Otro tonto Isekai más Suivre l’histoire

Abrí mis ojos. Todo estaba oscuro, salvo por un pequeño halo de luz que iluminaba a una chica. Era la perfección encarnada en una mujer. Ella vestía una túnica antigua, casi como un vestuario de monja pero de color purpura, sin capucha.

—Mucho gusto —dijo la mujer. Mis ojos por acto reflejo e involuntario, se desviaron hacia el pronunciado escote de la chica, dos grandes bultos sobresalían desde la túnica, como si fueran dos melones bastante maduros. Ella sonrió—. Soy Ásari, la guardiana de este universo. Una querubín aspirante a Diosa. Lamento mucho vuestro destino, pero ustedes han perecido.

Me la quedé mirando sin entender lo que estaba sucediendo. Me llevé la mano al rostro y me refregué los ojos.

—Antes que nada, necesito saber esto. ¿Me atropelló un camión?

—No, pero ojala hubiese sido así —señaló la querubín.

¿Qué ojalá hubiese sido así? Tragué saliva. No podía recordar absolutamente nada de mi vida pasada ni el cómo morí. De pronto, procesé la información, no solo había muerto yo según lo que dijo esta chica.

—¿Has dicho que hemos perecido? ¿No solo he muerto yo? ¿Qué fue lo que pasó? —pregunté.

—Así es. Lo describiré en vuestra jerga planetaria. Hubo un problema técnico durante la programación de una de nuestras estrellas las cuales se transformarían en una fuente lumínica solar. Pero calculamos mal, estalló y los rayos gama alcanzaron a la tierra y pasó lo que pasó. Pero no te preocupes mucho por eso, solo son detallitos —dijo Ásari.

—Espera, ¡¿qué?!

—¡Lo importante es que ahora podrás renacer en un nuevo mundo! —replicó, esta vez, con un falso entusiasmo.

—¿Acabas de decir que la vida en la tierra se extinguió?

—¡¿Pero sabes lo mejor de todo esto?! ¡Es que nuestro Santo Padre ha decidido otorgarles el renacimiento avanzado más dos talentos, y se saltarán la etapa infantil y la adolescencia! ¡Ahora renacerás en un mundo pacífico y tendrás dieciocho años!

—¿Estamos todos muertos? —pregunté con resignación.

La chica desvió la mirada, algunas gotas de sudor recorrían su rostro.

—Quizás. Bueno, en realidad sí.

Entrecerré los ojos y la miré en silencio. ¿Quizás? ¿De verdad? Además, ¿Quién soy? ¿Quién fui en mi vida pasada? ¿Y estoy aquí porque una estrella explotó y nos mató a todos? Noté que la querubín estaba un poco nerviosa ante mi inquisidora mirada.

—Bueno, sí —dijo Ásari—. Murieron todos pero la compensación es bastante generosa. ¡Es una promesa!

Solté un suspiro. ¿Nos morimos por un fallo técnico? Creo que ahora entiendo la frase “y Dios nos hizo a su imagen y semejanza”.

—Supongo que son cosas que pueden pasar —dije, resignado a mi destino.

—Así es, tal cual, son cosas que pueden pasar. Y no te preocupes por lo que acabas de pensar en tu mente, no le damos importancia a lo que puedan decir de nosotros o de nuestro santo Padre en sí.

Di un respingo y tragué saliva. Agaché la cabeza y miré al suelo.

—Perdón, fue sin querer —dije. Lo mejor sería dejar de pensar mucho para no volver a meter la pata.

—Nuestro trabajo se basa en catalogar a cada persona por las acciones que realiza, no por lo que dice. Así que, tranquilo. —dijo Ásari. Levantó el dedo pulgar y me guiñó un ojo—. ¡Ah! Tenías algunas dudas. No te preocupes por la pérdida de memoria. Se hizo con el objetivo de evitar que mantuvieses sentimientos anclados a tu extinto mundo.

—Eso de extinto mundo suena un poco cruel.

—Lo es, pero es lo que sucedió, lamentablemente. Sobre tus seres queridos, todos estarán bien. Como guardiana del universo, también ejercí como espíritu protector de muchos seres vivos. Por esa razón, sé que ellos renacerán en otros mundos con las mismas facilidades que tú. Es una promesa de parte de una querubín.

No pude evitar una sonrisa, al menos una de mis preocupaciones se habían esfumado. Sin embargo, fruncí el ceño. ¿Cómo era posible recordar el mundo donde nací, pero no podía recordar mi vida pasada? La tecnología, la naturaleza, el sistema solar, la flora y la fauna. Las grandes ciudades, el internet, la televisión, la radio, la música, el arte, los países. Lo recordaba todo.

—Veo que tienes algunas dudas sobre tus recuerdos —soltó la querubín.

Di otro respingo, jamás me acostumbraría a esto.

—Sí, tengo muchas dudas –respondí. No había razón para mentirle.

Ásari asintió con una seguridad casi arrogante, al punto de ponerme incómodo.

—Es otra de nuestras compensaciones. En la tierra, ha habido renacidos adelantados a su época. Gente con conocimientos extraídos desde otros mundos y que han adelantado la tecnología conocida del planeta al que han llegado.

—Espera. ¿Renacidos en la tierra?

—Así es. —dijo Ásari y volvió a asentir. Luego, me miró con el ceño fruncido y me apuntó con el dedo—. Ah, y cuando asiento así no es por arrogancia, si no por seguridad. —se cruzó de manos y movió la cabeza de lado a lado en señal de reprobación— Tienes que tener respeto por tus mayores, jovencito.

Tragué saliva. Era raro que una chica que tenía una apariencia de veinte años me tratara de jovencito. De pronto fruncí el ceño, ¿por qué me molestaba esto? Según ella renacería con dieciocho años pero mis recuerdos estaban borrados y no sabía a qué edad fallecí, ni siquiera podía recordar mi nombre.

—Perdón —volví a decir, con la mirada dirigida al suelo.

—No te preocupes, y no te pases culpando siempre. Aunque no hay nada que podamos hacer, está en tu personalidad y forma parte de la influencia que has adquirido durante tu vida en la tierra. Además, no pienses tanto en tu pasado. Ahora tendrás una nueva oportunidad, un nuevo futuro, solo tienes que aprovecharla.

Me llevé una mano al mentón. Ahora entiendo algunas cosas, lo que haya hecho antes tendrá influencia en mi personalidad. Además, en nuestro mundo ha habido renacidos con recuerdos externos a nosotros según lo dicho por la querubín. De pronto, recordé algo importante.

—Ásari.

—¿Sí? Dime lo que quieras, si puedo responder, lo haré.

—Recuerdo una época donde hubo un boom de nacimientos. Eso me hace creer que lo que le ocurrió a la tierra, también sucedió en otras partes de este universo. ¿Eso es así?

La querubín se sobresaltó, noté que se le caían algunas gotas de sudor de la frente.

—Puede ser, no creo que sea necesario ocultarlo o por lo menos nuestro Santo Padre no nos ha dicho nada. Una de las galaxias que rodea al universo sufrió un pequeño desperfecto casi similar al que sucedió en la tierra, y algunos planetas que albergaban vida terminaron pereciendo. Así que distribuimos sus almas en distintos planetas, uno de ellos fue en la tierra. El universo suele ser un lugar un poquitín peligroso —dijo Ásari, mientras se cruzaba de brazo y asentía con la cabeza—. Pero dejemos de hablar sobre estas cositas técnicas. Ahora, es importante que firmes el contrato que te llevará como un renacido a tu nuevo mundo.

La querubín dio una palmada, delante de ella apareció una mesa lleno de papeles. Trató de ocultar uno en específico dejándolo bajo otros documentos y eso encendió mi curiosidad.

—Éste es —dijo Ásari, y me dio el contrato.

Comencé a leerlo. El texto exponía que por motivos extraordinarios, se concedía la reencarnación avanzada en un nuevo mundo a los habitantes de la tierra. Vi un anexo que explicaba que el idioma se ajustaría al lenguaje del nuevo mundo. Leído lo importante, me salté gran parte de los documentos hasta que encontré una sección con letra pequeña que indicaba que, después de renacer, la Diosa, querubín o Serafín que admitió el contrato, no se haría responsable de una reencarnación fallida, con poca extensión de vida o garantía de una vida plena.

Me quedé mirando a Ásari con los ojos entrecerrados y en silencio.

—Son solo detallitos, detallitos pequeños —soltó la querubín, con una risita nerviosa.

Aproveché su descuido y agarré el documento que Ásari trató de ocultar. La querubín soltó un grito de terror. Le di la espalda y comencé a leerlo.

Era el texto de las probabilidades, consecuencias y posibilidades que tendría un nacimiento en la tierra.

En el documento estaba escrito el porcentaje de que el alma naciera con defectos físicos u enfermedad, rico o pobre, de un país u otro, con un tipo específico de personalidad, en una zona en guerra o en paz.

—¿En serio? —le pregunté.

—¡No leas documentos ajenos! ¡Tenme un poco de respeto, por el amor de nuestro santo Padre! —exclamó Ásari, totalmente embravecida.

Saltó sobre la mesa y corrió hacia a mí a zancadas, le iba a devolver el documento pero me di cuenta de una palabra algo extraña. ¿Decía demonio ahí?

Ásari extendió el brazo y cuando iba agarrar el documento, la esquivé. La querubín pasó de largo, se había impulsado con tanta brusquedad que al final cayó al suelo, arrastrando el rostro en el piso. Soltó un chillido.

Aproveché de leer ese inciso del documento mientras Ásari se masajeaba la nariz.

La tierra es un sitio idóneo. Las divinidades caídas en desgracia aceptaron su destino y ninguno se convirtió en Rey Demonio. Por lo cual, la tierra se presenta como un sitio ideal para vivir en paz, y sus únicos conflictos son entre humanos. Es por eso que la ayuda divina se suspendió en su totalidad.

Ásari se acercó a mí y me quitó el documento de un manotazo. La chica tenía la nariz y la frente roja como un tomate.

—¿Cuánto de esto leíste?

—Casi todo —respondí.

—¡Por el amor de nuestro santo Padre! —soltó Ásari, enfurecida—. ¡Es imposible que hayas cambiado tanto en tan solo cuatro años! ¡¿Es que acaso tu pasotismo llegó a niveles divinos?!

—¿Qué? —pregunté confundido.

—Da igual. No lo vas a entender. Simplemente firma tu contrato y vete a hacer tu vida por ahí.

—Supongo.

—Supones bien, ahora firma el contrato y vete de una vez. ¡Vete de una vez y ya!

Me la quedé mirando durante unos segundos. Ella estaba con el ceño fruncido y sus ojos rojos dejaban entrever que en cualquier momento se pondría a llorar de frustración. Más que una divinidad, parecía una niña pequeña y mal criada.

—Escuché eso, bastardo mal agradecido.

Di un respingo.

—Perdón. Sé que estuvo mal, pero creo que leerme la mente es una invasión a mi privacidad.

—¡Vete ya! —exclamó Ásari.

Jamás me iba acostumbrar a esto. Me apoyé en la mesa y Ásari me pasó un bolígrafo. Al final, terminé firmando el contrato.

—Bien. Estas son las instrucciones. El mundo al que vas, alcanzó la paz hace unos cuantos años atrás, por lo que la sociedad recién está tomando forma. Pero como tu muerte se debió a nuestra negligencia, yo, Ásari, prometo que te enviaré ayuda para que inicies tu nueva vida y te adaptes con rapidez.

—¿Qué clase de ayuda?

—No puede ser de carácter divino, ya que no hay necesidad, por supuesto. Pero será una ayuda terrenal. También como compensación, recibirás dos talentos. Esto los puedes elegir tú, pero solo los conseguirás con entrenamiento y enfocándote como mucho en dos tareas distintas. ¿En qué áreas puedes conseguir tus talentos? ¡Puede ser en cualquiera! Pintura, música, cualquier instrumento que elijas, ciencias, matemáticas, deportes, etc. ¡Lo que tú quieras!

Alcé una ceja, no era una mala compensación.

—Eso sí —prosiguió Ásari—, te pido que por favor, trates bien a tu nueva compañera. Ella es una criatura que recién está iniciando su vida en este mundo y quizás sea un poco curiosa e insistente con algunas cosas cotidianas. Así que ten paciencia con ella.

La querubín sonrió. Extendió su mano hacia el cielo oscuro y encima de mí, se abrió un portal de luz. De pronto, todo se desvaneció en un completo destello.

—Por favor, cuídala mucho. Ahora yo, como la guardiana de este universo, te doy mi bendición. Disfruta esta nueva oportunidad que se te ha otorgado.