario, sentía que algo le faltaba, incluso en ese mismo momento ella sabía que su sonrisa y alegría eran fingidas, pero, ¿por qué? Aquello era algo que no podía entender. Después de aquel abrazo, Hwoarang sacó aquella pequeña alhaja de su respectiva bolsita para depositarlo en el dedo anular de Lili mientras que ella observaba a detalle su anillo de compromiso y, por supuesto, a su ahora prometido.

La noche pasó un poco más lenta para la rubia; se sentía extraña y hasta incómoda, incluso a veces se hundía en sus pensamientos tratando de descifrar el por qué de su extraña reacción sin obtener éxito alguno, así que optó sólo por olvidar aquello y continuar pasándola bien junto a su amado, justo como estaba antes de aquel momento. Sin embargo, Hwoarang, a diferencia de ella, se veía más feliz que nunca, la abrazaba y besaba ésta vez con más frecuencia y nunca se desvaneció aquella sonrisa de su rostro. La amaba, de eso no le cabía ni la menor duda.

Después de una dulce velada, el chico pelirrojo llevó de vuelta a Lili hasta su mansión. Ya era muy noche, por lo que ambos decidieron despedirse justo frente a la puerta para evitar molestar a los empleados o incluso al padre de la chica.

—¡Gracias por todo, Hwo! Ha sido una… —buscó las palabras correctas antes de continuar, —noche inolvidable.

—¡Gracias a ti, mi amor! Te prometo que te haré la mujer más feliz de este mundo.

—Ya lo soy, fosforito —contestó ella con una leve sonrisa dulce, tratando de convencerse a sí misma de ello.

—Por cierto, creo que mañana vendré a hablar con tu padre sobre nuestro compromiso —comentó el pelirrojo con decisión.

—¿Ya? Es decir, ¿tan pronto? —respondía Lili con un leve tartamudeo.

—¡Claro! Entre más pronto esté con mi futura esposa, mejor —. Sin duda, Hwoarang lucía enteramente orgulloso y entusiasmado por aquello, un entusiasmo que ella aún no lograba compartir.

—P-pero… —volvió a tartamudear la rubia, —pero aún queda mucho por planear, tantos detalles y… y no creo que se haga tan pronto.

—¡Desde luego que sí! Tú no te preocupes, veremos cada detalle y haremos todo perfecto y pronto.

—Pero Hwo…

—Entonces mañana vendré a ver a tu padre —interrumpió el pelirrojo, nuevamente decidido y lleno de energía por las emociones que llevaba encima. —Ya me tengo que ir. Descansa y ten dulces sueños, amor —decía el chico mientras le daba un suave beso en los labios y se iba alejando de ella en dirección a su moto. —¡Te amo! —le gritó desde allá.

A Lili no le quedó más remedio que observar a su prometido alejarse de ella y subir a su moto para después ella abrir la puerta y adentrarse en aquella gran mansión. Soltó un suspiro y recargó su pared en la puerta ya cerrada antes de ser recibida, como siempre, por una ama de llaves, ya que en la mansión de los Rochefort siempre había gente trabajando, tanto de día como de noche. La rubia se dirigió a su habitación, donde yacía la hermosa luz de luna entrando por un gran ventanal; por ello, no se vió en la necesidad de prender ninguna luz en aquél cuarto. Se puso su corto camisón para dormir para después meterse entre sus sábanas y sus cobijas, recargado su espalda en su almohada. Extendió su brazo y su mano para apreciar nuevamente aquel anillo; aún estaba que no lo creía. ¿Por qué le dijo que sí? ¿Por qué no fue sincera con él? Después de todo, él lo hubiera entendido, ¿o no? Sea como fuese, ya no había marcha atrás. Estaba comprometida, y si antes no tuvo el valor para decirle que no, mucho menos ahora. Prefirió pensar en que conforme pasara el tiempo lo iría asimilando a tal grado de emocionarse como debería de ser. Estaba cansada, la cabeza le comenzaba a dar vueltas de tanto pensar en lo sucedido y por tantas interrogantes sin respuesta. Finalmente, Lili se acostó bien en su cama y, disfrutando de la suavidad de ésta, cerró sus ojos para quedar profundamente dormida. Mañana, seguramente sería mucho más interesante.

Al día siguiente, Lili se levantó lo más temprano que pudo; sabía que su padre tenía trabajo y ella debía informarle sobre la visita de Hwoarang. Se bañó y arregló de manera rápida y elegante, después de todo, ésta no sería cualquier reunión o cualquier comida; por el contrario, era obvio que tendría algo diferente, algo muy diferente.

—¡Papá!, ¡papá! —le gritaba la rubia bajando las escaleras, deteniendo así a su padre, quien estaba a punto de salir de aquella mansión.

—Lili, ¿qué pasa?, ¿por qué tanto griterío, hija?

—Tenía que avisarte antes de que te fueras. Hwoarang y yo tenemos que hablarte de algo importante. Probablemente él llegue en la tarde y había pensando en decirles a los chefs que hicieran algo muy especial para la comida del día de hoy.

—¿Qué? ¿Y por qué no me lo dijiste antes, mi pequeña? —. Como ya era costumbre, nada más mencionar el nombre de Hwoarang, el señor Rochefort sonreía. —Charles, avisa a mis empleados que hoy llegaré tarde y que no me molesten, éste es un asunto importante —le decía el hombre a uno de sus ayudantes.

—Pero papá, no es necesario que canceles todos tus planes de hoy.

—¡Claro que sí! Esto se trata de ti y esa es razón suficiente como para que sea más importante que cualquier otra cosa.

—¿Seguro?

—¡Definitivamente! Vamos Lili, tenemos que ver cuál será la comida de hoy.

Ambos, padre e hija, fueron a la cocina para preguntar y pedir sugerencias a los chefs, pues aunque el señor Rochefort no tenía total certeza de qué era tan importante, por el hecho de que a su hermosa hija fuera urgente, lo era para él también. Después de pedir tantas sugerencias y de pensar en tantos platillos tan deliciosos, padre e hija se decidieron por uno: Boullabaisse con Rouille, un exquisito platillo de diversos mariscos con algunas verduras, vino, brandy, chile y baguettes para acompañar, definitivamente algo digno de saborear. En tanto, mientras los chefs y el padre de Lili terminaban de acordar algunas cosas más, ella salió de la cocina para hacer una llamada.

—¿Hola? —se oía una voz femenina del otro lado.

—¡Asuka! Llama a Christie y dile que las quiero a ambas aquí en mi casa por la noche. Las invito a dormir ya que ayer no las vi; además, tengo algo muy importante que contarles.

—¿Pijamada en tu casa? ¡Genial! Yo le avisaré a Christie, no te preocupes. Llegaremos por la noche.

—¡Muy bien! Entonces nos veremos aquí. Sólo tengan cuidado, ¿de acuerdo?

—¡Tranquila, amiga! Estaremos ahí. Un beso.

—Besos —ambas colgaron el teléfono.

—¿Quién era? —preguntaba el señor Rochefort acariciando la cabeza de su hija, como si aún fuera una niña.

—Era Asuka, la invité a dormir junto con Christie, ¿no importa? —. Lili sabía de antemano que la respuesta sería negativa, pero siempre había tenido la extraña manía de preguntar incluso después de haberse tomado la libertad de invitar a sus amigas.

-—Lili, sabes perfectamente que ellas dos siempre son bienvenidas en esta casa.

—¡Gracias, papá! —decía la chica rubia para después depositar un beso en la mejilla de su padre, siempre demostrando el cariño inmenso que le tenía.

Las horas pasaron bastante rápido. El señor Rochefort trataba de sacarle un poco a Lili el tema tan importante por el cuál tan grandiosa comida estaba siendo preparada, pero ella no dejó escapar nada. Estaba nerviosa, aunque estaba segura de que su padre jamás le negaría a Hwoarang casarse con ella, después de todo, los dos habían llegado al grado de apreciarse bastante; razón más que suficiente como para aceptar que su hija decidiera compartir el resto de su vida con el pelirrojo. Aun así, estaba inquieta. Tenía que aceptarlo; ella amaba a Hwoarang pero no quería casarse, al menos no aún. Le era muy difícil imaginar tal cosa, sin embargo, se había resignado por completo; al final, ella sería su esposa. Dieron las 2:15 de tarde cuando el timbre de la mansión se hizo sonar, y como siempre, una ama de llaves abrió la puerta para encontrarse con el novio de la joven Rochefort y dejarlo pasar.

—¡Buenas tardes, Hwoarang! Adelante, recuerda que estás en tu casa —decía muy amablemente el padre de Lili, dándole también acceso a la mansión.

—Muchas gracias, señor Rochefort —saludó cordialmente el chico para después acercarse a Lili y hablarle en voz baja junto con una sonrisa. —Hola, bonita.

—Hola, fosforito —contestó ella de igual manera, con una sonrisa burlona y tierna para después besarlo dulcemente.

—Espero que la comida sea de tu agrado. Lili me ha dicho que ésta es una ocasión muy especial y, por supuesto, requería de una comida especial también —comentaba el señor Rochefort mientras éste, Lili y Hwoarang se sentaban alrededor del comedor.

—Estoy seguro de que me encantará, señor.

—Hemos escogido un plantillo repleto de mariscos —decía la rubia.

—¿De verdad? Me gusta como suena eso —respondió el pelirrojo, empezando a sentir el hambre llamando a su estómago.

—Mi hija sabe muy bien lo que te gusta por lo que veo —. Podía notarse la ternura en la mirada del hombre, feliz de ver que su amada hija llevaba una relación enteramente sana y amorosa con su novio.

—Así como él también lo sabe. Ayer me llevó a comer a mi restaurante favorito, allí hacen la comida francesa más deliciosa que he probado —mencionaba la rubia mientras que algunos meseros de la mansión llegaban con los deliciosos platillos para ubicarlos en sus respectivos lugares.

—¡Me da mucho gusto verlos tan felices! —exclamó el señor Rochefort con alegría antes de mirar el platillo que recién le ponían en frente. —Miren nada más, esto se ve exquisito.

—Muy buen provecho —dijo uno de los meseros para después retirarse tras escuchar los agradecimientos de los presentes.

—Y díganme, ¿de qué querían hablar? He visto a Lili nerviosa todo el día y la duda me está carcomiendo —bromeó el hombre.

—P-pues… —la chica buscó la manera de empezar a decirle a su padre la noticia, sin embargo, podía percibirse que yacía aún más nerviosa que antes. —Papá; Hwoarang y yo hemos tomado una decisión —habló de manera pausada e insegura, llamando toda la atención del señor.

—¿Qué clase de decisión?

—Con todo el respeto que usted se merece, señor; ¡Lili y yo nos vamos a casar! —ansioso por soltarlo, Hwoarang lo dijo sin más, con aquella sonrisa orgullosa y entusiasmada que parecía no haberse esfumado de su rostro desde que la rubia le había dado el sí.

Por su parte, el señor Rochefort estaba sin palabras; incluso había interrumpido aquel bocado que iba a saborear mientras éste se le caía de vuelta al plato, preocupando a la monegasca en el acto.

—¿Papá? —lo llamó, entre insegura y preocupada.

—Disculpen mi reacción, es sólo que… —Rochefort intentaba asimilar aquellas palabras, intentando sonreír. —Esperaba esto, pero no tan pronto.

—¿Pronto? —preguntaba extrañado Hwoarang. —Pero Señor; Lili y yo casi cumplimos 4 años de noviazgo.

—¡Lo sé! ¡Claro que me da gusto esta noticia! Sólo traten de entenderme. A un señor viejo como yo le cuesta trabajo zafarse de su princesa, le cuesta trabajo ver que ya no es una niña y que ella debe formar su vida —la sonrisa del hombre era sincera, pero sin duda, era notable la melancolía en ella.

—Papá, sabes que pase lo que pase yo nunca me alejaría de ti —contestaba ellac levantándose de su lugar para ir hasta el de su padre y abrazarlo con cariño.

—Y por supuesto que yo nunca la alejaría de usted, señor —añadió el novio.

—¡Gracias! Gracias a los dos. Estoy seguro de que serán muy felices. Y aquí entre nosotros tres, ¡quiero brindar por ustedes y por su felicidad! —. El señor Rochefort se levantó de su asiento para alzar su copa.

—Muchas gracias, señor. No sabe lo feliz que me hace saber que podré compartir mi vida a lado de su hija.

—Sólo cuídala bien como hasta ahora, muchacho.

—Cuente con ello.

La comida había sido todo un éxito. El señor Rochefort se mostraba contento a pesar de su primera reacción y Hwoarang continuaba demostrando la felicidad que aquello le causaba; mientras que Lili disfrutaba mucho ver como su novio, o más bien, prometido se llevaba tan bien con su adorado papá. El tiempo pasó volando, y tanto el Sr. Rochefort como Hwoarang debían irse a sus respectivos trabajos, ya que ambos siempre se habían esforzado para darle lo mejor a la misma persona: Lili.

La noche no tardó en llegar y la chica rubia ahora sólo esperaba el momento en que sus mejores amigas llegasen. No se sentía del todo bien, no con todo ese asunto de su nuevo compromiso, así que necesitaba un consejo, hablar del tema, desahogarse y, por supuesto, eso era algo que sólo Asuka y Christie podrían hacer. Nuevamente el timbre de la mansión volvió a sonar, y por la hora, Lili sabía de quién se trataba. La chica corrió hasta la puerta ganándole a su ama de llaves para recibir ella misma a sus dos amigas. Ambas abrazaron a Lili y entraron a la gran mansión. Las tres subieron las escaleras hasta la habitación de la rubia para ponerse cómodas en sus pijamas y empezar su pequeña fiesta nocturna.

—Oye Lili, ¿qué es lo que nos querías contar? Me has tenido un poco preocupada, cuando hablaste conmigo te oías nerviosa y apresurada.

—Lo siento, Asuka. Es que… —la joven Rochefort soltó un suspiro, —me he sentido muy rara últimamente.

—¡Ya, cuéntanos! —decía Christie, desesperada.

—Está bien —. Las tres chicas se acomodaron mejor sobre la cama de la rubia en señal de que se venía un tema importante. —Resulta que ayer Hwoarang me habló para invitarme a cenar.

—¿Y eso que tiene de interesante? Es decir, siempre te lleva a alguna parte.

—¡Christie! ¡Déjala terminar! —la regañó Asuka haciendo un pequeño mohín.

—Ok, lo siento.

—Bueno, el punto es que fue algo bastante lindo. Me llevó a comer mi comida favorita y había una banda francesa que tocó mi canción preferida; pero al final de la velada me regaló tres cosas.

—¿Cuáles? —preguntaron ambas amigas al unísono.

—La primera fue esta hermosa pulsera —decía Lili mientras les mostraba la pulsera que Hwoarang había colocado en su muñeca derecha; curiosamente, la mano contraria al anillo de compromiso.

—¡Qué linda! ¡Yo quiero una así!

—Chris, tú siempre quieres las cosas de los demás —una vez más, Asuka la regañó con suavidad.

—Asuka, no seas aguafiestas, ¡siempre me estás me estás reclamando algo.

—¿Me van a dejar continuar? —por su parte, la ojiazul trató de mantener la calma y no exasperarse por las pequeñas discusiones que siempre tenían entre ellas.

—¡Claro! —contestaron nuevamente ambas a la vez con una sonrisa.

—Luego me dio esto —continuó Rochefort sacando aquél álbum de fotos de un cajón que se encontraba justo en el mueble a un lado de su cama para mostrárselos.

—¡Vaya! Parece que Hwoarang es más detallista de lo que pensé —Asuka se mostró curiosa y un tanto maravillada, echándole un ojo a dicho álbum.

—¡Qué lindas fotos! ¡Y qué lindo detalle! —por otro lado, Christie lucía más ilusionada, quizás incluso más que la misma futura esposa de Hwoarang.

—Y después es que me encontré esto justo al final de todo el álbum —. Finalmente, Lili abrió su mano para mostrarles el hermoso anillo de compromiso.

—¿Qué?

—¡No inventes!

—¿Te vas a casar? —preguntaron sus amigas tras aquél par de exclamaciones que demostraban su sorpresa.

—P-pues, sí. ¿Y desde cuándo ustedes dos hablan al mismo tiempo? —interrogó la ojiazul en un intento por alejar la atención de ella misma.

—No nos cambies el tema, picarona —decía Asuka con una mirada juguetona.

—¡Estás demente, Emilie! ¿Cómo de que te vas a casar? ¡No!

—¿Y ahora quién es la aguafiestas?

—Bueno, yo no… —Lili trataba de que la escucharan, sin demasiado éxito.

—Ay, está bien. Tienes algo de razón, Asuka, hay que ver la situación por el lado bueno además… —hizo una pausa antes de mirar a ambas chicas con picardía. —¡Se me acaba de ocurrir una idea!

—¿Me pueden prestar atención? —decía la chica rubia un poco enfadada.

—¡Claro! Lili, ¡Asuka y yo te haremos tu despedida de soltera! —soltó la morena con emoción.

—¿Qué? Pero yo…

—¡Qué buena idea, Chris! Tiene que ser fabulosa.

—¡Sí! Con muchas invitadas, ¡y strippers! —conforme la idea avanzaba, tanto Asuka como Christie lucían más y más entusiasmadas ante la idea.

—¿Strippers? ¡No! —la rubia trataba de llamar la atención de sus amigas, pues a diferencia de ellas, la idea no le hacía ilusión precisamente.

—¡Ay, ya me los imaginé! ¿Tú no? —. Los ojos de Christie casi parecían brillar.

—¡Chicas! —gritó finalmente la joven Rochefort, logrando que esta vez la escucharan.

—¿Qué? —preguntaron ambas.

—Número uno, no quiero una despedida de soltera; y número dos, ¡mucho menos quiero strippers en mi casa!

—¿Y quién dijo que sería aquí, tontita? Obviamente será en nuestro departamento.

—¡Qué buena idea, Chris! De verdad que ahora sí te estás luciendo.

—¡Chicas! Por favor, ustedes saben cómo es Hwo, ¡jamás permitirá tal cosa!

—¿Y también quién dijo que le vamos a decir? —. Christie alzó una ceja, totalmente decidida a llevar sus planes a cabo.

—¿Qué? ¡No! Estoy en total desacuerdo. Yo nunca le he mentido a mi fosforito.

—Ya Lili, cálmate. Las despedidas de solteras sólo son una vez en tu vida; o al menos para algunas personas —la misma Christie dudó de sus propias palabras, sin embargo, al final aquello poco importó. —¡Ándale! Además, ¿tú crees que él no tendrá la suya? —Por el contrario, esta vez, Christie alzó la ceja de manera triunfante y un tanto altanera.

—Christie tiene razón, Lil.

—Tranquila, amiga, nosotras dos nos encargaremos de todo —comentaba Christie giñándole un ojo a su amiga rubia, dejándola dudosa y pensativa durante unos instantes.

—Está bien —aceptó resignada. —Sólo una cosa sí les voy a decir, ¡nada de strippers!

— Pero si lo strippers son la mejor parte de esas fiestas; qué aburrida eres —refunfuñó la morena.

—¡Ya dije!

—Déjala, Chris. Escúchala. Si Lili no quiere strippers, así será; después de todo, es su despedida de soltera y será cómo ella quiera —la defendió Asuka.

—¿Qué? ¡Ay, por Dios! ¿Tú también?

—Sólo digo que hay que respetar su decisión! Por lo menos tendrá su despedida, ¿no?

—De acuerdo —aceptó Christie a regañadientes.

—Por cierto, Lili, ¿dónde será su luna de miel?- Preguntaba Asuka codeándose con la rubia.

—Asuka, tengo un día de comprometida, ¿cómo voy a saber eso si no hemos planeado nada aún?

—Bueno, pero estoy segura de que ya se mueren por pasar a la noche de bodas y a la luna de miel para tener sus momentos a solas como siempre, ¿verdad? —le sonreía Asuka, pícaramente.

—¿C-cómo siempre? N-no —tartamudeó la comprometida.

—¿No? Ah, te refieres a que no será como siempre, si no que será mejor —decía Christie con un ligero tono de burla.

—N-no. Me refiero a que… no; y-yo no… —Lili empezaba a notarse nerviosa e incómoda con aquella charla.

—¿Lili? En serio nunca has… es decir, Hwoarang y tú nunca… —Asuka había entendido perfectamente el mensaje de la cara de su amiga rubia, sin embargo, aún no daba crédito a aquello y no encontraba las palabras ni la frase correcta para preguntarlo.

—¡No puede ser! Lili, ¿eres virgen? —casi gritaba Christie, entre asombrada y ofendida.

—¿No quieres gritarlo más fuerte? —mencionó molesta la ojiazul por la indiscreción de su amiga para finalmente soltar un suspiro. —Sí, aún lo soy.

—¿Cómo crees? Es decir, no me lo tomes a mal, amiga, pero tu novio es súper sexy, no puedo creer que no te incite a…

—¡Christie, ya basta!

—Calma, Asuka, está bien. Claro que a veces me dan ganas de estar con Hwoarang pero me da mucho miedo. N-no lo sé, no me siento segura, además, ¿qué tal si me duele mucho?

—¿Qué? Ay, por favor Lili, no seas ridícula —. Christie se hecho a reír.

—¡Ya cállate, Christie! Que Lili sea virgen no significa nada malo. ¿O es que tú crees que todas tenemos que ser cómo tú? —harta de las palabras de la morena, Asuka saltó nuevamente a la defensiva.

— Sí, claro, cómo si tú fueras una blanca paloma, Asuka.

—Pues tal vez no lo sea, pero tampoco lo hago con el primero que se pone enfrente de mí.

—¡Ya basta! —Gritó Lili, sintiéndose terriblemente mal al ver y escuchar aquella discusión. —Chicas, no hay que pelearnos por algo así, es algo tonto —miró primero a la morena. —Christie, sí soy virgen, pero tampoco me juzgues por ello; y Asuka, —después se giró a la castaña, —tú tampoco juzgues de esa manera a Chris, cada quién sabe lo que hace y lo que no, cada quién vive su vida sexual cómo quiere. Además, somos amigas, ¿recuerdan?

—S-sí, tienes razón —Asuka se mostró cabizbaja y arrepentida. —Lo siento, Chris.

—Está bien. También yo me tomo las cosas a broma cuándo se trata de temas más serios, aunque, no sé, yo insisto en lo de los strippers —la sonrisa de la morena volvió a su rostro, bromeando para cortar aquél mal rato.

—¿Qué? Ay, no empecemos por favor.

—¡Anda, Lili! En eso no puedes negar que Chris tuvo una gran idea.

—¡Verdad que sí! ¡Sólo imagínatelos! ¡Verás que así sí te dan ganas!

Así pasaron gran parte de la noche y una pequeña parte de la madrugada. Las tres chicas hablaron, rieron y empezaron a hacer algunos planes para la despedida de soltera de Lili. No cabía duda que ésta nueva etapa de su vida sería completamente distinta. La rubia sabía que extrañaría todas y cada una de esas cosas, las pijamadas con sus amigas, vivir con su padre, todo. Su vida daría un cambio completamente radical, pero tal vez podría ser un cambio positivo, ¿o no? Hasta ahora, Lili no estaba feliz con ello. ¿Cambiaría de opinión en algún momento? Ella esperaba que así fuera, pero, ¿y si no? Esta vez sí se metería en un lío, y peor aún, dejaría a un lado su verdadera felicidad.

4 de Maio de 2022 às 23:14 0 Denunciar Insira Seguir história
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