Tenía tanto miedo que pensó que nunca cumpliría el sueño de ser mamá, hasta que el borracho de la cuadra se fijo en ella. Vivía en la última casa y cuando pasaba el empezó a decirle cosas bonitas, no lo podía creer porque nunca nadie se había fijado en ella. Era tan flaca que se le marcaba cada hueso, había crecido con las zozobras que su padre llevaba a casa los viernes después de la taberna. Su madre falleció cuando tenía 13 años y desde luego tuvo que dejar la escuela para trabajar y cuidar a su acabado padre.
Me llaman el tuerto en la escuela y me da tanta rabia que quiero darle golpes a todos, además soy el único que va con los dedos por fuera de mis zapatos, quiero ser grande y no volver a la escuela y trabajar con el señor de los helados, porque me gusta el helado, pero mamá dice que debo leer mucho e ir a la universidad, pero cómo voy a ir la universidad con los zapatos rotos y el ojo metío. Mamá no entiende.
Y sí no ayudo a mi mamá, papá va a terminar enterrao cómo mi abuelo en una caja de madera y enrollao en papel blanco, y detrás de la montaña. Mejor hablo con el señor de los helados, para vender helados fuera de mi escuela a los niños que tengan monedas, y lo que gané se lo llevo a mi mamá para que comamos pan y el agua dulce que a mi no me gusta y si hago más, compro chocolate.
Quiero ganar muchas muchas monedas para llevar a mí mamá al doctor de la farmacia, porqué mamá siempre se anda desmayando y esta llorando todo el tiempo, no le dan trabajo porque es negra, bueno eso me dice ella, pero yo creo que es porque se desmaya mucho y no puede hacerlo y papá. Papá siempre llega borracho y nunca trae monedas.
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