tamara-geldres1601252342 Tamara Geldres

Sandro desapareció, ¿me abandonó?, ¿se fue un día antes de la boda?, muchas preguntas vienen a mi cabeza, pero hay algo de lo que sí estoy segura, ÉL JAMÁS ME DEJARÍA. Mi vida desapareció con él, ahora solo hay oscuridad en mis días, días fríos y sin sentido. Pero no me pienso quedar de brazos cruzados. —Sé dónde está Sandro. —Voy a España ahora mismo. El destino pondrá a prueba su confianza, es hora de ver cuán fuerte es su amor Arriésgate a enfrentarlo todo


Erótico Para maiores de 18 apenas.
5
746 VISUALIZAÇÕES
Completa
tempo de leitura
AA Compartilhar

PRÓLOGO

—Eres mi hermano, ¿Por qué carajos haces esto?

—Porque se me dio la gana, tú te llevas a la mujer que quiero, toda mi vida he soñado con Emma Wood, la mejor abogada de New York, tú no eres nadie para tenerle —me dice y no sabía eso.

—Alex, recapacita, nadie manda en el amor, por favor, no es necesario que me encierres. Piensa en Emma, el dolor que le vas a causar al sacarme de su vida.

—Eso es perfecto, cuando ella se sienta pésima, cuando piense que tú has huido con Jimena, entraré yo, para hacerla mi mujer, para llenarla de mí —sus palabras me queman en el alma.

—Así es, por fin mi amor, por fin estaremos juntos —Jimena se acerca y me besa, la esquivo y recibo un grito de queja de su parte.

—Decías que me amabas, ¿Por qué no me dejas ser feliz? —trato de hacer entrar en razón.

—Va a ser feliz conmigo, yo siempre debí ser tu mujer, es a mí a quien debes amar —chilla exagerada.

—NO, gracias a Dios te fuiste con otro, porque así pude conocer al amor de mi vida —Jimena se enfurece y me da una bofetada.

—Eres un imbécil, ella no te quiere, verás que en cuanto Alex la consuele le abrirá las piernas fácilmente —grita, pero está equivocada, mi Diosa jamás haría eso.

—CÁLLATE. —Alex y yo la callamos al mismo tiempo.

—Emma no es de esas mujeres, así que cierra tu puto hocico —Alex se acerca a Jimena y la toma del brazo con fuerza—. No te permito que hables así de ella.

—Suéltame, no me toques —Alex la suelta y me mira.

—Ve preparándote, cuando Emma salga de la iglesia tomada de mi brazo yo me encargaré de que estés en primera fila —hago oídos sordos a su comentario, aunque me duele en el alma.

—Emma jamás me traicionaría contigo —afirmo, porque es la verdad, ella me ama.

—Eso crees tú, a ver qué piensa ella cuando sepa que te has fugado con Jimena.

—Nosotros confianza uno en el otro, a ciegas. Cosa que tú jamás vas a entender —mis palabras salen con rabia.

—Voy a tener a Emma encima de mí, gritando mi nombre.

Cálmate Sandro, no escuches, tienes que ser inteligente para que puedas salir de aquí. Niego con la cabeza y me siento en la cama que está en la habitación. Todos los recuerdos con Emma se vienen a mi menta, su sonrisa, su mirada llena de lujuria al despertar a mi lado, sus labios, esos que me enloquecen, podría vivir sin alimento, sin una gota de agua, pero sin Emma no. Ella es mi vida entera, tengo que luchar para salir de aquí.

—Váyanse por favor, déjenme solos —les pido, pero solo Jimena se va de la habitación.

—Tú aquí no das órdenes, las ordenes las pongo yo —Alex se acerca y me da una bofetada.

Me pongo de pie y lo empujo, le devuelvo el golpe con fuerza, podría matarlo ahora mismo, pero un sujeto ingresa a la habitación y levanta a Alex.

—Vuelve a tocar al jefe y te llevaré al cuarto de castigo —me advierte.

—Ya déjalo —grita Alex y se levanta con el labio sangrando—. Tus hombres ya pueden irse, Jimena les pagará. Solo necesito que dos hombres se quedé a vigilar esta casa.

—Sí señor —El hombre se retira.

—Nos vemos pronto hermanito, iré a consolar a mi futura mujer. —Suelto una carcajada y Alex se tensa.

—Esa mujer, es mi mujer, jamás será tuya. —Alex aprieta los puños. —Yo soy el único en su vida, pero ve, a ver cómo te rechaza.

Alex me golpea con demasiada fuerza, mi cuerpo se tambalea, es entonces cuando le devuelvo el golpe y cae al piso, me abalanzo encima de él y lo golpeo sin piedad, mi puño choca con todas las partes de su rostro.

—No, saso, basta, por Dios, lo vas matar. —Unos gritos se hacen presentes, pero no me interesa. —SASO, ya es suficiente, muchachos.

Dos hombres llegan corriendo y nos separan, Alex tiene el rostro ensangrentado, Jimena lo ayuda a salir de la habitación y me dejan solo con los dos hombres.

—No lo dejen solo. —Grita Jimena.

—Necesito salir de aquí, les puedo dar más dinero del que ellos les dan ahora. —Los hombres se mira.

Ninguno responde y mis ganas de salir de aquí son tan grandes, que no lo pienso dos veces y golpeo en la nariz al hombre más grande, este cae al piso y el otro se abalanza encima de mí. Empezamos con los golpes, esquivo los golpes que él me da, con todas mis fuerzas lo levanto y lo tiro encima de su compañero. Ambos están el piso y aprovecho para salir corriendo del lugar. Abrir la puerta principal es un poco complicado, me cuesta, pero logro abrirla.

—Dios mío —solo veo árboles—. ¿Dónde estoy?

Parece un bosque, por donde vea hay árboles

—Maldita sea —los gritos salen del interior de la casa—. Vayan tras él —es la voz de Alex.

—Sandro, no podrás escapar, es inútil, amor, ya ríndete —Jimena grita sollozando.

No es momento de pensar, corro lo más rápido que puedo, internándome en el bosque, sigo corriendo y llego a visualizar una carretera, no lo pienso dos veces y continúo corriendo. Es una bajada un poco peligrosa pero no me interesa, estoy cerca de llegar a la carretera cuando unos brazos me rodean y caigo entre las ramas. Golpeo a la figura que me tiene atrapado, salgo de su agarre, pero otros dos hombres, los mismos que golpeé se acercan y me toman por los brazos. Todo pasó muy rápido, cuando el hombre que vi al inicio me coloca una inyección y vuelvo a caer inconsciente.

29 de Janeiro de 2021 às 23:21 0 Denunciar Insira Seguir história
2
Leia o próximo capítulo INTRUSO

Comente algo

Publique!
Nenhum comentário ainda. Seja o primeiro a dizer alguma coisa!
~

Você está gostando da leitura?

Ei! Ainda faltam 21 capítulos restantes nesta história.
Para continuar lendo, por favor, faça login ou cadastre-se. É grátis!

Histórias relacionadas