¡Qué felices deben ser los círculos! Sin necesidad de doblarse drásticamente como los triángulos y los cuadrados. No hay mayor placer que dibujar un círculo. A veces nos da ansiedad no poder encontrar el inicio ni el fin. Pero, en ello, hay un placer indudable.

Es tiempo de ignorar a los ocho. Ese horrible número, tan perfectamente simétrico sube las expectativas de las personas sobre como deben lucir los números. Su popularidad empezó cuando se dieron cuenta de que si giraba 90° iba a ser el signo del infinito. Fue entonces cuando destronó al cero de su puesto.

Siempre he estado incluida en el "etc". Nunca en el tú, en el él o ella, en el ustedes, Mucho menos en el romántico nosotros. Y aunque he intentado efusivamente jamás he sido parte del yo. Siempre he sido parte del "y otros", Parte de los que no se nombran porque no son relevantes, de los olvidados que solo están para llenar espacios.

Siempre me habían dicho que la persona al otro lado del espejo se llamaba Eugene. Era una imitadora de primera clase siempre estaba copiando todo lo que yo hacía cada vez que me asomaba a verla.

—Pensar que fui asesinada de un modo tan banal. Ahora todos deben de estar pensando de mi que era una mujer cualquiera. Pero solo soy alguien a quien le gusta amar. No me arrepiento de nada.

—¿Así que también actúa de abogado de los sospechosos? Más le vale buscarse un abogado propio. La víctima era una mujer hermosa que le gustaba ser querida y amada. Usted se sentía especial cuando estaba con ella. Pero no pensó que también había otros. Usted y el amigo de Robert Thompson estaban en la misma situación. Se pusieron de acuerdo y la asesinaron. Para cubrirse se prometieron ser la coartada del otro. Así fue.

—No entiendo exactamente qué hago aquí. Pensé que ya habían terminado de recoger mi declaración. ¿El momento del asesinato? Yo... ehhh. Estaba con otro amigo mío, un abogado bastante respetado. Sí, claro que pensaba que ella era hermosa.

— Tenemos tres sospechosos, todos con coartadas perfectas. Las coartadas son con otras personas por lo que no pudieron planificarlo entre ellos tres. ¿Quién más interviene en este juego de asesinato?

— Ja ja ja. Querida, ¿quién te dió el cargo de detective? ¿Crees que una mujer como yo, de setenta años, puede luchar contra una mujer joven de treinta? Ese día estaba durmiendo en mi casa. Tal vez no sea una coartada magnífica pero el portero del edificio puede confirmarlo.

—Entonces, como madre, no quería que que sus hijos siguieran peleando entre ellos. Así que esperó ese día oculta en la casa de su hijo y cuando su nuera llegó la atacó.

—Sí, lo sabía. La verdad es que mi nuera no me caía muy bien. Pero la razón no era que engañase a mi hijo con mi otro hijo. No. Toda madre debe ser estricta con las otras mujeres de la vida de sus hijos.

—No, estoy seguro que no fue mi hermano. Él es un cobarde. ¿Asesinar a su esposa? Por favor... Es incapaz. ¿Preguntas por mi coartada? Estaba en un motel con una mujer, y no detective. No es más hermosa que usted. Sí, sí. Le daré su nombre y sus apellidos.

—No. Mi hermano no ha sido. Nunca he pensado realmente que fue mi hermano. El solo quiere demostrar que es mejor que yo. Para él, todo es un juego. Nunca asesinaría a alguien si no gana nada a cambio. ¿Mi coartada? Estaba en un viaje de negocios.

—Mientras más pasa el tiempo va a ser peor para ti. Sé lo que pasó. Llegaste a casa, viste a tu mujer con tu hermano. Ese no era el momento. Estabas enojado porque tu hermano te estaba quitando de nuevo algo tuyo sin siquiera esforzarse mucho. Entonces esperaste, llegó la noche y la atacaste. ¿Que no dices? Entonces, ¿quién la asesinó? ¿Tu hermano?

—¿Qué hago aquí? ¿Dónde están mis hijos? No, no, no. Claro que no. Yo no tengo un hijo favorito. Se nota que no es madre. Es imposible tener a un hijo favorito. Eso sí, siempre hay uno al que hay mimar más que al otro. Es un hecho. Hay algunos que necesitan más amor. Hay algunos que actúan como recipientes vacíos y sin corazón. A esos tienes que darle más afecto.

— Es muy hermosa detective. Tiene un cuello alargado y unos hermosos hoyuelos. Me recuerda a ella, sí, a la víctima. Ella también se sonrojaba con unas pocas palabras de adulación. ¡Ahhhhh! No hay necesidad de ser tan violenta. Responderé su pregunta: No, no asesiné a la esposa de mi hermano.

— Detective, no quiero decirle como debería hacer su trabajo pero si me pregunta la misma pregunta una y otra vez va a recibir la misma respuesta de mi parte: "Yo no maté a mi esposa". No lo hice. No me voy a cansar y simplemente le voy a decir que sí.

— Ustedes deben ser la familia Thompson. Seré vuestro abogado de defensa, tanto de Robert, esposo de la víctima, como de Christian, hermano de Robert y amante de la víctima. ¡Wow! No todos los días me tocan este tipo de caso. ¿Qué? ¡Ah! No, no se preocupen que defienda a uno no va a afectar que defienda al otro. Es cierto que dicen eso a menudo pero son solo detallitos técnicos.

—No quiero saber nada de lo que me dices. No te soporté. Ni siquiera me importa que hayas tenido una aventura con mi esposa. Ni que hayas roto los aparentes lazos de fraternidad sagrados. Todos sabemos que solo somos hermanos de sangre no de alma. Solo me molesta tu actitud pedante y despreocupada.

—¡Mamá! Deja de abrazarme tan fuerte. Robert, ¿cómo estás? Ha sido una lástima lo de tu esposa. Solo vas a ignorarme por lo que veo. Siempre has sido así. Tan posesivo con tus cosas. Cuando pequeños no me dejabas jugar con los juguetes. Ahora cuando grandes te enojas por el tiempo que pasé con tu esposa.

—!Detente ahí! !Oh! Mi niño. Mi Robert. He venido tan rápido como he podido. No hables con ella. Ya llamé a un abogado. Ella solo quiere acusarte con cualquier pretexto para hacerse la heroína. Vayamos allá para esperar a tu hermano. A él también tengo que conseguirle un abogado. Ja ja ja. ¿Quién creería que llegaría el día que mis dos pequeños estarían juntos?

—Necesitamos tomar una muestra de su ADN. ¿Realmente la odiaba? A su esposa, digo. Para matarla de un modo tan terrible. Realmente debió de odiarla. ¿Fue porque le engañaba con su hermano o porque simplemente se aburrió de la rutina?

—Tienes que calmarte. O al menos lucir más triste. Si actúas así solo le darás más razones a la detective para que sospeche. — su interlocutor no dejaba de moverse de un lado a otro— Aquí se acerca la dama de la que debes protegerte. Tengo que dejarte. No soy detective ni sospechoso ni tuve una aventura con tu mujer. Soy solo un personaje de apoyo en esta historia.

—¡Claro que soy yo! El primer sospechoso siempre es el marido. Más aún si esa mujer me estaba engañando con mi hermano. Pero recuerden que en una historia de crimen nunca es el más obvio el culpable. Esa detective no deja de mirarme con superioridad. Quiere hacerse la que salva el día. ¿Qué día va a salvar? Mi mujer ya está muerta.