Conciencia. Lo que todos tienen, pero pocos saben usar. Lo que todos pueden trabajar, pero prefieren ocultar hasta el fondo de su mente. La conciencia es lo que te viene cuando haces algo mal, la que ignoras cuando prefieres hacer caso de tus impulsos e intereses. ¿Conciencia, por qué vienes después de las acciones? Eso significa que no la tienes entrenada y en forma para que aparezca corriendo desde el principio. La conciencia es la que siempre está contigo hasta el final. Cuídala.

Vivimos, ¿pero a qué precio? Existimos, ¿pero con qué propósito? Una vida que se extingue con el pasar del tiempo... ¿La estamos aprovechando al máximo? La vida solo es una. Pero si nos esforzamos, podemos vivir de muchas formas con esa única vida que tenemos.

—Voy a ir. —¡¿Qué?! Pero si la mujer no debe dar la iniciativa, eso es para los hombres. Se quedó de piedra e incrédula. —¿Perdón? Con todo el respeto le digo, que no hay nada más correcto y honesto que ambas partes pongan de su parte. Y si estoy interesada y a él le cuesta dar el primer paso, nada me impide darlo yo. El interés es de dos, no puedo quedarme de brazos cruzados, esperando que él venga. Si existe una chispa de interés, entonces es mi pase para hacer mi movimiento.

Clavó en el centro de su estómago la punta del cuchillo, y en un solo movimiento, lo introdujo por completo. El silencio predominó luego de eso. —Tú... ¿Por qué... por qué lo... hiciste? —susurró con esfuerzo. Apretando fuerte el mango, sonrió sin remordimiento. —¿Por qué más lo haría? ¿Creíste qué de verdad te amaba? Y las fuerzas se le fueron con esas palabras. Todo lo que creyó fue una mentira, el amor que tanta ilusión le hizo, acababa de apuñalarla sin piedad. El engaño fue dulce.

Inalcanzable, tu etiqueta perfecta. Porque tú no eres para mí. Porque no puedo estar junto a ti. Solo en las noches más profundas mi sueño es dedicado para ti, porque es cuando un nosotros existe. Pero al despertar caigo al vacío de la realidad donde es imposible un tú y yo en una misma oración. La resignación es lo que me queda para vivir una vida donde no estás junto a mí. "Oh, mi inalcanzable. ¿Algún día podremos coincidir en esta vida?"

—¡¿Por qué no puedes escucharme?! —gritó con frustración. —¡Lo hago! —refutó. —¡No! ¡Crees escucharme, pero no lo haces! Una persona que te escucha de verdad está allí aún si no hace nada, te sale con detalles o comentarios incluso semanas después. Esto... esto no está funcionando. —No, no me dejes, puedo cambiar —imploró con dolor. —No es la primera vez y tampoco será la última, el cambio no debe ser por mí, debe ser por ti. Y ese es tu problema, porque no tienes ni un grado de empatía.

La Luna iluminó su pequeño paraíso, a la misma vez que sus ideas se aclararon. —Es hora —susurró una voz. Con pesar, miró una última vez lo que era su refugio, su escudo. Giró su cuerpo, alejándose de ese pequeño mundo, donde la luna fue la única testigo de las vivencias vividas. Ya no volvería a ese lugar donde tenía encuentros con su amor secreto. Porque ahora lo enfrentaría en una guerra fría. Se había enamorado del enemigo. Y eso para ella fue un pecado. Uno que pagaría con su vida.