byrogerarmando Roger Armando

Estas son historias de cualquiera. Historias sin nombre. Historias sin pretensiones. Historias que a veces no están, por eso hacen falta microrrelatos.


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#Microrrelatos
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No todo es oscuridad

Hay personas que brillan y se convierten en faros.

Para Karla Armas, tú que entiendes estas cosas de la luz.

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El calor creciente del alba siempre me ha causado satisfacción en gran manera. Al levantarme uso los pies para buscar a tientas mis pantuflas. El piso está frío, pero qué más da. Mi casa me la sé de memoria. No en vano he vivido en ella por 27 años.

Cuando mis padres murieron tuve miedo, siempre viví con ellos hasta ese momento. Después de las exequias y el paso de las lágrimas, el pensamiento que surcaba los canales de mi mente –de por si alborotada– era: ¡Por el cielo bendito, me he quedado solo! Por suerte, uno se equivoca.

Se me antoja divertida la furia con la que suelen reaccionar las personas al darse cuenta de que no tienen la razón o que no han acertado en algo que habían predicho. A mí, en cambio, me llena de paz y alegría ¡Imagínense a mí, solo! No creo que pudiera sobrevivir mucho tiempo, por lo menos no afuera, donde mi reconocimiento espacial cambia.

Marta me ayuda con la limpieza de la casa. Es una mujer de unos 50 y tantos, pero que en la voz conserva la candidez de sus veintes. Sus cuentos sobre su viejo enamorado, lobo de mar, me hacen reír muchísimo. Ella jura que es el único hombre al cual se consagra, en espera incansable, hasta los últimos días de cada dos meses. Pero los chismes vuelan y yo mismo he escuchado el tonito con el que le habla a Don Rufino, el hombre de la carnicería que está a dos cuadras de mi casa, cuando tras férrea batalla me saca a empujones para que tome un poco de sol y no me vaya a dar no sé qué enfermedad que ella insistía que se había llevado a su tía Agustina –muy joven, si le preguntan–.

Andrea, por otra parte, es una chica que he conocido tras una afortunada casualidad en el mercado de San Benito. A partir de ahí, entre cafés y galletas, una que otra flor –como quien no quiere la cosa– y algunas risas coladas hemos pasado las últimas cuatro semanas. Estar en su compañía me hace sentir pleno y capaz de realizar cualquier cosa. Creo que eso hacen las personas correctas cuando llegan en el momento oportuno.

No se me puede olvidar el ser más importante ¡El gran Rocinante! Mi perro me acompaña a todos lados, claro que ni él ni yo tenemos opción, pero ya no nos mortifica. Nos hemos hecho grandes amigos. Tanto así que cuando estoy triste él lo sabe y viene a consolarme con su larga y húmeda lengua.

Es cierto, yo no veo muchas cosas, pero he aprendido a ver otras que –llámenlo adaptación– para mí son más importantes. Ya llegó Marta y Rocinante le empieza a ladrar, saludándola, como de costumbre. Hoy iremos al mercado a comprar algunas cosas para la cena. Invitaré a Andrea esta noche a mi casa. Ya viene mi amigo peludo y me apoyo de él. Viéndolo así me doy cuenta de que no todo es oscuridad.

14 de Agosto de 2020 às 19:22 0 Denunciar Insira Seguir história
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