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Como de costumbre, Eli se encontraba caminando por la zona Sur de Central Park, luego de salir de su trabajo como bartender, esta siente una mirada sobre su espalda, pero decide ignorarla. El crujido de las hojas secas bajo sus pies adoptan un compás al que estaba escuchando desde que se adentro en la zona boscosa del parque, ya un poco paranoica, empieza a acelerar el paso y termina por tropezar con algo en el suelo, dándose de cara contra el piso.

《Que oportuna, Eli, bien hecho, ahora tal vez me secuestren por mis grandiosas habilidades para caminar》Pensó de forma irónica la joven reprochándose mentalmente su torpeza.

−¿Estás bien?¿Te lastimaste?¿Necesitas ayuda?− preguntó una voz ronca al mismo tiempo que una mano se posaba en el hombro de ella, con clara preocupación en su tono.

Eli, por la sorpresa y por miedo suelta un grito de ahogado mientras gira la cabeza en dirección a la persona, aun tratando de incorporarse después de su caída.

−¿Quién eres?− dice luego de unos segundos de observar la cara del joven frente a ella, que por la poca luz que le brinda la noche y de las ya considerablemente lejanas, farolas, no puede distinguir facción alguna.

−Te he preguntado algo primero, es de mala educación preguntas con máspreguntas− dice el joven con voz neutral mientras ayuda a la chica a pararse.

−Yo...me tengo que ir, con permiso.− responde la chica luego de una pausa, observando el rostro del joven, ahora con una mejor vista, reconociéndolo como un cliente del bar. Damon, un cliente recurrente del bar donde trabajaba, soberbio, misterioso y frío con quien nunca hablaría de ser necesario. Realmente nunca me ha tocado intercambiar palabras con él ya que siempre pedía que mi compañero lo atendiese, pero iba bastante seguido como para saber algo sobre él.

−¿A dónde te diriges?, te acompaño.− habló Damon,mientras caminaba a la par de Eli.

−A donde me dirija no es de tu incumbencia.− respondió Eli de forma cortante, lista para alejarse, tratando de disimular la incomodidad.

−He dicho que te acompañare y lo haré.− sentenció Damon con una sonrisa de medio lado en su rostro.

−Como digas− dijo Eli ya rendida, tratando de ignorar la presencia del innegablemente apuesto chico.

Damon, el cual no paró de hablar durante todo el camino, tratando de ganarse la confianza de Eli y conseguir su número, aunque para conseguir el número y parte de la confianza de Eli, Damon tuvo que acompañarla muchas veces, tantas que se volvió una costumbre.

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Soltando un largo y sonoro suspiro ante la atenta mirada de dos curiosos pares de ojos, prosiguió a decir:

−Y así, hijos míos fue como conocí a su padre.− Mientras hacía el ademán de pararse de el mullido sofá, pudo escuchar la quejas de sus dos hijos.

−Si quieren saber más, vayan a preguntarle a su padre.− dijo con una amplia sonrisa acariciando las cabelleras de sus hijos para luego salir de la sala.

Fin