shirogasaki Luciana Cuello

2 hermanos Lancelot y Neevile viven con su tía Natacha, en los precarios, barrios pobres de la cuidad, luchando para salir adelante. Viven su adolescencia en medio de un mundo caótico, donde 2 pandillas pelean por el territorio: Los Pantera Roja y los Blood Kings. Los veremos en su día a día cómo intentan sobrevivir, con la meta lejana de intentar salir de ese bajo mundo donde reina la muerte, las drogas y la violencia.


Drama Todo o público.

#bands #action #teenagers #fights #guns #brotherhood #blood #gangs
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IDAS Y VENIDAS.

Esa tarde lluviosa la cuidad está plagada de gente cada uno con sus problemas, sus alegrías y angustias. Lo único que suena es el bullicio habitual de los motores, los pitidos, la lluvia cayendo. Es una tarde decembrina y fría que parece no cambiar.

De pronto el tráfico se detiene al sonido estridente de varias sirenas policiales y el grito del megáfono: “¡¡Pedimos a la ciudadanía no permanecer fuera por ningún motivo y encerrarse en cualquier lugar o en sus casas!! ¡¡esto no es un simulacro, andamos en persecución!!”

Varias patrullas policiales perseguían a toda velocidad una camioneta que se aleja aún más presurosamente esquivando peatones, semáforos en rojo e intentando lo más que puede no atropellar a nadie. Suceden varios intercambios de disparos entre policías y una persona que saca su cabeza del asiento del acompañante, pronto las órdenes son obedecidas y casi no hay nadie en las calles, los disparos se lanzan en todas las direcciones pero la camioneta sigue su camino hasta que toman un desvío yendo contravía sorteando todos los autos que le abren paso, las 4 patrullas tienen que dar toda una vuelta por otro lado para dar con ellos y tras unos minutos la camioneta entra a un precario alejándose bastante de la autopista principal, en cierto punto las patrullas se detienen como si tuvieran cierto miedo en acercarse más.

La persona que no dejaba de dispararles se sienta limpiándose el sudor de su frente sin quitarse el pañuelo que cubría todo su rostro excepto sus ojos. El conductor apenas lo miraba de reojo demostrando gran pánico con ese grueso metal que se clava en su cuello.

--- ¡Demasiado fácil! --- Se quejó el asaltante bebiéndose el vino por el cuello de la botella sin dejar de apuntarle, el otro tartamudeó:

--- ¡Ya-ya los perdimos, señor! ¡Por favor…! Lo dejaré donde sea, pero…

--- ¡Sólo siga el camino sin perderse hasta el motel “Las Flores” ¡¿Me ha entendido?!

En su voz había demasiada violencia y sus ojos emanaban una furia que el otro no pudo hacer de otra más que obedecer y aceleró. La camioneta se pierde en las calles hechas de tierra donde el paisaje redundante son las casas hechas de zinc y edificios corroídos por el tiempo dando un aspecto desagradable.

Al fin al llegar a dicho motel de 3 pisos con un rótulo en pésimo estado a esas horas de la noche la camioneta frena en seco, el hombre no deja de tiritar mientras el encapuchado sin dejar de apuntarle saca unas bolsas de los asientos traseros y varias botellas de vino y cerveza. Sólo hasta ese momento el conductor recupera si acaso un poco el aliento, su corazón latiendo a mil pensando en su familia, pero no rompe en llanto. El asaltante se levanta dándole la espalda fumándose un cigarrillo, en se sitio su único foco de luz proviene del rótulo que parpadea. El motel alejado de todo en una carretera hecha de polvo húmedo por las lluvias, no se oye ni un alma ni un auto pasa por los alrededores y el viento sopla con cierta potencia. Esto lo analiza el conductor en busca de una salida.

--- ¡Ah, ah! No le he dicho que podía irse, ¿lo recuerda?

--- ¡¡Prometo no decirle a la policía, pero por favor, por lo que más quiera…!! ¡¡Era una promesa, se lo ruego, necesito ver de nuevo a mis hijas!!

El encapuchado bufa con pereza de oír esos llantos y le apunta con un gesto veloz para luego alejarse sonriendo, como si disfrutara del momento.

--- ¡Puede irse, con toda libertad, señor!

--- ¿De-de verdad? ¡Muchas, muchísimas gracias…!

El viento sopla con intensidad y el pañuelo que lo cubría cayó al suelo, revelando su identidad, esto causa aún más pavor al hombre, quien no puede creer de quién se trata…

--- ¡Qué pena, me has visto!

--- No-no puede ser… ¡¿Es usted Ga-ga-ga…?!

El disparo resonó a metros alrededor y los asientos de la camioneta se llenaron de sangre.

--- Ya sabes lo que dicen: quien mira el rostro de Gary encuentra la muerte. ---Dice al occiso aspirando su cigarrillo como lo más normal y cargando al hombro sus bolsas sube las escaleras del edificio donde varios hombres reciben su mercancía pagándole buena cantidad de dinero.

--- Deberías aprender a conducir alguna vez. --- Le habla el que le cuenta los billetes, el asaltante que sólo es un chico de 18 años suspira fríamente.

--- Lo he intentado, pero siempre choco. Llámenme si necesitan otro favor.

Y se marcha perdiéndose en el bosque de casas y edificios sucios y desagradables. La gente al reconocerlo le dan paso demostrando gran temor y el chico rubio se pavonea mostrando sus armas indicando que nadie debe acercarse.

Y la gente susurra esparciendo chismes.

“Ha sido otro trabajo hecho por él”

“Escuché que nunca ha podido ser atrapado”

“¿Cuántas personas ya?”

“¿Acaso ése es Gary?”

“¡No menciones su nombre!”

Gary, así lo llaman. El chico de 18 años rubio, ojos azules que siempre lleva chalecos de mezclilla con mangas largas y pantalones de cuero o jeans apretados, odiado por cientos, amado por otros pocos. Y aún con su historial con las mujeres es deseado por muchas, nadie entiende cómo diablos logra salirse con la suya escapando hábilmente de la ley, ya son dos años que éste, el peor asesino a sueldo ha cobrado muchas vidas a favor de las pandillas más importantes del lugar.

¿Por qué lo hace? ¿Qué historia guarda dentro de ese rostro joven lleno de placer por la maldad?

Luego del trabajo realizado regresa a su apartamento con un fuerte dolor de cabeza, debió ser tantas cervezas, seguramente. Se sienta en el sillón frente al TV tomándose unas pastillas. Era lo mismo todas las noches, por eso las detestaba. Corre al baño para vomitar terminando con muchos jadeos se recuesta en la pared con esa horrible sensación, como una ansiedad tremenda que tantas veces le ataca, su corazón late acelerado.

“¡Otra vez este inútil quiere tomar control…!” Sigue jadeando, intentando calmarse con una compresa fría.

“¿Sabes qué es lo que necesitas? Una buena puta, ¡eso es!” Al sentirse mejor se viste y sale con rumbo al bar más cercano pero esa extraña sensación no se le quitará nunca, una sensación de haber perdido algo para siempre. Solo susurra:

“¿Por qué has muerto…?”


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---¡Hermano, levántate llegaremos tarde!

--- Pero tengo sueño…

--- Tía nos va a regañar.

Y tal que así, la señora Natacha sube las escaleras y destapa al chico dormilón de

color café y con sus típicos regaños lo manda a desayunar aceleradamente, ambos hermanos se apresuran a comer y mochila en mano a eso de las 6 de la mañana y bien presentables salen con la señora caminando camino a la escuela. Pasan por las tiendas de juguetes que el chico menor admira siempre deseoso.

--- Se acerca mi cumple. ¿Me puedes comprar ese juguete que te pedí, tía?

--- No lo sé, espero que sí. Depende si me pagan en el trabajo. Igual si no estudias no tendrás fiesta. --- Responde la señora de 50 años con sus rulos teñidos de negro y ojos del mismo color. El otro chico un año mayor no se despega de su biblia rumiando el versículo que se debía aprender, totalmente absorto en su mundo. El menor de nombre Neevile con su actitud juguetona le hace muecas distrayéndolo, causando que casi se cayera al suelo.

--- ¡Deja esa cosa, Lance! ¡llevas toda la tarde de ayer estudiando!

--- ¿Y tú, te sabes esta parte? --- Lancelot le muestra una sección del libro y Natacha pone orden antes que se peleen como era usual. Al fin al ser casi las 7 llegan al colegio que no es más que un edificio ya muy viejo y en pobres condiciones. Con un patio de juegos con poca vegetación y sumamente pequeño. Ya hay varios niños jugando en ese momento.

Con un beso habitual Natacha se despide rauda a su trabajo como cajera en un supermercado cercano. De entre los niños una chica corre a saludar sonriente.

--- ¡Hola, chicos! ¿Listos para el examen?

--- ¡Si, sí! Estudié muchísimo. --- Salta Neevile siempre risueño, el otro evade la mirada ocultando su rubor.

--- Hola, Tania. Si, también estudié.

Ella, una chica rubia de ojos cafés y pecosa los lleva al comedor y les compra una bolsa de galletas dulces notando por sus expresiones lo hambrientos que estaban.

--- Tania, no deberías gastar de tu mesada.

--- ¡No sigas, Lance! --- Sonríe ---Lo hago porque me gusta.

--- Si, pero… No te alcanza… --- Susurra de nuevo ruborizado. Neevile canturrea “¡Lance le gusta Tania!” rodeándolos sin dejar de reír, avergonzando a su hermano y luego de las pullas se aleja para jugar con otros compañeros. Los maestros suenan las campanas avisando el inicio de las clases y todos hacen fila india entrando cada uno a sus aulas, que no son más que cubículos de aspecto no muy agradable: paredes sucias, ventanas llenas de moho contando con capacidad para 40 alumnos por aula organizados en pupitres incómodos de madera, cada uno más rayado que el otro. Neevile se despide de su hermano entrando en su salón a la par y Lancelot se sienta en su asiento saludando a otros compañeros. Tania se sienta a su lado y al sacar su cuaderno de su cartera sus lápices caen al suelo. Cuando Lancelot le ayuda nota un morete en el brazo de su amiga que lo esconde de inmediato.

--- ¿Quién te hizo eso?

--- Na-Nadie, sólo me golpeé…

--- ¿Otra vez tu papá, verdad?

Ella no responde con tristeza y cuando el maestro inicia la clase él le masculla: “Más tarde hablamos”.

En la otra clase Neevile demuestra ser un chico aplicado pero a la vez algo torpe atendiendo la lección con gran interés. Sus bromas son lo que da diversión a las horas de enseñanza, hasta la profesora se ríe.

Luego de unas horas los niños salen a recreo, Lancelot se acerca a Tania que casi salía al comedor, tartamudea nerviosa.

--- Ah, Neevile cumplirá los… ¿14? ¿Qué crees que le guste?

--- ¿Por qué no hablas con un profesor sobre esto? ---Lancelot la interrumpe muy preocupado pero ella reacciona algo retraída.

--- Sabes que nunca lo hago…

--- ¿Porqué?

Antes que pudieran continuar, varias chicas se la llevaron al comedor.

--- ¡Prometo comprarle algo a Neevile, avísale que iré a tu casa este viernes!

Lancelot sólo suspiró pero fue interrumpido por los gritos alegres del muchacho y ambos se fueron a jugar a la pelota con sus amigos.

El día escolar termina a eso de las tres de la tarde y como es habitual ambos hermanos esperan a su tía al igual que Tania espera a su madre, los tres junto se terminan su refresco recostados en el portón del colegio. Aún hay chicos esperando y varios maestros cuidando.

--- ¿Y cómo les fue en el examen?

--- ¡Creo que lo pasé rozando! --- Sonríe Neevile.

--- Yo… no sé si lo hice bien, me equivoqué mucho. Pero en religión me aprendí los salmos. ¿Por qué no quieres hacerlo, Nev?

--- Porque a mí no me interesa… Para mí no existe ese dios.

--- ¡Cállate, no sabes nada!

Al rato llegó la madre de Tania en su auto y se despidieron, Lancelot seguía serio.

--- ¿Lo has visto, Nev? --- Refiriéndose al morete en el rostro de la señora que pudo percibir si acaso unos instantes.

--- ¿Crees que fue él de nuevo?

En ese momento tía Natacha llegó a buscarlos siempre con prisa y regresaban contando sus anécdotas escolares. Al llegar a casa les pide sus boletas de calificaciones exigiendo que luego de comer se fueran a estudiar. Neevile se quejaba pidiendo ver su programa favorito en la Tv, pero ella fue firme.

En esa casa no había mucho qué hacer: de dos pisos donde el inferior tenía una cocina con apenas lo necesario y la sala con un sillón grande al frente del televisor. Arriba estaban las dos habitaciones y un único baño cuya ducha muy pocas veces le funcionaba el agua caliente. Afuera el bullicio molesto de los autos al estar en frente de la calle principal que dirige a la ciudad.

La habitación de los hermanos contaba con una cama matrimonial, un escritorio con una lámpara, la ventana que da al exterior con amplias cortinas y un closet con varias gavetas y percheros. En las paredes se notaba muy bien la demarcación de los gustos de ambos: de un lado un crucifijo con dos pinturas religiosas y por el otro colgados estaban los posters sacados de revistas de cantantes famosos y algún que otro personaje de animación japonesa.

En su espacio Lancelot leía su biblia pero la música rock de la radio de su hermano lo irrita bastante.

--- ¿Puedes dejar de interrumpirme?

--- ¿De verdad le pones tanta seriedad a esto? No nos dan nota por esta materia, lo sabes…

--- Lo sé, pero…

--- ¿Sabes qué? Lees esa cosa sólo porque tía te lleva a la iglesia todos los domingos. --- Neevile juega con su carrito --- En el fondo no te gusta…

--- ¡Cállate, el diablo te castiga! --- Terminaron en una pelea de almohadas y luego Lancelot lo ataca a cosquillas. Natacha entró a poner orden: exigió que la radio se apagara y los separó mandando a Neevile a estudiar abajo y Lancelot siguió con su lectura.

Al caer la noche se escuchó un retumbo fuera que interrumpió la calma y todos miraban por la ventana el impactante choque entre dos autos y los dueños empezaron una riña a puño limpio. Natacha con miedo les dijo que se alejaran de las ventanas tras escucharse los disparos, Neevile buscó el consuelo en ella y Lancelot permanecía serio. Era algo usual en esos lares, era muy angustiante caminar camino a la escuela o al trabajo, Natacha lo vivía muy seguido, el supermercado en el cual trabajaba sufrió varios robos a mano armada.

--- Son los ‘Pantera Roja’ de nuevo. --- Susurró Lancelot --- Lo noté por el tatuaje de uno de ellos.

--- ¿Tía, cuándo nos podemos ir de aquí?

--- Eso quisiera, y estoy ahorrando. --- Natacha los abrazó con ternura --- Prometo que muy pronto, mis niños…

Cuando todo estuvo en calma y los policías se llevaron el cadáver Lancelot llamó a su amiga Tania que vivía al frente.

--- Gracias por llamar, Lace. Estamos bien, mamá y yo estábamos viendo tele…

--- ¡¡Estúpida, colgá ese maldito teléfono!!--- Resonó una voz masculina ronca y descolocada.

--- ¿Es él otra vez? ¡Denúncialo, por favor! Si no lo haces lo haré yo…

--- ¡No, no lo hagas, por favor! ¡Tengo que colgar…!

La llamada se interrumpió. El chico permaneció serio mirando por la ventana a la casa de su amiga, Natacha lo abraza.

Ya habían intentado meterle la denuncia al padrastro de Tania, pero ella y su madre nunca le levantaban cargos justificándolo.

--- Hermano, le pregunté a tía si algún día podemos invitarla a dormir y dijo que sí, podemos usar el colchón viejo que nos regaló ese Tony. --- Le dijo Neevile mientras se preparaban para dormir, eso causó que Lancelot se ruborizara.

--- ¿Dormir… aquí? Pues…. Me gustaría…

--- ¡Oye! ¿Y si te declaras y se terminan casando? Así ella ya no estaría con ese imbécil de su papá…

Lancelot estaba más rojo que un tomate y le propinó unos cuantos coscorrones.

--- ¡Las cosas no son así, tonto! Y ese no es su papá biológico.

--- Él es como tía, ¿o no? --- Se produjo un largo silencio mientras se cobijaban. Como es costumbre Natacha les daba las bendiciones trazando una cruz en la frente de ambos con sus dedos, rezaron una oración, (Neevile como siempre lo hacía obligado) y se apagó la luz, ella regresando a su habitación. Tras un rato Neevile se volvió tocándole la espalda.

--- ¿Recuerdas cuando tía nos adoptó?

--- Casi nada, fue cuando éramos bebés, tía dice que estábamos en un orfanato. ¿Por?

--- ¿No te gustaría saber quiénes eran nuestros papás?

¡Como siempre, su hermanito y sus ocurrencias! Lancelot suspiró pero se volteó interesado.

--- Si, yo he tenido esas dudas.

--- ¿Y si papi y mami fueran millonarios? ¡Nos sacarían de estos líos! --- Musitó.

--- Eres demasiado ingenuo. --- Lancelot se rascó la cabeza pero el chico seguía entusiasta.

--- Busquémoslos juntos. ¿te parece?

Discutieron un rato en voz baja, al inicio Lancelot quería hacerle entrar en razón sobre la tontería que estaba formulando pero terminó cediendo, su curiosidad era demasiado fuerte como para dejarlo así nomás.

--- ¿Y cómo diantres se supone que haremos eso, Lance? Tu eres el listo.

--- ¡Ya sé! Pidámosle a tía que nos lleve algún día al orfanato donde nos adoptó. Ahí podremos averiguarlo…

--- ¡Si, nuestros papis millonarios!

--- Sigues siendo infantil…

Terminaron riendo y jugando suavemente en la cama hasta que el sueño los dominó, Natacha los espiaba tras la pared y suspiró.

“Era obvio que este día llegaría, bien me lo dijo Tony…”

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Otro día ajetreado en el precario donde el crimen impera y la ley del más fuerte es casi un canon sagrado. Esta vez las dos bandas “Pantera Roja” contra los “Blood Kings” peleaban por ganar más territorio y los tiros resonaban por doquier, no había nadie más que los miembros de ambas bandas y el que se quedaba sufría el cruel juicio de las balas. La disputa duró todo un día ganando los “Pantera Roja” gran parte de la zona del precario lo cual significaba que la gente común debía acatar las reglas del líder conocido como Stevenson “el Nefasto” pero todos le temían más a Gary el sicario quien en ese momento estaba a sus órdenes pero con planes de dejarlos en cualquier instante si no le pagaban lo suficiente por lo que era necesario mantenerlo contento. Ni qué mencionar que el triunfo de la banda fue gracias a tenerlo con ellos.

Esa fría tarde decidió pasearse por uno de sus bares preferidos a tomarse unas copas. Y allí estaba el joven Stevenson apostando y fumando con sus colegas, intercambió unas miradas con Gary quien con pereza se unió a su mesa sentándose, extendiendo las piernas exponiendo su paquete que se marcaba en su pantalón ajustado.

--- Gracias por conseguir la merca, sabíamos que podíamos contar con alguien de tu calibre.

Sonrió Stevenson que no era más que un joven un año menor que Gary, de pelo corto peinado en vaselina, piel morena vistiendo chalecos holgados, camisas largas, collares y pulseras de oro.

--- ¿Qué quieres de mí? --- Respondió sin emociones.

--- Sólo brindar por que has regresado a nosotros. --- Intentando ocultar sus nervios le compartió una copa con el mejor vino llamando a unas chicas que estaban a su servicio.

--- ¡Matiza esta noche con ellas, tienen una técnica con los labios…!

--- Ve al grano, Stevenson. Siempre haces esto cuando necesitas algo. --- Rebatió más seriamente apretándole los senos a una chica que se quejó. Esto causó la risa del joven y sus 5 secuaces que los acompañaban en la mesa.

--- Verás, mi colega el Macho necesita tus servicios…

--- ¿A quién debo matar? --- Gary se levantó de su silla pero Stevenson lo hizo volverse a sentar.

--- ¡Oye, tranquilo! Sabemos que eres… devoto a tu ‘trabajo’ pero hoy disfruta el día. Mañana te daremos los datos de dónde encontrarlo, él te dará todos los detalles. Irás con Mako y John.

Y entre copa y copa termina la tarde haciendo la segunda cosa que cree sabe hacer mejor:

--- ¡Basta, me duele…! ¡Aaaah, así no, por favor! --- Se queja la chica en cuatro patas intentando salirse pero él la sujeta con fuerza de los cabellos, la levanta hasta su rostro.

--- ¡Así me gusta, tú te callas, maldita! ¡Recíbelo!

--- ¡No, por favor, si ni siquiera quisiste usar…! ¡¡Aaaah!!

Gary se mueve con más fogosidad raspándola e irritando toda su área luego la golpea varias veces obligándola a meter su miembro en su boca pero antes que nada le apunta con su pistola.

--- Si lo muerdes te mueres. --- Y así lo expulsa todo dentro de ella dejándola tirada, con sus ropas sucias y rotas en posición fetal sin interesarle esas lágrimas.

Transita por las calles no sintiendo ni una satisfacción y se bebía su lata. Al caer la noche llegó a su apartamento y se acostó en el sillón hediondo prendiendo el TV mofándose de lo que las noticias dicen de él. Y otra vez lo invade esa sensación de su corazón acelerado, tiene que ir otra vez al baño para vomitar y jadea. Se aprieta el pecho sudando demasiado. Sólo hasta que se limpia la cara y se mira al espejo se da cuenta que su ojo izquierdo es el que suelta una prolongada lágrima. Y su voz en su mente se vuelve más tímida y expresiva…

“¡Regresa por favor… te extraño…!”

Tarda un poco en recuperarse. Observa su apartamento de una sola habitación: totalmente descuidad, la basura constante son las latas de cerveza, su cama repleta de ropa y todo da un aspecto muy feo, nadie diría que quien lo habita es un asesino que gana mucho dinero. Necesita pronto un nuevo encargo o no podrá pagar sus deudas. Al fin recupera su voz fría.

“Espero que el trabajo de mañana sea bueno y espero que aparezca ese maldito asesino… Necesito mantener a este chiquillo lejos de aquí… ¡Te he dicho que no puedes salir! ¡Tendrás tu venganza, así que duérmete ya!” Se queja al acaso y trastabilla por toda la casa, como si luchara contra algo dentro de él. No tiene de otra más que inyectarse una dosis de una droga que lo tranquiliza.

Ese día llueve a cántaros siendo un martirio para los hermanos que tuvieron que posponer su partido de fútbol organizado con sus compañeros de la escuela. Natacha cocinaba el almuerzo y entre todos prepararon la mesa para cuatro personas causando los nervios de Lancelot.

--- Se está demorando…

--- ¡No debe durar mucho! --- Sonríe Neevile --- ¿Y qué, te le vas a declarar?

Recibe un golpecito en su cabeza por parte de su ruborizado hermano.

--- ¡Claro que no, gran tonto! ¡Deja de molestarme con eso! ¿Y tú qué?

--- Yo no quiero tener novia todavía.

Al fin suena el timbre, Tania los saluda alegremente y como siempre Neevile es el más afectuoso pero Lancelot sonríe tiernamente. Natacha habla con la madre asegurándole que su hija estará bien pero no puede evitar notar ese morete en la cabeza de la señora.

--- Disculpe que me meta, pero es demasiado para usted…

--- Estoy bien, sólo cuídela, muchas gracias. --- Y así la señora evade el problema alejándose.

Los tres comen en la pequeña mesa una sopa con arroz y puré de papas, Tania agrega ala mesa jamón, pan y mayonesa para hacerse sándwiches que incluso Natacha saborea con gusto. Y gozan charlando largo rato, Lancelot aun no puede creer que su amiga se quedará a dormir, siendo ésta la primera vez, ya en varias ocasiones ella los había visitado, sólo tiene que aprovechar para buscar un momento a solas para que ella se desahogue con él, pero la cuestión está en deshacerse momentáneamente de Neevile que parlotea con entusiasmo causando la risa de la joven.

“Tengo que proteger esa sonrisa…”

Natacha sube a su habitación para darles su espacio, se baña, se cambia de ropa y prende la pequeña lamparita de su mesa pegada a la cama para ponerse a calcular sus gastos sabiendo que pronto debía pagar el alquiler, el servicio del agua y teléfono. Tras pensarlo unos instantes agarra el auricular y marcó un número como era usual a fin de mes.

--- ¡Ah, sabría que llamarías! --- Habló alegra una voz masculina. --- ¿Cómo vas?

--- Hola, Tony. Mucho mejor. No quisiera llamarte sólo para esto, pero… Necesito una ayuda.

--- No hay lío, sabes que te cubro con esa factura, sólo dime el monto.

Ella le da todos los datos y permanecen charlando largo rato recordando los buenos tiempos. Él le cuenta lo bien que le ha ido desde que se separaron y pudo cumplir su sueño de ser fotógrafo profesional.

--- Es una lástima que no hayas podido sacar tu título. En serio, con esa voz que tanto me enamoró hubieras repuntado…

--- ¡Basta, Tony! --- Ríe ella --- Ahora hago lo que puedo, pero no quiero incomodar a tu familia.

--- Ya lo hemos hablado, ¿Recuerdas? Por mí, no hay problemas. ¿Y los niños cómo están?

--- Muy bien, abajo jugando con una amiga que se queda a dormir. Lancelot a veces te recuerda un poco, Neevile no tanto.

--- Lógico, siendo ellos unos bebés. ¿Y cuándo les dirás la verdad? No pueden seguir llamándote tía sin saberlo, ya están en edad, creo yo… ¿Cuánto tienen… 14?

Esa pregunta no la vio venir y se acomoda en la cama carraspeando.

--- Algún día, algún día.

--- Por favor, que no sea muy tarde. Y me preocupa que sigas viviendo ahí. ¿Cómo es posible que esa zona sea casi siempre noticia? ¡Y con esas bandas… me asusta demasiado!

--- Mi meta es mudarme de aquí, por eso trabajo duro.

--- No estuve muy de acuerdo con tu decisión de traerlos, no con tu situación económica.

--- ¡Pero ya sabes, si no los traía los dejarían en la calle, nadie los quería! --- Se quejó ella pero luego suspiró suavemente. --- Y te tuviste que ir… 4 años de matrimonio teniéndolos de bebés.

--- Eran tan tiernos… ¿Cuántos años tenían cuando los adoptaste?

--- 2 y 3 años.

--- Entiendo, no me acordaba de ese detalle. Bueno, debo irme. Cuídate mucho, mis hijos me necesitan.

Ella colgó quedándose inserta en sus pensamientos hasta que escuchó un ruido en el pasillo frente a su cuarto, sólo alcanzó a ver a Neevile bajando las escaleras.


30 de Abril de 2021 às 02:10 2 Denunciar Insira Seguir história
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