Fue al masajear mi plexo, Al principio de la sesión, Que pude fijar un nexo Con alguna vida anterior. Logré ver por un instante Un arcaico sanatorio De una época muy distante, De impreciso territorio. Mi cuerpo yacía tendido Sobre una de las camillas; Estaba como abatido, (Quizá por una guerrilla). Y así como vino, se fue. La imagen desapareció. Éstas cosas las suelo ver Cuando estoy en meditación.

Vuelvo a ser un trashumante, A lomos llevo mi casa; Y por más que sea escasa La comodidad reinante, Nada impedirá que cante Los sucesos que me pasan. De lo trivial me desprendí, Sólo llevo lo menester: Llaves, ropa, algo para leer, Y un cuaderno donde escribir. Siempre me van a recibir Las personas que voy a ver.

Libertad, grito sagrado, Uva de la viña de Dios, Clave para vivir de a dos, Indispensable tratado, Astro de la superación, Nave sin puerto fijado, Oro intangible de expansión.

En el nicho de laureles que compartimos, mis manos te acarician suavemente; yendo de lado a lado como una fiera enjaulada. Se dibuja mi rostro en la espuma que forman las aguas de tus ojos. Quién podrá calcular la profundidad de aquellos dos océanos? Transcurre la aventura del desdichado que encontró el bálsamo para sus heridas, el paño húmedo que destiñe la fiebre, el ángel que lo rescata de la soledad.

No voy a acarrear un duelo, dudo que quisieras eso; solamente quiero un beso enviarte hasta el cielo. Quizá estés con el abuelo, o con tu hermana querida. Como no hubo despedida, la hago a través de mi prosa: gracias por ser tan grandiosa, nos vemos en la otra vida.

Bien recuerdo la navidad que regalos no recibí; no sabía si era por el Grinch o por nuestra precariedad. Para siempre iba a recordar esa noche en mi cabeza: la que oculté mi tristeza. Por eso, en navidad seré para mis hijas Papa Noel presente aún con pobreza.

Mediciones que el hombre da a su entorno sólo para no asumir su desconocimiento total. Crea la quimera que devora a su esencia y toma la posta de ser un frío mecanismo nomás. Mas de todas las ingenuas supersticiones, la peor es querer medir el tiempo con un soso metal.

Y si el viento en contra me trae el perfume que resplandecerá en la aurora del mañana, y si el horizonte dibuja la silueta de lo que se fraguó tantos años en la mente, anegado por lo fuerza, confiaré de atinar lo que anhelé.

En este andar, más de una vez en que me hallaba caduco, igualito que en el truco, con las peores cartas gané. Por el carisma, debe ser, que a alguien feo como un cuco lo vean como a un pituco y sientan atracción por él. Este ejemplo, por más simplón que sea, deja una lección que espero sepan entender: que no sólo tu proceder sea con lo que puedas tener, sino con tu imaginación.

Si la unión hace la fuerza, unidos debemos estar para hacer frente al vendaval que el momento nos ejerza. No dejemos que nos tuerza ni la interna rivalidad ni el entorno perjudicial que por vernos caer se esfuerza. Lobos con piel de cordero sea el rebaño que goces: manso cuando no haya roces; si irrumpen en su sendero, quítense el disfraz entero, y obren cual lobos feroces.