Era sólo un nombre. Un nombre de mujer que podría ser el de una patricia romana o el de una vampiresa en una película de culto de los años 40.
Podría ser muchas cosas. Un amanecer robado a la conciencia, una noche de tormenta en la que el tiempo se guardó sus secretos o una carta cuya escritura se hizo cada vez más invisible…
Rebeca se había despertado sobresaltada una extraña mañana de primavera y con el corazón en un puño preparó su maleta con los enseres más esenciales. Era el 21 de mayo de 1973 y a la vista de que “Franco no iba a morir nunca…” decidió viajar a Inglaterra a visitar a una querida amiga que hacía más de 10 años que se había instalado en Londres. La idea era que la pudiera acoger unos meses hasta que ella pudiera mantenerse por sí misma allí.
El reloj de cuco de su salita pequeña y acogedora marcó las 3.Sabía que el vuelo era en unas horas y no podía entretenerse en nimiedades. De pronto se fijó en él observándolo con detenimiento. Ese viejo reloj había conocido varias generaciones y aunque seguía anunciando la hora ,el pajarito ya no asomaba tras la ventanita.
Rebeca suspiró y encendió la radio. Era la hora de las noticias y no le gustaba perdérselas.
En su apartamento nunca había habido una televisión. Le parecía un lujo innecesario y prefería la compañía radiofónica.
Al salir por la puerta tiró con fuerza para que estuviera bien cerrada. Corrió al ascensor con la maleta en la mano y muchas incógnitas en su ánimo. ¿Estaba haciendo lo correcto? ¿Seguiría su amiga en Londres? En principio creía que sí pero ¿cómo la recibiría después de tanto tiempo?
Subió al autobús y comenzó a leer una novela de Hemingway que se había leído ya una docena de veces pero le daba sentido a su vida y la convertía en reina de su propio universo, auténtica, solemne y firme. Entre las páginas había un poema que Rebeca había escrito en sus horas de desvelo.
“ Vamos hacia la tierra
Donde suspiran los necios,
Donde se derrama siempre la sangre
De los mismos hombres buenos,
Donde canta el único jilguero
Que no había cantado al silencio.
Donde la nueva primavera
Ejercía su dominio sobre la paz y
La guerra.
Demasiados soldados sin retorno
Demasiada verdad aniquilada.”
Obrigado pela leitura!
Podemos manter o Inkspired gratuitamente exibindo anúncios para nossos visitantes. Por favor, apoie-nos colocando na lista de permissões ou desativando o AdBlocker (bloqueador de publicidade).
Depois de fazer isso, recarregue o site para continuar usando o Inkspired normalmente.