vperiago ⋆𝐕 ⁷⋆

¿Y si un simple juego con tus amigos te hiciera desear ponerle fin a todo? Retos, secretos, tensiones y conflictos tendrán lugar en esta historia. Con una sola condición; está prohibido enamorarse. ¿𝙅𝙪𝙜𝙖𝙢𝙤𝙨?


Fanfiction Livros Para maiores de 18 apenas.

#jungkook #jimin #hoseok #taehyung #seokjin #jin #suga #yoongi #namjoon #btsfanfic #bts #love #kisses #sex #amor
5
3.6mil VISUALIZAÇÕES
Em progresso - Novo capítulo A cada 30 dias
tempo de leitura
AA Compartilhar

𝗛𝗘𝗥

Un molesto y desagradable sonido proveniente de mi teléfono, me despertó aquella mañana. Aún hallándome en la absoluta penumbra, y sin estar totalmente consciente tras mi ensoñación, alargué mi brazo hasta la pequeña mesita junto a mi cama, con la finalidad de apagar la insoportable melodía del dispositivo móvil, que me enervaba, incrustándose en mis oídos.

Vagamente recordando fragmentos de aquel reciente sueño erótico, causante de que mis bóxers ahora apretasen más de lo normal, puede que deslizara mi dedo siendo demasiado brusco y el móvil cayó al suelo, cosa que en realidad, no me importó ni lo más mínimo. Lo recuperé para mirar la hora y solté un suspiro, muestra de lo agotado que me sentía.

No solo estaba cansado físicamente por lo poco que había dormido. En mi mente también transcurría un gran dilema.

¿Qué haríamos este año? ¿Hasta dónde llegaría de lejos nuestro juego?

Era lunes, pero no uno cualquiera. Hoy empezaba de nuevo el instituto, siendo éste el último año que cursaría en él antes de iniciar mis estudios universitarios. Y no mentía al decir que me sentía raro. Pensar que después de este curso no volvería a recorrer los pasillos de aquel lugar, se me hacía extraño. Tantas risas, tantas bromas... Todo se iría, al igual que nosotros. Cada uno encontraría un camino diferente por el que marcharse. Al fin y al cabo, las despedidas siempre son inevitables.

Muchas amistades serían olvidadas, así como las memorias de nuestro paso por aquella institución. ¿Nos recordaría alguien? ¿Algún profesor o compañero de clase? Realmente, lo único que me preocupaba era lo que pasaría entre nosotros siete.

No quería perderlos, no podía.

Moví mis pies hasta el cuarto de baño, donde tomaría una ducha antes de bajar a desayunar. Allí, frente al espejo, vi el reflejo del que era un chico muy diferente al que todos conocían. Mi aspecto integraba una máscara de lo que en realidad era y sentía; Jeon Jungkook, el popular, quien con apenas pestañear podía tener a todos a su disposición. Realmente todo eso era una farsa, un fantasma de lo que una vez libremente fui.

Este verano supuso un gran cambio para mí en todos los sentidos, debía reconocerlo. Necesitaba tiempo a solas, reflexionar sobre mi vida, sobre lo que haría tras mi último año. Me mantuve tan ocupado al pendiente de mis propios asuntos, que rechacé todo tipo de invitación por parte de mis amigos. Incluso aquella vez que Jimin se las arregló para montarse un trío, e insinuó que sus acompañantes no tendrían ningún problema en pasar un buen rato conmigo. Tremenda estupidez por mi parte el declinar tal oferta, sinceramente.

Pero tenía que centrarme en aspectos mucho más vitales para mi persona que disfrutar de una buena sesión de sexo, aunque lo adorara. No todo se reducía a ir de fiesta en fiesta, follando sin control.

Gracias a esta situación de apartamiento personal, tuve dos meses de tranquilidad, donde no solo me dediqué a cuestionar las bases que regían mi vida, sino que, también me esforcé mucho en cuanto al ejercicio físico se refería. Trabajé todos y cada uno de mis músculos, y ahora, frente al cristal que se alzaba sobre el lavabo, una hilera de firmes abdominales hacían acto de presencia bajo mi amplio pecho, que a su vez, también era fornido y duro. La piel de mis piernas y brazos era visible, ya que me encontraba únicamente vestido con mis bóxers. Ambas extremidades eran fuertes y robustas.

No quedaba nada del desgarbado muchacho que una vez había sido, mi cuerpo ahora era una mezcla entre la más fina delicadeza y la brutalidad. Me fijé en las refinadas curvas de mi cadera, que se iban ensanchando con gracia poco a poco hasta llegar a la plenitud de mis vastos hombros. A continuación, mi mandíbula dibujaba una afilada línea, tan peligrosa como inofensiva a la misma vez.

Mi espíritu altanero se preguntaba lo que pensaría la gente al verme. Si antes mi aspecto ya era bien recibido, ¿qué dirían del nuevo Jungkook?

Para cuando quise darme cuenta, mi boca se tensaba en una sonrisa ladina. Puede que tuviera más ganas de comenzar el instituto de las que creía, después de todo, no me vendría nada mal añadir a mi vida, últimamente monótona, un poquito de diversión. Me lo merecía.

Traté de apartar de mi mente las locuras que el juego en el que me había envuelto todos estos años con mis amigos me depararía, y quitándome la ropa interior, me sumergí bajo la lluvia de gotas ardientes que caían con fluidez. Podría haber elegido agua fría para ducharme como lo había hecho casi todos los días, pero siendo hoy una jornada de cambios, me decanté por bajar mi erección mañanera de una manera más... agradable.

Allí estaba, duro y disfrutando el gozo que me suponía sentir los chorros de agua bajar por mi torso, deslizándose poco a poco, creando una sensación de lo más placentera. Pero, cuando sentí el placer real y tan esperado, fue al rodear mi polla con mi mano. Solté un gruñido de satisfacción en el momento en que delineé el glande paulatinamente con mi dedo pulgar, esparciendo mis propios fluidos por la punta. No tenía mucho tiempo, por lo que debía darme prisa y centrarme en esa parte de mi miembro si quería acabar rápido.

Con mi mano libre, empecé a acariciar mis testículos y con la otra, inicié un delicioso vaivén que recorría toda mi gran erección. Este movimiento comenzaba en la base, e iba subiendo hasta llegar a la sensible zona rosada; la cual me estaba esmerando particularmente en estimular. Gradualmente, fui notando un remolino de electricidad crearse, originando una tensión en mi pelvis que conocía bastante bien. Esto provocó que me masturbara más rápido y fuerte, solo pensando en la liberación y plenitud que me depararía el tan esperado orgasmo.

Disparé sobre el cristal de la ducha, necesitando de unos segundos para poder regular mi descontrolada respiración. Abrí mis ojos con lentitud, estrellando mi mente de vuelta con la realidad y encontrándome con los chorros de mi semen, descendiendo por el vidrio, hasta llegar al humeante suelo de la ducha. Ahí se mezclaban simultáneamente con el agua, que seguía cayendo sin cesar.

Nada mal, Jungkook.

—La próxima vez, espero no tener que recurrir a ti para correrme, vieja amiga —susurré, dirigiendo mis palabras con cierto humor a mi estimada mano derecha. —Habrá que conocer a las nuevas del instituto...

Terminé de ducharme tras haber enjabonado por completo mi cuerpo y al salir, me enfundé en el uniforme de la escuela. A pesar de su simpleza, favorecía mi figura en todos los sentidos. Los pantalones me quedaban algo más estrechos que el año anterior, ahora marcaban la musculatura de mis piernas y me daban un aire varonil a la par que formal. Iban combinados con una camisa blanca que apretaba mi pecho y una chaqueta americana azul marino, con el característico escudo de mi institución bordado en ella.

Mientras me colocaba los zapatos, miré con detenimiento la chupa de cuero que había colgada en el perchero de mi habitación, esta decía en su parte posterior: "Rather Be Dead Than Cool", sin duda, una de mis citas favoritas. Incluso me planteaba tatuármela en algún lugar de mi brazo en un futuro próximo.

Necesité de poco tiempo para terminar de prepararlo todo, desayunar y dirigirme hacia el instituto. Solamente había llenado mi mochila con una libreta vieja y el estuche que llevaba utilizando desde mis inicios como estudiante. Sí, no me podía considerar alguien muy interesado en el cuidado del material escolar. De hecho, era el típico alumno que siempre le pedía los bolígrafos al compañero de al lado y nunca se los devolvía. Gracias a eso, tenía una gran colección de lápices mordisqueados, gomas partidas por la mitad, y hasta típex de cinta con la historia de Corea escrita a lápiz por la parte de detrás.

Demasiado típico, un truco ya muy visto. La gente no era demasiado inteligente a la hora de copiarse en exámenes. Al menos, no tanto como yo.

Recordé las palabras de mi madre durante el desayuno: "hoy comes solo con tu padre, no vuelvo hasta muy tarde. Ten cuidado, hijo, es tu último año y tienes que pensar en tu futuro". Todo dentro de mí ya era un maldito revoltijo de nervios, y aquella advertencia, lo único que consiguió fue acrecentar mi nervatura. Ansiaba con todas mis fuerzas ver a mis amigos después de tanto tiempo, pero a la vez me aterraba pensar en lo que tendrían preparado para este año.

Odiaba ese puto libro.

Mis pelos se pusieron de punta al visualizar el edificio, hasta necesité parar mis pasos para poder respirar profundamente cuando crucé la puerta de entrada. Los estrechos pasillos llenos de gente, conversaciones por doquier, historias de amores de verano, fiestas, intercambios... Una variedad dispar que se recogía en un mismo lugar, uniéndose y formando así, parte de él. Qué particular era este sitio, qué olor tan singular y cuántas anécdotas había formado en mi estadía a lo largo de los años. No las olvidaría, por nada de este mundo.

—¡Jeon Jungkook! —Alguien gritó mi nombre. Se encontraba lejos, al final del pasillo, aún así su voz fue perfectamente reconocible para mí.

¿Cómo no distinguir un timbre tan llamativo?

Mi mejor amigo llegó hasta mí a pasos agigantados, rebosando de alegría en su rostro. Me pregunté mentalmente si podía verme bien a través de esas pequeñas rendijas que tenía como ojos, acto consecuente de su amplia sonrisa.

—Hey, ¿cómo estás Jimin?

—¿Que cómo estoy? —Me miró incrédulo, frunciendo su ceño. —¿Es eso lo único que tienes que preguntarme después haber pasado de mí todo el puto verano? Eres un jodido cabrón...

—Vale, lo siento —reí. —¿Pero qué quieres que te diga?

—Yo que sé, a lo mejor estaría bien un... Oh, Jimin te he echado muchísimo de menos, no puedo vivir sin ti. Soy un gilipollas por rechazar el trío... —se quedó pensando por unos segundos. Después formó una mueca arrogante en su rostro. —Y por haberos ignorado dos meses completos, os compensaré con mucho alcohol. ¿Qué te parece?

—Me parece que en lo único en lo que te doy la razón es en lo del trío —golpeé ligeramente su hombro, recibiendo una carcajada sonora como respuesta. —Aún así, tuve mis motivos, ya te contaré. Por cierto, ¿qué cojones te has hecho en el pelo?

—Fue una apuesta tío, está ahora todo el mundo preguntándomelo —llevó una de sus manos, llenas de anillos, hacia su pelo. Se revolvió los mechones rosas que caían despeinados sobre sus ojos, acción que usualmente hacía sin darse cuenta. —Al menos es de esos tintes que se quitan con los lavados, pronto tendrás a tu sexy rubio de siempre.

Viré los ojos cuando él me guiñó el suyo, recordando lo mucho que extrañaba sus juegos. Pasar tiempo con Jimin era equivalente a inhalar gas de la risa. No iba a admitirlo en voz alta, pero sí era cierto que lo había echado de menos. Tenía una personalidad fuerte, explosiva. Era un chico atrevido rodeado de un aura atrayente. Comprendía que tuviera tan buena reputación. Era imposible resistirse a alguien como él.

—¿Qué apostaste? —Pregunté curioso, esperando cualquier locura en respuesta.

—Que convencería a una lesbiana para liarse conmigo.

Bueno, tampoco había sido tan malo. En comparación con otras cosas por las que era conocido, esta podría ser de las más normales. De todas formas, ¿a quién se le ocurriría?

—Eres gilipollas, ¿en serio pensabas que lo conseguirías?

—Estaba seguro de que la tenía en el bote, te lo juro —y no lo dudaba, era Park Jimin. —Pero al final no pasó nada, ¿qué más da?— se encogió de hombros, un gesto despreocupado.

—Puedes sacar algo bueno de todo esto, ahora se te puede distinguir a ocho metros... Pareces un puto cono de tráfico —comenté, y Jimin volvió a reír por mi burla. Su risa era una mezcla entre un sonido adorable y a la vez ruidoso, definitivamente una melodía bonita de escuchar.

Comenzamos a andar en dirección a secretaría, lugar donde recogeríamos nuestros horarios. Varias cabezas se giraron hacia nosotros. Por supuesto, no desperdicié la oportunidad para sonreír de vuelta a aquellas chicas.

—¿Sabes? He pensado que igual el naranja no me queda mal... —Siguió caminando con soltura mirando al frente, pasando por alto que era el centro de atención en el pequeño pasillo. —Por cierto, no me has dicho a cuántas te tiraste este verano.

Casi me atraganto con mi saliva. Había tratado de evadir el tema de la mejor forma posible, pero el cotilla de Jimin parecía muy interesado en sonsacarme toda la información que pudiera.

—Siento decepcionarte, pero no he estado con nadie.

—Eso no te lo crees ni tú, Hulk —bromeó, incrédulo a mis palabras. —Pero bueno, si no quieres contarlo, no lo cuentes, aquí cada uno a lo suyo. Solo espero que no estés pillado por ninguna.

Rodé los ojos y solté un soplido por lo ridículo que aquello me sonaba.

—¿Quién se llevó el libro? —Cambié de conversación drásticamente. Tarde o temprano íbamos a tener que hablar sobre los retos, y debatir sobre cuánto había follado estas vacaciones tampoco era un tema con el que simpatizara. Aunque la angustia creciera en mi interior tan solo con el hecho de pensarlo, era importante para mí conocer los nuevos desafíos que me depararía nuestro estúpido juego este año.

—No tengo ni puta idea si te soy sincero, TaeHyung fue la última persona a la que vi con él.

—Dijeron que iba a ser diferente...

—Y lo será —Jimin tensó su mandíbula. —Este año va a ser mucho más serio.

—¿Cómo que más serio? —Mi estómago volcó al escucharlo. Creí que el corazón se me saldría del pecho...

—Tías, va a haber tías de por medio —la frialdad que había implantado en su rostro, desapareció al instante. Vi mi cara de pavor reflejada en sus divertidos orbes café, y al segundo me di cuenta de que me había tomado el pelo nuevamente. Jimin rió. —Así sí que me interesa jugar, joder —sostuvo emocionado. —De todas formas, habrá que esperar por los detalles. Pronto lo sabremos todo —dijo, y decidí dejar de insistir, pues no valdría de nada. Sería mejor olvidarlo hasta más tarde.

Resultó que nos había tocado en la misma clase, cosa que nos alegró bastante. Con algo más de tranquilidad, entramos al aula y tomamos justo los dos últimos sitios, pegados a la pared. Hoy no sería un día duro, ya que más que dar clase, recibiríamos instrucciones de todo tipo sobre qué haríamos en cada materia. Por cada vez que escuché la palabra "universidad" o "trabajo", dibujé una rayita en mi mesa.

Al finalizar la hora, había veintidós líneas pintadas.

No me tomó mucho tiempo el salir del aula cuando sonó el timbre que anunciaba el descanso. Primer recreo del curso, pensé. Esperé a Jimin para caminar juntos en dirección a la cafetería, sin embargo, cuando giré mi cuerpo para iniciar el rumbo, choqué con fuerza contra alguien, derramando algo húmedo encima de los dos.

Mierda, él llevaba una botella de agua abierta.

—Espero que te arrodilles y pidas perdón, porque si no te vas a quedar sin hijos de la patada que te voy a meter en los cojon...

—¿Yoongi? —Quise reír en el momento en el que su furiosa mirada conectó con la mía, no obstante, me obligué a morder mi lengua. Me llevaría un buen puñetazo si no me contuviera. —Cuánto tiempo... ¿Qué tal las vacaciones?

—Puto Jeon —mi malhumorado amigo relajó sus músculos, aunque mantuvo su posición agresiva y su ceño fruncido por el disgusto. —Mejor no preguntes nada y empieza a abanicarme para que se me seque la camisa, a no ser que quieras que te arranque los dedos uno a uno.

—Yoongi no ha tenido el mejor de los veranos —intervino Jimin, respondiendo a mi pregunta.

—¿Qué te ha pasado? —reduje el espacio entre mis cejas, frunciendo el ceño.

—Mis padres se han divorciado. Ahora están decidiendo con quién me quedo yo —suspiró con brío. —Ojalá y fuera mayor de edad para poder largarme y vivir solo. Odio esta mierda.

—Joder tío, lo siento. Por lo de tus padres y por no haber estado atento este verano. —Me arrepentía, claro que me arrepentía.

—No es para tanto. Llevaban años sin soportarse, era cuestión de tiempo.

Fue en ese instante en el que algo que estaba totalmente fuera de nuestro diálogo, captó mi atención. Seguí el movimiento de esa cabellera lisa con mis ojos, cautivado por su brillo y aquel color negro tan intenso que poseía. Las chapas que había enganchadas en su chaqueta vaquera, chocaban entre sí, creando un rítmico sonido que me incitaba a seguir mirando.

Para nada conocía a esa chica, tampoco tenía ni una remota idea de quién era, pero había algo en ella... algo especial... diferente.

No era de la clase de personas que se suele pasar por alto, no, al contrario. Al instante en que vi su rostro, tuve claro que era de aquellas con las que se fantasea.

Me gustó que no usara la americana del instituto, también sus zapatos. Estaban sucios y estropeados, con los cordones débilmente atados. De alguna forma marcaban la diferencia y le daban un toque despreocupado. Era distinta, frente a la multitud de cuerpos presentes en el establecimiento, ella resaltaba. Y eso me encantó.

—Cierra la boca, se te cae la baba.

—¿Qué?

—Nada, estúpido enamorado —Yoongi rió con malicia.

Jimin, en cambio... él ahora tenía la vista perdida en el punto del pasillo que yo había estado mirando previamente. La observaba a ella, con el mismo interés, y eso en cierto modo me puso alerta.

—¿Por qué no nos vamos ya? Tengo hambre —golpeé al ahora pelirrosa con el codo, consiguiendo que por fin se girara, apartando sus ojos de aquel lugar.

—Vale...

(...)

La hora del almuerzo se nos pasó volando. Apenas tuvimos tiempo para ponernos un poco al día, cuando la campana sonó, obligándonos a abandonar nuestra entretenida conversación y dejarla para más tarde.

Mi siguiente clase era música, y yo adoraba esa asignatura. Era una de las pocas en las que podía mostrar todo mi potencial sin tener que hacer trampas, ni engañar al profesor para conseguir una buena nota. Casualmente, Jimin también la había elegido, por lo que nos fuimos de la cafetería juntos y anduvimos directos hacia el aula número ciento doce.

Allí la volví a ver. Sus profundos ojos negros con pestañas abundantes, hicieron contacto con los míos. Durante unos segundos, nos analizamos mutuamente.

Era una chica de estatura más bien mediana, de cuerpo bastante delgado, pero con sutiles curvas que apretaban su cintura, creciendo armónicamente hacia sus caderas. Su piel era pálida, excepto sus mejillas. Aún a lo lejos, en ellas podía notar un pequeño y adorable rubor. Me asombró lo suave y delicada que parecía, sin imperfecciones importantes visibles en ninguna parte de su rostro.

Volví a fijarme en su vestimenta; conjuntaba aquella chaqueta vaquera y todos los coloridos pines metálicos enganchados aleatoriamente a ella, con la falda del uniforme del instituto —demasiado corta para mi gusto— y una simple camisa blanca. A ese atuendo, le sumaba sus desgastadas converse altas blancas, que más que desagradarme por su estado de abandono, extrañamente provocaron que mi interés por conocerla aumentara.

Era nueva, se notaba de lejos. Era imposible que alguien tan gratamente extravagante hubiera estado pisando los mismos pasillos que yo y no hubiera llamado mi atención antes.

Ahora solo necesitaba una cosa, saber su nombre.

Esperé pacientemente a que todos se sentaran en sus sitios, la molestia comiéndome por dentro, pues la mayor parte del personal de la sala, especialmente los tíos, parecían tan impresionados con ella como yo. Necesitaba quitarle a Jimin esa tonta sonrisa de entre los labios. Estaba odiando esto, porque lo conocía, y sabía que iba a ir a por ella. Y aunque no era la primera vez que hubiésemos "competido" por una mujer, lo peor era eso, que en este caso no lo veía como un juego o algo divertido, más bien me molestaba hasta el punto de querer agarrarlo y sacarlo fuera de la maldita clase, y aún no entendía muy bien el porqué de este arrebato de posesividad y mis repentinos deseos de control sobre aquella desconocida.

No me gustaban.

Apreté los puños tratando de empujarlos fuera de mi mente, hasta que lo escuché, mientras la profesora pasaba lista.

—¿Im Jin Yun?

—Presente —oír su voz fue como sentir una ráfaga cálida de viento de primavera golpearme. Me transporté momentáneamente a esa colorida estación del año, divisando los árboles, con sus flores y todo.

Era un sonido precioso, igual que ella.

—Usted es la nueva alumna, ¿verdad? —la vi asentir por el rabillo del ojo. Súbitamente sus mejillas se bañaron en timidez, y no pasé por alto cómo entrelazaba sus dedos entre sí sobre el pupitre. Mierda, parecía avergonzada y nerviosa por la mirada de todos sobre ella. ¿Por qué así sonrojada tenía que verse tan jodidamente tierna? —Verá... —continuó la profesora. —...como habrá podido comprobar, su horario indica que seré su tutora este año. Debería haberme encargado yo de mostrarle el centro antes del descanso, pero me necesitaban en una reunión del departamento de música. Lo siento, pero no se preocupe. Encontraremos a alguien para que la guíe, en caso de que no haya aprendido aún la disposición de las aulas del centro y necesite ayuda...

Me perdí, aquello que decía no me interesaba. Creo que me quedé con la boca abierta, mirándola mientras asentía ante las palabras de la tutora. Al estar de lado solo podía ver una de sus cejas, pulcramente contorneada, el perfil de su pequeña nariz y el relieve de sus pómulos altos, incluso las curvas de sus gruesos y rosados labios...

Al recibir un codazo de Jimin, casi grité del susto.

—¿Algún problema, señor Jeon? —la joven docente de apenas treinta años, giró su cabeza hacia nosotros, igual que toda la clase. Nos miró con cierta furia en sus ojos pequeños y rasgados, acto totalmente comprensible.

El idiota de Jimin ahora reía silenciosamente, porque me pilló embobado viendo a Jin Yun, y por culpa de su golpe y mi suspiro ahogado, habíamos interrumpido aquel aburrido discurso de bienvenida que le daba.

—N-no, lo siento... yo solo estaba... —trastabillé. Pero me detuvo antes de que pudiese ocurrírseme algo.

—¿Sabe qué? Me ha dado una idea. Usted le mostrará el centro a su compañera al final de la siguiente hora. —Joder, eso sí que no me lo esperaba. —¿De acuerdo?

Jin Yun me miró, y yo a ella. Tragué fuerte.

—S-sí, profesora.

O dejaba de tartamudear, o le suplicaría a mi amigo que me pegara hasta que se me quitara la gilipollez. ¿Cuál era mi maldito problema?

—Bien, ¿por dónde iba? —pasó su dedo por la lista y la analizó detalladamente —Ah sí, ¿Lee Suni?

Dejé de escuchar durante el resto de minutos que se prolongó aquella clase. Ahora mi mente solo tenía presente un fin, que poseía nombre y apellidos:

Im Jin Yun.



21 de Julho de 2020 às 10:39 0 Denunciar Insira Seguir história
3
Leia o próximo capítulo 𝗖𝗢𝗡𝗩𝗘𝗥𝗦𝗘 𝗛𝗜𝗚𝗛

Comente algo

Publique!
Nenhum comentário ainda. Seja o primeiro a dizer alguma coisa!
~

Você está gostando da leitura?

Ei! Ainda faltam 5 capítulos restantes nesta história.
Para continuar lendo, por favor, faça login ou cadastre-se. É grátis!

Histórias relacionadas