Estoy triste y generalmente cuando estoy así escribo mucho, por aquí y por allá, en los chats de Whatsapp de la gente que aún me soporta.
Pero bueno. Les cuento, soy una cabra de a penas 19 años, estudiante y actualmente cesante como mucha gente en plena pandemia. Tengo dos gatitos y un pololo que parece uno.
Y hablemos de esto: ¿Han escuchado o leído por ahí que sí alguien no le gustan estos preciosos animalitos hay que tener ojo piojo? Yo si, y desde que lo leí se lo pregunto a cada persona que conozco (en realidad solo han sido dos personas). Déjenme explicarles mejor. Los gatos son seres independientes, no son excesivamente entrometidos como pueden ser los perritos, necesitan espacio y suelen acercarse de vez en cuando, cuando necesitan algo. Cariño, comida o quizás salir. Pero si comparamos estas actitudes en nosotros humanos ¿No nos queda una persona estable emocionalmente? A mi me hace sentido.
Yo, quien les habla, amo mucho los gatitos y amo mucho a mi pololo también, porque parece un gatito ya que es una persona estable y yo, para variar en este mundo monótono, no lo soy.
Mi vida gira entorno a eso, alejar la estabilidad emocional de mi vida sin querer. Envidiar a quienes la tienen y fantasear con que algún día seré una persona sana. Para mí y para alguien más.
Probablemente si llegaste hasta aquí ya te habrás hecho una idea sobre que girará mi blog y déjame decirte que ni yo lo sé. Para mi desgracia también creo en la astrología y si audiencia, soy Libra.
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