El mar y la luna Seguir história

Hace mucho tiempo, cuando la vida apenas surgía, en un lado del mundo el mar se crearía.

Llegada la primera noche de su vida, conoció a la luna que siempre relucía. Ella era amable, linda y divertida, y el mar siempre su compañía disfrutaría.

La luna las olas del mar movía, y el mar reflejaba la luz de su amiga. Cuando llegaba la noche, jugaban y reían, y las estrellas, al verlas, brillaban de alegría.

Pero algo bien no andaba, el mar cada vez notaba a la luna más delgada. No le dio importancia, pues la luna no decía nada, mas una noche ella no aparecía y el mar pronto entró en agonía.

Sin ánimos de mover sus olas, el mar estuvo quieta por horas. Esa actuación extrañó a las estrellas, y al mar por su actitud pidieron respuestas.

Cuando el mar explicó que extrañaba a la luna, todas las estrellas rieron como una.

—Ella no se fue— dijeron al mar, brillando al hablar—, solo no la puedes ver. Tendrás que ser paciente y esperarla, o ir al otro lado del mundo a buscarla.

El mar de ningún modo quiso esperar, y comenzó a extenderse para la luna encontrar. Pero la árida tierra, al ver su plan, molesta, le comenzó a reclamar.

—¡Este es mi lugar!, ¡eso no lo vas a cambiar!

—¡Por favor!, ¡déjame pasar! —suplicó insistente el mar—. A cambio, ayudaré a que ya no estés seca, y haré que en ti la vida crezca.

La tierra, después de mucho discutir, aceptó la propuesta al fin. El mar se abrió paso, y formó los ríos y lagos. Hierbas y frutos comenzaron a crecer, y pronto la tierra comenzó a enverdecer.

El mar se extendió y su lugar en todo el mundo tomó. Así, su búsqueda terminó, pues a la brillante luna al fin encontró.

La luna, completamente llena, había visto lo que el mar hizo para verla. Enternecida, habló con ella.

—Yo para siempre nunca me voy —explicó—, solo en otros lugares a veces estoy.

—Lo sé, pero no quise esperar. —El mar respondió—. Ahora podré verte sin importar el lugar.

Y así, el mar y la luna juntas siguen estando, riendo y jugando con las estrellas a su lado.