alicelovecraft Alice Lovecraft

La humanidad ansía un nuevo planeta, gemelo a la Tierra. La espera no demoró más; Roger Ryan, un científico ha encontrado una señal a 20 años luz; idéntico a la Tierra, el mundo cumple con las condiciones necesarias para albergar vida humana. En poco tiempo, el viaje fue iniciado, para explorar aquel mundo ideal.


Ficção científica Todo o público.

#EXOPLANETS #travels #scifi
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Un mundo lejano

"Allá, donde brillan las estrellas, en los confines cósmicos de la materia eónica, surgen los espacios del universo desconocido para izar la incertidumbre.

Siempre, en la forma inconcebible de la vida, surge el destino para dirigir su composición."

-Joseph H. Glaser, en su best seller, “El azar cósmico”


Transcurría el año 2167 en el planeta Tierra, y en las instalaciones de investigación espacial, un alma pedía un milagro. La Tierra en declive pedía un suceso extraordinario encargado a los científicos, la única esperanza de salvación frente al caos de los últimos tiempos.

—Tan sólo una oportunidad—imploraba Roger Ryan, frente a las pantallas que mostraban los análisis recientes. En ellas se vislumbraba el débil pulso de las lejanas estrellas de regiones no sondeadas por el hombre.

Roger continuó revisando con detalle a los diminutos destellos y los efectos que producían en los cuerpos celestes contiguos. Tanto para él, como para su equipo de investigación, era importante revisar con detalle cada estrella, pues un hallazgo de vida en aquellos mundos, significaría todo para la ciencia y la humanidad ansiosa de conocer si el ser humano estaba solo. Cada uno de los científicos se detenía a revisar el pulso de las estrellas, con el propósito de encontrar una señal del éxito de un descubrimiento.

Roger la necesitaba en su fracasada carrera de astrónomo. Él fue brillante en sus cursos universitarios, pero hasta aquel día, no produjo ningún beneficio a su amada profesión. Él volvió a revisar sus instrumentos; en la pantalla, un parpadeo digital le sugirió lo que podría ser. En un instante, sus ojos y su corazón estallaban en una infinita paradoja nueva, una maravilla convertida en un sueño tangible; él dijo con ansiedad:

— ¡Lo encontré! ¡Lo he encontrado!—exclamó levantándose con una euforia que irrumpió el silencio de toda su área —. ¡Encontré el gemelo distante de la Tierra! ¡Ese es el mundo perfecto! ¡Un mundo lejano!

Los otros científicos del laboratorio se asombraron de las radicales declaraciones del introvertido científico. Algunos comenzaron festejar antes de tiempo, al igual que Roger. Él no podía evitar hablar. Los demás corrieron hasta la pantalla de Roger, se fijaron en las coordenadas que él marcó por el pulso numérico de un planeta frente a una estrella.

— ¡Lo encontré, al fin!—no dejaba de levantar sus brazos en señal de triunfo.

Sus compañeros se miraron entre sí y comenzaron a ver los resultados para certificar el hallazgo. Para su sorpresa, los números y los cálculos que señalaban eran correctos; ese mundo encontrado por Roger era un planeta con la distancia adecuada a su estrella central, de la larga lista de exoplanetas candidatos. Ese mundo reunía todas las características para albergar vida, semejante a la Tierra; justo en el área habitable, no demasiado frío ni caliente. Cumplía los requisitos según las estadísticas lanzadas en el ordenador.

Uno de los científicos llamó al director de la institución para comunicarle el hallazgo trascendental.

—El Dr. Roger Ryan encontró el planeta anhelado—avisó uno de los científicos, e hizo una pausa para contarle los detalles, casi no podía creerlo—. Ese mundo cumple con todos los requisitos para albergar la vida, el homólogo de la Tierra. Lo único que necesitamos es comprobarlo.

—Tengo que ir, ahora—suspiró el director, emocionado, incrédulo—. Esto quedará en la historia de la humanidad.

En cuanto llegó al centro, Ryan y otros científicos le presentaron el informe, el cual leyeron ante su director:

—Tiene estaciones, cuatro. Una atmósfera compuesta por ozono, idéntica a la nuestra. Es posible que, según los cálculos que hemos anexado a este reporte, contenga agua líquida a las mismas temperaturas que las de la Tierra, con continentes y montañas. Todo apunta a que reúne las condiciones para albergar vida de forma similar a nuestro mundo. Y por si fuera poco, a 20 años luz si usamos la tecnología P53JK0 con la Teoría Fotón-Energía de Lagrain.

—Mañana se iniciará el proyecto—anunció.

Y al oír estas palabras, el laboratorio lloró de emoción, sus esfuerzos no fueron en vano, después de tantos años. Roger fue felicitado y condecorado con una mención honorífica, justo en una ceremonia privada.

En poco tiempo se creó el proyecto Ryan, con destino al reciente planeta descubierto. El planeta gemelo fue la noticia del momento por mucho tiempo, anunciado y difundido por todo el mundo. Aquel viaje significaba un planeta respaldo para repoblar pronto. Los recursos de la Tierra estaban agotándose. La contaminación y algunas llamaradas solares recientes estaban afectando al planeta.

Era imprescindible la labor de ir expertos y científicos con la finalidad de comprobar las condiciones del planeta. Constructores e ingenieros que proyectaron edificar laboratorios y bases científicas en aquel mundo, si bien, estaba garantizado ser el planeta ideal. Después del primer viaje, planeaban asentar la primera base de la civilización humana, realizarían los preparativos para recibir al segundo viaje.

En cinco años se equiparon tres naves con los instrumentos y equipo necesario para el viaje. Hasta la reciente tecnología para las naves que los transportaría a la velocidad de la luz.

La Teoría Fotón-Energía de Lagrain del año 2168, sostenía que, si se usaba la masa que generaba la velocidad de la luz como el combustible-energía, cualquier viaje interestelar sería posible.

El Dr. Roger Ryan fue el primer pasajero, cumpliría su labor como viajero destacado. Otros científicos jóvenes que lo acompañarían. Las naves llevarían consigo a los primeros seres humanos en arribar al planeta perfecto, al planeta gemelo. La nave fue lanzada desde la Estación Terrestre de Astrobiología y Astronomía, sin contar a Roger, 17 seres humanos; cinco científicos, tres ingenieros, cinco constructores y cuatro exploradores experimentados. También llevaron a bordo seis sondas especiales para explorar; tres de ellas programadas para estudiar aire, tierra y agua de aquel planeta, y las tres restantes, en caso de fallas excepcionales.

Llegado el día del lanzamiento, sus amigos y familiares se despidieron de ellos para siempre, puesto que, ese viaje de 20 años a la velocidad de la luz, volver era inconcebible.

Partieron con destino a un mundo lejano, esperando encontrar las maravillas al llegar.

Brillaron millones de estrellas cuando pasaron entre ellas. Contemplaron las fluctuaciones y los tonos que sensibilizaron su alma al encontrar restos de nebulosas, ojos distantes de luz. Pasaron 20 años de aquel viaje, entre estrellas, entre un mar de infinidad. Hasta que llegó el día, si podría ser, el momento en que los sensores detectaron el ozono de la atmósfera.

Roger Ryan, ya con 57 años de edad terrestres, vislumbró el punto brillante azul que se perdía en su contorno oscuro, flotante e imponente, sutil entre el universo. No difería de la imagen que dejaron atrás cuando partieron de la Tierra. Disminuyeron la velocidad al acercarse para no colisionar. En ese mundo, habitaba una magia especial inexplicable que encanta a la oculta visión de los sentidos, de tal manera que ese mundo esperara ser descubierto y explorado por ellos, representantes de la humanidad en aquel espacio indudable de maravillas dormidas.

— ¡No puedo esperar más!—exclamó Roger al acercarse.

Su corazón latía de prisa del mismo modo, desde aquel día en que descubrió su existencia. En ese instante, era un sueño tangible. Todos, cada día, hablaban sobre aquel planeta que los esperaba, y al mismo tiempo, él esperaba al planeta, también. No dejaba de imaginar los pasajes que vislumbraría con sus maravillados ojos al pensar en sus inexplorados paisajes, tampoco descartaban la posibilidad de conocer una civilización establecida.

Las sondas fueron esparcidas por el planeta y comenzaron a enviar la información más impactante de todos los tiempos; el planeta cumplía con el 100% de los requisitos para albergar la vida. Las sondas tomaron fotografías de su territorio; las fotos enviadas eran idénticas a los panoramas que ellos conocían de la Tierra; lagunas, ríos y riveras, montañas de nieve, océanos y desiertos, casquetes polares, campos de flores y continentes.

Convencidos por los resultados arrojados por las sondas desarrolladas, podían respirar gracias a la existencia de oxígeno. Sin contaminación, sin indicios de vida inteligente o humana, era un planeta virgen, sin mamíferos ni aves, aunque los insectos pequeños y vegetación abundaban. Era el mundo indicado para el ser humano. Las sondas enviaron la información a la Tierra, estaban diseñadas para transmitir los resultados a la velocidad de la luz.

Pronto, las tres naves descendieron a la superficie estable de aquel mundo, la Nueva Tierra, nombrada por uno de los científicos a bordo. Conforme lo hacían, se percataron de su error al distinguir un panorama hostil; el planeta no parecía habitable.

— ¿Qué pasó con las sondas?—gritó Roger, asombrado con lo que veía, un mundo adverso—. ¿Qué ha sucedido?

—Esto no es posible—decían todos los tripulantes. Los cálculos que hicimos son correctos y las sondas no pueden estar dañadas.

—Tenemos que regresar—decía uno de ellos, comenzó a preocuparse.

Las naves intentaron retroceder. No obstante, la gravedad ejercida en las naves era anormal. Brillaban las estrellas y aquellos soles binarios, los dos pálidos astros emitían una melodía mortal en aquel mundo distinto a su Tierra: Brotaba una inusual bruma y vegetación extraña en aquel territorio: No era una estrella. Algo no andaba bien.

No poca distancia del aterrizaje se localizaba un lago, pues cuyas profundidades sugerían que la vida se hundiría en los secretos olvidados del tiempo. Decididos a conocer aquel paisaje y aquel mundo, pronto estuvieron de acuerdo en haber aterrizado una zona pantanosa, propia de los bosques húmedos y selvas.

Las sondas, sus cálculos y todo lo conocido por ellos y su tecnología, no podían haber sido erróneas. Sólo que, la zona de aterrizaje era inhabitable. Dos exploradores, dos científicos y Roger se colocaron los trajes antes de bajar y caminaron; el polvo segmentado color café se volvía sólido y agrietado.

Divisaron lo lejanos contornos perdidos entre aquel sendero donde crecían flores sin forma conocida por el ser humano.Avanzaron con sus instrumentos en las manos y en el cuerpo, preguntándose si aquello que veían sus ojos no era un espejismo producto de la carga mental de un viaje de veinte años. El viento apacible era un mensaje sublime del peligro inminente; la calma espectral en aquel paisaje era sublime. Todavía no encontraban a alguna criatura o animal en la siniestra maleza.

Roger se preguntaba la razón por la cual el panorama se mostraba diferente a pesar que cuando las sondas captaron los datos "correctos". Y la gravedad, ¿qué decir de ella? Una tenue sugerencia indicaba patrones anormales; la gravedad impedía abandonar el planeta, incluso a la velocidad de la luz. Los cálculos más recientes arrojaban que arribaron a un territorio excepcional, agujero negro esférico, con apariencia similar a la Tierra.

¿Cómo abandonar aquel mundo?

—No esperaba esto—comentó Mark, un explorador que viajó por todo el mundo—. Esto no es por mi carrera, no por mis conocimientos, es mi intuición, es ella la que me ha salvado de morir en condiciones salvajes. Hay algo que no me gusta de este mundo, digamos que no es natural. Esperaba un mundo idéntico a la tierra, para eso he venido. Yo aconsejo que vayamos de vuelta a la nave. Tenemos que enviar un segundo mensaje a la Tierra. Ellos deben de conocer la verdad, no la verdad de las sondas. Ni siquiera de los propios científicos — y miró a Ryan.

—Yo estoy de acuerdo con él, no tenemos conocimiento de este tipo de planeta, nunca nadie la ha tenido—apoyó otro explorador.

—Detente—pidió Heinz, un científico reconocido en la Tierra, con tranquilidad—. No es necesario; ustedes se asustan con facilidad ¿No creen que exageran? ¿Recuerdan que este planeta, al igual que la Tierra, tiene estaciones y clima? ¿Acaso nunca han visto neblina?

—Sí, lo recordamos, pero esto no es normal—remarcó Mark, señalando las plantas extrañas y la noticia de dos soles en lugar de uno, como ellos vieron antes de aterrizar—. No sabemos si son venenosas. Tampoco podemos salir de aquí.

—Es normal—aseguró Heinz—. Sólo que son diferentes a nuestras flores y no, porque sean diferentes a lo que hemos visto, sea algo anormal. Y por salir de aquí, ya veremos la forma ¿acaso no somos científicos para arreglarlo? Hemos sido elegidos por nuestras cualidades y conocimientos ¿No es verdad?

—Heinz tiene razón—reflexionó Roger—, debemos continuar. No es el paisaje que esperamos. Este lugar o esta parte del planeta es análoga a los marismas y los pantanos terrestres, ustedes han estado ahí.

Heinz apoyó a Roger.

—No nos debemos preocupar. Estuvimos en peligro al venir aquí durante nuestro trayecto, pudimos haber colisionado con asteroides aislados. Venimos en un viaje de 20 años, ese tiempo es corto cuando se trata de la ciencia. Ahora debemos de investigar, esa es nuestra labor.

—Algún día, la humanidad podrá habitar estas regiones lejanas, de donde alguna vez, la humanidad se originó. Ha llegado el momento de migrar a otros mundos, esta es nuestra oportunidad.

Sin reproches, el resto del equipo pasó por acantilados propios de la imaginación cuyas barrancas y relieves cubiertos de musgos con ramas se perdían en las profundidades por donde líquidos oscuros descendían en sus ríos. Cruzaron sobre rocas superpuestas en aquellos lugares que se perdían en el infinito. Sobre el polvo y tierra orgánica, crecían árboles de tallos henchidos que nunca antes un ser humano contempló. Asombrados, por cuanto veían, recolectaron algunas muestras de aquel líquido viscoso que transitaba en un río pequeño.

La Nueva Tierra siempre estaba en un silencio que sólo era roto por el oscilar del aire sobre las ramas. El débil murmullo la vegetación en un fino roce del viento, y los insólitos sonidos de los geiseres que surgían en algunas zonas, donde las rocas eran de formas creadas por una caprichosa naturaleza.

Durante extenuantes días, recorrieron sitios donde crecían flores exóticas y hongos gigantes de matices difíciles de describir. Los científicos recogieron datos. Los constructores decidieron encontrar una zona sin constantes derrumbes, de suelo firme, aunque ningún dato era concluyente. Los exploradores estaban maravillados con extrañas formas en su camino, aunque no podían evitar sentirse atemorizados por las mismas. Las noches eran oscuras y frías, casi siempre, sólo iluminadas por distantes luces provenientes de las estrellas y los planetas de aquel sistema que intrigaban a todos los viajeros.

Mientras acampaban, un trazo impresionante de luz cruzó el cielo en una amplia región del firmamento, un cometa de otra naturaleza. El vistoso cometa irradiaba luz en una indescifrable trayectoria caótica. Los exploradores lograron grabar aquel espectáculo que atesorarían, de igual modo que al resto de fotografías de la "Nueva Tierra". Uno de los científicos revisó los instrumentos, no hubo falla, seguía indicando que el mundo era habitable a pesar de la ausencia de agua en sus ríos y sólo se mantenían con sus reservas personales.

Al día siguiente, a uno de ellos se le ocurrió que podrían comer de los frutos que nacían de aquellos vegetales que crecían en un árbol de la Nueva Tierra, a causa de escasas provisiones. Verificó si era comestible. El detector lo confirmó.

—No, no debemos comer de ellos—le sugirió Mark, el explorador profesional—. ¿Y si fallan tus instrumentos de la misma manera que lo hacen las sondas? Yo no confío en sus herramientas construidas por el hombre, nos engañan los sentidos y la razón.

— ¡Qué te sucede!—se molestó el científico llamado Albert—. Hasta ahora, no tuve problemas contigo por tus temores, pero esto es ridículo. Tienes emociones de aquellos que vivieron en la época del oscurantismo, cuando todavía no se desarrollaba ciencia avanzada como en la actualidad, y así dudas de nuestra inteligencia.

—Si fuéramos inteligentes, no habríamos venido. Tampoco habríamos de necesitar otro mundo igual al nuestro, el cual no hemos podido rescatar de la destrucción, de nuestros valores ineficaces como seres humanos—dijo, al fin.

Heinz se molestó e ignoró las palabras de Mark, y para comprobar que la ciencia estaba en lo correcto, cortó el fruto color naranja. Lo contempló con rápida alegría. Pronto este cambio su tonalidad al gris con manchas suaves de azul brillante.

Heinz se asustó, y en un segundo, lo dejó caer. El fruto se reventó en el suelo, se derramó su contenido, una clase líquido desconocido. Pronto todos notaron que no era un líquido común, sino las larvas de una horrible criatura que depositó, como suele suceder en la Tierra. O bien, podrían ser propios del árbol. Todos retrocedieron, lejos de las larvas y del supuesto árbol, todos alejándose en diferentes direcciones; el árbol comenzó a emitir una niebla espesa, dedujeron la sustancia gaseosa era una forma de defensa. El vapor alcanzó a un constructor y a un científico, quienes al inhalarlo, experimentaron mareos, y sus ojos fueron irritados, a forma de ácido.

— ¡Vayan lejos de aquí! —gritaba el científico, consumido por un dolor. —Puede ser mucho peor...

El constructor agonizaba y, al igual que el científico, ellos suplicaban que se alejaran. Ambos se desvanecieron en convulsiones violentas, sobre un césped amorfo. Aunque deseaban ayudar, resto del equipo y Roger, podrían sufrir un destino semejante. Roger Ryan, corrió hacia la espesura de los árboles, intentando pasar lejos de los árboles de la misma apariencia, de frutos peligrosos y niebla mortal. Si bien, también temía de las otras especies. Ryan corrió apartándose de toda vegetación, y en su camino, encontró formas extrañas que habitaban y se agitaban, parásitos en las corrientes de un río de oscuros líquidos viscosos.

Horas más tarde de escapar de los peligros que antes nadie contempló, Ryan salió del bosque y fue en un segundo cuando llegó hasta él una horrible revelación; frente a él se izaban torres y cúpulas perfectas, increíble arquitectura de forma caótica, violaba las leyes de la gravedad conocidas por el ser humano. Poseía iluminación y tecnología entre aquel paisaje donde el cielo no era azul.

Fue en ese instante cuando la verdad cayó ante sus ojos, antes ciegos, ese origen sin razón, sin fundamento: Mark tuvo razón en desear volver a la nave, días atrás. Roger no quiso pensar más en temor infundado, pese a que las pruebas estaban enfrente de él y en sus instrumentos; las criaturas habitaban y caminaban en algunos pasillos de aquella construcción inteligente.

Roger usó su detector; indicaba ausencia de vida, empero, era testigo del error. Roger venció su miedo y todos sus temores y se acercó a su territorio. Desde cerca, pudo notar que las criaturas alienígenas destruían una de las sondas que exploraban el planeta, y tomaban de ella lo poco que podían usar.

Se aventuró más cerca aun cuando temía que su alta tecnología lo detectara e hicieran con él cosas inimaginables. O bien, podrían ser amigables, no estaba seguro.

Entró a las instalaciones y pasó desapercibido por los vacíos pasillos iluminados por el fulgor helado. Sus sensores indicaban una temperatura moderada, empero, él la sentía como aire de invierno.

Para su sorpresa, Roger caminó en lugares insospechados, se infiltró en su geometría impredecible. Era inevitable contemplar el detalle de sus construcciones. Solo, se abalanzó en los pasillos sombríos, admirando cada eje y pedestal a su paso.En el fondo de aquella perpetua oscuridad, vislumbró varias peceras iluminadas por el fulgor espectral del color azul y mezclas de verde fosforescente. La pecera, hecha con un cristal resistente con criaturas extrañas, contenía formas monstruosas similares a los peces. Criaturas de distintos tamaños y diferentes a los seres que dirigían el mundo.

Quizás todo aquello era la vida híbrida que habitaba y vagaba dentro de los ríos viscosos, en cuyo contenido de sus aguas, el tono negro imposibilitaba su apreciación. Conjeturó que, algunos podrían provenir de otros mundos, para ello, estarían en aquellas vitrinas —donde podrían conservar la vitalidad—con las condiciones necesarias para subsistir.

Algunas de las criaturas trataron de comunicarse con Roger, haciendo gestos que él no comprendía; hubo algunas que trataron de hablar, otras lo hacían de una forma que lo desconcertaron. Resultaba para él conocer seres inteligentes, cuyas conversaciones se originaban en cavidades que equivalentes a ojos humanos. Sus miradas y sus voces singulares confundían a Roger. Asimismo, ellos tampoco comprendían el idioma de un ser humano, a quien, algunas de las criaturas veían con temor, y algunas otras con un cierto interés.Tal vez podían entender sus pensamientos y sensaciones y callaban por la misma razón. Otras conocían su situación y su destino.

Una voz incomprensible llegó a su mente sin haber sido escuchada por sus oídos. Roger decidió que no era bueno pasar más tiempo en ese lugar.

Avanzó aún más y tomó otra fotografía. Los pasillos seguían siendo eran amplios y solitarios. Encontró pronto otro espacio amplio, iluminado por una lámpara enorme al centro de aquel recinto de paredes color crema y alto techo, parte de la inmensa construcción de varias columnas, con un piso de mosaicos del mismo color.

Sobre estantes y mesas, flotaban gemas y piedras preciosas; una de ellas llamó su atención, pues no era propia de la Tierra, ni siquiera creía que fuera originaria de la Nueva Tierra, según antes ellos creían. Aquella gema era dorada con algunas manchas de aceite dispersadas por su superficie, con una forma que escapaba a todas las leyes conocidas de la naturaleza: Era al mismo tiempo cóncava y convexa, no podría llegar a una conclusión con aquella gema.

Abajo, estaban redactadas sentencias y notas en un idioma desconocido para él. Quizás, no podía saber si se trataba de la descripción de la gema y sus propiedades, del mundo del cual esta provenía. Algunas secciones estaban escritas en un idioma diferente al resto del texto completo.

Roger miró hacia a su alrededor; todas las gemas flotaban en sus propias repisas, con las mismas notas. Una de ellas llamó su atención, esas gemas eran similares a la Tierra, que estas no provenían de su mundo. Encontró que eran de un planeta, donde tal vez la vida era idéntica a la Tierra.

Escuchó un sonido amenazador; un conjunto de sonidos estaban aproximándose al inmenso centro de aquel espacio; eran varios seres vestidos con ropas hechas a forma de capas de color púrpura oscuro y adornos complejos. Uno de ellos era de mayor tamaño que el resto, a Roger le pareció que él era el instructor de las criaturas humanoides que flotaban. Entre ellos se comunicaban con un lenguaje que casi no podía escuchar. Estas eran las criaturas inteligentes, no compartían la misma apariencia que aquellas que destruían las sondas que ellos llevaron, con la finalidad de explorar la superficie y las condiciones del planeta "Nueva Tierra".

Roger se escondió detrás de uno de los pilares y contempló el modo uno de actuar de estos seres. Él tomaba componentes de una de las gemas y la mostraba a los otros seres. En seguida, la destruyó y los restos de la gema roja cayeron al suelo.

Todos, e incluso Roger, notaron que la gema se volvía a unir por sí misma, la gema parecía tener vida, o poseer capacidades extraordinarias de regeneración o unión.El ser la recogió y les mostró otra de las piedras preciosas; a esta, color blanco, la dejó caer y esta se volvió un líquido. Al cabo de un tiempo, esta endureció y se volvió sólida. Después todos se acercaron a una gema color oscuro; parecía que estaba segmentada o cubierta con una capa de magma que dejaba entre ver el interior luminoso que se agitaba dentro de esta capa exterior. El instructor o guía les dijo algo a ellos, quienes comentaron algo inaudible entre ellos, el instructor no la tomó y los visitantes temieron de ella por su retroceso peculiar.

Al fin, cuando abandonaron la sala, Roger también tuvo oportunidad de escapar. Corrió con minuciosidad y precaución para no ser visto por los pocos seres que caminaban en los pasillos, a otro lugar. Y mientras lo hacía, no dejó de maravillarse por el diseño de su construcción. Le era posible imaginar los materiales maleables que componían aquel edificio, porque al intentar tocar los muros y las paredes, se deformaban debido al rechazo a la materia de un ser humano. Pero, ya dejó de sorprenderse de ello, fue testigo de aquello que nadie imaginó en el mundo lejano.

Roger deambuló por más tiempo en el interior de la construcción y examinó el área singular. En repisas especiales flotaban, sostenidos por alambres invisibles, varios frascos de alta tecnología con materia y restos orgánicos, quizás los frutos de los seres expulsados del árbol. No podía distinguir la forma exacta de su forma; pronto descubrió en su situación una aterradora verdad al notar que las criaturas diseccionaban a un cuerpo muerto, del que alguna vez fuera el Dr. Heinz. Además, también los cuerpos postrados de todos sus compañeros que le acompañaron en la exploración del planeta en varias cajas transparentes apiladas, reflejando el tétrico matiz del laboratorio.

No podía creer en ello su cansada y agotada vista; las criaturas les extrajeron los cerebros a sus compañeros. Cada cerebro flotaba dentro de un cubo transparente de débil color azul; los instrumentos de alta tecnología contenían tubos conectados a sus cerebros flotantes en aquellos líquidos viscosos. En las pantallas de cristal que ellos poseían, se mostraban sus recuerdos en forma de película de alta definición. Incluso desplegaba un informe detallado de las condiciones corporales de cada lapso. Poca información fue comprendida por Roger. Después, esos datos eran guardados en potentes medios de almacenamiento.

¿Acaso sería posible que su situación fuera causada? ¿Sería cierto que su alta tecnología manipulaba las sondas de cualquier civilización, para hacerles creer que ese mundo era el anhelado planeta gemelo de cualquier mundo, pocos o miles, a millones de años luz de distancia?

¿Acaso era una trampa?

Ellos ya estaban en la red. Quizás otros mundos que buscaban mundos similares al suyo para habitarlos en el futuro, porque esos, sus mundos nativos estaban al borde de la destrucción. Esa raza, pensó Ryan, distorsionó sus sondas e instrumentos, para hacer la carnada ideal de un mundo perfecto, para atraer seres a su planeta con propósitos variados.

Pronto, intentó salir de ahí, sin embargo, se negaba a aceptar con hechos científicos lo que ocurría en el planeta que él descubrió, pero era demasiado tarde; las criaturas lo detectaron y estaban listos para acabar con él. Roger suspiró, y a pesar de todo, estaba feliz de haber viajado hasta ese planeta que antes encontró en su pantalla, hacia 20 años, pese a que pronto tuviera un triste final. Tal vez, él se volvería parte de la colección en que él visitó en las peceras, o tan sólo como material que pronto ellos diseccionarían.

Sólo podía esperar una última cosa antes de expirar su último aliento; si la señal de las sondas falló en algún momento, deseaba que emitieran el mensaje equivocado; que jamás la humanidad se planteara la idea de ir a ese planeta. De no ser así, la verdad jamás existiría en las memorias para recordar en el futuro de la humanidad.

6 de Agosto de 2017 às 03:27 4 Denunciar Insira Seguir história
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Fim

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Nerea Gómez Nerea Gómez
El capítulo se muestra interesante, bien descrito y plateado bajo mi humilde opinión.
February 23, 2023, 15:47

Alejandro Palacios Tzintzun Alejandro Palacios Tzintzun
Muy fascinante el modo de usar la imaginacion y la ciencia espacial. Hubo cosas no entendibles pero esta muy interesante, deberias escribir una segunda parte, saludos, yo tambien estoy escribiendo 3 libros, por si te interesa echarles un vistazo: Interdimensional, Poder Infinito y Proxima Centauri. Bueno sin mas un gusto, por aqui andamos. Desde Mexico tu servidor.
October 29, 2017, 06:59

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