Nadie sabía en donde se encontraban era un lugar muy oscuro en el que solo se escuchaban llantos de dolor, el espacio era muy reducido solo muy pocos lograban salir de allí para descender quizás. En la tierra decían que el purgatorio era un lugar para reflexionar y dejar que todos tus pecados fueran perdonados, pero no era así como lo pintaban, aquel lugar solo reinaba una sola cosa llamada sufrimiento y los que no se arrepentían podrían durar años allí dentro.
Sam había sido asesinado por accidente, pero no entendía que hacía en ese lugar tan tenebroso, llamaba a su madre, pero nadie respondía seria irónico que dijera que su corazón latiera a una gran velocidad, pero dejo de tenerlo cuando dejo de respirar, la oscuridad lo aterraba demasiado, aunque en este caso no sentía nada solo era curiosidad de quienes estaban a su alrededor.
El no pidió ser asesinado su alma debía estar en otro lugar para no decir el cielo, al parecer tenia un asunto pendiente por resolver y era su hermana pequeña que debía buscar al colegio, lo curioso de toda esta triste y depresiva historia es que nunca pudo buscarla por ser atropellado por una hombre enfermo de celos, el muy infeliz pensaba que Sam era el hombre por el cual lo engañaban al bajarse del auto y ver como había dislocado la cadera del chico se quedo paralizado porque no se trataba de quien pensó.
Sam nunca ascendería porque no logro recogerla a tiempo, una música extraña empezaba a resonar en ciertas zonas, como un piano y voces siniestras de mujeres, aquello era extraño y a la vez curioso, las almas que se encontraban empezaban ahora a reír y bailar. Se dejaban llevar por el ritmo pegajoso que esta emitía, empezaron a bailar como si no hubiese un mañana, finalmente Sam fue contagiado y se convirtió en un alma del purgatorio que no querrá ascender por solo dejarse llevar por esa espeluznante y pestilencial música que en ningún tiempo se librara de su mente.
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