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Mirando la Torre Eiffel

Sol y vientito… día ideal para salir a caminar. Un típico día primaveral. Salió al balcón de su cuarto del hotel y miró a la ciudad todavía con sus habitantes dormidos. Otro día más en el paraíso. Hace cinco meses comenzó esta travesía, y nadie sabía cuánto más iba a durar. ¿Días, meses o quizás años? La vida era un misterio.


Pasaban los minutos, y la ciudad cobraba lentamente vida. De debajo, donde se encontraba una confitería, se escuchaba el fueguito del horno con sus croissants y ascendía un olorcito de café, que se le hacía agua en la boca a Emma. Un desayuno en el parque, con el chicharreo de los pájaros. Ingresó de nuevo al cuarto y se tiró bruscamente sobre el ser humano escondido entre las sábanas de la cama. La cama era enorme según la opinión de Emma. Más grande que la que tenían en su departamento, ahora en manos de su hermana, en Buenos Aires. Quizás a la vuelta a nuestra vida rutinaria podemos comprarnos una así, pensó. En ese instante apareció una cabeza masculina debajo de las sábanas.

- Buenos días dormilón. -

- Buenas princesa. ¿Con ganas de hacer algo ya? – mientras la agarraba y se ponía él arriba de ella. Le dio un beso en la boca y salió de la cama. – Me cambio y hacemos lo que quieres. – Con eso agarró su ropa del piso y se fue al baño. Al rato volvió, la miró y le dijo - ¿No estás cambiada todavía?

- Me cambió y salimos a desayunar al parque cerca de acá – le contestó ella buscando sus shorts en el quilombo de su valija. Tenía que ser como todas las mujeres y tener mucha ropa. ¿Por qué no podía ser más simple como su novio Fede? A los pocos minutos gritó - ¡Vamos!-


Bajaron de la mano y salieron del hotel. Todavía estaba fresca la mañana, pero recién comenzaba el día. Ingresaron a la confitería, compraron unas croissants y dos cafés y caminaron lentamente hacía el parque. Una vez ahí, se sentaron y comenzaron a disfrutar el simple, pero delicioso desayuno que se habían comprado.

-Gorda, ¿Cuánto tiempo más querés hacer esto? – le preguntó Fede, mirándola fijamente a los ojos.


Que lindo que era. Como lo amaba. Era una chica suertuda en encontrar un chico que sacaba lo mejor de ella. Además, nadie la iba a acompañar en esta locura de viaje; solo él se iba a animar decir que si, en embarcar en esta aventura juntos. El tiempo que ella necesitaba para encontrarse en el mundo. Todos los días encontraban algo nuevo. Se hacían amigos de todos lados del mundo. Había historias infinitas para contar a su regreso a Buenos Aires, pero ¿Cuándo? Emma sabía que el extrañaba su tierra natal. Necesitaba una rutina, un lugar de arraigo. Él era así, y no quería que jamás cambie. Quizás era hora de volver…


- Cuando vos quieras. Vos me acompañaste en esta locura que tenía, sin ninguna vez quejarte. Quiero que vos decidas cuando queres volver. No importa donde estemos, pero que sea con vos, soy feliz. – Silencio un rato de ambos hasta que Fede volvió a hablar – Un mes más no nos haría ningún daño, pero sí, quiero ir volviendo. Asentar vida con vos en un lugar. Prometo seguir haciendo locuras contigo, seguir viajando y seguir descubriendo el mundo y a nosotros. Pero volvamos a Buenos Aires. – Emma se le acercó dándole un beso en el cachete. – Volvamos. –


¿Qué más podía pedir? Estaba con el amor de su vida, sentada en una plaza al sol, mirando la Torre Eiffel.

15 de Novembro de 2020 às 17:41 0 Denunciar Insira Seguir história
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Fim

Conheça o autor

Florencia Strada Hey Stalker! Soy una chica amante de la literatura, de la cultura y de un rico café . Espero que disfruten de mis historias y gracias por pasar por mi perfil .-

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