Estaba atormentado; ¡atropelló aquella anciana! No supo si ella sobrevivió, seguro que no. La culpa lo carcomía pero peor era ir a la cárcel, o eso él pensaba. ¿Qué pasaría ahora? Prendió un cigarrillo y cambió la radio para distraerse. Escuchó las noticias de último minuto; hablaban de una anciana que milagrosamente sobrevivió a un choque automovilístico. Se sorprendió; se alivió; se distrajo. Un perro callejero se interpuso en la carretera e intentó esquivarlo, se fue por el barranco.

Estaba atormentado; ¡atropelló a aquella anciana! No supo si ella sobrevivió, seguro que no. La culpa lo carcomía pero peor era ir a la cárcel, o eso él pensaba. ¿Qué pasaría ahora? Prendió un cigarrillo y cambió la radio para distraerse. Escuchó las noticias de último minuto; hablaban de una anciana que milagrosamente sobrevivió a un choque automovilístico. Se sorprendió; se alivió; se distrajo. Un perro callejero se interpuso en la carretera e intentó esquivarlo, se fue por el barranco.

Escuchó unos pasos casi imperceptibles; Algo había detrás de aquella puerta. Se escabulló en el armario, no tenía escapatoria. Un atisbo de luz se coló por la hendidura de la puerta. Los pasos se hacían cada vez más próximos, ¡era el final! Sintió una mano fría en su pie, recorrió su pantorrilla, ¡estaba ahí con él! Sintió escalofríos, se desmayó mientras sentía que una mirada penetraba sus entrañas. Lo despertó un maúllo, era el gato. La oscuridad puede volverse un infierno cuando estas solo.

Caminaba de prisa por la vida sin deslumbrarse por nada, él le inspiró detenerse. Le observó como el que examina una obra de arte. Lo supo desde el principio, no quería dejarle ir, no pasaría de largo. Le transmitió su brío; fue inevitable, sintieron las llamas. Bastó mirarse y descubrieron que ambos experimentaron lo mismo. Se dejaron llevar, pero, ¿era correcto? Se quemaron con el mismo fuego que les hizo arder al mirarse por primera vez y a pesar de ello, siguieron siendo un error recurrente.