Los ensordecedores gritos del público, combinados con el ritmo del chico más alto detrás de la batería hicieron vibrar el suelo, provocando que un estremecimiento le recorriera la columna. Allí, detrás del escenario, luchaba por mermar sus impulsos. Se había prometido no colocarse nada a pesar de que la necesidad lo estuviera desgarrado por dentro, pero es que no podía arruinar precisamente esa noche.
Se tomó un momento para dar un profundo respiro antes de dirigir su atención a la multitud que se encontraba delante de él. Sus ojos se iluminaron al observar las luces purpuras que decoraban todo el recinto y, le fue imposible no limpiar las lágrimas que se deslizaron por sus mejillas antes de arruinarle el maquillaje.
En el pasado, no habían podido presentarse a más de doscientas personas. Las cuales abarcaban en su mayoría amigos y familiares. Esa noche, estaban tocando para más de diez mil, en uno de los recintos más importantes de todo Londres, el Alexandra Palace.
Si tenía que ser sincero consigo mismo, las sensaciones que invadían su pecho en ese momento no eran ni de cerca lo que esperaba, pero estaba feliz. Había podido construir todo ese imperio con ayuda de su música, pero no sentía con el derecho de regocijarse con el fruto de lo que fue el trabajo de ambos.
Los gritos aumentaron de nivel, indicando el final del solo de Namjoon y el comienzo de lo que sería su última canción de la noche. El castaño sintió un nudo en la garganta al sentirse tan vulnerable de repente, pero se obligó a sostener el micrófono con fuerza antes de salir de su escondite.
—Queremos agradecerle a cada uno de ustedes por estar aquí —caminó al centro del escenario mientras sus compañeros aprovechaban a beber un poco de agua y limpiarse el sudor—, hemos trabajado muy duro y tener la oportunidad de presentarnos en un lugar como este parece un sueño.
Tuvo que apartar el micrófono de sus labios por la gran sonrisa que le causó ser interrumpido por todos los gritos. Se giró para dedicarle una mirada a sus compañeros y pudo conseguir un asentimiento por parte de Hoseok, dándole a entender su apoyo.
Soltó un suspiro antes de dirigirse de nuevo al público, con la voz repentinamente temblorosa.
—Hace años Jimin y yo formamos esta banda en la cochera de mi casa, ensayábamos después de clases y nos creíamos los próximos The Smiths o algo por el estilo. En ese entonces pensé que no llegaríamos a ningún lado, que terminaríamos trabajando en alguna oficina o supermercado, pero él nunca perdió la esperanza. Deseaba que sus letras pudieran cambiar la vida de alguien, él… —Apretó los labios en línea recta cuando su voz se quebró y el púbico estalló en una combinación de llanto y aplausos. Sus hombros fueron rodeados por el brazo del bajista, atrayéndolo a su cuerpo para darle confianza. El menor no pudo hacer más que tomar su cintura, porque necesitaba desesperadamente que alguien lo sostuviera—. A él le hubiera encantado ver todo esto. Esta noche estamos reunidas más de diez mil personas, para disfrutar de las canciones que él escribió en vida. Así que en nombre de Park Jimin, quiero darles a todos ustedes las gracias.
Sintió sus ojos aguarse ante la reacción de los fans, y cuando Hoseok se separó de él y los primeros acordes comenzaron a sonar, algo dolió profundamente dentro de su pecho.
—Esta fue la última canción que escribió, así que quiero escucharlos cantar con todas sus malditas fuerzas.
—God knows, I lost all my faith —Dejó caer un par de lágrimas que esta vez no se molestó por limpiar, sosteniéndose con fuerza de la base del micrófono para no colapsar—. You ever wonder how deep you could sink into nothing at all? —Apartó el micrófono de sus labios para dirigirlo al público, recibiendo como respuesta las miles de voces repitiendo el último verso con vehemencia.
De repente, no se encontraba dando el concierto más grande de toda su vida, ni luchando porque su voz no se rompiera por el fuerte nudo en su garganta, sino que estaba sentado en la sala de Jimin. Observando sus dedos deslizarse por las cuerdas de guitarra con la misma delicadeza que siempre lo caracterizó, entonando en voz baja las mismas palabras que él ahora mismo gritaba con dolor.
Sus sollozos se escucharon por todos los parlantes del recinto cuando trató de cantar lo siguiente, pero la música no paró, así como el coro de los fans completando las partes que él no estaba consiguiendo. Jungkook se colapsó hasta quedar de rodillas en el escenario, y cubrió su rostro tratando de calmar su llanto. En momentos como este, donde debería sentirse tan pleno, se declaró miserable.
Sin embargo, tomando el último empujón que le daba honrar a su amante esa noche, se incorporó del suelo. Los gritos superaron el sonido de los instrumentos, y se llevó de nueva cuenta el micrófono a los labios.
Perder a Jimin había sido como perderse a sí mismo, y lo peor de todo es que jamás iba a volver a encontrarse.
—If I could silence all the doubt in me…
Accept that what is meant to be.
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