denyinkan Chula D'An

Ocho años. Apenas contaba con ocho años cuando mis ojos inocentes se encontraron por primera vez con la sombra de la muerte. A los nueve, fui testigo de cómo mis acciones desencadenaron ese oscuro e inevitable encuentro. Desde ese fatídico día, la muerte y la culpa se aferraron a mí como sombras implacables, como guardianes silenciosos que caminaban a mi lado en este mundo asolado por el apocalipsis. Las memorias de mis padres, aunque ausentes en carne y hueso, se convirtieron en compañeras inquebrantables, proyectando su influencia y las lecciones que no pudieron enseñarme en las profundidades de mi existencia. En este nuevo y despiadado mundo, el miedo no solo se ocultaba más allá de nuestras barricadas, sino también detrás de cada puerta cerrada y ventana tapiada. Los llamábamos "caminantes", criaturas impulsadas por un insaciable hambre de carne y sangre, pero la verdadera amenaza no se limitaba a ellos. Los propios seres humanos, en su búsqueda despiadada de supervivencia, rivalizaban con la crueldad de los no-muertos. En este escenario despiadado, los errores eran lujos que no podíamos permitirnos. Un simple paso en falso podía desencadenar la destrucción de nuestro refugio, el exilio, la muerte o un sufrimiento inimaginable. La muerte en este mundo adoptaba dos formas: una agonía lenta e incontrolable, marcada por un mordisco o un rasguño, o una experiencia rápida y brutal. Siendo apenas un niño, me enfrenté a una elección desgarradora: madurar y fortalecerme o sucumbir ante las crueles exigencias de este mundo implacable. La pregunta que atormentaba mi mente era si tendría la valentía y la fuerza para sobrevivir. Así comienza mi relato, una historia de supervivencia en un mundo que ha perdido su humanidad. ¿Seré capaz de enfrentar los desafíos que este nuevo orden impone, o me sumiré en la oscuridad que amenaza con devorarme?


Ficção científica Medieval Para maiores de 18 apenas. © .

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Capítulo 1: Horror y soledad

A mis 8 años de edad, la vida se había convertido en un completo infierno: la sangre, el asesinato, la muerte, la tristeza, el sufrimiento, la agonía y absolutamente todo lo que era completamente horrible se empezaba a manifestar. Nadie comprendía ni comprende por qué, qué pasó, cómo pasó o qué lo generó, pero los momentos aterradores los vivíamos igual.


Una tarde en aquel patio de mi hogar, intentaba disimular ser una gran oficial de policía, ya que era algo que quería de niña. Entretenida en mi juego, no noté que mi madre Isabelle me había llamado hasta que se acercó a la puerta corrediza para volver a llamarme. En ese instante, le pedí que me esperara debido a que todo lo que estaba usando para jugar estaba desparramado en el patio. Comencé a juntar de a poco hasta que logré escuchar un gran clamor sufrido afuera de donde me encontraba. Asustada, me mantuve quieta en una posición tratando de prestar atención a lo que sucedía. Pero al escucharlo más fuerte seguido de otros nuevos sonidos, me asusté extremadamente y fui de inmediato con mis padres para que ellos investigaran qué era. Me miraron asustados; mi madre comenzó a sacudir mi ropa mientras William, o mejor dicho, mi padre, agarraba todos los objetos que habían metido en maletas y bolsas. Ella me alzó y lo ayudó con una de sus manos para luego ir de inmediato hacia el garaje. Me metieron en la parte trasera del auto mientras me pedían que no me quitara la mochila que me habían dado en ese momento. Y cuando uno de los dos abría el portón, el otro lo ayudaba metiendo otras cosas en el baúl del auto. Ella lloraba y él la abrazó; se subieron al auto y nos fuimos sin siquiera cerrar el portón. Me llamó la atención en su momento, ya que siempre se preocupaban mucho en cerrarlo. Hasta que ver a mi madre tan desesperada mientras lloraba me asustaba. Pensé repetidas veces que quizás había pasado algo con alguno de mis familiares, pero nunca respondían a mis preguntas. Seguían callados sin siquiera hablarme, hasta que noté que estábamos cerca de la casa de mis tíos, quienes ya se encontraban esperándonos en la puerta de su casa. Mi tío Negan sostenía un bate en su mano con varios bolsos alrededor de sus piernas, mientras que mi tía, Lucille, sostenía a mi prima bebé, quien dormía en sus brazos. No alcanzamos a frenar que mi tío subió todas las cosas en el baúl y a los segundos estaba sentado al lado mío con su mujer. Ambos me miraron con preocupación y hablaron hasta que sus ojos se abrieron por unos gritos desgarradores que poco a poco se iban escuchando más cerca. Miré hacia la ventana y fue la primera vez que había visto lo que hoy en día sería lo más normal. En ese instante, comencé a llorar desconsoladamente mientras gritaba que vieran lo que estaba pasando. Era una de esas cosas que nadie sabía cómo nombrar, eran bestias sin control con la apariencia de una persona muerta putrefacta. Los olores se sentían extremadamente fuertes y las imágenes eran tan detalladas que me generaban náuseas.

Lloré sin parar al ver cómo esos monstruos arrancaban cada parte de las personas de un grupo en el cual se encontraban niños. Era desesperante ver cómo uno de ellos me miró fijo a los ojos mientras suplicaba que lo salvara. Yo no controlaba lo que sentía, y era demasiado. Nunca había sentido tanto miedo en mi vida, esa desesperación que no te dejaba respirar, ese dolor en el pecho que no era normal. Mi cabeza no paraba de pensar y mis sentimientos desbordaban mi cordura.

Negan me abrazó con fuerza mientras trataba de calmarme. Me acarició el cabello, pero yo lloraba desconsoladamente. Me hablaba y trataba de distraerme, pero no lo lograba. En su desesperación por querer ayudarme, no sabía qué hacer. Me dio besos en la cabeza, y Lucille intentaba ayudar, pero no lo lograban. Él se acercó a mi oído y con una voz sumamente baja dijo: "Nos vamos a ir los cuatro juntos, vamos a poder ser felices y las voy a proteger... Te lo prometo, mi niña". Lo miré con mis ojos llenos de lágrimas y él con su pulgar limpió mi rostro, me sonrió e intentó abrazarme nuevamente, pero mi padre nos distrajo.

Nos habíamos quedado atascados; el camino estaba completamente lleno de autos que esperaban, al igual que nosotros, que el embotellamiento se fuera. Mi madre sostenía de la mano a mi padre, y comenzaron a hablar los cuatro adultos sobre qué iban a hacer. No llegaban a ningún acuerdo, pero no era lo que realmente importaba. Estaban todos asustados, no había nadie que no estuviera temblando y con lágrimas en sus ojos. Nadie podía creer lo que estaba pasando, y era entendible. Yo no lo logré entender hasta crecer lo suficiente.

No pasó mucho tiempo en el cual la charla tuvo que frenar por los gritos y las personas corriendo de dónde íbamos a ir. Bajamos del auto para ver qué sucedía y nos encontramos con una gran cantidad de esas cosas viniendo hacia nosotros. Era de noche, así que no podíamos ver mucho, pero se notaba una gran cantidad. Mi madre gritó que corriéramos, pero no llegó a terminar de decirlo que una de esas cosas apareció de debajo de un vehículo e intentó morderla. Negan lo detuvo antes de que lo hiciera con un gran batazo en la cabeza.


En ese instante, quedé petrificada; no podía reaccionar debido a que no supe cómo tomar la escena tan violenta que acababa de presenciar. Temí de mi tío, y él lo notó. Corrió hacia mí, y yo, por el terror que tenía, quise alejarme de él mientras gritaba en pleno llanto. Logró agarrarme, pero yo intentaba soltarme de su agarre. Corrió sosteniéndome como podía mientras trataba de calmarme, hasta que no tuvo otra opción que frenar y bajarme. Esas criaturas habían intentado atacar a Lucille, y Negan entró en una desesperación notoria. Volvió a golpear a cada una de esas cosas mientras su mujer venía hacia mí. Me empezó a explicar lo que sucedía con la poca información que tenía, pero yo, al ser tan pequeña en ese momento, no recordaba bien, no entendía lo que me decía.


Negan se acercó a las tres y preguntó por nuestra salud, mientras mis padres trataban de buscar forma de escapar. Teníamos a toda la horda detrás nuestra y algunos sueltos en nuestros alrededores. Comenzaron a llorar al notarlo por la misma desesperación. Negan sostuvo del brazo a Lucille y del mío, nos empezó a tironear con tal de que lo siguiéramos, y mis padres vinieron detrás. Pasamos entre los autos hasta que uno de esos bichos agarró a mi madre. Negan quiso ayudar, pero mi padre lo detuvo, pidiéndole que escapara y salvara a los demás. Él le hizo caso e intentó alejarnos junto con Lucille y su hija, pero apenas logramos salir al bosque, noté la distracción de Negan y aproveché para ir hacia mis padres.


Pensaba que no podía perderlos, y de mi misma desesperación corrí hacia ellos. Al verme, corrieron hacia mí, ya que estaban perdidos. Comenzaron a preguntarme por qué había vuelto, me alzaron e intentaron escapar, pero había demasiados y en los mismos autos se encontraban algunos encerrados o atados por el mismo cinturón de seguridad. Algunos salían entre los autos y otros simplemente aparecían detrás nuestra. Ambos me dieron muchos besos en el rostro, y en medio de un llanto que aún puedo recordar, me suplicaron que escapara y sobreviviera. Me subieron arriba del techo de un auto y me dijeron que no gritara, por más que quisiera. Seguido a eso, trataron de defenderse de muchos caminantes, y lo estaban logrando. Pero no fue mucho el tiempo que duró aquello. Al tener la vista en primer plano, pude notar cada cosa que pasó. Uno agarró del tobillo de mi padre y lo mordió con total libertad, le arrancó un pedazo de piel, y él al intentar defenderse se descuidó de los demás. De a poco, todas esas cosas hambrientas comenzaron a atacarlo mientras mi madre gritaba desesperada por lo que veía. En medio de su llanto y el gran grito de dolor de él, la atacaron por la espalda, dejándola totalmente inmóvil. Ambos gritaban de sufrimiento, del mismo dolor desgarrador que sentían, mientras repetían una y otra vez que corriera. Veía sus ojos llenos de dolor por el mismo contacto visual que tenía con ellos, pero las imágenes no las podía ni pude sacar de mi mente. Mi madre siendo despedazada mientras intentaba escapar y mi padre observando con la poca fuerza que le quedaba cómo quitaban cada órgano de su cuerpo. Ambos usaron sus últimas fuerzas para suplicarme que corriera, y eso fue lo que hice después de que en todo el tiempo que sufrieron no pude moverme. Estaba completamente inmóvil hasta que noté que uno de esos bichos me había oído. Así que corrí al instante; me tiré de aquel vehículo, y al caer, simplemente me impulso para alejarme lo más rápido que podía. Esquivaba cada rama, árbol, raíz u objeto que sabía que me cruzara. La mochila que llevaba en mi espalda me molestaba demasiado, al punto que una rama se enganchó con ella, generando que cayera recto al suelo. Enseguida me levanté y volví a correr; realmente no podía parar de llorar.


Entre todo ese recorrido había pasado bastante tiempo. La luna ya no estaba apareciendo; directamente estaba en el medio del cielo y mi cansancio ya ganaba a mi desesperación. En ese momento, trataba de seguir caminando, pero se me hacía complicado. Estaba muy cansada y quería dormir; me sentía muy asustada y con muchísimas ganas de seguir llorando, pero no quería frenar de caminar; temía qué pudiera pasar.


Entre tanta caminata, encontré una cabaña en la cual no dudé en entrar. Corrí de inmediato hacia allí y entré un poco cuidadosa por el miedo de encontrarme con otra de esas cosas. Al no ver nada, entré con completa confianza y comencé a revisar los muebles, esperando encontrar algo para poder distraerme. Me gustaba hacerlo, ya que mi curiosidad siempre era más fuerte que yo, y gracias a eso, había veces que me salvaba del aburrimiento o cualquier sentimiento debido a la distracción que me generaba. Entre tantos muebles, no pude encontrar mucho. Había algunas barras de cereales en los cajones de la cocina y algunas pilas. Pensé si era buena idea agarrar los cuchillos, pero tuve tantas ideas malas que preferí no hacerlo. Guardé las cosas en mi mochila y fui directo a buscar una cama o algún lugar para acostarme.


Intenté entrar a una habitación, pero se encontraba cerrada; la otra puerta daba directamente a un baño completamente destrozado. Por mi curiosidad, salí de la cabaña y me asomé a la ventana de la habitación, tratando de ver qué había dentro. Allí estaba el cuerpo de una mujer. Su cabeza estaba destrozada, y había sangre por todos lados, pero no había ningún arma. Comencé a llorar al verla y me mantuve quieta por unos segundos, pensando en qué hacer. ¿Quién la había matado así? ¿Por qué lo había hecho? Solo pensé en qué era mejor, si escapar o quedarme allí hasta que pensé en que estaba cerrada aquella puerta. Entre nuevamente, cerré la puerta de entrada, me puse debajo de la mesa debido a que tenía un mantel que tapaba, y me quedé allí hasta quedar dormida en posición fetal, apoyada en la pata de la mesa. Por mi cansancio, no pude mantenerme despierta.


Desperté por los pasos de un hombre. Ya estaba amaneciendo, y se notaba bastante todo. En ese instante, traté de mantener más el silencio y esconderme lo mejor que podía. Pero no sirvió de nada. Me agarró del brazo y tironeó hacia afuera, me dio una fuerte patada, generando que me alejara más, y comenzó a gritarme: "¿¡Qué demonios haces aquí?". Comencé a llorar desconsoladamente, rogándole que no me hiciera nada. Él agarró mi mochila, sacó sus cosas que había agarrado antes, y me tiró nuevamente la mochila. Lo miré en ese momento, y tenía una escopeta en la mano, solo que no me apuntaba. Era un chico joven, morocho; sus ojos eran oscuros y era bastante flaco.


— ¿Qué mierda hacías con mis cosas? — Grito aquél muchacho mientras me miraba con un intenso odio


— No pensé que vivía alguien; solo busqué un lugar para esconderme... Lo siento — balbuceé mientras intentaba tapar mi rostro con ambos antebrazos.


Su ira aumentó — Me da completamente igual lo que hiciste; te quiero lejos de mí y de mi casa.


— No tengo dónde ir; por favor, ayúdame — rogué, esperando que entendiera mi desesperación.


Pero sus palabras fueron implacables — ¡Te he dicho que te quiero lejos! — Apuntó con el arma, y en ese instante, mi corazón se hundió. Comencé a arrastrarme hacia atrás, sintiendo una mezcla de miedo y desesperación — ¡Vete de aquí! — gritó, cortando toda posibilidad de reconciliación.


Me levanté en ese momento y corrí lo más rápido que pude mientras pedía ayuda a gritos. Intenté alejarme lo mejor que pude, y más porque, mientras lo hacía, escuché cómo disparó y falló, hasta que por lo visto, esas cosas lo habían atacado. Comenzó a insultar y a defenderse, porque me quedé mirando para saber si sobrevivía, hasta que notó lo que hacía. Volvió a apuntarme, y antes de dispararme, lo mordió aquel muerto. Él trató de defenderse, pero al ser tan flaco y al lado de eso, tan pequeño, no pudo defenderse. Por no querer ver aquel asesinato, me alejé sin pensarlo dos veces, pasé entre cada árbol tratando de perderme de su vista, y así fue durante un gran periodo de tiempo más. Tener una mochila en la espalda mientras corres es algo totalmente incómodo; tenía casi mí mismo tamaño, así que era completamente peor. Por suerte, al tiempo de seguir corriendo, frené para descansar y pensar un poco mejor en lo que sucedía. Estaba demasiado aterrada, y en ese momento me faltaba el aire, sentía un dolor extremadamente fuerte en el pecho y constantemente sentía que me encerraban en un lugar completamente pequeño, sin importar que estaba en el medio de la nada misma. Lloré nuevamente, rogando que todo fuera un sueño. Temía extremadamente de todo y no aguantaba más. Teniendo esa corta edad, deseaba con mucha intensidad morirme. No quería vivir así, ya no lo aguantaba debido a que había perdido completamente todo.


Entre tanto llanto, me distrajo el ruido que hubo entre los pastos y ramas. Me levanté de inmediato, esperando ver qué era lo que estaba escondido. Comencé a gritar que se fuera y a explicarle que me había alejado pensando que era el chico de antes. Pero salió un gran hombre. No tenía cabello y se notaba que era muy adulto. Tenía ojeras y arrugas en su piel.


—¿Por qué estás sola? ¿Dónde están tus padres? — Me miró con ojos llenos de preocupación, al ver que las lágrimas volvían a inundar mis mejillas. Se acercó lentamente, con pasos cuidadosos para no aumentar mi temor. — No te haré daño, quiero ayudarte.


—¡No te creo nada! ¡Un chico quiso matarme disparándome! —


—¿Cómo? ¿Quién? —


—Un chico morocho, no está muy lejos, no sé... Realmente no sé dónde está, y no quiero que esté cerca. ¡Tengo mucho miedo! —


—Tranquila, tengo un lugar donde puedes mantenerte a salvo... Soy Merle. ¿Y tú cómo te llamas? —


—Alex — respondí al instante, tratando de controlar el temblor en mi voz.


Él me llamó por mi nombre y me preguntó si podía alzarme. Accedí y lo abracé con fuerza apenas me sostuvo con firmeza. En el camino, lloré hasta simplemente quedarme dormida. Al llegar, él me despertó. Observé el lugar, que era completamente extraño; estaba lleno de montañas hechas solo con basura. Todo era basura. Habían montañas de la nada y mucha gente caminando entre lo ya dicho. Era asqueroso, pero mi yo de ese entonces estaba fascinada. Amaba esas cosas y más si podía jugar o ser libre en ellas, solo que todo lo que había pasado generó que mi felicidad ni siquiera apareciera. Estaba con completa curiosidad, pero eso se apagaba al solo pensar en que mis padres no estaban. El dueño del lugar se nos acercó y preguntó por mí, pero yo no quería responder. Estaba muda, mirándolos con solo ganas de llorar o dormir.

Me explicó el lugar y me mantuvo al tanto de todo. Quién era quién y cómo funcionaba el lugar. Él era el líder y su nombre era Luis. Había niños que me miraban. El líder Luis me mostró cada parte y me presentó a la gente. Todos estaban en duda de lo que había pasado, ya que les parecía raro que una niña esté sola, siendo que apenas comenzaba todo eso. Me mostró dónde conseguía cualquier tipo de cosa y me habló sobre la gente que había en el lugar. También que si llegaba a suceder algo, hasta lo más mínimo, le avisara a alguien. En ese lugar me trataban demasiado bien, y tenía la suerte de que, por lo menos, tenía donde quedarme. Poco a poco me empezaron a enseñar cosas que hoy en día me sirvieron en algunos momentos. Pero pasaban algunos días en los que muchos niños me preguntaron si quería jugar con ellos, pero yo solo lo rechazaba. No me sentía bien, vi a mis padres morir de una forma demasiado salvaje. Gracias a eso, simplemente mi estómago se cerraba, y me tenían que obligar a comer, ya que no lo hacía durante días. Tenía dolores de cabeza muy fuertes, muchísimas veces mi pecho me dolía, logrando que me deprimiera de una forma que no podía explicar. Lloraba, tenía pesadillas y casi ni dormía. Me faltaba el aire constantemente. Tenían que estar al tanto de lo que hacía, porque no podían confiar en mí.


Debido a que no hacía mucho, un chico de unos años más grande se había suicidado por algo similar. Estaban asustados y muy preocupados por mí. Nadie sabía bien por qué estaba de esta forma, pero tampoco podían preguntar, ya que Merle tenía amenazados a todos. Simplemente, algunos esperaban que termine matándome, ya que, por alguna extraña razón, simplemente no me querían. Varios niños empezaron a decirme cosas por esa razón. Me decían que simplemente quería que todos se preocupen en mí y que yo era una trampa para matarlos a todos. Me rompían cosas, me dejaban de lado, cada vez que pasaba por su lado, me gritaban cosas, me clavaban fijo la mirada o empezaban a murmurar entre ellos. En el mes que estuve allí, trataron de distraerme con bastantes cosas. Me enseñaron bastantes métodos de supervivencia y trataron de hacer hasta lo imposible para poder verme sonreír. Obviamente, no lo lograban, sin importar las ganas que tuvieran de hacerlo, pero de igual manera estaba muy agradecida por su intento.

Los niños que me atacaban siguieron molestando. Yo, al no saber sus nombres, no podía decirle a los demás quiénes eran, ya que al ser un lugar grande no siempre los veía y siempre venían cuando yo estaba sola. Por suerte, un día los vio una señora y empezó a retarlos. Ahí fue cuando pude saber sus nombres: Chrisha, Becka, Helmer, Brahim y Raphael. Chrisha era la más pequeña de tamaño, era morocha de piel junto con Helmer y ambos tenían el cabello completamente oscuro. Becka era pelirroja y se diferenciaba del resto por su gran y llamativa piel completamente blanca. Tenía muchas pecas y muchos rizos, tenía ojos de un celeste un poco oscuro. Mientras que Brahim era un poco más moreno, tenía cabello castaño no muy claro, sus ojos eran más marrones que verdes, pero se notaba que mantenía un poco del segundo color. Él era el más alto y grande del grupo, lo seguía Raphael, el famoso niño inteligente por su supuesta gran capacidad en supervivencia. Él era como yo, castaño con ojos marrones y algunas que otras pecas perdidas.


Recuerdo claramente mis primeros días con Merle y Luis, el líder de la comunidad. Me sumí en el relato de cada pequeño tormento sufrido durante aquel mes en el que enfrenté situaciones que mi joven mente apenas podía comprender. Las lágrimas fluían sin control mientras describía, sin reservas, la cruel realidad que me había tocado vivir. A pesar de no haber llegado a sufrir abusos físicos directos, la carga emocional de esas experiencias se volvía insoportable.


La indignación de Merle era palpable, como una tormenta que se avecina. La habitación temblaba con la tensión de sus emociones, y Luis intentaba en vano calmar los ánimos para evitar que la situación se desbordara. La discusión, cargada de palabras afiladas como cuchillos, generó una grieta profunda en la comunidad.


Sin embargo, la vida nos tenía reservada otra prueba, tan inesperada como devastadora. Una marea de caminantes invadió nuestro refugio, transformándolo en un caos infernal. Nuestra seguridad se desvaneció ante la avalancha de criaturas hambrientas. La desesperación se apoderó de nosotros mientras veíamos caer a quienes intentaban protegernos.


Al salir de ahí, Merle se vio obligado a enfrentar la amenaza de los caminantes. Eran gigantes en comparación conmigo, y estaba claro que me sería casi imposible enfrentar esas criaturas. En cuestión de segundos, la situación se volvió crítica cuando los caminantes casi atrapan a Merle. Ante el peligro inminente y el llamado desesperado de Merle, dudé por un instante. Las memorias dolorosas de encuentros anteriores con estas abominaciones me atenazaron, pero reaccioné a tiempo al percibir cómo una de esas criaturas se abalanzaba hacia mí. Sin pensarlo dos veces, emprendí una carrera frenética para escapar de la amenaza que se cernía sobre mí.


Finalmente, había conseguido escapar de los caminantes, pero volví a estar completamente sola.


19 de Dezembro de 2023 às 08:15 1 Denunciar Insira Seguir história
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Leia o próximo capítulo Capítulo 2: Crecimiento

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Alejandro Aquino Alejandro Aquino
Quizá un consejo que pueda brindarte consiste en dedicar un mayor empeño a la ambientación de tus narrativas, así como a cultivar un lenguaje más refinado. Sin embargo, más allá de tales consideraciones, tus relatos resultan intrigantes, manteniendo a la audiencia inmersa y proporcionando deleite, que es, en última instancia, la razón de ser de quienes nos entregamos a la pluma. Te felicito y te insto a perseverar en este noble camino. Permíteme ofrecerte un ejemplo más preciso que pudiera ilustrarte. Cuando decides enmarcar un escenario, como un jardín, ¿Qué elementos lo componen? No insistiré en la necesidad de describir el verde del césped, mas tal vez se deba prestar atención a ciertos detalles, como una maceta de tonalidad terrosa, un pino añejo o el césped sin segar, donde uno podría tropezar. Los aromas, ya sea la tierra húmeda o reseca, y las sensaciones, aunque triviales, enriquecen nuestra facultad de imaginar. Asimismo, no subestimes la importancia de los olores. Son estas minucias las que, aunque insignificantes en apariencia, enriquecen nuestro mundo imaginario. Continúa así; tu estilo me agrada de sobremanera. Dentro de mi obra principal, quizá halles algún ejemplo que pudiere servirte de guía, siempre y cuando decidas incorporarlos, por supuesto. Es una obra de densa envergadura, no me aventuraré a solicitarte que la leas, jajaja, pero tal vez puedas echar un vistazo ocasional, pues mi pericia se centra en este aspecto. Te envío un cordial saludo, de dimensiones considerables.
September 25, 2023, 02:08
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