christina48 Cristina Blanco

Una mujer en una soledad no elegida pero que una vez vivió el amor


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Idealismo confeso

Mi corazón no era una puerta abierta. Era una ventana rota que lloraba en uno de esos días de invierno en que la lluvia nos atrapa demasiado. Un alma que se quebraba en una esperanza imposible y se convertía en aliada de la incertidumbre. Apenas un deseo.

Hacía mucho frío. Un viento gélido dominaba la ciudad y no podía caminar sin sentir su fuerza bajo mi piel, su ira convirtiendo al ser humano era una mera pantomima. Advertí que mis manos estaban congeladas y que me iba a costar recuperarme. Anduve más deprisa hasta que al fin alcancé el edificio de mi apartamento.

Al abrir la puerta tuve la sensación de que entraba allí por primera vez. El viejo escritorio .la cocina de carbón , las lámparas que se mantenían de pie de milagro, las cortinas de posguerra…

Recorrí la habitación con firmeza y al ver la cama no tardé en tumbarme sobre ella, al descalzarme creía que la libertad se había adueñado de mí y ya no habría más problemas más allá de la escalera…

Mentiras. Cantos de sirena que tan sólo podían emular a la vida. Atardeceres extraños inmersos en la fragilidad del tiempo. Suspiros y delirios de una mujer desesperada que no tenía más armas que su propio idealismo confeso. Muy poco para sobrevivir en una sociedad que demanda dinero y opulencia, no talento ni buenas intenciones entre pequeñeces de alguien como yo.

Escuché el timbre. Era un vecina que solía devolverme a la realidad cuando ésta ya no podía quitarme nada más.

—Buenos días, Marta. ¿Sabes algo de Juan?

—Pues no Eulalia y le agradecería que no me preguntara todos los días. Hace ya más de un mes que se fue y no tengo noticias suyas.

—¿Y del trabajo?¿Algo nuevo?-dijo con la ilusión de quien ignora un tragedia aunque la tenga de frente.

—Pues no. Aún nada .

—No te molestes conmigo yo…

—No se trata de eso. Es que necesito estar sola. Gracias, Eulalia.

Cerré la puerta y el ruido produjo un eco aterrador. Me di la vuelta y cogí el periódico. A ver si solicitaban a alguien como camarera, dependienta o costurera…

Estaba sin trabajo porque la empresa cerró y además estaba lo de Juan. Pero en Juan prefería no pensar. Era un acto inútil que me consumía por dentro y hacía del futuro una quimera absurda, una rebelión contra nadie, la más profunda soledad que puede atenazar a alguien. La simple certeza de que nunca pertenecí a nadie.

Pasaron días, semanas y yo seguía sentada frente a la televisión intentando convertir mi desgracia en algo completamente normal, quizá en el lujo de los miserables. ¿Qué clase de miseria era la mía? Acaso una merecedora de protagonizar portadas de diarios locales o reportajes de bajas pasiones, nunca liderando el triunfo, el amor o el progreso.

Y me dormí con un café entre mis manos mientras la radio anunciaba el comienzo de un concurso.

Eulalia ya ni preguntaba.

Estaba claro que Juan no iba a volver así que tan pronto como dejé de pensar en él, su figura, su voz, incluso su rostro era cada vez más borroso y olvidable. Su mirada cada vez más distante, sus palabras cada vez más sombrías habían perdido su esencia, cuando no su identidad …

Me desperté una mañana con cierta melancolía pero dispuesta al menos a concederme el beneficio de la duda.

Salí de casa dando un portazo. La temperatura era muy agradable. Ya nada quedaba de aquel invierno inhóspito y maldito. El renacer de la primavera convertía a Madrid en una ciudad luminosa.

Me acerqué a una tienda en el que pedían una dependienta. Me seleccionaron casi sin que murmurase nada. En ese momento ,creí que un nuevo camino se abría paso entre las sombras de un pasado cruel. Juan no iba a volver pero a su desprecio se lo había tragado la tierra. Y mi corazón se abrió a la luz de un universo nuevo.

23 de Março de 2021 às 17:49 2 Denunciar Insira Seguir história
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Fim

Conheça o autor

Cristina Blanco Licenciada en Historia del Arte en 1996.Con vocación literaria desde niña, he publicado en diversos medios especializados. Me gustan los retos y en breve comenzaré la escritura de una novela con una trama interesante y original. Me gusta escribir pero me gusta aún más que me lean. ¿Os animáis?

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