El sonido del vidrio de la botella al rodar por la calle lo despertó, levantándose del callejón en donde dormía, se dispuso a levantar su botella de cerveza marca Zipzz. Alto, posiblemente llegando a los dos metros y medio, de larga y extensa cabellera negra junto a una barba igualmente larga, aquel vagabundo sujetó con sus manos enguantadas aquella botella de cerveza y vio, con sus ojerosos ojos castaños, a un joven ciclista que pasaba cerca de donde él solía dormir durante esos días. Dando un gruñido, aquel vagabundo, se acostó nuevamente sobre la pared, colocando su gorra marrón claro sobre sus ojos, dispuesto a dormir un poco más.
Sus pulsaciones eran altas; pero su respiración se mantenía tranquila y el sudor que corría por su cabellera castaña lo ayudaba a refrescarse durante la carrera, había pasado una hora desde que dejó la ciudad y se adentró a las afueras de Los Ángeles tras pasar por el enorme cartel de Hollywood que se veía desde la distancia. Simón Restler campeón de los juegos olímpicos y un competidor casual de las carreras de bicicletas, como el Tour de Francia, solía correr con su amada bicicleta de forma diaria. Como competidor amaba la emoción de la carrera, de como el viento corría por su rostro al pedalear con todas sus fuerzas y esa sensación que siempre sentía cuando corría. Esa sensación de libertad, de escapar de todos sus problemas de la niñez y adolescencia cuando no era Simón Restler sino el pobre bastardo que su padre abandonó cuando tenía seis años de edad. El pobre infeliz que todos decían que no llegaría a nada hasta que les cerró la boca durante su primer carrera en bicicleta donde no ganó; pero llegó al segundo lugar mostrándole a todos esos cretinos que si lo deseaba con todas sus fuerzas podría llegar a primer lugar, algo que logró a las pocas semanas de haber competido. No existía una competencia a la que Restler no acudiera ni tampoco una donde no obtuviera un lugar. Fuese el primero, segundo o tercero, para Restler aquello no era cosa de ser el mejor sino de correr, de sentirse libre y huir de su pasado. Siempre se concentraba en ello cuando corría, fuese en una carrera o solo por el simple placer de correr, al punto de que el mundo se desdibujaba a su alrededor mostrándose solo figuras de sombras a su alrededor que vagamente reconocía como edificios, autos o personas. En este caso solo era un arbolado monte que poseía algunas cabañas a su alrededor, debió de alejarse más de lo usual cuando llegó a una zona que era puro desierto, como en las películas del oeste. Sabiendo que estaba llegando a los límites, se dispuso a dar vuelta atrás cuando notó que a la distancia había una extraña edificación, algo parecido a un granero, que no se encontraba allí haría dos días atrás.
Sintiendo una gran curiosidad, se acercó a dicha edificación con su bicicleta. Pedaleó hasta la cima del monte, que se encontraba delante de aquel granero, y observó algo que lo dejó horrorizado. Tras ese monte estaba ocurriendo algo terrible, sacrílego como también espantoso.
Teniendo un motivo valido para huir, dio media vuelta y antes de poder bajar la colina una flecha lo atravesó por la espalda, saliendo su punta por el pecho del joven atleta que cayó al suelo muerto de un solo golpe con sus ojos aun agrandados por el shock de lo que había visto tras esa colina. Un grupo de hombres con sotanas se acercaron al cuerpo y se lo llevaron consigo creando el misterio del Ciclista olímpico desaparecido.
Obrigado pela leitura!
Podemos manter o Inkspired gratuitamente exibindo anúncios para nossos visitantes. Por favor, apoie-nos colocando na lista de permissões ou desativando o AdBlocker (bloqueador de publicidade).
Depois de fazer isso, recarregue o site para continuar usando o Inkspired normalmente.