carolinealmit Carolina Frutos

Es difícil poner fechas cuando los días y meses se han vuelto obsoletos en tu mente. Se sabe que fue hace alrededor de diez años cuando comenzó; fue una enfermedad, una fiebre que era causada por un virus. Los medios de comunicación te daban tips sobre cómo actuar frente a la aparición de dicho síntoma, minimizándola. Nadie notó como pronto otros síntomas aparecieron dañando el cuerpo de forma irreparable y poco más tarde llevándolos a la muerte y los que sobrevivieron comenzaron a cambiar. Físicamente, mentalmente, todo mutó y los gobernantes asustados ocultaron a estos "mutantes". La gente se movilizó luchando contra los estados por los derechos de estas personas sin saber que nada de lo que fueron quedó en ellos; monstruos se alzaron y mataron, descuartizaron pueblos enteros y los que no morían, eran infectados. Pronto al caos reinó y no quedó nada más que un puñado de sobrevivientes que se mata entre sí y estas criaturas rondando en la oscuridad. Así es como en La Fortaleza es donde nos ubicamos. Lo que fue un paraíso para los humanos está colapsando. ¿Lograran fortalecerla antes de que los monstruos los ataquen o los verdaderos monstruos serán los que la invadan?


Pós-apocalíptico Impróprio para crianças menores de 13 anos. © Todos los derechos reservados

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Introducción: Martin habla

Martin no recuerda como era el mundo antes de esto, antes de vivir en La Fortaleza. Presume que fue un adolescente normal, con las inquietudes de encajar, tener novia y terminar la escuela para huir lo antes posible de su sofocante familia; él cree que fue así, pero no está seguro de ello. Sabe con certeza que era un buen estudiante, aunque pésimo deportista y que había recibido clases de tiro al blanco desde que tenía trece años; la tensión de arco y la capacidad tan fuerte de mantener la calma para acertar siempre fueron su fortaleza. Ahora, mirando hacia adelante, nota que su vida se basa en sobrevivir y proteger su comunidad, que ya no recuerda como era tener tiempo libre o vivir sin preocupaciones reales; la necesidad constante de temer que el gen mute en ti o en cualquiera de las personas cercanas, temer por todo, estar siempre alerta.

Puede recordar, sí, cuando todo se fue al demonio. Él cree que jamás podrá olvidarlo y posiblemente ninguno de los sobrevivientes lo hará. Fue a finales de un año, difícilmente puede recordar las fechas, los días han dejado de tener significado para ellos. Fue una enfermedad con un simple síntoma: fiebre fuerte. Los médicos instruían como intentar romperla y así salvar a los enfermos, pero no contaron con que cada persona experimentara efectos secundarios. Recuerda haber visto algunos casos, en la televisión, sobre personas que argumentaban no sentir sus extremidades, otras que quedaron ciegas, mudas o hasta sordas; algunos tenían espasmos musculares tan fuertes que sus huesos se rompían, otras tuvieron fallo en sus diversos órganos. Los afortunados morirían cuando esto terminara, los desafortunados pasarían semanas o meses sufriendo hasta que su cuerpo sufría una modificación dolorosa y asombrosa; mutantes fueron llamados, primero siendo ocultados por los diversos estados y luego sin poder controlar la aparición de dichos, fueron denominados monstruos. Esta última no era errónea, a pesar de las marchas en protesta contra la discriminación hacia aquellos que mutaron o los grupos que salieron afirmar que este era el cambio necesario que la humanidad requería, que esto era lo que su dios (sea cual sea) quería de ellos. Pero era mentira. Eran criaturas sin sentimientos, animales que buscaban cazar y destruir a todos los que se cruzaran en su camino y no fue lo peor, ellos tenían la capacidad de infectar a otros (las hipótesis de cómo ocurría fueron variando con los años, la única certeza es que el contacto de sangre con sangre siempre infecta). Perdieron su humanidad y algunos afirman que la mutación afecta tanto el cerebro que gran parte que los definía como personas murió, dejándolos primitivos y voraces. Los animales no tardaron en seguir estos cambios y las plantas, por extraño que sonase, siguieron. El mundo se convirtió en una especie de mala película de ciencia ficción y horror; masacres, hambruna, guerra. Nada diferente a lo normal, si no se contara a los monstruos que realmente te acechaban en la oscuridad. Y cuando más de la mitad de la población murió o fue infectada, las protestas murieron, pero el mundo se volvió un campo constante de guerra. La supervivencia era del más fuerte. Él fue de los afortunados.

En algún momento tuvo una familia, aquella de la cual quería huir, la recuerda vagamente y quizás sea lo mejor. Su último recuerdo es de su hermana sujetando una pistola (no sabe de dónde la saco) y su padre abrazando el cuerpo de su madre, febril, enfermo, mutando, mientras rogaba por la muerte misericordiosa de ambos. Recuerda cerrar los ojos y el disparo resonar, sólo uno, cuando abrió otra vez estos observó a su padre asesinado y su hermana jalando de su brazo fuera de la casa; su madre, posiblemente, sea uno de los monstruos que hoy asesina sin pensar demasiado. No está seguro que pasó con ella, su hermana, ese día le tendió una mochila con provisiones y apuntó una dirección, susurro que corriera y que no mirara atrás, lo hizo, aunque no siguió todas sus indicaciones ya que se encontró con un grupo de sobrevivientes gentiles. Desde entonces desconoce si ella vive o es un monstruo también. Lo que puede afirmar es que no recuerda ni su nombre o su rostro, solo sabe su voz, suave y urgente, rota.

Su vida cobró una forma diferente cuando llegó a la fortaleza hace ya casi siete años, pensar que todo este caos se desató hace diez años aproximadamente, podrían ser más o menos ya que es difícil saberlo, es aterrador. Cuando llegó estaba hambriento, era hostil con cualquier persona que se le acercara y demasiado paranoico; fue instruido, dominado y amansado. Lo convirtieron en quien es ahora. Desarmar pistolas con los ojos cerrados y volver a armarlas sin dudar un segundo se volvió parte de su ser, como respirar, luchar y cazar. Aprendió defensa personal, a ser un crítico del carácter y primeros auxilios; todo aquello que necesitaba para sobrevivir y más aún, para mantener a todos a salvo, fue enseñado y él lo absorbió como esponja. No había alternativa, era eso o volver fuera, nadie quiere hacerlo cuando descubre el paraíso que las paredes de este viejo barrio privado guarda. Al comienzo la mayoría están renuentes a seguir las reglas, él lo estuvo, ahora sabe perfectamente que un mundo sin estas los llevará a la destrucción, a no ser mejores que quienes deciden quedarse allá afuera; monstruos sin mutar, pero monstruos al final de cuentas. Los cuchillos se han vuelto sus mejores amigos, cualquier elemento que pueda ser un arma siempre acompañará a los habitantes, porque saben que no pueden bajar la guardia, sino serán comida de los salvajes y los mutantes en un parpadeo; él mismo lleva siempre, bajo su almohada o entre sus ropas uno; no sabe cómo es vivir sin el peso de un arma escondida cerca de su cuerpo.

Cualquier comodidad que la comunidad podría traer, arraigaba aún un viejo pesar: el dolor. Se vuelven vecinos, una familia, gente con la que trabajas día a día, dentro o fuera del lugar. Conoces el nombre de todos y quienes son, te enamoras y te destruyes, vives en un pequeño mundo propio. Y todos sabemos lo que eso significa: un pueblo pequeño siempre atraerá un infierno grande pisando sus talones. La locura llegará, por una u otra razón y deberás de enfrentarte contra esta; la enfermedad y la mutación puede surgir en cualquier momento y deberás de dispararle a aquella persona con la que pasabas todas las tardes desde tu llegada. Quizás tendrán la desdicha de que algún grupo externo se cuele y asesine a tu familia, nunca lo sabes. Y la cercanía que los construye y los fortalece los volverá débiles, dolorosos, vengativos. Optar por quedarte al margen no suele servir mucho, Martin lo ha intentado por años, pero el cariño crece y la necesidad, humana, de cercanía siempre te prohíbe desligarte de los sentimientos. Él sabe, que, sin dudar, daría su vida por todos, pero aún más por ella.

Ella, de quien se desconoce su nombre ya sea por olvido o costumbre, denominada por diversas personas como: “La dama”, “la reina”, “la jefa” o simplemente “ella”. La mujer que se encuentra al mando de a quien todos responden y respetan a pesar de que es posiblemente menor que él mismo. Se desconoce casi todo de su persona, nadie se atreve a preguntar, aunque si se especulan cosas; los rumores siempre corren. Una mujer de cabello rojizo y piel pálida, acompañada siempre de sus dos chimpancés: Boo y Goo. Recuerda haberla visto la primera vez cuando se le permitió el paso a La Fortaleza, uno de los primates firmemente sujeto en su cadera y alzado como si fuera un niño pequeño (en cierta medida era un infante aún), ella tan frágil y de porte enfermizo fue quien dio la orden a dos hombros de mayor tamaño y edad para permitir el paso a su pequeño grupo (de diez personas sólo sobrevivieron tres hasta ser llevados allí). Su voz fue como una caricia, sutil y dominante, que no permitió duda a sus palabras e indicaciones. Sus miradas se cruzaron y la necesidad de luchar con ella sacudió su cuerpo con facilidad, tardó unos minutos de lucha silenciosa para darse cuenta que él perdería y no por cuestiones físicas, sino por otras que estaba lejos de comprender. Al parecer la mayoría tienen un sentimiento similar y de una u otra forman terminan sucumbiendo a su reinado, como si fuera una especie de manipuladora profesional que les ha lavado el cerebro a todos; posiblemente era lo más real a pensar. Su líder, silenciosa y constante, mantiene todo funcionando y un peso constante sobre sus hombros que debería de haberla sofocado hacía tiempo; él desea quitarle este, del mismo modo que muchos que él conoce, y ayudarla. Así que siguen las reglas, adiestran a los nuevos, organizan partidas de reconocimiento o búsqueda, organizan los trabajos internos y mantienen la ley funcionando tan bien como se puede. Intentan que el conocimiento del viejo mundo no se pierda y viven un día más. No hay más que hacer.

La fortaleza que hoy los mantiene a salvo se está desmoronando, las paredes ya no son tan resistentes y su ubicación se vuelve un conocimiento mayor entre la gente externa que busca derribarla o tomarla a la fuerza. Los mutantes se han adaptado y buscan la carne fresca que su muralla protege con fervor; la construcción para fortalecerla a comenzado, pero se necesitan materiales que sólo se conseguirán fuera y que no se pueden traer con tanta facilidad. Las partidas en búsqueda de suministros son más constantes y con ello el peligro es mayor; la muerte los persigue pisando sus talones y no pueden evitar pensar que juegan a una ruleta de suerte cada día que sus puertas se abren. Martin acaba de ser promovido de guardia de la fortaleza a líder de grupo de búsqueda, ahora le falta elegir a sus desgraciados compañeros. Nadie quiere salir, no cuando el grupo que una vez fue de noventa personas se ha reducido drásticamente a treinta y siete, cuales el quince de ellos son niños pequeños y adultos mayores. Los días se comienzan a contar y no con un buen presagio, pueden olerlo y sentirlo en sus huesos, la guerra se aproxima y la única pregunta es: ¿deberán temer por los mutantes o los monstruos antiguos?

19 de Janeiro de 2021 às 02:46 0 Denunciar Insira Seguir história
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