Y los sueños rotos gritaban atrapados bajo montañas de expectativas y caminos equivocados. Se ahogaban en su propia laguna de fantasía, flotaban por las noches en nuestras mentes cansadas y vacías. Íbamos a ser grandes, íbamos a cambiar el mundo ¿En qué punto fue que nos dejamos enredar en la misma rutina a la que tanto le temíamos? Juramos que íbamos a marcar la diferencia. Pero la vida tenía golpes duros que enseñarnos. Se llamaba crecer. Se llamaba realidad.

Nuestra juventud fue frágil, frágil como un atardecer que pende de un horizonte. Apenas nos dimos cuenta cuando los niños que venían tras nuestro pasos se convirtieron en los nuevos jóvenes. Nuestra juventud fue frágil y se marchó como los miles de soles que hemos visto perderse en ese horizonte todos estos años.

Fuiste pues esa estrella que orbite día y noche, lejana, majestuosa, alzándote grande frente a mis ojos, ¿Cuánto corrí para alcanzarte?, ¿Cuánto corrí por recibir si quiera una gota de calor? Sin saber, que allí a lo lejos, sólo observaba y perseguía los vestigios de la luz de un amor que había muerto miles de años luz atrás.

Y es que si quería definir poesía, su nombre aparecía entre los versos, si quería definir arte, su rostro aparecería en cada boceto, si quería definir música su voz era la más pura y preciosa melodía. Si quería definir su vida, tenía que comenzar por estar a su lado, porque incluso la palabra amor llevaba su nombre en el diccionario, ese nombre que estaba atascado en su vida, su alma y el más pequeño de sus pensamientos.

Siempre quise ser parte de ti, un verso en tu poesía, una línea en tu historia, un suspiro o un pensamiento azaroso en una noche solitaria. Siempre quise ser parte de tu vida, un capítulo corto, quizás un personaje secundario, o si me ponía ambicioso a veces también soñaba aparecer en tu epílogo, pero ni en mis sueños más locos y los mil errores que cometí luego, hubiera imaginado que iba a terminar siendo antagonista en ese libro que llamas vida.

¿Qué será de esos ojos bañados en la inocencia? ¿Qué será de esa boca que sólo resuena dulzura? ¿Qué será del calor de tu cuerpo que ahora duerme a mi lado? ¿Qué será de ese rostro que parece ser el espejo puro de tu alma? ¿Qué será de mi Ezra cuando sepas que todo este tiempo en lugar de amarte te he traicionado? Inspirado en: La hora dorada.

Me encantaba amarte. Me encantaba como te sentías en mi cuerpo cuando mi mente te traía a mis recuerdos. Las noches, que parecían eternas, la manera en la que sonaba tu voz adormilada cuando despertabas a mi lado. Y la vida parecía que brillaba. Y el mundo era completamente perfecto. Me encantaba ese sentimiento, las mariposas, el tono que le puse a tus mensajes, la forma en que parecía que iba a morir de amor por ti. Era un adicto. Y tú me arrastraste hasta el fondo.

Es hasta divertido que no me haya dado cuenta en todo este tiempo, hasta que te vi con el vestido blanco en los brazos de otro, que en lugar de olvidarte, en estos seis años, siempre, en cada momento te estuve esperando. Esperaba ese minuto en que finalmente nos volviéramos a ver y confirmáramos de una vez por todas, que siempre fuiste el amor de mi vida. Y yo el tuyo como me lo dijiste una y mil veces en todos estos años. Me dueles, aún me dueles mucho.

Y entonces separaba los labios y me enterraba sus palabras, una a una como despiadados cuchillos en la carne. Esperaba paciente, hasta que la sed me volviera loco y sólo entonces, extendería una copa, que sabía, jamás podría rechazar. Y la llenaba hasta el borde de veneno, mentiras y esperanzas vacías. Estaba muerto y el aire seguía entrando en mis pulmones. Jamás sería suficiente.

Creía que estaba en fragmentos pero los pedazos seguían sin formar un todo.

Y él a su lado podía ser todo lo que siempre quiso ser. Ella le abriría puertas y ventanas dejándole soñar a sus anchas incluso en la inverosimilitud, incluso aunque sus respuestas estaban allí y lo sabía. Abría sus alas y lo dejaba ir. Y las noches se convertían en el anhelo de poder ser ese hombre. Uno que apenas comenzaba a descubrir aunque no pudiera alcanzarlo. Al menos tenía esa pequeña rendija en una noche solitaria en la que respiraba libre. Podía serlo todo. Quería serlo todo.

¿Por qué esta soledad parece que lleva una navaja en la mano? Cuando cerraba la puerta y éramos sólo los dos, parecería que la atraía, nos besábamos en el silencio de la desesperanza. Y ella me susurraba al oído todo eso en lo había estado evitando pensar en todos estos años. Seduciéndome, quitando prenda a prenda suave y lentamente, desnudos, completamente frágiles. Dándole un vistazo a mí alma, quebrándome. No era simplemente esperar por la persona correcta. En esas noches, ella era mía.

Cuando me sentía vacío era como estar en un pequeño bote a la deriva del mar. No es que no hubiera nada, había agua en todos los rincones, agua que no saciaba la sed ni se llevaba tristezas, agua que no me cobijaba de las noches frías y las tormentas. Agua que no podía acompañarme porque yo era aceite. Agua que podía matarme. Quizás ya estaba muerto en el segundo en que me subí en ese bote.

Ella pretendía volverme loco. Y yo iba a dejar que lo hiciera. Quizás era el momento de arruinar un poco mi estabilidad. Quizás era hora de equivocarme, de romperlo, de quemarlo todo. Destruirme hasta no ser capaz de reconocerme. Hasta el límite, hasta las últimas consecuencias. Y yo iba a dejarla. Ven, quiébrame.

¡DIME QUE SÍ! Y deja que seamos todo, seamos uno, el mundo entero, un universo. Sácame de esta eterna espera, de la incertidumbre y dime que sí. Déjame ser tuyo. Seamos eternos.

Dentro de todas las noches que pasamos juntos tú y yo guardo miles de recuerdos, bajo la lluvia, bajo ese manto oscuro plagado de diamantes. Bajo esa luna que parecía abrazar todas y cada una de tus sonrisas. Pero hubo, sin duda, una que no podré olvidar nunca. Esa en la que frente a mis ojos apagaste tu brillo, la noche en que te perdí. La noche en que comenzó el invierno. Tu muerte.

Él fue estrellas cuando todo alrededor era noche. Fue el sol, el agua y el viento. Todo lo que necesitaba para seguir existiendo. Y con su marcha, con él fuera de su mundo, el universo completo parecía que no era nada más que un mero agujero negro, frío, arrastrando todo a su paso. Vacío. No era más que vacío.

Y me rendía y me rendía y seguía rindiendo. Quería desaparecer. Borrarme del universo con mis sueños inútiles, mis caminos inconclusos y todo lo que me hace seguir. Todo lo que era. Y lo que nunca fui. Estaba solo. Y a ratos temía… temía que todo siguiera siendo igual. Era simplemente vacío. Yo y el completo vacío que quedaba tras cada uno de mis pasos inestables.

¿Sabes lo que es el amor? He estado veintiocho años en este mundo intentando descifrarlo y aún no tengo una respuesta. Todo el mundo ama en la forma que sabe, en la forma que puede. Correcta o incorrecta, nunca lo sabré, el amor toma formas y recovecos que jamás entenderé a cabalidad. Y sin embargo, es el amor el que le da sentido a todo en este mundo. Incluso aunque a ratos duela demasiado, es el amor lo que convierte nuestra existencia en una vida, Noah, el que estes aquí. Ahora. Conmigo.

Te recuerdo. Tú y yo veinte años más jóvenes, el día en que te convertiste en mi primer amor. ¿Qué hubiera pasado si me hubiera acercado y simplemente dicho hola? Quizás habríamos estado juntos una eternidad, quizás te habrías convertido en el amor de vida, quizás, maldita sea quizás lo habríamos sido todo. Y aún sigue en mi memoria, nosotros mirándonos a la distancia cada día, cómo si tus ojos en los míos fueran infinitos, cómo si tú y yo fuéramos eternos. Era un cobarde. Nunca dije hola.

La venganza tardó muchos años en llegar pero finalmente lo había hecho. —Te amo— había dicho el chico frente a él, con sus ojos azules casi grises fijos en él, sus labios entreabiertos. Con ese rostro… que parecía haber sido tallado por los mismos ángeles y exiliado del cielo porque les daba envidia sólo mirarlo. Sonrió. Tenía la venganza en sus manos, ahora simplemente tenía que destruirlo, desde dentro, muy profundamente, hacerlo pedazos. También sabía, que si lo mataba moriría con él.

Dime fracasado, muchas veces he seguido los caminos incorrectos teniendo muchos correctos a mi alcance. Me había equivocado, me había equivocado y me había vuelto a equivocar. Dejé la universidad y descubrí que era gay. Lamento haber decepcionado a todos los que creían que podía ser mejor, pero creo que lo soy. Al menos ahora soy yo mismo. Me gustaría decirte que aprendí de mis errores y no volveré a equivocarme. Pero también sería una gran mentira soy maestro en continuar arruinándolo todo.

Nos cruzábamos con tanta gente todos los días. Algunas miradas, un par de palabras, incluso. Otros simplemente pasarían por tu lado sin notar que tú exististe en su mundo en ese instante. ¿Cómo se supone que íbamos a saber quién de todos ellos se quedaría a nuestro a lado? ¿Quién era el correcto? Y de alguna manera, cuando lo conocí a mis quince años lo sabía. Llámenlo amor adolescente, primer amor, tontería. Y aunque no nos vimos en quince años… Cuando lo vi de vi de nuevo: Aún lo sabía.

Quédate. Quédate y mírame ser frágil como una hoja en otoño. Rómpeme a pedazos, te enseñaré como hacerlo. Te mostraré mis grietas y mis pecados. Mis errores, mis flaquezas. Te hablaré de mis sueños y de cómo me convirtieron en los que soy, te dejaré ver mis defectos, las largas noches de insomnio. Quédate, quédate, contempla todo eso y ahí, sólo entonces, háblame de eternidades amores y promesas.

Lo amó hasta lo inimaginable. Hasta que la vida y la muerte se cruzaron y se convirtieron en el mismo sendero. Él ya había caminado por ambos. Lo amó hasta que le entregó la vida, completa, cada latido, cada suspiro. Aunque él nunca no se lo había pedido.

—¿Por qué preguntas? Dicen que la curiosidad mató al gato. Una pequeña sonrisa, algo ladeada, algo divertida apareció en el rostro de ese extraño chico de cabellos negros algo desaliñados. Se bajó los lentes de sol, sus ojos verdes parecían estar llenos de algún oscuro interés —¿Y qué pasa si el gato quisiera morirse de todas formas? ¿Se lo dirías? —Pues resulta que no me quedaría alternativa, aunque tendría que matarte después de hacerlo. La sonrisa se agrandó un poco más —Pues pruébame.

Esto era lo que me mantenía vivo. Y me di cuenta cuando estaba por perderlo, por perderme. Gracias, gracias por intentar destruirme, gracias por darte el tiempo de eliminar cada una de las cosas que me hacían feliz. Por arrástrame al infierno, al infierno ese dónde tú también vives. Porque voy a pararme, voy pararme y seguir escribiendo incluso con las cenizas. Quiero seguir existiendo.

Llévame, ven y llévame de regreso a ese lugar que tanto anhelamos, a ese lugar que sólo formaba parte de nosotros, que era sólo nuestro. Vuelve, vuelve y llévame esa pequeña burbuja dónde residían nuestros sueños, dónde éramos eternos, donde pensabámos que no habían límites. Ven, ven y sácame de este infierno, las noches son muy frías, no hay colores, amaneceres ni veranos, no hay esperanza, no hay alivio, no me queda nada, sin ti no me queda nada. Nada.

Había crecido como la hierba, ligera, libre incontrolable, a merced de las inclemencias del clima. Se había perdido, confundida, danzaba alrededor de una luz brillante y artificial, como una polilla esperando que se convirtiera en el sol. Y frente a mis ojos, se estaba apagando, se escapaba entre mis manos como el agua de un océano en el que nos bañábamos tú y yo tantos años atrás. No puedo alcanzarte.

La vida, orgullosa reina de todo. Tiene destinos enredados entre sus brazos, se viste con las alegrías y tristezas de los que se han quedado atrapados entre sus suspiros. Cambia de parecer a cada instante, caprichosa, altanera a sabiendas de que el resto de nosotros no tiene alternativa que simplemente someterse a ella.

Su boca era el más exquisito perfume sobre la mía. Su piel, se transformaba en el glorioso manto de la noche y cada uno de sus besos eran las estrellas. Su cuerpo, cuando se fusionaba con el mío formaba el universo. Y cada uno de los sonidos que escapaban de sus labios eran las estrellas fugaces que lo recorrían. Sus caricias formaban galaxias y en el encuentro de su alma y la mía comenzaban todas y cada una de ellas. Y juntos, juntos, siempre seríamos el infinito.

Y ahora el espejo me devuelve la imagen de un extraño, me mira, no puede alcanzarme. ¿Quién eres? ¿Recuerdas a dónde querías llegar? Yo no lo hago, ni siquiera sé por qué estoy aquí. Me encantaría que me dijeras por qué caminaste a tientas tanto tiempo en la oscuridad. ¿Por qué no tomaste la lámpara? Ahora está demasiado oscuro y ya avanzaste demasiado. Esta demasiado frío y no trajiste abrigo alguno. Ahora estás demasiado profundo. Y ya no sé cómo tú y yo podemos volver a comenzar.

Mereces ser feliz, no se te ocurra aceptar nada menos que eso ¿Me escuchas? La vida es demasiado corta y ya sufriste suficiente, mereces seguir tus sueños, mereces ser feliz.

Bueno y parece que soy escritor. Y soy escritor más de lo que he sido algo en toda mi vida, más que el título profesional que cuelgo en mi muralla sin mucho anhelo o más de lo que soy por el siempre hecho de ser yo. Y me siento como un niño que redescubrió la vida y ahora la mira con nuevas esperanzas y caminos. Y parece que soy más feliz de lo que he sido en mi vida mientras dejo que mi mente se vaya con las palabras. Sí, parece que soy escritor aunque no me falte un gran camino para serlo.

Me habían quedado sus ojos grises escritos en el alma, sus besos enclavados en lo profundo de la carne y su voz… su voz caminaba conmigo cada tarde bailando en la añoranza y bañada de atardeceres. Decía mi nombre, lo decía todo el tiempo, mi nombre en susurros, mi nombre en las ascuas del placer, mi nombre como si quisiera arrancármelo a pedazos. Lo decía y me sacaba de este mundo. Pensé aquella noche que jamás iba a olvidarlo. Y nunca lo hice. Disponible desde mañana en mi perfil.

De Nathan para Liam: Ojalá pudiéramos ser astronautas, tú y yo. Así podría llevarte a navegar entre las estrellas y pasar la eternidad contando todas y cada una. Ojalá fuéramos eternos Liam. Cómo me gustaría ser luz para ti, para iluminar tus caminos, un horizonte para traerte el sol cada día y asegurarme de que no lo pierdas jamás. No más tristeza. Liam estoy enamorado de ti, ridículo ¿No es así? Porque los médicos dicen que nací con el corazón roto. Pero te amo incluso con los pedazos.

Me guardo los dolores con cicatrices en el alma y el desamor a pedazos, para que no me rompa lo poco que me queda del corazón.

En el momento en que me enamoré de ti, me di cuenta de que el mundo era completamente diferente a todo lo que alguna vez creí, me di cuenta de cuánto anhelaba tus palabras, tu boca, el roce de tu piel contra la mía. Quería tu mirada sobre mis ojos por toda la vida. Por ti…llegué a tocar el cielo. Y me hundí en el infierno cuando te perdí. En el momento en que me enamoré de ti, conocí el significado de la eternidad.  Y eso cambió mi existencia. ~Magnificente

Ambos, toda su vida, habían caminado por la misma calle, Elliot por una acera, Noah por la otra. Eran completamente diferentes, pero parecía que incluso de esa forma, se las habían arreglado, para continuar cada día tan cerca del otro que sentían sus corazones vibrar y enloquecer en el calor de un amor que se había fortalecido con los años hasta casi ser indestructible. Pero conforme los caminos se hacían más y más enrevesados, la distancia realmente comenzó a apropiarse de sus almas.

A veces, algunas noches se despertaba y seguía soñando con él. En las montañas difusas y desdibujadas, navegando por la suavidad de las malas decisiones. Deslizándose lentamente hacia abajo, por caminos prohibidos, por los rebordes poco racionales del placer, enamorándose, enamorándose cada día un poco más. Inspirado en: Entre el desierto y el cielo.

Probablemente en el momento en que decidimos equivocarnos, no sabíamos que lo estábamos haciendo. Quizás en ese primer minuto, la intención era inocente, buena. Sólo un leve grito desesperado por algo de felicidad. Y de alguna manera, terminamos como los antagonistas de nuestra propia historia, villanos, desgraciados, malvados y con nada entre nuestras manos. Como si hubiera sido la voluntad de un mal escritor simplemente darnos nuestro merecido y regocijarse en ello. Pagando cada error.

Estoy empezando a amarte, en una forma confusa, compleja, que ni yo mismo entiendo en todo momento. Estoy empezando a amarte y no sé qué hacer con estos sentimientos, son extraños, invaden lentamente mi corazón y queman mis entrañas. Estoy empezando amarte y sé que no debería, porque justo en este momento tú estás allí, frente a mí, abrazándola.

Hoy le pedí a la primera estrella enamorarme y ser amado. Cerré mis ojos, junté mis palmas y hasta dije “por favor”. Creo que tenido suficiente de amores vacíos, corazones rotos y de las tortuosas tempestades de la soledad. Creo que he vivido demasiados años sin saber lo que es amar de verdad, creo que he vivido demasiado tiempo sólo imaginándome lo que es el amor. Esta vez, sólo por esta vez, quiero vivirlo en carne propia, saber cómo se siente.

“Creía que el amor no existía. Y entonces te conocí... Has amado y estado al lado de Elliot todo este tiempo y me di cuenta de que sí, quizás el amor no es para todo el mundo: El amor es de todo aquel que tenga la valentía de aceptarlo en cualquiera de sus formas. Eres la razón Noah, por la quiero creer que el amor es real”. #Magnificente.

Los tiempos cambian, todo lo que fuimos alguna vez también lo hace. Cada segundo en la vida nos hace diferentes, incluso aunque la diferencia sea que hallamos respirado un par de veces más, nunca volveremos a ser la misma persona que somos en este preciso momento. Espero no seguir siendo la misma persona. Por eso debo vivir en este segundo con todo lo bueno y lo malo que hay en él.

Se sumergió en su piel y nadó por su cuerpo. Se dejó hechizar por su boca y surcó esa mirada de ojos claros mientras a su alrededor, el tiempo se detenía y daba un suspiro consumido por los celos. Pero en ese minuto, en ese segundo en que todos sus sentidos parecían estallar y todo perdía sentido alguno no había nada más en el mundo que tuviera relevancia. Estaba besando a la persona que amó en silencio por casi quince largos años y no existía nada que pudiera detenerlo.

Y ha sido como adentrarse en un bosque oscuro y tenebroso. El camino para llegar al otro lado es largo y tormentoso. A ratos los árboles se hacen menos densos y te dejan ver las luces suaves de un claro, pero sabes que estás hundido, sumergido hasta el fondo y solo te resta seguir adelante, a costa de rasguños, heridas y dolor. Sólo puedes continuar caminando porque quedarse en ese bosque oscuro eternamente no es una opción. Supongo que volveré nuevamente al mundo cuando todo esto acabe.

Las estrellas, siempre brillarían allí en lo alto para darle un poco de compañía a las personas que viajaban en esta vida, así no se sentían tan solos, así siempre habría alguien que aunque fuera a lo lejos los observaba, para que no perdieran las esperanzas, para que siguieran adelante. Incluso si en ese día no había luna, lo habría en algún minuto. Pero, ahora que parecía que el sol brillaba en la vida de Elliot, Noah que había sido su estrella, lentamente había dejado de estar en su caminos.

A veces se perdía mientras seguía el mismo insulso camino. A veces no sabía quién era, a veces no recordaba ni siquiera las cosas que le gustaban. Habrían también días en que sólo encendería un cigarrillo y miraría la vida gastarse lenta y suavemente frente a sus ojos. Estarían también esos momentos en que estaba dispuesto a derramar hasta la última gota de sangre por seguir viviendo. Y habrían días en que sentiría su corazón latir en su pecho y se daría cuenta de que pese a todo, estaba vivo.

Desde hace un tiempo atrás hasta este momento, parecía que su vida, se había montado sobre un carrusel. A ratos, sentía que se elevaba suavemente hacia el cielo, luego abría los ojos y se encontraba de nuevo en las profundidades del infierno. No sabía ya, si estaba caminando en la suavidad gloriosa de las nubes o sobre el fuego ardiente del fracaso y la desesperación. Ya no sabía quién era, ni porque seguía en ese camino de locura. Pero parecía que ya no tenía alternativa que seguir por él.

—Las pesadillas seguirán ahí, Riley— el anciano dejó su taza en la mesa y soltó un suspiro, su mirada cansada —¿Sabes porqué no se irán? Están en tu cabeza, no en el mundo real. Así que, a menos que vayas y las combatas tú mismo no hay forma de que desaparezcan. Riley se mordió el labio inseguro, sin duda, esa no era la respuesta que esperaba. La expresión del anciano se ablandó — El mundo ya es lo suficientemente malo como para que además te atormenten tus propios pensamientos ¿No lo crees?

Aquella tarde me preguntaste porqué comencé a escribir y no lo sabía. Quizás el mundo era demasiado duro o yo demasiado frágil. Quizás porque mi alma estaba repleta de sueños inservibles. Quizás quería vivir por alguien más. O quizás, quería que todas esas mariposas que volaban en mi mente fueran dejando huellas de tinta sobre la blancura de las hojas de la primavera. O tal vez… Tal vez sólo quería irme volando junto a ellas.

Y estaba loco, sí. No había razón para negar su locura. Habían pasado años desde que dejó de seguir las reglas para ser exitoso en el mundo y simplemente tomó su propio camino. Y cuando la pobreza de éxitos comenzó a convertirse en riqueza de alma, se dio cuenta de que quizás la vida si valía realmente la pena. Al final los locos parecían estar más felices.

Había pasado mucho mucho tiempo desde la última vez que me lo cuestioné. Pensé que mi vida comenzaría y terminaría en el mar y fue precisamente eso lo que venía a hacer. Hace mucho que quería rendirme. Me rendí. Y al rendirme me di cuenta de que no tenía las agallas. Y aquí me quedé, atrapado en un punto muerto. El punto estaba muerto, pero para mi desdicha yo seguía vivo.

Y miré en sus ojos el reflejo de la luna que me acusaba por haberme enamorado de lo prohibido, miré en sus labios la pureza de esa sonrisa que no sabía nada, miré en su alma todo lo que yo nunca llegaría a ser. Sentí en mi pecho, el peso de ese veneno con el que que acabaría por destruirlo. Porque lo amaba, pero sabía que finalmente en otra vida, había sido mi espada, la que había atravesado su pecho y detenido su corazón.

Fue una noche con luna tras una larga tormenta en que abrió los ojos, le miró y se dió cuenta que le amaba. No sólo su corazón temblaba en su pecho, su mundo entero se sacudió, cuando notó que estaba enamorado del hombre que despreció y odió por tantos años. Sin embargo, cuando se lo dijo todo, el hombre frente a él sólo había sonreído con suavidad y lo había atraído entre sus brazos. —¿Qué dices? Te he amado casi desde el día que te conocí. Después de tantos años, por fin logré alcanzarte.

Estuve buena parte de mi vida sufriendo por el amor, las deudas y la rutina. Buena parte de mi vida esperando un futuro que “sería mejor”. Entonces me paré aquella mañana de la cama y mi cuerpo no se levantó conmigo. Nunca hubo un mañana mejor.

Finlay se dió cuenta de que el amor, además de llevar toda clase de sentimientos dulces y cálidos, estaba mezclado con fuego, se encendía con una mirada, usaba como combustible la pasión y se oxigenaba en el deseo. No había forma de separar el uno del otro, eran dos páginas de la misma historia, dos colores en el mismo cielo, dos sabores de una misma emoción. Y no había nada que pudiera detenerlo. Él tampoco tenía intención alguna de hacerlo.

Y después de tantos años por fin decidió cerrar ese ciclo de sufrimiento. Por fin decidió que era hora de dar un paso atrás y gritar ¡ME RINDO! Darse cuenta de que aquello no era lo que deseaba para su vida. Todo el mundo decía que si se rendía su existencia no tendría valor alguno, pero era mejor tener una existencia que morir en la desesperación. Así con un cigarrillo en una mano y el teléfono en la otra le dió <<Enviar>> al mensaje que daría fin a su vida en la universidad. Y fue libre.

¿Te has dado cuenta de lo frágil que es el tiempo? Es como un atardecer que se esconde tras la montaña, tan efímero, tan breve. Esperamos todo el día por ese momento mágico, pero tras pocos minutos sólo nos quedamos contemplando en el cielo los reflejos de un sol que se marchó, dejando ese resplandor anaranjado tras de él. Mi vida ha sido un eterno atardecer, siempre he mirado los rastros de lo que quedó, pero nunca había podido mirarlo de frente. Nunca hasta que conocí a Finlay. #LTDSA

Estoy ebrio, sí, me gustaría decir que sólo con alcohol pero ebrio en los problemas, ebrio en el desamor, ebrio en la locura, ebrio en la eternidad del infierno que conocemos como rutina. Pero sí, en el fondo estoy tan ebrio que apenas puedo mantenerme en pie.

Y tras todos esos años luchando por un camino que ni él mismo entendía, Helion se había hundido. Se había convertido en un náufrago de amores rotos y promesas vacías. En un náufrago de un futuro que lo tenía todo menos su propia felicidad, en un naufrago de su familia. Había tenido éxito en todo lo grande, pero se había equivocado en lo pequeño, se había fallado a sí mismo. Era dentro de todas esas grandes desgracias y tropiezos que nos deja la vida, era un náufrago de sí mismo.

Ay amor, ¿Cuánto desearía que te quedaras a mi lado? ¿Cuanto desearía no ser quien tiene que soportar la fría suavidad de tu perfume en mi cama vacía? ¿Cuánto desearía poder besarte cada noche desde este día y para siempre? Si tan sólo pudiera tenerte más allá de mi imaginación, más allá de mis locas fantasías. Quizás sería el hombre más afortunado de todos esos idiotas que nacieron sin belleza.

Se quitó el reloj de su muñeca y lanzándolo al suelo lo detuvo, detuvo su ajetreada vida, sus tristezas, sus desesperanzas, el cansancio. Detuvo el tiempo y se quedó en ese instante para siempre, ahora si había tiempo para respirar, pero su corazón detenido en su pecho ya no podía realizar tan básica función.

El sol se estaba cayendo.Se estaba resbalando lentamente por ese horizonte, como empujado por una fuerza invisible, sin retorno, sin opción alguna de quedarse un poco más, volvía a dejarme y se escondía tras esa colina. No tenía alternativa que seguir ese curso, esconderse en el atardecer y volver al mundo en el amanecer. En la tierra , incluso el sol allí en lo alto del cielo tenía asuntos que no podía evitar, entonces ¿Cómo iba a ser capaz yo de mantenerte a mi lado?

Y Hennen abrió los ojos nuevamente en esta vida, un cuerpo nuevo, personas nuevas. Después de tanto tiempo siendo un conocido general de guerra, después de tanto tiempo rodeado de odio y manchado de sangre, después de haber sido envenenado por su propio ejército, ahora podía comenzar de cero, podía limpiarse las manos y borrarlo todo... como si nada hubiera pasado. Pero ¿Quién pensaría que su nuevo padre era el hijo del que había sido su máximo enemigo y que el mismo había asesinado?

Un nuevo día empezó, los colores del cielo cambiaron, el sol salió y lentamente la perezosa ciudad se puso en movimiento ¿Pero por qué se sentía que todos los días seguían siendo lo mismo? ¿No era acaso esa eterna rutina una pérdida del tiempo y los pocos años de vida que tenía en este mundo?

Y en esa noche, que probablemente sería la última sólo quería quedarse anclado a ese pecho, enredarse entre sus brazos, ahogarse en la respiración y el perfume ajeno por toda la eternidad. Si tan sólo no tuviera que marchar, si tan sólo hubiera una vuelta atrás de sus pecados ¿qué haría? Probablemente esas sábanas no volverían a enfriarse nuevamente por el abandono.

Y de repente tras la lujuria y el desenfreno, el monstruo se preguntó qué habría pasado si los caminos hubieran sido distintos, si la vida le hubiera mostrado los colores que no conocía, qué habría pasado si el mundo hubiera sido menos duro con él. Quizás ese niño lleno de sueños no habría desgarrado gargantas para vivir, quizás no habría aprendido a destruir, pero sólo conocía la oscuridad y sus ojos ya demasiado cansados no podían ver nada más.

Ha sido una ruta larga, somos pasado presente y futuro, pero seguimos allí caminado. Estuviste en todos los caminos que he seguido y hasta que casi estuve a pasos de perderte no había notado... que sin ti, después de ti, no hay camino.

Y tú, me preguntaste qué haría por ti ¡Tú me lo preguntaste! ¿Sabes si quiera qué tan lejos podría llegar? Subiría al cielo y me hundiría en las profundidades del infierno si eso significa que puedo quedarme a tu lado. Me pondría de rodillas, me arrancaría el corazón y te daría la mitad para que puedas sentirlo, si me dices que no puedes amarme. Te entregaría mi alma si eso significa que puedes vivir a mi lado, incluso hasta mi aliento, hasta mi último aliento, hasta el final de los tiempos.

Y de repente pensó que el universo era demasiado grande y él demasiado pequeño, demasiado miserable como un pequeño grano de arena. Y aunque soñara con cambiar el mundo, incluso si era un dios, incluso si era el grandioso dios del fuego, sin Rohan ¿qué le quedaba? Al final sólo era junto al resto, lo que sobraba del polvo de las estrellas. #La hora dorada

No te enamores de las estrellas, que cuando llegue el día perderás completamente tu camino. No te enamores del sol que cuando caiga, cada atardecer será una tortura. No te enamores de mi Finlay, porque realmente no sé lo que es amor. Inspirado en: Los trazos de su alma

Y fuiste para mi esa lluvia mientras yo era verano. Esa para lo que nunca estás preparado, te moja hasta los huesos, te empapa el alma. Fuiste preciosa, única y como la lluvia te marchaste con las nubes a empapar nuevas ciudades porque el verano no era realmente tu estación.

Y la luna brillaba... Allí arriba alta, majestuosa, enmarcando un cielo que era ajeno a todas sus tristezas, a todo su dolor, a todo el cansancio que le generaba existir en esta vida, sin consuelo, sin aire, inmerso en el abandono. Y la luna brillaba mientras su corazón se partía y en sus ojos bañados en lágrimas ese brillo parecía reír de sus dolores mundanos.

Sin decir una palabra, sólo pudo sostener su mano. Ambos sabían que habían en este mundo cosas imperdonables, habían errores que no tenían reparación, caminos que unas vez recorridos no te dejarían volver sobre tus pasos y heridas que no sanarían jamás. Habían en esta vida, dolores que no se pueden curar y sólo se puede intentar respirar con ellos aún cuando te perforan el alma. Existían momentos en los que sólo podías sostener la mano de quien se ama sin decir una palabra.

Y esa sonrisa fue la que borró el mar de preocupaciones que invadía la mente de Brent. Toda esa oscuridad por un momento se sintió clara y ligera. Porque Finlay estaba a su lado en aquella soleada mañana de otoño. Porque el universo podía mostrarle a él también un poco de misericordia y rescatarlo de las abismales garras de su eterna miseria, de aquel eterno infierno que había elegido por existencia. Porque existía esa sonrisa en este mundo incluso un monstruo podía comenzar otra vez.

Fuiste tierra cuando yo me ahogaba en un mar profundo de miseria. Fuiste agua cuando yo me quemaba en el fuego de la venganza y la ira. Fuiste aire cuando me hundía en el pantano profundo de la desesperanza. Fuiste vida, cuando yo desfallecía en las dificultades de este camino que llamamos existir. Fuiste el amor de mi vida, cuando pensé que no tenía alma para amar a nadie. Fuiste todo, Finlay, todo porque antes de ti no tenía nada. #lostrazosdesualma

Y aunque un par de años humanos no sea nada para un gran demonio como tú Brent, te prometo que regalándote cada segundo te voy a sanar, te prometo darte mi todo y si dices que no tienes alma para amarme, te daré mi corazón y hasta el último suspiro de vida que queda en este cuerpo mío para que construyas una y puedas vivir otra vez. Inspirado en: Los trazos de su alma.

Brent podría haber soportado muchas cosas, el desprecio del mundo entero, el terror de los débiles, mil y una ofensas, incluso ser llamado perro. Había sido un monstruo temido por tantos años. El tiempo se llevó todo lo que podía importarle. Pero no podía soportar ver el rechazo en los ojos de Finlay, no en él, porque Finlay era su todo. Basado en: Los trazos de su alma.

Y un día comencé de nuevo, con mis heridas y las cicatrices, con mis errores y lo que no estaba tan mal. Un día decidí que quería empezar a vivir de nuevo, había perdido muchos años, pero de repente no era tan malo volver a existir.

Finlay no esperó otro segundo y se puso de pie. Por supuesto que quería ver a Brent, había venido por él, había venido por aquella tristeza que parecía desbordarse de sus ojos silenciosos, había venido por esa eterna soledad que podía ver en cada paso que daba, había venido por esas huellas de dolor que dejaban un camino interminable a un alma rota. Había venido, quizás, porque le amaba. Inspirado en: Los trazos de su alma.

Estaba dormida, sí, por fin estaba dormida. Miró su cuerpo inmóvil con satisfacción, por fin después de dos meses con una enfermedad incurable podía descansar con tranquilidad . Pero por supuesto para él, siendo un orgulloso médico de renombre, no existían enfermedades incurables. Con satisfacción, tomó la medicina que aún descansaba en la mano de su paciente, bebió un largo sorbo y recostándose a su lado se dispuso a descansar también por la eternidad.

Brent aún no lo comprendía, pero existían en esta tierra dolores aún más grandes que los que había vivido, infiernos aún más desgarradores. Pero para sufrirlos tenías que seguir vivo y para seguir existiendo estúpidamente tenías que comer. Se puso de pie y se dirigió a buscar una cena. Habría tiempo de sobra para sufrir una vez que dejara de morir de hambre. Inspirado en: Los trazos de su alma.

#LosTrazosdesuAlma Y allí atrapado junto a Brent, Finlay se preguntó quién era el verdadero loco: El que se había dejado llevar por su propio mundo o el que seguía las leyes de la sociedad sin siquiera cuestionarse porqué lo hacía. Fuera cuál fuera la respuesta, él seguía siendo loco y allí fuera habían mil otros locos conocidos como “gente normal”, intentando asesinar a la persona que amaba porque, sin conocerlo le habían etiquetado como monstruo.

Es que en su cara había algo, una pizca de miseria, con una cucharada de tristeza en sus ojos. O quizás era su boca, que tenía media taza de amargura. Al final, si lo ponías unos minutos a fuego lento, él era completamente un festín en la desgracia. #Lostrazosdesualma.

Sus ojos se enfocaron en la lejanía. Más allá del dolor, más allá de esa rabia que le desgarraba el alma. Mirando así de lejos no quedaba nada y en esa nada había paz y una calma absoluta en la que su propia existencia despedazada podía tomar un aliento y descansar para seguir su camino.

#Extra: Los trazos de su alma. El monstruo ¿o debería llamarlo simplemente Brent? Levantó los ojos hacia el cielo, sus manos bañadas en la sangre de sus enemigos. Había vencido sí, pero había perdido a Finn ¿Qué serían grandes batallas si perdías a la única persona que te importaba? Sólo un resquicio en el universo.