En un cuarto de concreto, sin mucho más que polvo y pequeñas piedrecillas caídas de las paredes, había una mujer vestida con una sudadera completamente blanca, a minutos de despertar.
Poco a poco regresó a la vida, sentía que su cuerpo estaba pesado y hundido en lo profundo del océano; pero no iba a quedarse ahí más tiempo, pues necesitaba irse. Se levantó lentamente y observó el lugar que la rodeaba, pero a su pesar no sabía dónde estaba, tampoco su nombre, y eso la hizo encontrarse con un enorme vacío. Intentó recordar algo mientras caminaba en círculos, y aunque consiguió algunos datos poco relevantes de ese ejercicio, no obtuvo nada de información que se tratase de ella.
Se convenció de que su esfuerzo era inútil, por lo que decidió ver con más detenimiento la habitación para buscar una salida. Una rápida inspección la hizo notar una gruesa puerta metálica que poseía un cerrojo electrónico bloqueado, y una ventilación extrañamente bloqueada por barrotes de hierro al lado izquierdo de la puerta; en otras palabras, estaba atrapada hasta que alguien con la contraseña abriese la puerta.
Golpeó la pared una vez para desquitar su ira y revisó el pequeño panel electrónico de la puerta, intentó varias combinaciones de números y paró cuando una ruidosa alarma le advirtió que no podría intentar de nuevo si fallaba otra vez. Gritó tratando de llamar la atención de alguien, y volvió a fallar; ya desesperada, se recostó en la pared en frente de la puerta y echó un último vistazo a la habitación en búsqueda de algo útil. Nada parecía haber cambiado, aunque la ventilación se veía un tanto extraña, el concreto alrededor de los barrotes se empezaba a derretir y parecía estar separándose de la pared, cómo si estuviese vivo. Apartó la vista como si no se tratase de algo importante y regresó a su intento de recuperar algún recuerdo sobre su identidad.
-No… Las paredes no hacen eso, lo que está muerto no se mueve sin razón, eso es imposible, debo irme ahora.- Dijo, susurrando para sí misma, ya sin tono de resignación por estar atrapada; ahora era terror.
Regresó su mirada a la ventilación al mismo tiempo que saltó a la esquina más lejana del presunto peligro, "eso" ya no sobresalía ligeramente, para ese momento había tomado vagamente una forma humana. Era un torso tratando de separarse de la pared; pero lo que parecía su cabeza estaba hueca, solo visible a través de los barrotes metálicos, ya carentes de su perfecta forma cilíndrica y su pulida textura anterior. Ahora estaban ligeramente doblados, deformados y agrietados por su rápida metamorfosis, obligados por una fuerza desconocida a gotear un viscoso líquido verde desde dichas grietas.
Lo que debía ser la piel de esa criatura ahora parecía ser ceniza blanda, quebrándose y volviéndose a pegar gracias al líquido verde que emanaba tímidamente de esta misma; un repulsivo espectáculo que la aterraba y asqueaba a partes iguales. No parecía que hubiese escapatoria, ese maligno ser tomaba forma lentamente y ella no podía hacer nada. Un minúsculo rayo de esperanza llegó a ella cuando una voz mecánica habló desde el panel de la puerta.
-Agradecemos su presencia, y lamentamos no poder responder sus dudas en este momento. Pero nuestros modales no son algo que le deba preocupar ahora mismo. Si no desea ser obligada a interactuar con la entidad en frente de usted, y más aún, vivir; siga mis instrucciones con total exactitud. Primero, acérquese lo suficiente como para agarrar alguna de las barras de metal incrustadas en la entidad, tómela, y usela para golpear a las demás y mantener una distancia considerable; no golpee el resto del cuerpo de la entidad, no se va a ver afectada. Continúe el proceso hasta que logre extraer el resto de barras en la "cara" de la entidad, el método no importa; cuando lo logre, podrá irse de la habitación sin ningún riesgo.
-Después de esta explicación, la voz se esfumó, hasta que regresó por unos segundos para aclarar una última cosa. -Una recomendación más, no permita que "eso" la toque, por su propio bien.
Ya con todas las inquietantes instrucciones en su mente, empezó a moverse alrededor de la criatura, siempre mirándola de frente. Trató de hablarle, pero no obtuvo ninguna respuesta, el monstruo era incapaz de hablar; lo único que ella escuchaba era el ruido de la ceniza crujiendo consigo misma, y su propia respiración. Ya con unos segundos de duda tras de sí, se arriesgó a tomar una de las bizarras barras que protegían la cabeza vacía de la abominación lo más rápido que pudo, con esfuerzo mantuvo los ojos abiertos en todo momento mientras saltaba hacia atrás después de cumplir su primer objetivo.
Ya con una herramienta a su disposición, se inclinó un poco al frente y golpeó violentamente a la criatura tal y como se le había indicado. Tras unos varios intentos se dio cuenta que no iba a ser fácil matar a esa cosa, el metal que protegía su cabeza estaba firmemente pegado a la ceniza, y cada arremetida apenas lograba moverlo; probó cortar y atravesar el resto del deforme cuerpo, pero solo lograba penetrar unos centímetros su piel, y entonces su única arma se atascaba en la pegajosa ceniza. Cuando se dispuso a dar el último golpe a la barra más vulnerable, el brazo izquierdo del monstruo rozó por unos segundos su hombro, y eso resultó ser la experiencia más dolorosa de su vida por un tiempo. El grueso buzo blanco que la protegía se incendió en segundos, hasta quemarse y convertirse en ceniza, a primera vista normal, hasta que obtuvo una textura húmeda y empezó a quemar directamente la piel de la mujer que aún no podía recordar su nombre.
Todo su cuerpo se estremeció y el dolor la obligó a arrodillarse. Miró con preocupación su hombro herido, para ver si podía aliviar su sufrimiento; dejó caer el arma improvisada y usó su mano izquierda para quitar la ceniza de su piel. En el breve momento que eso le tomó, ya había sido acorralada, y genuinamente pensó que se había acabado; de un salto chocó con la pared y con los segundos que ganó con esa simple maniobra pensó en un plan para salvarse. La idea que le llegó a la mente no era muy placentera, pero quizás funcionaría. La criatura parecía ser muy simple, solo extendió sus largos y delgados brazos y caminó con precaución hacia ella, sabiendo que solo era cuestión de tiempo matarla; por lo que no tenía una estrategia más compleja que esa. Ella se preparó para lo peor, y se abalanzó hacia monstruo; en el proceso rotando ligeramente a su derecha y formó una "L" con su brazo izquierdo y lo introdujo en la cara de su atacante, aprovechando el espacio dejado por la ausencia de la barra que había quitado hace unos momentos. Ignoró como pudo el ardor de su codo y mano que rozaban el interior de la criatura. Entonces, con todas sus fuerzas, usó su antebrazo para sacar el resto de barras metálicas, ayudándose de la fuerza de sus piernas. Jadeó mientras luchaba por su vida, y descansó cuando vió caer a la abominación al suelo; alegrandose al ver el retorcido metal caído enfrente suyo.
Una risa nerviosa salió de su boca, era difícil creer que estaba viva, pero la realidad estaba frente a ella. Ese horrible monstruo había perdido la vida que hace minutos ganó; se encontraba perfectamente petrificado, volvió a ser concreto y el extraño líquido estaba completamente ausente. Caminó con cuidado a la puerta y revisó una vez más el panel que de cierta manera, le había salvado la vida. Un mensaje parpadeante declaraba lo siguiente: "Prueba completada" "Violencia desarrollada" "Aparición exterminada" "Continúe a la siguiente sala". Unos segundos después la puerta blindada se elevó y desapareció de su vista.
-¿¡Qué demonios significa eso!? ¿¡Puse mi vida en riesgo y eso es todo lo que tienes que decirme!? ¿¡Me secuestraron!? ¿¡Por qué no me hablas!? ¡Antes lo hacías pedazo de mierda! -Siguió gritando, pero la voz no regresó.
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